HISTORIAS PARA CONTAR EN SHABAT (IV): Adelantando Shabat

Nuestros Jajamim se expresaron elogiosamente hacia aquellos yehudim que cuidan el Shabat mucho antes de la puesta del sol (el Shabat comienza exactamente con la puesta del sol). Quien lo hace recibe no sólo la inmensa satisfacción de disfrutar el día Shabat por más tiempo, sino además, innumerables recompensas por parte delcielo.

El siguiente suceso, relatado en primera persona por el Rab Simja Kaplan en el libro “Leshijnó Tidreshú”, es un ejemplo palpable de esto último:

Cuando me encontraba cursando mis estudios en la yeshibá de Mir,me alojé en la casa de una pareja que tenía un hijo único. Un día viernes por la mañana me disponía a ir a la yeshibá y el dueño de casa también se preparaba para dirigirse al mercado de la ciudad por cuestiones de trabajo. Antes de que éste traspusiera la puerta, escuchó a su esposa que le dijo:

– No te olvides que hoy es ereb Shabat. Regresa temprano.

Pasado apenas el mediodía, luego de haber rezado minjá en la yeshibá, llegué a la casa concluyendo mi día de clases. Al entrar, encuentro a la dueña de la casa apostada en la ventana, esperando ansiosa a su marido y murmurando:

– ¡Dentro de poco es Shabat!¡Ya va a ser Shabat!
No pude ocultar mi extrañeza.
Señora: – Aún es temprano – le observé.
– Faltan varias horas para que entre Shabat.

Luego de mirarme un segundo, me dijo:
– Si te cuento lo que nos sucedió en nuestra vida, me comprenderás.Comenzó a relatarme que, desde que se habían casado, pasaron largos años sin poder concebir, hasta que después de tantos ruegos Hashem los escuchó y les mandó un hijo. Pero
lamentablemente el niño no se desarrollaba normalmente. La preocupación se centraba en la precaria salud de su único vástago.

El doctor de Mir, el pueblo donde vivían, presumía que el niño padecía de un grave mal localizado en su corazón, por lo que recomendó a sus padres que se trasladaran a Vilna, para derivar el caso a un afamado médico que residía en aquella ciudad.

Después de revisarlo, este último facultativo diagnosticó que la enfermedad del niño era tan seria que le quedaban sólo unos pocos años de vida, con suerte. Al mencionar este pasaje, la mujer no pudo reprimir las lágrimas.

– Aquel doctor nos había dicho que nos resignáramos y que soportáranos la situación esperando el desenlace, porque no había nada que hacer.

Luego de un profundo suspiro, la mujer continuó:

– Salimos del consultorio desesperados y desesperanzados. No sabíamos dónde dirigirnos. A duras penas llegamos a la casa de nuestros ocasionales anfitriones de Vilna, y una vez allí estallé en llanto, sin poder recibir ningún tipo de explicación ni consuelo. La gente de la casa, al observar ese cuadro tan lamentable, nos señalaron que, en nuestro camino hacia Mir, tendríamos que pasarindefectiblemente por Radin. En ese pueblo vive el Jafetz Jaim. – ¡Vayan a visitarlo y pedirle un consejo! – nos recomendaron.

Así lo hicieron. Me contaba la señora que, cuando arribaron a Radín se les vino el alma al suelo al enterarse que el Jafetz Jaim, en virtud de su avanzada edad y debilidad, había cancelado sus entrevistas con el público. Sin tiempo para lamentarse, comprobaron que del cielo le enviaron una invalorable ayuda. El nieto político del Jafetz Jaim, que cuando era estudiante de la yeshibá de Mir se había alojado en la misma casa donde yo estaba, reconoció a sus benefactores y los hizo entrar con el Tzadik.

El Jafetz Jaim estaba sentado en su cuarto con un libro de Ezrá en sus manos. Nos sentamos frente a él y comenzamos a explicarle nuestro caso.

– ¿Qué puedo hacer yo? – preguntó el anciano Rab –. Dinero no tengo para darles. – ¿En qué los puedo ayudar? – agregó.

En ese instante rompí a llorar amargamente, mientras el joven que nos había hecho entrar le decía:

– Abuelo. Es el único hijo que tienen.

Cuando me estaba retirando, escuché detrás de mí la tenue voz del Jafetz Jaim.

– Hija – me llamó afectuosamente.
– Desde hoy en adelante, toma la decisión de recibir el Shabat más temprano que de costumbre –. No entendí muy bien sus palabras.
– Perdón, ¿a qué se refiere? – le pregunté –.
El Jafetz Jaim me indicó:
– Cada ereb Shabat, desde mucho antes de la puesta del sol, que luzcas en tu mesa el mantel especial para Shabat, y las velas preparadas. Y cuando las enciendas, no hagas más ningún tipo de trabajo. Después veremos.

La señora siguió contándome que, cuando salió de aquella casa, recibió sobre sí cumplir al pie de la letra lo que el Jafetz Jaim le había recomendado. Al poco tiempo el niño empezó a manifestar muestras de clara mejoría, y poco a poco su alimentación y desarrollo no difería de la de los demás niños sanos de la ciudad.

El médico de nuestro pueblo no podía creer lo que sus ojos veían. Para él era imposible que una cosa así sucediera. Nos proporcionó una suma de dinero y con ella viajamos nuevamente a Vilna, con el objeto de que el otro importante doctor revisara a nuestro hijo.

Cuando lo hubo hecho, exclamó:
– Ustedes se están burlando de mí.
– Este no es el niño que yo atendí no hace mucho.
–Doctor – le respondimos – es nuestro hijo y no tenemos otro.

El médico volvió a preguntar:
– ¿Acaso estuvieron en Viena? En aquellos días, Viena era la ciudad capital, donde todos acudían para solucionar los casos más graves.
– No – le repusimos –. No estuvimos en Viena. Estuvimos en Radín, con el Jafetz Jaim, y nos indicó qué hacer. El doctor lo pensó un instante y luego declaró:

– La ciencia médica puede, a veces, componer lo que existe. Si el corazón no funciona bien, los doctores tratamos de curarlo. ¡Pero el Jafetz Jaim, por lo que veo, tiene la propiedad de crear algo de la nada! Porque ahora quiero que sepan que el corazón de su hijo estaba consumido casi totalmente.

Luego del estremecedor relato, la señora concluyó:

– Ahora entenderás por qué, desde que me lo propuse, cada viernes empiezo temprano los preparativos del Shabat. Y es también por eso que estoy ansiosa para que mi marido llegue a casa lo antes posible.

Moreshet Abot 166. Hamaor(Maasé Shehayá.Elías Askenazi)

HISTORIAS PARA CONTAR EN SHABAT (II): La recompensa de Shabat

Está escrito en el Libro del Profeta: “Si descansas en el Shabat tus pies, para dedicarlo a la actividad espiritual… Y disfrutarás de las bondades de Hashem… (Yeshayá 58).
Según el comentario de Nuestros Jajamim, de aquí se aprende que, quien no escatima en
gastos para disfrutar y respetar el día de Shabat recibe de Hashem una recompensa (material) mucho mayor de la que le costó.
Para entender mejor este concepto, imaginemos la siguiente situación:

En una ciudad había dos hermanos; uno rico y uno pobre.
El rico recibió de su padre un fax que decía: “Querido hijo: te envío este fax a ti porque tu hermano está tan pobre que ni siquiera tiene teléfono. En cambio tú, gracias a Di-s, estás en condiciones de llevar a cabo lo que te voy a pedir. Dentro de unos días voy a casar a tu hermano menor y haré una fiesta.Yo quisiera que mis dos hijos, que viven lejos de mí, me acompañen.
Ven tú y tu hermano a esta ciudad, y no escatimes en gastos. Y como sé que todo lo que gastes será para hacerme quedar bien y rendirme honores, yo me comprometo a que cuando termine la fiesta, no sólo te repondré lo que pagaste, sino que te daré un
premio siete veces más de lo que resulte en la cuenta total.Los espero.Tu padre.”

El hijo, apenas acabó de leer la hoja, salió hacia las tiendas más caras y se compró las ropas más finas.
Encargó unos boletos de avión primera clase y organizó todo de manera que su viaje fuera de lo más suntuoso.
En el camino hacia el aeropuerto, detuvo la limusina que había rentado y, luego de bajarse golpeó la puerta de una humilde casa.
Salió su hermano pobre, que le dice:
– ¡Qué milagro!
– ¿A que se debe la visita?
El rico lo tomó del brazo y, mientras lo arrastraba hacia el coche, le dijo:
– ¡No es ningún milagro ni ninguna visita!
¡Nos vamos a la boda de nuestro hermano menor!
¡Y si no te apuras perdemos el avión…!
– ¿Boda?
– ¿Avión? – Preguntó desconcertado el otro hermano, ya dentro de la limusina.
– Bueno, déjame por lo menos ponerme algo más decente…
– ¡Así estás bien! ¡Ya no hay tiempo! – le dijo el rico, al tiempo que arrancaba el vehículo.
Cuando llegaron a la recepción, entró primero el rico.
Todos lo vieron rodeado de lujos, joyas y hasta servidumbre que lo acompañaba.
– ¿Quién es ése? – preguntó toda la gente.
– ¡Es mi hijo! – respondió el dueño de la fiesta.
– ¿Y el sirviente tan mal vestido que está atrás?
El padre bajó la cabeza y exclamó avergonzado:
– No es un sirviente: ese también es mi hijo.
La fiesta transcurrió normalmente y, antes de que todos se despidieran, el hijo rico muestró a su padre un montón de notas de venta. El padre hizo como si no hubiera visto nada.
“¿Qué? ¿Ahora no quiere cumplir con su promesa?”, pensó el hijo.
“No me voy a quedar callado. ¡Se lo voy a decir!”.
– Papá: aquí está toda la cuenta de lo que gasté.
– Ah, muy bien, muy bien. Que te haga provecho…
– Pero… Tú me aseguraste que me ibas a regresar lo que gasté,más un premio…
– ¿Qué fue lo que yo dije?
– Mira: aquí tengo tu carta y la voy a leer…
El hijo comenzó a leer la carta en voz alta y en un momento su padre lo interrumpió:
– ¡Lee eso otra vez!
– Y como sé que todo lo que gastes será para hacerme quedar bien y rendirme honores, yo me comprometo a…
– ¡Qué escuchen tus oídos lo que tu boca pronuncia! – interrumpe nuevamente el padre.
– ¿Por qué, papá? ¿Acaso no te hice quedar bien? ¡Todo el mundo no tenía más que elogios hacia mí!
– ¡Sí, pero esos elogios eran sólo para ti, todo lo que hiciste fue para ti!

Yo me hacía cargo de todos los gastos si entre ellos incluías los de la vestimenta de tu hermano, para que la gente no lo viera tan mal vestido. Si lo hubieses hecho de esa manera, me hacías quedar bien y me honrabas. En cambio, con tu actitud tan personal, demostraste que todo lo que gastaste fue sólo para tu propio beneficio

La moraleja es clara: Hashem aseguró a la persona que le retribuirá con creces si gasta generosamente para Shabat. Pero con la condición de que su mesa esté ompartida con los necesitados. Si la persona está gozando de sus comodidades durante el Shabat
mientras muchos de sus hermanos se sumen en la pobreza (y esta persona pudo haber evitado en parte esa pobreza), ¿podrá reclamar a Hashem la recompensa? Lo que quiere Hashem de cada yehudí es que, si no puede ayudar al prójimo carente de recursos, al menos que se preocupe por su situación. Darle una simple moneda es considerada por la Torá como si le salvase la vida. Después de ello, sin necesidad de reclamar, la recompensa llegará sola…
Extraído de Mishlé Yaacob. Hamaor

HISTORIAS PARA CONTAR EN SHABAT (I): El Shabat te cuida

Agosto 16 de 1939. Rabí Yaacob Herman y Su esposa salían de Nueva York con destino a Eretz Israel. Según los cálculos, arribarían al puerto de Haifa el miércoles 30 de agosto; pararían unos días en la casa del Rab Alfa, en dicha ciudad, y luego seguirían viaje por tierra hacia el destino final: Yerushalaim.

En medio del océano, el capitán del barco en el que viajaban recibió la orden de desviarse de su ruta ante la posibilidad de que el sector del mar Mediterráneo por donde iban a pasar estuviese minado, en virtud de la guerra que iba a comenzar en cualquier momento.

Resultado: en lugar de llegar a Eretz Israel ese miércoles, lo hicieron el viernes 1º de septiembre, faltando unas horas para la puesta del sol. Un rato antes, la segunda guerra mundial había estallado, con la invasión de los alemanes a Polonia. Los altavoces indicaban a todos los pasajeros que debían abandonar el barco en el acto. El equipaje podía ser reclamado en el muelle, y los pasajeros debían retirarlos de ahí lo antes posible. ¡El caos reinaba! Rabí Yaacob

Yosef Herman y su esposa enfrentaban un terrible dilema: En unos momentos entraría Shabat ¿Cómo harían para retirar su equipaje cuando debían dirigirse inmediatamente a la casa de Rab Alfa, antes del tiempo permitido?

Rabí Herman tomó presuroso la maleta que contenía los Tefilín y el Séfer Torá, y su esposa sólo llevaba la bolsa de mano. Sin detenerse, atravesaron el camino que los llevó al puesto donde se encontraba el oficial de la aduana.

El militar inglés escuchaba con atención las palabras de Rabí Yaacob:

– Yo nunca en mi vida he profanado el Shabat. ¡No lo voy a hacer ahora, en la Tierra Santa…! – dijo, mientras las lágrimas surcaban su rostro.

– Rabino – le explicaba cortésmente el oficial –estamos en guerra.

– Usted sólo séllenos los pasaportes y déjenos ir – le replicó Rabí Yaacob –. Retiraremos nuestro equipaje después, cuando acabe Shabat.

– Eso es imposible. El barco debe zarpar ahora mismo y dejaremos todas las maletas que no fueron retiradas en el muelle. Una vez que el barco abandone el puerto, nadie se hará cargo de lo que quede en él.

– No me importan mis pertenencias. Usted sólo séllenos el pasaporte para que podamos irnos – insistió Rabí Yaacob.

El oficial lo miró con extrañeza.

– Dígame, Rabino: ¿se puede saber en qué consiste su equipaje?

– Dieciséis cajas y nueve maletas.

– Diecis… Pero, ¿entiende usted que desde el momento en que el barco abandone el puerto todas sus pertenencias quedarán sobre el muelle sin que nadie se haga cargo de ellas? ¡Hasta mañana en la noche no le quedará ni el recuerdo de lo que trajo! ¡Los árabes se apoderarán de lo más insignificante..! – enfatizó el oficial.

– No tengo otra alternativa – manifestó Rabí Yaacob –. El Shabat está aproximándose y debo llegar a tiempo. ¡Por favor! ¡Sólo selle nuestros pasaportes y déjenos ir..! – su voz sonaba desesperada.

El incrédulo oficial llamó a uno de sus agentes.

– Sélleles los pasaportes y permítales retirarse – le ordenó –. Este Rabino está dispuesto a perder todas sus cosas con tal de llegar a la ciudad antes del comienzo del Shabat de ellos.

El agente los miraba asombrado mientras estampaba su sello en la documentación. Rabí Yaacob Yosef tomó su maleta, que sostenía el Séfer Torá; su esposa sostuvo su bolsa de mano y salieron de ahí presurosos.

Tomaron un taxi y llegaron a la casa del Rabí Alfa justo a tiempo para encender las velas.

En el transcurso de ese Shabat Rabí Herman experimentó una gran elevación espiritual. A cada rato decía a su esposa:

– Tú sabes: “El Jefe” (en inglés: “The Boss”. Así llamaba Rabí Yaacob Yosef Herman a Hashem) hace todo por mí. ¿Qué, acaso no puedo hacer algo yo por Él? Al fin y al cabo logré el privilegio de cumplir la mitzvá de servir “Bejol Meodeja” (“Con todos tus bienes”) y santificar Su Nombre…

En realidad, a su esposa le costaba manifestar semejante emoción. Ella estaba física y emocionalmente exhausta. Extrañaba tanto a sus hijos que no encontraba sosiego ni en su mente ni en su corazón. Para colmo, perdieron todo lo que tenían… Era un trance demasiado difícil de asimilar. No obstante, no se escuchó de ella ninguna queja.

A la finalización del Shabat, después de esperar setenta y dos minutos desde la puesta del sol, y luego de la habdalá, el anfitrión se dirigió a los invitados:

– ¿Qué les parece si nos vamos al puerto? – les sugirió –. Puede ser que encontremos allí algunas de sus maletas.

Rabí Yaacob y su esposa no compartían tanto el optimismo de Rab Alfa, aunque igual accedieron a su propuesta.

El puerto se encontraba casi en penumbras. Al final del muelle se divisaba una tenue luz y hacia allí se dirigieron con cautela.

– ¿Quién anda ahí?

– Gritó una voz en inglés.

– Somos unos pasajeros que vinimos en el barco que llegó ayer por la tarde. Venimos a ver si…

– ¡Identifíquese! – interrumpió el militar.

– Yaacob Yosef Herman – fue la respuesta.

– Bien, Bien, Rabino. Por fin llegó – le dijo el militar en inglés,mientras le hacía señales para que se acercaran –. Me aseguraron que usted iba a estar aquí luego de la puesta del sol, pero veo que se demoró un rato más – agregó –. Mi comandante me amenazó con cortarme la cabeza si a alguna de sus pertenencias le pasaba algo.A ver… revise bien si está todo en orden y fírmeme estos papeles. Y por favor: llévese todo esto de aquí lo antes posible… ¡Estoy completamente agotado!

All For The Boss, 343. Hamaor

El mes de Elul (XIII).LA PLEGARIA: UNA ESCALERA AL CIELO

El muro occidental en Jerusalem…hombres, mujeres y niños… turístas, jerosolimitanos, sabras. Se mecen de aquí para allá, mientras canturrean las antiguas plegarias de nuestros antepasados. ¿Qué fórmulas especiales contienen sus Libros de Oraciones? ¿Qué significado y fortaleza se encuentra disponible para cada judío a través del rezo? De hecho, ¿por qué orar del todo?

Para el judío, la plegaria es el nexo más cercano que él o ella tienen con Di-s. La plegaria puede alterar el curso de la vida de la persona, acercar más al judío a su Creador, y proveemos de nuestras necesidades y deseos.

La plegaria es un maravillo regalo de Di-s, entregado especialmente al judío y a la nación judía como un todo. Con ella hemos sobrevivido privación y dolor en el curso de los milenios. Cuando la vieja nación Moabita planeó el ataque a los israelitas mientras marchaban por cl desierto, pidieron consejo a la nación de Midián: “¿Cuál es el secreto que se oculta detrás de esta nación y su líder?”, preguntaron. Los Midianitas contestaron, “Su poder radica sólo en la boca (la plegaria)
Una característica importante de la plegaria del judío es su poderoso efecto. En la Biblia se nos cuenta que nuestra Matriarca Leá tenía “ojos débiles”. El Talmud explica que sus ojos estaban débiles y enrojecidos de tanto llorar. ¿La causa de sus lágrimas? Como era una mujer virtuosa, sufría incomparablemente al enterarse de que estaba destinada a casarse con Esaú, su primo. Ella era la hija mayor de Labán, Esaú era el hijo mayor de Rivká, de modo que estaban destinados a casarse. Rajel, la hija más joven, estaba destinada a casarse Iaacov, el hijo más joven.
Esaú era conocido como un ladrón, un asesino y un individuo brusco y tosco, en tanto que Iaacov era una persona justa y piadosa.
¿Qué hizo Leá? Lloró… y rezó. De hecho, el Talmud explica que Leá rezó tan fervientemente a Di-s, que sus ojos se pusieron literalmente débiles de tanto llorar. Ella rogó: “Por favor, no permitas que mi destino sea»
La plegaria nunca es en vano. Por eso, los esfuerzos de Leá fueron premiados debidamente. Sus plegarias fueron respondidas, y ella se casó con el tzadik Iaacov y no con el malvado Esaú. De hecho, Leá se casó con Iaacov incluso antes que su hermana Rajel, quien estaba destinada por el Cielo a ser su esposa.
Además, Leá fue la madre de seis de las Doce Tribus de Israel y se convirtió en una figura principal en la historia de nuestro pueblo.
Uno podría preguntarse: estas historias de la Biblia están bien, pero, ¿cómo se aplican a nosotros, en nuestra época y era moderna?
La respuesta es que la plegaria tiene el poder de sanar en cada generación y para todos los pueblos del mundo. Ayuda al judío no solamente en épocas de dificultad y severa tensión; al examinar sus cualidades de cerca, nos percatamos de las muchas aplicaciones y la naturaleza especial de la plegaria en el judaísmo.
En hebreo, la palabra para ‘plegaria’ es tefiá, derivada de la palabra palel que significa ‘unión’. Rezando, el judío se conecta con Di-s (según el grado de sentimiento del alma y su poder de comunicación). Esos factores determinan la “cercanía” del nexo entre uno y Di-s.
Nuestras acciones mundanas cotidianas, cuando no se hacen con el pensamiento de algún propósito espiritual, a duras penas nutren al alma. Por el otro lado, cuando ésta se acerca a su unión con su fuente, el Creador, experimenta entonces verdadero placer espiritual.
Nuestros Sabios comparan la plegaria con la “escalera de Iaacov” en la Biblia. Pues tal como la escalera se extendía desde la tierra hasta los cielos, así también la plegaria lleva al judío más allá de sus asuntos terrenales y eleva un espacio de su tiempo a empeños más celestiales.
En su más excelso nivel, por supuesto, el alma desea una unión absoluta con Di-s, incluso al grado de abandonar el cuerpo. Se cuenta la historia del Rebe jasídico que cada mañana, antes de sus plegarias, se despedía cariñosamente de su amada esposa y familia, pues temía que su alma ascendiera a las esferas supremas. Contenta de estar allí, ¡bien podría rehusarse a volver a la tierra!
Claramente, el judío término medio no alcanza niveles tan elevados inmediatamente. Comienza escalando hacia arriba desde abajo, abriéndose camino hasta la cima. Lo hace, en primer lugar, meditando acerca del significado literal de las palabras de la plegaria.
Examinando nuestras plegarias diarias, encontramos que consisten de tres elementos:
1) Alabanzas al Todopoderoso
2) Pedidos por nuestras necesidades diarias
3) Agradecimiento por la generosidad de Di-s.
Estos componentes constituyen plegaria del judío.
Pero surgen preguntas: si de hecho el judío cree que todo viene de Di-s, ¿por qué debe pedir por sus necesidades en la plegaria? El Creador ciertamente conoce nuestras necesidades. En segundo lugar, ¿qué beneficio deriva El de nuestra plegaria humana? ¿Cómo pueden nuestras palabras dar a Di-s cualquier medida de satisfacción?
El Talmud afirma que cierto hombre justo concluía siempre sus plegarias con las siguientes palabras:
“Di-s, Tú sabes qué es bueno para mí y mi modo de vida. No he venido a informarte de mis necesidades o para llamar Tu atención a ellas; más bien, para que yo me dé cuenta de cuánto dependo de Ti…”
La respuesta es que Di-s Mismo no requiere de nuestros recordatorios. Más bien, es nuestro deber rezar para que nosotros mismos recordemos a nuestro Creador y cómo todo surge de El.
Si Di-s nos otorgara cada una de nuestras necesidades sin la plegaria, podríamos pronto llegar a creer que nuestras bendiciones de subsistencia, salud y felicidad, son el resultado de nuestros propios esfuerzos humanos. Por lo tanto, rezamos para tornar conciencia de nuestra dependencia de Di-s para nuestro bienestar espiritual y material; pues El es la genuina fuente de todo lo que recibimos en la vida.
La plegaria, tefilá, es como los demás mandamientos en este respecto. No podemos decir que el Creador de toda la vida dependa de nuestro desempeño, de los ceremoniales y rituales judíos. Más bien, los mandamientos, como la plegaria, sirven para beneficiar al judío mismo.
Esta idea arroja luz sobre otro aspecto importante de la plegaria.
Di-s es Omnisapiente y Omnipresente, nada Le falta. Así que no podemos decir que El precise de nuestras alabanzas. Más bien, las palabras de alabanza que recitamos del Sidur sirven para recordar al judío que es Di-s, nuestro Padre y Rey, quien concede nuestros deseos. Tal como un súbdito alaba al Rey antes de formular un pedido, así también el judío inicia la plegaria formal con la alabanza apropiada de Di-s.
Nuestros Sabios enfatizan que la alabanza debe adaptarse al pedido. Así, antes de que pidamos lluvia (que en la tradición judía simboliza el “sustento”) decimos: “Tú, Di-s, eres Aquel que hace que el viento sople y la lluvia caiga”. Antes de hacer nuestro pedido, recordamos fortalecer nuestra fe implicando que Di-s realmente puede conceder aquello que pedimos.
Dejando de lado los momentos y tipos específicos de plegarias (que son aspectos esenciales pero demasiado extensos como para su análisis aquí) el factor principal en la plegaria es kavaná, que significa devoción sincera. Como exhorta el Código Judío de Leyes: “Mejor menos súplicas con kavaná, que muchas sin kavaná”. En otras palabras, Di-s no cuenta el número de páginas que se dieron vuelta, sino la intención de uno en la plegaria. Como declara el Talmud: “Di-s desea el corazón”.
Hay una historia que ilustra la importahcia de la kavaná. Cierta vez, un hijo de Rabí lehudá Arié Leib de Gur se puso muy enfermo. Su hermano fue inmediatamente enviado a ver al tzadik Rabí lejíel Meir de Gotstynin, para pedir que intercediera en el Cielo por el muchacho. Dijo Reb lejíel Meir: “Obligar al Rebe de Gur a recitar todo el libro de Salmos es difícil. Pero al menos diez Salmos debería leer”. Cuando Reb lehudá Arié Leib recibió este mensaje, exclamó: “¡Diez Salmos! Cuando leo un único Salmo, mi cabeza literalmente comienza a dolerme (por la intensa devoción y concentración). ¿¡Y él dice ‘Diez’!?”
La importancia de kavaná no pretende servir jamás de excusa como para atenuar el orden apropiado de nuestras plegarias. El concepto es, más bien, rezar con sentimiento, en lugar de hacerlo de una manera mecánica y superficial. “No hagas de tu plegaria una rutina fija”, dice la Etica de Nuestros Padres.

El mes de Elul (X).Haciendo a D-os Lo Más Importante

El propósito del mes de Elul es prepararnos para la llegada de las Grandes Festividades. Nuestra misión es llegar a la profunda raíz de nuestra alma. ¿Para qué estamos viviendo? ¿Estamos viviendo para ponernos en contacto con lo eterno, con la dimensión trascendental, o estamos viviendo para perseguir falsos placeres e ilusiones?

La llave para obtener el mayor placer es desarrollar y fortalecer nuestra relación con D’os. Muy dentro de sí es lo que cualquier ser humano desea. Este deseo nos llenará de energía y nos motivará en cualquier otro aspecto de nuestra vida.

Sin embargo, frecuentemente, cuando buscamos entablar una relación con D’os nos atoramos. ¿Qué consejo nos dan Nuestros Sabios para alcanzar esta meta tan decisiva?

Vamos a empezar examinando nuestro corazón. ¿Dónde está nuestro corazón? ¿Está destinado a estar con el Todopoderoso? D’os dice: “Hijo mío, dame tu corazón y deja que tus ojos observen Mis caminos” (Proverbios 23.26). ¿Están tus ojos abiertos para ver Sus caminos?

La Prueba de Fuego: El Rezo

Una de las maneras más básicas de medir nuestra dedicación a D’os es examinar nuestros pensamientos durante el rezo. En el versículo “Amarás a D’os con todo tu corazón, con todo tu ser y con todas tus fuerzas» (Deut. 26:16), el Midrash explica: “Cuando rezas frente al Todopoderoso, no debes dividir tu corazón, dedicándole una parte a D’os y una parte a otros asuntos” (Tanjumá).

El rezo es una de las expresiones más poderosas de nuestro amor y compromiso hacia D’os. ¿Si realmente me importase D’os con todo mi corazón, pensaría en cosas ajenas durante el rezo?

Cada Uno Tiene Su Propio Desafío

Durante el mes de Elul, buscamos darnos cuenta de lo que nos está impidiendo completar nuestra dedicación a D’os. Después, nos comprometemos a mejorar en ese área. Es importante darnos cuenta que cada uno de nosotros tiene un desafío único y el camino que debe recorrer una persona nunca será igual al de otra persona. El Talmud (Pesajim 25a) cita el versículo: “Amarás a D’os con todo tu corazón, con todo tu ser y con todas tus fuerzas (Deut 26:16), y pregunta lo siguiente: Si la Torá menciona “con todo tu ser”, ¿para qué es necesario mencionar con todas tus fuerzas?”.

La respuesta es que para algunos individuos, el desafío es comprometerse con D’os con todos sus medios, mientras que otros necesitan dedicar su ser físico. Dos personas distintas no llegarán a los niveles de perfección humana de la misma manera. Cada judío debe tratar aquellas cuestiones que particularmente le impiden salir adelante.

Examina Tus Motivaciones

Uno de los objetivos del mes de Elul, es examinar nuestra motivación, inclusive por las buenas acciones que desempeñamos. ¿Le doy caridad a los necesitados por el reconocimiento que recibo a cambio? El Talmud (Nedarim 62a) nos dice que inclusive nuestras buenas acciones deben hacerse con la motivación adecuada: el amor a D’os. Aunque este es un nivel muy elevado, representa un ideal por el cual luchar. Mientras tanto, el Talmud nos dice: “Mitoj shelo lishmá, ba lishmá” – que significa: una persona debe siempre continuar haciendo buenas acciones inclusive por una razón equivocada, porque a partir de estas acciones va a crecer y desarrollarse la razón correcta.

Una herramienta que podemos utilizar para desarrollar la purificación de este propósito, es hacer actos de bondad en forma anónima. Mándale flores a alguien que las necesita o recoge la basura de tu calle. Al hacer las cosas en forma anónima, comenzarás a valorar el placer de hacer lo que es correcto, por la única razón de hacer “lo correcto”. No podemos pretender alcanzar los niveles más sublimes de la noche a la mañana, pero durante el mes de Elul podemos empezar a movernos en la dirección correcta.

Reconoce a D’os en Todo lo Que Haces

Esta es otra manera de cómo hacer que D’os sea lo más esencial. Examina en qué cosas de tu vida diaria estás influenciado por el pensamiento de que D’os es lo más esencial. El Midrash (Shojer Tov, mizmor 144) nos brinda el ejemplo del rey David:

«¿Qué quiere decir el versículo en Proverbios (3:6): ‘En todos tus caminos deberás reconocer a D’os’? Significa que debes poner a D’os en tu corazón donde sea que vayas, como lo hizo David: Él fue rey y sin embargo solía decir: “Yo no soy un rey, sólo D’os es el Rey y Él me asignó…”. El rey David era un hombre muy poderoso, y sin embargo decía: “Yo no soy poderoso”. Era muy rico y sin embargo decía: “No soy rico….”. Iba a la guerra, salía victorioso y aclamaba: “No fue por mi valor que he salido victorioso, sino porque D’os me ayudó a vencer, y fue Él quien me enseñó cómo librar la guerra».

Una buena herramienta para desarrollar tu cercanía a D’os es preguntarte a ti mismo: “¿Qué motivaciones he utilizado en el pasado para adquirir dinero? Una vez que tengas la respuesta, aplica esta respuesta a tu búsqueda de D’os. Como dijo el rey Salomón: “Si lo buscas como buscas la plata y los tesoros, entonces entenderás el temor a D’os” (Proverbios 2:4).

Comprometiéndose Con la Meta

El Ramjal (Italia, s. XVIII), escribe que las personas con una notable inteligencia generalmente dedican el poder de su mente a las sutilezas de su campo de estudio; ya sea astronomía, matemáticas o las artes. Hay otros que dedican su tiempo y atención a la Torá y a su espiritualidad – estudiando Jumash, halajá o el Talmud. Sin embargo, hay muy pocos que dedican su estudio y pensamiento a perfeccionar su relación con D’os. El Ramjal exclama: “¿Es adecuado que nuestra inteligencia se esfuerce y trabaje con especulaciones que no nos están conectando con D’os, con argumentos sin sentido y con leyes que no tienen aplicación para nosotros, mientras practicamos mecánicamente la observancia de nuestra deuda con nuestro Creador?!”.

En este mes de Elul tenemos que preguntarnos a nosotros mismos: ¿A cuál de estos grupos pertenezco?

En este mes de Elul luchemos para clarificar nuestro futuro y el sentido de nuestra vida. Y antes de cualquier cosa, debemos preguntarnos la pregunta más básica de la vida: ¿Cuál es mi relación con D’os? Puesto que D’os es la fuerza que abarca todo lo que hay en el Universo, esta es la pregunta más importante.

Nuestra meta en este mes de Elul debe ser desarrollar un plan de acción para poder acercarnos más a D’os. A estos temas no se puede llegar mediante la imaginación o la especulación, sino que se requiere un estudio serio y auténtico. Nada nos debe impedir esta resolución. Para que esto ocurra debemos comprometernos con Él y con Sus caminos… y después todo seguirá su rumbo.

Reforzar la fe

Cuando aparecen problemas de distinto tipo dentro de un hogar, muchas veces provocan tristeza y depresión al no encontrar el porqué de esa situación. El matrimonio debe en ese caso tomar la iniciativa de insuflar entre ellos un espíritu de fe y esperanza. Deben alentarse mutuamente con palabras y actos que demuestren que todo lo que sucede está manejado por Di-s para el bien, aunque el ser humano no pueda entenderlo con su limitada capacidad.

Debemos aprender a tener en nuestra boca y corazón frases de nuestros Sabios tales como: «Todo lo que Di-s hace es para bien», o «Nadie mueve un dedo en la tierra, si no lo decretan desde el Cielo». De esta manera, fortaleceremos la Emuná en los momentos difíciles. Si lamentablemente sucedió una pérdida económica, se debe buscar lo positivo de la misma. Quizás fue una Kapará por nuestros pecados y gracias a Di-s, no se trató de algo más grave. Debemos recordar, por otra parte, que los sufrimientos borran los pecados de la persona como comenta el Talmud: «Toda persona que Hashem quiere, recibe sufrimientos» (Berajot 5). Debemos tener presente lo que menciona Ribí Ishmael en Arajin 15: «Toda persona que pasa cuarenta días sin sufrimientos recibe su pago en este mundo».

Con una óptica adecuada de la vida, las preguntas desaparecen y la paz y la tranquilidad retornan al hogar. Por eso, es importante que la pareja concurra a estudios de Torá o lea, en conjunto, libros de Musar que cambian la visión equivocada de los sucesos de la vida por una óptica llena de fe y esperanza como base del hogar. Así desaparecerán las quejas y lamentos que hoy lamentablemente se hicieron cotidianos. Renacerá el ¡Baruj Hashem! ¡Bendito eres Di-s! y el ¡Min Hashamaim! ¡Todo es del Cielo!, que nos darán la felicidad verdadera sin nervios ni sufrimientos.

Precisamente, el único modo para evitar una pelea es trabajar sobre uno mismo para reforzar la fe y aprender a vivir con alegría. El profeta Zejariá 8 nos dice que «la verdad y la paz serán amadas». Aparentemente, se trata de dos conceptos contradictorios, ya que si observamos al prójimo bajo la óptica de la verdad encontraremos errores y falencias que provocarán la discordia. El problema consiste en que buscamos la verdad en el otro y olvidamos analizarnos a nosotros mismos. Si lo hiciéramos, tomaríamos conciencia de nuestros defectos y la paz con el prójimo sería fácilmente encontrada. A eso se refirió el profeta Zejariá.

Es cierto que a veces se requiere de un control especial para no reaccionar, pero precisamente por eso es que el rey David nos enseña: «Busca el Shalom y persíguelo» (Tehilim 34). No se trata de esperar a que el Shalom nos encuentre en forma circunstancial, sino que debemos buscarlo y perseguirlo anulando nuestra propia honra o sentimiento para poder encontrarlo. Se cuenta sobre Napoleón que al pelear con Rusia llegó a una ciudad muy fortificada y no podía derrumbar sus murallas. La sitió aguardando a que sus habitantes se rindieran con el correr del tiempo. Sin embargo, como éstos disponían de gran cantidad de alimentos, fueron los soldados de Napoleón quienes se impacientaron sugiriendo regresar a sus hogares. Napoleón decidió disfrazarse en compañía de un general e ingresar como espía en la ciudad para ver la situación real del lugar: si aún disponían de alimentos regresarían, pero de lo contrario, el sitio continuaría hasta que se rindieran.

Pudieron ingresar a la ciudad en forma oculta y llegaron a un bar que estaba colmado de soldados que intentaban emborracharse para olvidar el hambre que padecían. Los comentarios eran que no había alternativa: caerían en las manos de Napoleón y su ejército. Cuando los dos espías -Napoleón y su general- escucharon y entendieron la situación, intentaron retirarse: la misión estaba cumplida. Pero de repente uno de los soldados rusos exclamó: «observen a ese campesino: ¡juraría que es Napoleón!». Los espías comenzaron a temblar, pero la suerte estuvo de su lado porque todos sus compañeros se burlaron del soldado. «¿Cómo es posible que el propio Napoleón llegue hasta acá y con ese aspecto tan despreciable?», le dijeron. El general que acompañaba a Napoleón decidió eliminar cualquier tipo de sospechas y le pidió a Napoleón que le sirviera un poco de vino. Napoleón, que comprendió la idea del general, comenzó a servirle pero lo hizo en una forma bastante brusca que provocó que el vaso cayera sobre el piso y se derramara el vino. El general, indignado, golpeó a Napoleón quien cayó al piso a la vista de todos. Cuando intentó levantarse, recibió un puntapié del general que lo insultó y ofendió por su necio comportamiento. Los soldados rusos se rieron de lo sucedido y confirmaron «el error» del soldado: nadie se atrevería a golpear de esa forma a Napoleón. El general pagó la botella de vino y se retiró junto a Napoleón sin que nadie sospechara sobre la verdadera identidad de ambos. Cuando llegaron a un lugar oculto, el general se posternó delante de Napoleón llorando y pidiéndole perdón por los golpes que le había dado. Napoleón lo abrazó, lo besó y le dijo: «mi agradecimiento te lo demostraré elevándote al cargo más importante de nuestro país y te llenaré de regalos».

Debemos aprender el mensaje. En algunas circunstancias la persona debe recibir por sus malas actitudes un castigo celestial. Pero la piedad de Di-s lo rescata del mismo enviándole una persona que lo insulte y lo ofenda. Si el ofendido tomase conciencia de que la vergüenza que recibe es por su bien y para conseguir la vida rescatándolo del sufrimiento, lo recibiría con la misma alegría que Napoleón, en el momento en que recibió los golpes. ¿Qué hubiese sucedido si Napoleón reaccionaba y le gritaba al general que debía mantenerle el respeto que merecía? Los soldados rusos hubieran reaccionado descubriendo la identidad de los espías. Sepamos soportar los malos momentos para poder vivir siempre con alegría.