Ya como votantes veteranos, frente a las urnas, votamos al… que menos daño pensamos que nos va a ocasionar. Las palabras ya no nos convencen y, menos aun, creemos que alguno de ellos tenga realmente vocación de estar al “servicio de la comunidad” como tendría, por ejemplo, la policía… ¿Es realmente “bueno” ser autoridad? Los Sabios ya nos advirtieron a “odiar la aspiración (propia) de convertirse en patrón” (Pirkei Avot 1).
El Tana”j y nuestra historia nos muestran como los verdaderamente “grandes” hicieron todo lo posible para liberarse de la obligación de ejercer el mando. De esto, existen muchos ejemplos, pero a quien nos queremos dedicar hoy, es a Moshé, nuestro maestro. Siete días estuvo D”s convenciéndolo que asumiera la misión de ir delante del Faraón para exigirle que permitiera la salida del pueblo de Israel “para festejar a D”s en el desierto”. Moshé se resistía. No confiaba en ser el más indicado. ¿Por qué tanta insistencia por parte de D”s? ¿Era Moshé un buen estratega militar? ¿Inspiraba confianza con su dialéctica? ¿Sabía enardecer a las masas? No.
Y Di-s dijo a Moshé: “Ven al Faraón; pues Yo he endurecido su corazón y el corazón de sus sirvientes para que pueda mostrar Mis señales en su medio…”.
— Exodo 10:1
“Por qué dice: “Ven al Faraón”? Debería haber dicho: “Ve al Faraón”… Es que Di-s trajo a Moshé a una cámara dentro de otra, a la… serpiente superna y poderosa de la cual muchos niveles evolucionan… pues Moshé temía acercarse por sí mismo…
— Zohar II , 34a
Entre las cincuenta y tres secciones de la Torá, varias se destacan como hitos en su narrativa de la historia de la humanidad y el pueblo de Israel. La sección de Bereshit cuenta la creación del mundo por parte de Di-s en seis días y la expulsión de Adám del Edén; Lej Lejá describe los viajes de Avraham para llevar la verdad del Di-s Unico al mundo pagano; Itró incluye la revelación en Sinaí y la Entrega de la Torá a Israel; y así sucesivamente.
Una lista de las secciones principales de la Torá seguramente incluiría la sección de Bo (Exodo 10:13), que cuenta el Exodo de los Hijos de Israel de la Tierra de Egipto.
El Exodo marcó nuestro nacimiento como pueblo [1], y se requiere de nosotros “Recuerda el día que saliste de Egipto, todos los días de tu vida”[2]. De hecho, cuando Di-s Se reveló a nosotros en Sinaí, Se presentó no como el Creador de cielo y tierra, sino como “…tu Di-s, quien te sacó de la tierra de Egipto”[3]. Pues el elemento definitorio de nuestra relación con Di-s no es el que seamos seres creado por El (de los que hay muchos otros en el mundo de Di-s), sino el que somos seres libres, seres en quienes El ha investido de Su propia eternidad e infinidad, seres facultados por El para trascender las limitaciones del mundo material y los límites de sus propias naturalezas.
El Nombre
Bo significa “ven”. El nombre deriva del versículo de apertura de la sección, en el que Di-s instruye a Moshé “ven al Faraón” para advertirle de la séptima plaga (la de langostas) y una vez más transmitir la demanda Divina que el regente de Egipto deje en libertad a los Hijos de Israel. La Torá considera el nombre de una cosa como la articulación de su esencia [4]; ciertamente, así es el caso con los propios nombres de la Torá para sí misma y sus componentes. El nombre de una sección de la Torá siempre transmite su mensaje primario y el tema común de todas sus subsecciones y narrativas[5].
Por lo tanto, sería de esperar que la sección del Exodo se llamara “Exodo”, “Libertad”, o algún otro nombre que exprese la importancia de este suceso definitorio en la historia de Israel. En cambio, deriva su nombre de la presentación de Moshé ante el Faraón, un evento que no parece más que preliminar al Exodo. De hecho, el concepto del líder de Israel yendo al palacio del Faraón para solicitarle dejar partir al pueblo judío -implicando que los judíos todavía están sometidos a Egipto y su gobernante-parece la antítesis misma del Exodo!
La frase “Ven al Faraón” también evoca mucha discusión entre los comentaristas. ¿Por qué dice Di-s a Moshé que venga al Faraón?¿No hubiera sido más apropiado decir: “Ve al Faraón”? El Zohar explica que Moshé temía enfrentarse al Faraón dentro de su palacio, en el eje de su poder. (En ocasiones anteriores, Moshé había sido encaminado a encontrarse con el Faraón en otros lugares, tal como en las excursiones matinales del rey al Nilo[6]). De modo que Di-s prometió a Moshé que El Mismo lo acompañará al Faraón. La palabra “ven”, así, ha de ser entendida en el sentido de “ven conmigo”; Di-s dice a Moshé: “Ven conmigo al Faraón”.
El Zohar prosigue diciendo que Moshé está siendo invitado por Di-s a encontrarse con la esencia más interior del regente y dios de Egipto. Así, tenemos otro significado más para la frase “Ven al Faraón”: “ven” en el sentido de “ingresa a su interior”. Para liberar al pueblo de Israel de la “grande y potente serpiente”, no bastaba con meramente ir al Faraón; Moshé debía introducirse en el núcleo del Faraón, en la raíz misma de su poder.
Mi Río
¿Quién es el Faraón y qué representa? ¿Cuál es su “esencia más Intima”? ¿Por qué temía Moshé enfrentar al Faraón en su palacio si Di-s Mismo lo había enviado allí? ¿Y de qué manera venir “dentro del Faraón” constituye la clave para el Exodo de Egipto y la liberación del alma del hombre?
El profeta Iejezkel describe al Faraón como “la gran serpiente que habita en medio de sus arroyos, quien dice: “Mi río es mío, y yo me he hecho a mí mismo”” [7]. En otras palabras, la maldad del Faraón no se define por la promiscuidad que caracterizaba a los cultos paganos de Egipto, ni por su esclavización y tortura de millones, ni por bañarse en la sangre de ni los degollados, sino por su egocentrismo, por considerarse a sí mismo la fuente y norma de todo. Pues ésta es la raíz de todo mal. El egocentrismo podría parecer un pecado benigno en comparación con los actos de crueldad y depravación a que el hombre puede hundirse, pero es la fuente y esencia de todos ellos. Cuando la persona considera su ser y necesidades árbitro definitorio de lo correcto e incorrecto, su moralidad -y podría ser inicialmente el más moral de los hombres- está despojada de valor. Semejante persona es, en última instancia, capaz de cualquier acto, de considerarlo crucial para sí mismo o para su auto-definida visión de la realidad.
En última instancia, cada acto de bien es un acto de abnegación, y cada acto de mal es un acto de auto-deificación. Cuando una persona hace una buena acción -ya sea si implica contribuir con una única moneda para caridad o dedicar la vida entera a una causa Divina- está diciendo: hay algo más grande que yo, a lo que estoy comprometido. Cuando una persona infringe la voluntad Divina -sea con una transgresió menor o con el más atroz de los crímenes- está diciendo: “Mi río es mío, y yo me he hecho a mí mismo”; el bien es lo que es bueno para mí, el mal es lo que es contrario a mi voluntad; yo soy el amo de mi realidad, yo soy dios.
El Secreto
Entonces, ¿el ego es malo? ¿Es este componente fundamental de nuestra alma un implante ajeno que debe desarraigarse y ser desechado en nuestra procura de bien y verdad?
En el análisis final, no. Pues la ley cardinal de la realidad es que “no hay nada aparte de El” [8]; que nada es contrario a, o siquiera separado de, el Creador y la Fuente de todo. El ego, el sentido del propio ser con que nacemos, también deriva de Di-s; de hecho, es un reflejo del Divino “ego”. Porque Di-s Se conoce a Sí mismo como la única auténtica existencia, nosotros, creados a Su imagen, poseemos una aproximación de Su “sensación de ser” en la forma de nuestro propio concepto del ser como núcleo de toda existencia. No es el ego lo malo, sino el divorcio del ego de su Fuente. Cuando reconocemos nuestro propio ego como un reflejo del “ego” de Di-s y lo sometemos al Suyo, se convierte en la fuerza impulsora de nuestros esfuerzos por hacer del mundo un lugar mejor, más Divino. Pero el mismo ego, separado de sus Divinas amarras, engendra la más monstruosa de las maldades.
Cuando Di-s ordenó a Moshé “Ven al Faraón”, Moshé ya había estado visitando al Faraón durante muchos meses. Pero había estado tratando con el Faraón en sus diversas manifestaciones: Faraón el pagano, Faraón el opresor de Israel, Faraón el dios de propia manufactura. Ahora se le estaba diciendo que se introdujera en la esencia del Faraón, en el alma del mal. Ahora se le estaba diciendo que penetrara más allá de la maldad del Faraón, más allá del megaego que insiste en que “yo me he creado a Mí Mismo”, para enfrentar la esencia del Faraón; el desnudo “yo” que emana del mismísimo “ser” de Di-s. Moshé no temía el mal del Faraón. Si Di-s lo había enviado, Di-s lo protegería. Pero cuando Di-s le dijo que se introdujera en la esencia del Faraón, se aterrorizó. ¿Cómo puede un ser humano contemplar semejante manifestación pura de la verdad Divina, una tan sublime que trasciende el bien y el mal y es igualmente la fuente de ambos?
Dijo Di-s a Moshé: “Ven al Faraón”. Ven conmigo, y juntos penetraremos en el gran palacio de la serpiente. Juntos penetraremos la auto-veneración que es el corazón del mal. Juntos descubriremos que el mal no tiene substancia ni realidad; que todo lo que es, es la malversación de lo Divino en el hombre.Si esta verdad es demasiado aterrorizadora como para que un ser humano la enfrente por sí mismo, ven conmigo, y Yo te orientaré. Yo te llevaré a la cámara más Intima del alma del Faraón, hasta que estés cara a cara con el más celosamente protegido secreto del mal: que, en verdad, no existe.
Cuando aprendas este secreto, ningún mal te derrotará jamás.
Cuando aprendas este secreto, tú y tu pueblo serán libres.
Basado en Sefer HaSijot 5752, Vol. I, pág. 280 y ss.
Notas:
1. Ezekiel 16. Comp. con Mejilta, Beshalaj 14:30; Midrash Tehilím 107:4; Ialkut Shimoní sobre Deuteronomio 4:34, y en otros lugares.
2. Deuteronomio 16:3 – un mandamiento que cumplimos recitando la tercera sección del Shemá (Números 15:37-41) cada mañana y noche (vease Hagada de Pesaj, sobre “Amar Rabi Elazar”; vease tambien Talmud, Pesajim 116b).
3. El primero de los Diez Mandamientos, Exodo 20:2.
4. Vease Genesis 2:19; Midrashim y comentaristas sobre el versiculo; Tania, Segunda Parte, cap. 1.
5. Frecuentemente, el nombre de una sección de la Torá pareceria derivarse meramente de sus versiculos de apertura, con poca conexion visible con su contenido total. Por ejemplo, Jaia Sara (“La Vida de Sara”) comienza de hecho con la muerte y el entierro de Sara, y prosigue narrando sucesos acaecidos luego de su defunción. Pero un analisis y examen en profundidad de los contenidos de la seccion siempre revela que su tema comun y el principio axial son expresados por su nombre (vease Likutei Sijot, Vol. V, pag. 57 y ss.; Vol. XV, pag. 145 y ss.; Vol. XVI, pag. 200 y ss.; y en otros lugares. Vease tambien “La Historia Humana en Doce Palabras”, en el numero 109 de “El Rebe Enseña”.
6. Comp. con Exodo 7:15, 8:17, y en otros lugares.
7. Ezekiel 29:3.
8. Deuteronomio 4:35.
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