AYUNO DEL 10 DE TEVET (ASARÁ BETEVET).Domingo 27 de Diciembre de 2009

El Ayuno del 10 de Tevet

Desde el día en que el pueblo de Israel entró a la tierra de Israel, bajo el liderazgo de Iehoshúa, el pueblo habitó la tierra por un período de 850 años; y 20 generaciones de hijos y nietos nacieron allí, hasta que el malvado Nabucodonosor, rey de Babilonia, se levantó en contra de ellos y los llevó al exilio. Dentro de este período, 440 años pasaron hasta la construcción del primer Bet Hamikdash – Templo de Jerusalem – a manos del rey Shlomó, y otros 410 años pasaron hasta que el ejército babilonio lo destruyó.

Cuando el pueblo de Israel entró a la tierra de Israel por primera vez, fue para vivir allí eternamente, puesto que así se lo había prometido D’os a Abraham: «Toda la tierra que tú ves, Yo te la daré a ti y a tu descendencia para siempre» (Bereshit – Génesis – 13:15). Pero D’os puso una sola condición: el cumplimiento de la Torá y los preceptos. El comentarista Rashí explica que esto puede ser comparado a un príncipe al que se le dió comida en estado de putrefacción, y él no pudo retenerla dentro de su cuerpo y la vomitó. Similarmente, la Tierra de Israel no puede retener a aquellos que transgreden Su voluntad.

Muchas de las generaciones de judíos que habitaron la tierra de Israel fracasaron en cumplir con los mandamientos de D’os, manchando la tierra mediante la adoración de ídolos. Ellos abandonaron al D’os de sus padres, trayendo así el enojo de D’os sobre Iehudá y Jerusalem por sus pecados. D’os envió profetas para que los amonesten, para hacerlos arrepentirse y retornar hacia Él, pero el pueblo no escuchó, como vemos en las escrituras:

«Incluso los líderes de los sacerdotes y las personas, transgredieron grandemente a través de todas las abominaciones de las naciones, y ellos violaron la Casa de D’os la cual Él ha santificado en Jerusalem. Y el D’os de sus padres, envió mensajeros rápidamente, pues Él tenía compasión por Su pueblo y Su lugar, pero ellos se rieron del mensajero de D’os, despreciaron Su palabra y se burlaron de Sus profetas, hasta que el enojo de D’os se levantó en contra de Su pueblo, hasta que no hubo más remedio» (Divré Haiamim II – II Crónicas – 36:14-16).

En el Midrash, Nuestros Sabios dijeron:

¿A qué pueden ser comparadas las diez tribus, la tribu de Iehudá y la tribu de Biniamín? A dos personas que estaban usando una capa nueva para cubrirse a si mismas durante la estación de las lluvias. Una tironeaba de un lado y la otra tironeaba del otro lado, hasta que la capa se rompió. De la misma manera, las diez tribus no desistieron de cometer idolatría en Shomrón, y las tribus de Iehudá y Biniamín no desistieron de cometer idolatría en Jerusalem, hasta que causaron la destrucción de Jerusalem» (Eijá Rabá, petijtá).

En los siguientes versículos encontramos la razón del ayuno del diez de Tevet:

«Y fue en el noveno año de su reinado, en el décimo mes (Tevet), en el décimo día, que Nabucodonosor, rey de Babilonia, llegó con todo su ejército a Jerusalem, y acampó alrededor de ella y construyó torres en todo su alrededor. Y la ciudad quedó sitiada hasta el año 11 del reinado del rey Tzidkiahu. En el noveno día (del mes de Tamuz) el hambre en la ciudad fue muy severo y no había pan para comer. Y penetraron en la ciudad…» (Melajim II – II Reyes – 25:1-4).

«Y en el quinto mes (Av) en el diez del mes… Nebuzaradán el asesino, vino… y él quemó la Casa de D’os y el palacio del rey, y todas las casas en Jerusalem… Y todas las murallas que rodeaban Jerusalem fueron destruidas… Y la multitud que quedó fue exiliada por Nebuzaradán» (Irmiahu – Jeremías – 52:12-15).

Nosotros vemos entonces, que el diez de Tevet – el día en el cual comenzó el sitio de Jerusalem – fue el comienzo de una cadena de calamidades que terminaron finalmente con la destrucción del Bet Hamikdash y es por eso que esta fecha fue decretada como día de ayuno público.

«D’os destruirá a la muerte para siempre, borrará las lágrimas de todos los rostros y hará que Su pueblo no sea avergonzado nuevamente…» (Ieshaiahu – Isaías – 25:8)

ROSH HODESH TEVET 5770 (17 y 18 de Diciembre de 2009)

El mes de Tebet

Es el cuarto mes del año según el cómputo de los meses desde la creación del mundo, y el décimo mes según el cómputo desde el Éxodo de Egipto.

De acuerdo con la tradición, el mes de tevet es el primer mes del invierno en la Tierra de Israel (Maséjet Eruvín 56, a). «En tevet, shvat y adar el sol deambula por el desierto para no secar las semillas» (Maséjet Pesajim, 97).

El nombre de tevet se origina en los meses babilonios. En las Escrituras es mencionado varias veces como «el mes décimo», pero el nombre «tevet» aparece por primera (y única) vez en el Libro de Ester 2:16.

En tiempos del Primer Templo, las huestes babilonias comandadas por Nevujadnétzar impusieron sitio a Jerusalén el 10 de tevet (II Reyes, 25:1; Ezequiel 24:1-2). En conmemoración de dicho acontecimiento se estipuló el ayuno del 10 de tevet, «el Ayuno del Décimo» (Zacarías 8:19; Maséjet Rosh Hashaná 18, b).

En tiempos del Segundo Templo se acostumbraba realizar otros días de ayuno en tevet. Por ejemplo, uno de ellos era el del 8 de tevet, como signo de duelo por la finalización de la «Septuagenta», la traducción de las Escrituras al griego (Maséjet Sofrim 1, a).

El signo de este mes

El signo del mes de tevet es el de Capricornio, porque en él los cabritos salen a pastar en las praderas, después de las lluvias de los meses de Jeshván y Kislev.

Efemérides

1 de tevet: Iejaniá, rey de Iehudá, partió a la diáspora.

5 de tevet: Los exiliados en Babilonia oyen rumores acerca de la conquista de Jerusalén (Ezequiel 33:21).

9 de tevet: Fallecimiento de Ezrá el Escriba y de Nejemiá Ben Jajaliá, que condujeron el retorno de los Hijos de Israel desde Babilonia.

10 de tevet: Primer día del sitio de Jerusalén por parte de Nevujadnétzar, rey de Babilonia. El asedio se prolongó durante tres años, hasta la apertura de una brecha en la ciudad, el 17 de tamuz. El 10 de tevet fue estipulado como día de ayuno colectivo, hasta el presente.

Asimismo, el Gran Rabinato de Israel ha fijado este día como el día del «Kadish general», en recuerdo de las víctimas que perecieron en la Shoá.

Fallecimiento de Malají, el último profeta de las Escrituras.

20 de tevet: Año 4966 (1206): Fallecimiento de Rambam (Rabí Moshé Ben Maimón, Maimónides).

23 de tevet: Año 5257 (1496)Edicto de expulsión de los judíos de Portugal.

24 de tevet: Año de 5573 (1813) Fallecimiento de Rabí Schnieur Zalmán de Lady, fundador del Movimiento Jabad (Jojmá, Biná, Dáat).

28 de tevet: Creación del tribunal de los fariseos que se escinden de los saduceos. El Sanedrín vuelve a deliberar en el recinto de granito del Templo.

La personalidad del mes

Rabí Moshé Ben Maimón (Maimónides – Rambam), falleció el 20 de tevet de 4966 (1206)

Fue uno de los pensadores más descollantes del judaísmo, y la autoridad rabínica de mayor envergadura en todas las épocas. Científico, médico y líder, su influencia perdura a través del tiempo (1138-1206).

Nació en Córdoba, España. A la edad de once años, sus padres abandonaron España por los decretos de los almohades (musulmanes fanáticos que llegaron a España desde África del Norte y destruyeron las comunidades judías). Su juventud estuvo signada por las sucesivas fugas de los fanáticos musulmanes. A los 28 años, su familia se radicó en la ciudad de Fez, en el norte de África.

Estudió Torá con su padre y de manera autodidacta se convirtió en gran experto en todos los temas vinculados con ella. También tuvo acceso a la instrucción universal y tomó conocimiento con la ciencia y la filosofía árabes, además de perfeccionarse en la medicina.

Cuando creció el poder de los almohades en Fez, su familia huyó de allí y llegó a la Tierra de Israel (1165). Vivieron en Acre, Jerusalén y Hebrón y al cabo de un año se embarcaron con rumbo a Egipto.

HaRambam tenía 30 años al llegar a Egipto, y allí se ganó el sustento como médico. En 1171 fue elegido «príncipe de los judíos» y estipuló las normas que regulaban la vida de las comunidades judías en Egipto. Es particularmente conocida su actividad entre los judíos del Yemen, sobre quienes ejerció una influencia prolongada al enviarles la Epístola al Yemen, en la cual les insufló ánimos y les previno en contra de los «falsos Mesías».

En su obra principal (la única escrita en hebreo) Mishné Torá o Haiad Hajazaká, reseñó las leyes y los preceptos de la Torá. El libro en el que hace referencia a los problemas básicos del judaísmo se llama Guía de perplejos. Mientras aún vivía en España escribió La interpretación de las mishnaiot (redactadas en árabe y posteriormente en hebreo), en las que explicó el contenido y los temas de toda la Mishná.

En Guía de perplejos no dejó de basarse explícitamente en el filósofo griego Aristóteles. Rambam fue el único sabio de la Halajá en tiempos de la diáspora que incluyó en su obra sobre los preceptos religiosos una descripción completa de la organización del futuro estado ideal en la Tierra de Israel, que habría de conducirse según las leyes de la Torá.

Rambam, que también fue autor de importantes libros de medicina, gozó de renombre en todas las diásporas judías y muchos son quienes lo consideran la personalidad más distinguida desde Moshé Rabenu; hay quienes dicen: «Desde Moshé hasta Moshé, no hubo nadie como Moshé».

Rambam murió en Egipto, y la tradición sostiene que, a pedido suyo, su cuerpo fue trasladado a Tiberíades. Ciertamente, hay indicios de que su sepultura se encuentra en dicha ciudad.

El relato del mes

Rabí Schnieur Zalmán de Lady, fallecido el 24 de tevet de 5573 (1813)

Un jasid acaudalado perdió sus riquezas y se dirigió a su rabino, Schnieur Zalmán de Lady, para exponerle sus problemas: necesitaba dinero para pagar sus deudas, pues debía abonar los aranceles de estudio, tenía que desposar a su hija, reorganizar sus negocios y todas las otras cosas necesarias para cualquier persona.

El rabino miró al jasid a los ojos y le dijo: «Ha explicado con gran detalle todo lo que necesita. Me asombra que no se haya preguntado ni una sola vez para qué necesita todo eso». El jasid no supo qué responder, y de pronto las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos.

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