Un momento de pedir a Mashiaj. ¡¡¡IMPORTANTÍSIMO !!!

4 de Tishrei, 5773

Recibí este email sobre “un momento de pedir a Mashiaj” todos los judíos juntos! (Como el Rebe de Lubavitch dijo muchísimas veces que Mashiaj esta a punto de llegar, la idea me parece una idea genial, fácil de hacer y poderoso.)

Consiste en pedir la venida de Mashiaj todos los judíos del mundo entero, en el mismo momento, EL PROXIMO DOMINGO, 23 DE SEPTIEMBRE, 7 DE TISHREI, 3 DIAS ANTES DE YOM KIPUR. En España será A LAS 17:00hs., en Israel a las 18:00hs., en New York a las 11:00hs. etc.

Que todos en este momento pidamos la venida de Mashiaj. ¿Como?

1. Dar una monedita para Tsedaká = caridad.

2. Decir: AMO DEL UNIVERSO, NOSOTROS, LOS HIJOS DE ISRAEL, PEDIMOS QUE VENGA EL MASHIAJ PARA REDIMIRNOS AHORA, Y CON MISERICORDIA, DEL EXILIO Y DE TODO SUFRIMIENTO, PARA REVELAR TU NOMBRE EN EL MUNDO Y TRAER LA PAZ.

Adjunto el youtube que lo explica detalladamente: http://www.youtube.com/watch?v=O50fLtr0yqI

¡Ojala que venga Mashiaj antes del Domingo! Shabat Shalom y Gmar Jatimá Tová!

NO LO OLVIDEIS Y CALCULAR LA HORA PARA VUESTRO PAIS

Rezar… ¿para qué?

El significado de la oración

Difícilmente exista alguna persona que hallándose en una situación especial no haya rezado a D’s, al menos una vez, en busca de ayuda y apoyo. Mucha gente que no acostumbra a orar diariamente se ha encontrado haciéndolo en momentos bastante extraños. Algo en su interior los impulsa a rezar y sus labios comienzan, inconscientemente a susurrar una plegaria. Sus corazones están colmados e instintivamente estallan en una oración.

Es el corazón el que se pone de manifiesto en el rezo, aún en quienes que no oran desde la aflicción o la ansiedad. Es el corazón y no la boca la que reza. Aun en aquellos que no ofrecen sus plegarias día a día.

Pero la pregunta es ¿Para qué rezamos?
D’s no necesita que le recordemos nuestras dificultades.
Y si D’s sabe lo que es bueno para nosotros ¿Por qué no nos da aquello que necesitamos, como cualquier padre hace?

¿Obligados a rezar?

Rezar es uno de las exigencias del judaísmo. Pero ¿cómo es posible que, siendo que la plegaria surge del corazón, sea posible fijar horarios y formas para rezar?

El sentimiento de conexión con El Creador y el deseo de comunicarse con la fuente de vida, la salud y la felicidad son sensaciones innatas que se encuentran en lo mas profundo de cada ser. Para algunos este sentimiento conduce y afecta sus vidas; para otros, esta enterrado muy dentro de ellos, cubierto por muchas capas de otros pensamientos.

Pero aún para estos últimos, en épocas de crisis y problemas como los que el mundo atraviesa hoy en día, este sentimiento atraviesa las barreras que los restringen y exclaman a D’s en busca de ayuda.

Ya que la búsqueda de D’s y el sentir que dependemos de Él son emociones humanas innatas, profundamente arraigadas en nuestro interior, exigirle al hombre que rece es pedirle que manifieste concretamente esa emoción.

Los sentimientos, si no son llevados a la práctica, pierden su esencia y a la larga se los pierde por completo. Esta dependencia entre sentimiento y acción, se compara a la que existe entre un fruto y su cáscara: sin uno, el otro no tiene sentido.

Equilibrando los desequilibrios

Pero nos queda otra pregunta, todavía estamos a mitad de camino. Nuestro libro de rezos se llama sidur, que en español significa «orden». Si decimos que el rezar es un sentimiento natural en todo hombre, ¿por qué se requiere de una estructura y una forma ya establecidas?

Las emociones son variables: pueden ser afectadas por las circunstancias o la salud, por el éxito o el fracaso. Nuestros sabios establecieron tres momentos para pronunciar las oraciones diarias para que en cualquier circunstancia los hombres se comuniquen con D’s. Además podría haber momentos en que un hombre tuviera problemas económicos, entonces se olvidaría de rezar por su salud y bienestar. O si su país estuviera en guerra, sería poco probable que el hombre se pusiera a rezar por su sustento. En consecuencia nuestros sabios crearon una plegaria que incluyera todos los requerimientos del hombre para asegurar que toda persona rece siempre por todas y cada una de sus necesidades.

Pero uno podría aun preguntarse, para qué debe un hombre sano pedir por su salud o un hombre rico por sus subsistencia? Si la vida fuera segura y nuestra salud y subsistencia estuvieran en nuestras manos, no habría necesidad de rezar por ellas. Sin embargo un hombre rico puede perder su riqueza y un hombre saludable puede enfermarse. Uno reza también por una buena continuidad en lo que refiere por ejemplo a buena salud y sustento.

Por otra parte, muchos rezos de nuestro sidur son en plural; ya que somos responsables el uno por el otro, y así, al pedir por el bienestar de nuestro compañero, se fomenta en nosotros una personalidad más noble y menos egoísta, logrando que nos preocupemos mucho más por el bienestar del otro.

El poder de la plegaria

Para nuestras fuentes, la tefilá (el rezo) es lo que está más alto en el universo. Por medio de la tefilá tenemos la posibilidad de escribir nuestra propia historia, ser lo que queremos ser mas allá de lo impuesto por la naturaleza. Por otra parte la tefilá rompe el muro que separa al hombre de D’s: Por medio de nuestros rezos nos elevamos por encima de la naturaleza y entramos en contacto directo con D’s.

Una tefilá verdadera, es decir, pedida desde el corazón con un objetivo noble, seguro que es recibida por D’s y, a lo mejor, esos resultados no los vemos al instante; pero tal vez sí en nuestros hijos o nietos. No hay una lágrima que sea derramada en vano, tarde o temprano esa tefilá se va a materializar.

Nosotros oramos a D’s manteniendo la relación de un hijo hacia su Padre. Esto constituye un privilegio, ya que aunque no siempre nos merezcamos lo mejor, Él tiene compasión de nosotros, escucha las oraciones que salen desde nuestro corazón, y comprende que a pesar de nuestros errores, anhelamos mejorar.
Pero la plegaria no es sólo un pedido.

También incluye una expresión de agradecimiento y reconocimiento a D’s como proveedor. Cuando una persona reza a D’s, también esta expresando gratitud por su fortuna, de esta manera reconoce que su propiedad, su salud, su alegría, no son generadas por azar sino que provienen de D’s. Por ejemplo cuando pronunciamos el rezo: «El que cura a los enfermos del pueblo de Israel» incluye tanto un pedido que cure a nuestros enfermos, así como expresa una gratitud por nuestra salud.

Aunque es el deseo de D’s que nos mantengamos y vivamos por nuestros propios medios, ya que ordenó al mundo de esa manera, es sumamente positivo agradecerle por cada minuto de nuestras vidas y por el sustento que nos suministra cada día. D’s nos creo, desea nuestro bienestar y nosotros le agradecemos por ello cada día. Acaso, cuando un invitado nos trae una caja de bombones, ¿le ofrecemos un par, o los comemos sin convidar? D’s nos regala la vida, ¿le devolvemos?

Ponerse a prueba

Por otra parte, la plegaria también es una forma de autoexamen. La palabra tefilá tiene una relación lingüística con la palabra jueces (biflilim). De esto se desprende que el momento del rezo es también el momento de juzgarnos a nosotros mismos. Cuando una persona se halla frente al Creador, también se halla frente a sí mismo. Entonces examina sus pensamientos, su conducta y sus acciones. El trabajo de la tefilá es un trabajo sobre uno mismo, es el esfuerzo de cambiar la personalidad propia. El trabajo en la personalidad significa hacer cambios, algún refinamiento adicional, alguna elevación debe ocurrir.

Pero aún no respondimos lo siguiente: ¿Acaso nuestras plegarias pueden cambiar la voluntad de D’s?

Ciertamente no podemos convencer a D’s de que necesitamos tal o cual cosa si Él sabe que no es así. Sin embargo, sí podemos cambiarnos a nosotros mismos para que el objeto de nuestro pedido tenga otro sentido. Por ejemplo, si una persona desea riqueza y esta le es negada porque no sería buena para él, ningún momento de suplica podría cambiar eso. Pero el trabajar sobre su personalidad, logrando una nueva comprensión sobre la perspectiva correcta de la riqueza podría conducir a una situación donde ese regalo podría ahora ser bueno para la persona. En otras palabras, uno puede cambiar el bien que se espera recibir por medio del cambio de uno mismo.

Por supuesto, es evidente que el trabajo de la Tefilá no consiste meramente en pedir cosas o quedarse en simples meditaciones, sino en cambiarse a uno mismo; que debe ser un trabajo constante y sincero.

En síntesis, ¿Para qué rezamos?

* Rezamos para y por nosotros mismos. La tefilá nos permite ser más allá de lo impuesto por la naturaleza y romper el muro entre D’s y el hombre.

* El sentimiento de conexión con D’s es una necesidad innata.Cada hombre frente a diferentes circunstancias acude a D’s.

* Los sabios establecieron una plegaria diaria para incluir todos los requerimientos del hombre para asegurar que todo ser humano rece siempre por todas y cada una de sus necesidades.

* Invocamos a D’s también para una buena continuidad en lo que refiere a la salud y el sustento.

* La plegaria incluye no solo un pedido sino también un agradecimiento y reconocimiento a D’s.

* El rezo implica tambien una forma de autoexamen. Es el esfuerzo de cambiar la personalidad propia.

Rezos y Plegarias (III):Untané Tókef

Untané Tókef (La plegaria de Musaf)

Una de las partes más impactantes y conmovedoras de la tefilát musaf (rezo adicional) es el poema escrito por Rabí Amnón de Mainz – quien vivió en Alemania hace más de 1000 años – llamado «Untané Tókef».

Rabí Amnón de Mainz

Hace aproximadamente 1000 años atrás, había en Europa una gran persona en la ciudad de Mainz (Maguncia), este hombre era el Rabí Amnón, un gran estudioso y un hombre muy piadoso. Era amado y respetado tanto por judíos y no-judíos, y su nombre era conocido en todas partes.

Incluso el mismo Duque de Essen de lo que es la actual Alemania, quien era el gobernante de esta tierra, admiraba y respetaba al Rabí Amnón por su gran sabiduría y su piedad. Muchas veces el Duque (y obispo) lo invitaba a su palacio y lo consultaba en todas las materias de Estado.

El Rabí Amnón nunca aceptó ningún premio por sus servicios al Duque o al Estado. De vez en cuando, sin embargo, el Rabí Amnón le pediría al Duque aliviar la posición de los judíos en su tierra, abolir algunos de los decretos y restricciones que existieron contra los judíos en ese momento, y generalmente eran para permitirles vivir en paz y seguridad. Éste era el único favor que Rabí Amnón pidió durante toda su vida al Duque, y el Duque prestaba atención a sus demandas.

Así que el Rabí Amnón y sus hermanos vivieron pacíficamente durante muchos años.

Pero los otros estadistas del Duque comenzaron a ponerse envidiosos de Rabí Amnón.

Y el más envidioso de todos ellos era el secretario del Duque que no podía soportar ver el honor y respeto que Rabí Amnón disfrutaba de su amo ya que entre ellos estaban desarrollando una gran amistad.

El secretario empezó a buscar las maneras y medios para desacreditar al Rabí Amnón ante los ojos del Duque.

Un día el secretario le dijo al Duque:

«¿Señor, por qué usted no persuade al Rabí Amnón para que se vuelva cristiano, como nosotros? – Yo estoy seguro que considerado el honor y los muchos favores que él ha disfrutado de su mano generosa, abandonará su fe alegremente y aceptará la nuestra.»

El Duque pensó que no era una mala idea.

Cuando el Rabí Amnón vino a su palacio al día siguiente, él le dijo:

«Mi buen amigo, Rabí Amnón, desde que yo le conozco usted ha sido fiel a mí por muchos años. Ahora yo deseo pedirle un favor personal.

«Abandone su fe, y vuélvase cristiano ya que ello a mí me simpatiza».

«Si usted lo hace, yo lo haré el más destacado hombre de todo mi estado; usted tendrá tanto honor y opulencia que no haya disfrutado jamás otro hombre, y al lado mío usted será además el hombre más poderoso en mi estado…»

El Rabí Amnón se quedó pálido. La sorpresa fue tan grande que él no pudo encontrar ninguna palabra para contestar al Duque, pero después de un rato él dijo: «¡O Monarca ilustre! Durante muchos años yo lo he servido fielmente, y el hecho de ser un judío de ninguna manera disminuyó mi lealtad a usted o a su Estado. Al contrario, mi fe me dice que debo serle fiel a usted y fiel a la tierra de mi estancia. Yo estoy listo para sacrificar todo lo que poseo, incluso daría mi vida, por usted así como por el Estado. Pero hay una sola cosa, sin embargo, que yo nunca puedo quebrantar y ésa es mi fe.

Yo estoy limitado por un convenio irrompible a mi fe, la fe de mis antepasados.

¿Me pide usted traicionar a mi gente y los preceptos de mi D-s?

¿Querría acaso usted a un hombre que le sirviera pero que no tiene respeto para con su religión, y a los lazos que lo sostienen y le son más sagrados?

¿Si yo traiciono a mi D-s, podría confiar luego usted en mí?

«Ciertamente creo que el Duque no quiso decirlo. ¡El Duque está seguramente bromeando!»

«No, de ninguna manera yo no bromeo…» dijo el Duque.

Aunque él Rabí parecía un poco desconcertado, interiormente el Duque se impresionó con la contestación del Rabí Amnón.

Le dijo luego el Duque retírese y venga mañana.

El Rabí Amnón esperó que al otro día el Duque recapacitara en el pedido, pero cuando él llegó al palacio nuevamente, el Duque repitió su demanda. Y el Rabí Amnón se puso muy infeliz, y empezó a evitar visitar el palacio, a menos que si ello era completamente ineludible.

Un día el Duque, impaciente por la obstinación del Rabí Amnón, se plantó muy bruscamente delante de él diciéndole:

O te conviertes inmediatamente al cristianismo o sino deberás soportar las consecuencias por rehuirte.

Apretujado por el Duque para darle su respuesta en forma inmediata, el Rabí Amnón le pidió finalmente al Duque que le permitiera 3 días para considerar la misma. El Duque se lo concedió.

Prontamente el Rabí Amnón al dejar al Duque, recapacito sobre su respuesta y comprendió su grave pecado.

«¿Querido D-s,» él pensó, «Hay qué error he hecho yo»?

¿Está faltándome fe y también valor para que pedí yo tres días de consideración? ¿Puede haberle dado una respuesta en el momento, cualquiera pero una respuesta al fin? ¿Cómo podría mostrar yo semejante debilidad en ese momento?- O querido D-s, perdóname…»

El Rabí llegó a su casa con el corazón roto. Él se apartó en su cuarto y abatido se dedico los tres días a la oración y la súplica, mendigando el perdón de D-s por la debilidad de corazón que el había mostrado en ese momento.

Cuando el Rabí Amnón no llegó al palacio en el tercer día, el Duque se puso muy enfadado, y pidió que sus hombres trajeran al Rabí encadenado.

El Duque apenas reconoció al Rabí, el venerado hombre había cambiado en el curso de los últimos tres días. Sin embargo, el Duque se sacó rápidamente todo sentimiento de simpatía hacia él y todo recuerdo de amistad, y le dijo severamente:

«¡Cómo se atreve usted a desobedecer mis ordenes! ¿Por qué no apareció usted a tiempo ante mí para darme su respuesta? Por su causa yo confío que usted ha decidido hacer cuanto yo le digo. Si no será una pena para usted…»

Aunque el Rabí Amnón era ahora físicamente un hombre quebrantado, su espíritu era más fuerte que en toda su vida.

“Señor Duque » le contesto intrépidamente el Rabí Amnón, » Tengo una respuesta: ¡Yo seguiré siendo un judío fiel mientras, respire!»

El Duque estaba al lado de él con ira por causa de la respuesta y le dijo: «Está ahora de más la pregunta si se convertirá usted en un cristiano. Usted me ha desobedecido no viniendo a darme su respuesta voluntariamente. Y por ello debe ser castigado…»

El Rabí Amnón dijo, si señor Duque, «pidiéndole tres días de consideración para darle a usted una respuesta he pecado gravemente contra D-s.»

«Mi lengua debe recortarse para haber hablado falsamente». El Duque respondió que él no le recortaría su lengua que porque había hablado propiamente

Estas palabras valientes enfurecieron al Duque mucho más aun. «Por pecar contra su D-s…» El Duque dijo enojadamente, » Yo lo castigaré por desobedecer mis órdenes. Sus piernas pecaron contra mí, porque ellas se negaron a venir; ¡Por consiguiente sus piernas serán cortadas!»

Los no-judíos procedieron entonces a cortar cada coyuntura de sus piernas y brazos. Después de cortar cada una de sus articulaciones ellos le preguntaban si quería convertirse al Cristianismo y el Rabí Amnón se negaba una y otra vez. Cuando todo esto fue completado ellos lo enviaron a su casa junto con los miembros de su cuerpo.

Con señales muy débiles de vida el cuerpo del Rabí Amnón fue enviado a su casa, con el pesar de toda su familia herida, pues era el día de vísperas de Rosh Hashaná.

Las noticias sobre el terrible destino del Rabí Amnón se extendieron a lo largo de toda la ciudad. Cada persona de la comunidad estaba horrorizada y se apenaron muchísimo. Era un Día de Juicio muy trágico para los judíos de Mainz y se congregaron en la Sinagoga a la mañana siguiente.

A pesar de que su Rabí Amnón había sufrido tan terrible amputación y con las pocas fuerzas que le restaban recordó que era Rosh Hashaná, y pidió ser llevado a la Sinagoga. Ante su demanda él fue sentado delante del Arca donde se guarda la Torá. Todos los devotos, hombres, mujeres y niños lloraron y vieron a su querido Rabí mutilado en una agonía terrible, pero nunca jamás vieron un corazón Judío que rasgara tan bellas y emotivas oraciones ofrecidas por el Rabí en el día de Rosh Hashaná.

Cuando el «Jazan» (cantor litúrgico) empezó a recitar la oración Kedusha de Musaf, el Rabí pidió un intervalo mientras él le ofreció una oración especial de alabanzas a D-s.

El silencio cubrió a todos los presentes, y el Rabí Amnón empezó a decir «Unethaneh Tokef » en el que él habla sobre el gran juicio que tiene lugar en Rosh HaShaná y que todos los juicios de HaShem son verdad.

La congregación repitió cada palabra y sus corazones salieron hacia D-s en esa nueva oración. Luego, al finalizar el rezo, ellos recitaron la oración de «Aleinu» solemnemente, y cuando llegaron a las palabras:

«Él es nuestro D-s, y no ningún otro»

Con las pocas fuerzas restantes, el Rabí Amnón se deleito con estas palabras llorando y emocionado falleció.

La oración «Unethaneh Tokef”, es una de las oraciones más solemnes de Rosh Hashaná y Yom Kipur, se recita en las comunidades judías de todo el mundo, y el valor de Rabí Amnón, el autor eterno de esta oración, sirve de gran inspiración a todos nosotros…

Tres días más tarde el Rabí se apareció en un sueño al Rabí Klonimus ben Meshulam de Mainz y le enseñó el texto completo de esta oración y le ordenó que lo extendiera a lo largo del mundo judío.

Untané Tókef

Hay quienes se conmueven al escuchar con qué sentimiento lo canta el jazán del bet hakneset (sinagoga), pero muchos otros – más elevados – prefieren meditar en el contenido que éste encierra. Traduciremos aquí una parte del poema:

«Relatemos ahora la santidad de este día, porque es imponente y temible. En él será exaltado Tu Reinado, se afirmará con benevolencia Tu Trono, y Te sentarás en él, en verdad. Es verdad que Tu eres el Juez y Quien prueba, el conocedor y el testigo, Quien inscribe y sella, y recuerdas todo lo olvidado. Abrirás el «libro de los recuerdos», que se leerá por sí mismo, y el sello de todos los hombres está en él. Y un gran shofar será tocado, y un sonido calmo y delicado será escuchado. Los ángeles se apresurarán, temblor y estremecimiento se apoderará de ellos, y dirán: «He aquí el Día del Juicio, para reunirse con el «ejército celestial» para el juicio!» – porque no serán meritorios a Tus ojos en el juicio. Y todos los creados pasarán ante Tí como miembros del rebaño. Como el pastor pastando su rebaño, haciendo que las ovejas pasen bajo su vara, así Tu harás pasar, contarás, calcularás y recordarás el alma de todos los vivientes, y decidirás la asignación para todos Tus creados y escribirás su veredicto.

En Rosh Hashaná serán inscriptos y en Iom Kipur serán sellados cuántos se irán y cuántos serán creados, quién vivirá y quién morirá, quién morirá en su tiempo y quién antes de su tiempo, quién mediante el agua y quién mediante el fuego, quién mediante la espada y quién mediante fieras salvajes, quién a causa del hambre y quién a causa de la sed, quién por un terremoto y quién por una plaga, quién por estrangulación y quién por apedreamiento, quién descansará y quién vagabundeará, quién vivirá en calma y quién será acosado, quién disfrutará de la tranquilidad y quién sufrirá, quién será empobrecido y quién será enriquecido, quién será rebajado y quién será elevado. Pero el arrepentimiento, el rezo y la caridad remueven lo malo del decreto!».

En este poema, Rabí Amnón incluyó muchos puntos de gran profundidad, e intentaremos explicar algunos de ellos:

«En él será exaltado Tu Reinado, se afirmará con benevolencia Tu Trono, y Te sentarás en él, en verdad».

Durante todo el año no pensamos en arrepentirnos de nuestras malas acciones así como lo hacemos en estos días, puesto que no recordamos que D-os nos juzga. Sin embargo en estos días albergamos un profundo sentimiento de temor ante el «Día del Juicio», y cuando hacemos esto, de alguna manera, estamos reconociendo que D-os es el Rey de Reyes y es el único que tiene, en verdad, el poder para juzgar. Es por eso que se podría decir que en Rosh Hashaná de alguna forma estamos «coronándolo» a D-os, pues un rey que no tiene sobre quien reinar, no es digno de llamarse rey. Y cuando D-os ve esto se apiada de nosotros en el juicio y nos juzga con benevolencia.

«Es verdad que Tu eres el Juez y Quien prueba, el conocedor y el testigo, Quien inscribe y sella, y recuerdas todo lo olvidado».

Él es el único que nos juzga. En las cortes de justicia terrenales, se necesitan varios jueces, abogados, testigos, fiscales, secretarios, etc., pero no es así en el Juicio Divino, donde D-os mismo es Quien juzga, testimonia e inclusive inscribe y sella el veredicto. Además, Él recuerda incluso lo que las personas ya se olvidaron, poniendo en la balanza las buenas acciones que las personas hicieron a pesar de que se olvidaron de ellas, así como las malas.

«Abrirás el «libro de los recuerdos», que se leerá por sí mismo, y el sello de todos los hombres está en él».

La veracidad del «libro» en el cual están registradas las acciones de los hombres es tan grande, que pareciera ser como si se leyera por sí mismo, y aún más, como si cada persona hubiera firmado y sellado aquel libro para autentificar su contenido.

«Y todos los creados pasarán ante Tí como miembros del rebaño».

Esta parte del poema está basada en la Mishná que dice: «En cuatro momentos el mundo es juzgado: en Pesaj – por la cosecha, en Shavuot – por los frutos de los árboles, en Rosh Hashaná – todos los creados pasan delante de Él como miembros de un rebaño, así como está escrito: «Quien crea en conjunto sus corazones, Quien entiende todas sus acciones» (Tehilim -Salmos- 33:15), y en Sucot – son juzgados por el agua» (Rosh Hashaná 16a).

En Rosh Hashaná somos conducidos como un rebaño al que se lo hace pasar por una puerta angosta, uno detrás del otro, para contarlos y verificarlos. Por esa puerta no pueden pasar a la vez dos corderos, ni quedará un cordero sin ser contado, y así es con las personas en Rosh Hashaná: todo ser humano – ya sea piadoso o malvado – es juzgado por todo lo que hizo el año anterior.

Así como el rebaño no puede atravesar ese lugar angosto para pasar a un lugar más amplio, a menos que el pastor así lo disponga, asimismo las personas no pueden salir meritorias en el Juicio Divino sin pasar antes por ese momento de estrechez, y unicamente lograrán atravesarlo gracias a la benevolencia de D-os, el Pastor de Israel.

«En Rosh Hashaná serán inscriptos y en Iom Kipur serán sellados».

En estos días de juzgamiento D-os decide la suerte de toda la población – en general, y la suerte de cada individuo – en particular. D-os decide cómo morirán aquellos que son condenados a morir y qué clase de vida tendrán aquellos que vivirán. Nuestro autor nos enseña que no importa lo que le pase a una persona, ya sea bueno o malo, ello es únicamente el resultado del Juicio Divino, la consecuencia de la evaluación de sus actos. La causa de alguna muerte puede parecer natural, accidental o violenta; pero es sólo una apariencia externa, aún eso está predeterminado desde Rosh Hashaná.

«Pero el arrepentimiento, el rezo y la caridad remueven lo malo del decreto!».

Aquí, Rabí Amnón describe la fórmula mediante la cual el hombre puede causar que la severidad de la decisión sea revocada. El arrepentimiento, el rezo y la caridad tienen el poder para que D-os anule la dureza del decreto, pues al ver que nosotros no nos comportamos como acostumbrábamos, es obvio que D-os también se hará eco de nuestro cambio, pues ya no somos los mismos. Ahora rezamos mejor, nos arrepentimos de nuestras malas acciones y también tenemos más piedad por nuestros semejantes.

En casi todas las ediciones de los majzorim (libro se oraciones) de Rosh Hashaná e Iom Kipur, las palabras: «el arrepentimiento, el rezo y la caridad» tienen encima de ellas escritas otras tres palabras: «ayuno» – sobre «arrepentimiento», «voz» – sobre «rezo» y «dinero» sobre «caridad». Esto es para indicarnos que la verdadera teshuvá incluye ayunar, rezar en voz alta y dar caridad.

¿Cuánta caridad uno tiene que dar? ¿Es suficiente con dar justo lo que la ley requiere y no más? Rabí Israel Meir Hacohén (conocido como el «Jafetz Jaím», 1839 – 1933) solía decir que si uno está satisfecho con un mínimo absoluto de comida, morada y ropa para él y su familia, entonces alcanza con que dé ese mínimo de caridad a los demás. Pero si él quiere más de lo necesario para sí mismo, él debe dar lo mismo a los necesitados.

http://fkpaya.blogspot.com y http://www.tora.org.ar

Rezos y Plegarias (II): El Vidui

«Akaviá Ben Mahalalel dice: Presta atención a tres cosas y no llegarás a pecar: sabe de dónde has venido, a dónde irás y ante Quien deberás rendir cuentas. ¿De dónde has venido? De una gota fétida. ¿Hacia dónde vas? A un lugar de polvo y gusanos. ¿Y ante Quién deberás rendir cuentas? Delante del Rey de Reyes, el Santo – bendito es Él» (Mishná Avot 3:1).

Si recuerdas esto, no tendrás razones para ser orgulloso y arrogante, y te privarás de la codicia y el honor. Pero si a pesar de todo has transgredido las leyes de la Torá, recuerda que siempre está la posibilidad del arrepentimiento, como está escrito: «Pues Yo no deseo la muerte del malvado – palabra de D’os – sino que retornen de vuestro camino y vivan» (Iejezkel -Ezequiel- 18:32).

Al entender esta Mishná, vemos que por nuestra condición de seres humanos, somos limitados y siempre existe la posibilidad de errar. Es por eso que el Todopoderoso – entendiendo nuestras limitaciones – nos dió la posibilidad de arrepentirnos de nuestros pecados.

Esta oportunidad del arrepentimiento nos es dada en general el mes de Elul, y en particular en los diez días de teshuvá que culminan en el sagrado día de Iom Kipur, en el cual se completa el Juicio Divino y se sella el veredicto de todo ser viviente.

Leyes y Costumbres del Vidui

El vidui (confesión) es una de las 613 mitzvot (preceptos) de la Torá, y esto es lo que escribe el Rambam (Rabí Moshé Ben Maimón, Maimónides, 1135 – 1205) en su libro Mishné Torá, al comienzo de las leyes de Teshuvá:

«Toda persona que transgredió un mandamiento de la Torá… con o sin voluntad, cuando se arrepienta de su transgresión está obligado a confesarse delante de D’os por lo que hizo, como está escrito: ‘Un hombre o una mujer cuando cometan alguna de todas las transgresiones que puede hacer el hombre… confesarán la transgresión que hicieron’ (Bamidbar -Números- 5:6-7)».

Pero el vidui es sólo una parte del proceso de la teshuvá. Los tres requerimientos para completar el proceso son: resolver no volver a cometer ese pecado, arrepentirse por haberlo cometido y confesarse por él delante de D’os (y no de otra persona).

Es una obligación confesarse en el día de Iom Kipur así como también en la víspera del mismo. Sin embargo, el pueblo de Israel, por comprender la importancia del vidui, también acostumbró recitarlo durante todo el año, ya sea todos los días o algunas veces a la semana en los rezos de la mañana o de la tarde – acorde con la costumbre de cada congregación. Además, el vidui es recitado en los rezos de las selijot.

Realmente, respecto de la mitzvá del vidui alcanza con que la persona diga: «jatati, aviti, pashati» (he pecado sin intención, con intención, y también con la intención de revelarme en Tu contra), pero con el correr de las generaciones se fueron componiendo todo tipo de viduim (confesiones), que posteriormente fueron introducidos en los distintos libros de oraciones, y es por eso que hoy en día la costumbre de todo el pueblo de Israel es recitar varios viduim en el día de Iom Kipur.

Estos viduim fueron escritos siguiendo el orden del «alef bet» (el alfabeto hebreo) y en ellos son recordadas una gran cantidad de posibles transgresiones. Cabe notar que a pesar de que no hayamos cometido todas las transgresiones recordadas en el vidui, de todos modos tenemos permitido recitarlo en forma completa y no se considera que estamos mintiendo.

Al cumplir con esta importante mitzvá mediante la cual reconocemos delante del Creador del Mundo nuestros pecados, es sumamente importante que entendamos lo que estamos pidiendo y lo que estamos confesando delante de Él.

Además, si bien es cierto que el vidui que tenemos impreso en nuestros sidurim y majzorim (libros de oraciones) está escrito en plural y toda la congregación lo recita al mismo tiempo, es importante que cada uno se haga un tiempo dentro de la plegaria colectiva para su propio rezo, y por supuesto, para su propia confesión.

Un Comentario Sobre el Vidui

El comentario que a continuación presentaremos delante del lector, está basado en el libro «Jaié Adam» de Rabí Abraham Dantzig (1748 – 1820), y tiene por objeto ayudar a la comprensión del texto del vidui.

«Ashamnu, Bagadnu, Gazalnu, Dibarnu dofi, Heevinu, Vehirshanu, Zadnu, Jamasnu, Tafalnu shéker, Iaatznu ra, Kizavnu, Latznu, Maradnu, Niatznu, Sararnu, Avinu, Pashanu, Tzararnu, Kishinu óref, Rashanu, Shijatnu, Tiavnu, Tainu, Tiatanu».

Ashamnu: De la palabra ashmá (culpa). El Rambán explicó que la palabra ashmá proviene a su vez de shemamá (vacío, desierto), pues el alma merecería quedarse así por todos los pecados cometidos.

Bagadnu: De la palabra beguidá (traición). Traicionamos al Santo – bendito es Él, pues a pesar de que Él nos dió todo lo que necesitamos para seguir viviendo, nosotros no Le devolvimos nada a cambio del bien que recibimos; y también traicionamos a nuestros compañeros y amigos.

Gazalnu: De la palabra guézel (robo). Tomamos cosas sin pedir permiso o sin pagar por su valor. Robamos el tiempo de descanso de nuestros compañeros al despertarlos.

Dibarnu dofi: Hablamos con maldad. La palabra dofi también puede ser interpretada como si proviniera de las palabras du pe (dos bocas), y es como si dijéramos que hemos hablado falsamente y con doble sentido, como si tuviéramos una boca junto a los labios (lo que decimos) y otra junto al corazón (lo que pensamos). Hablamos en forma no clara – causando malentendidos entre las personas. Hablamos cosas sin sentido; hablamos mal de nuestros compañeros causándoles daños materiales, físicos y emocionales. Mentimos; engañamos; fuimos desvergonzados; hablamos sobre cosas prohibidas en shabat y fiestas.

Heevinu: De la palabra ivut (deformación de lo que era recto). Provocamos que lo que era recto se deforme.

Vehirshanu: De la palabra rashá (malvado). Provocamos que otros sean malvados.

Zadnu: De la palabra zadón (a propósito). Pecamos con intención.

Jamasnu: De la palabra jamás. Este término significa apropiarse de algo de una manera incorrecta. Por ejemplo: si a pesar de que alguien pagó por algún objeto determinado lo que realmente valía, o incluso más de su valor, pero su dueño no deseaba venderlo y esa persona lo obligó a vendérselo, eso se llama jamás.

Tafalnu shéker: Nos juntamos con la mentira. Nos relacionamos con gente malvada, con mentirosos y engañadores. El hecho de juntarse con esa clase de gente es un pecado, por la mala influencia que podemos recibir de ellos.

Iaatznu ra: Dimos malos consejos.

Kizavnu: Mentimos. Mentimos con o sin necesidad.

Latznu: De la palabra latzón (burla). Nos hemos burlado de las cosas que deberíamos haberlas tomado en serio.

Maradnu: De la palabra méred (revolución). Hay quien transgrede un mandamiento o no cumple algo, porque su iétzer hará (instinto del mal) se apoderó de él en ese momento y él peca para satisfacer sus deseos de placer, pero aquel que se revela hace algo mucho más grave, pues no sólo que transgredió una prohibición, sino que lo hizo porque no cree en esa prohibición.

Niatznu: Provocamos a D’os. Mediante nuestros pecados hemos provocado Su enojo.

Sararnu: Del verbo lasur (desviarse). Nos desviamos y nos apartamos del camino de D’os al no cumplir con Su voluntad.

Avinu: Hicimos cosas malas para satisfacer nuestros deseos.

Pashanu: Nos revelamos. No quisimos reconocer la verdad de la Torá y no quisimos cumplir con las mitzvot.

Tzararnu: Hicimos cosas malas en contra de nuestros compañeros.

Kishinu óref: Endurecimos nuestra nuca. Fuimos tercos y a pesar de que entendimos que somos castigados por D’os por haber transgredido Su palabra, no nos arrepentimos y quisimos entender que todo es por casualidad.

Rashanu: De la palabra rashá (malvado). Hemos hecho acciones por las cuales somos considerados malvados, por ejemplo: golpeamos a nuestro prójimo, robamos públicamente o en oculto.

Shijatnu: Nos hemos corrompido. Hemos sido corruptos a través de la idolatría y todo lo relacionado con relaciones prohibidas o acciones inmorales. Nos enojamos y nos privamos de dar tzedaká (caridad).

Tiavnu: Hemos hecho cosas que nos hicieron abominables. Cometimos abominaciones, idolatría, comimos cprohibidas.

Tainu: Nos descarriamos del camino.

Tiatanu: Provocamos que nos hayas abandonado (a causa de nuestros pecados).

Sea Su Voluntad aceptar nuestro sincero arrepentimiento

Rezos y Plegarias (I): El Significado de las Selijot

El Significado de las Selijot

En los días anteriores a Rosh Hashaná, así como en los Diez Días de Teshuvá y en Iom Kipur, todos los judíos alrededor del mundo recitan las “selijot”. Las selijot son un conjunto especial de rezos y súplicas de perdón, y la importancia de su recitado aparece en el Midrash (Tana Debe Eliahu Zutá, c. 23):

«El rey David sabía que en el futuro el Sagrado Templo sería destruido y las ofrendas dejarían de ser ofrecidas a causa de los pecados del pueblo judío. El rey David estaba preocupado por no saber cómo los judíos obtendrían la expiación por sus pecados. D’os le dijo al rey David: Cuando el pueblo judío soporte penurias como consecuencia de sus pecados, que reciten ante Mí las selijot (cuya parte esencial son los 13 atributos de misericordia) y Yo les contestaré».

Las selijot son como una introducción necesaria en un proceso de teshuvá (arrepentimiento) que se va haciendo cada vez más intenso. La palabra “selijá” significa perdón. Por cuanto que no hemos explotado al máximo nuestro potencial el año pasado, necesitamos pedirle a D’os que vea nuestros defectos previos, mientras que nos dedicamos a hacer el máximo esfuerzo el año entrante. Los Sabios compusieron las selijot para encaminarnos por el camino correcto que nos llevará a pedir perdón y a hacer teshuvá.

Los 13 Atributos de Misericordia

El rezo de las selijot está basado principalmente en los «13 atributos de misericordia», y es por eso que en las selijot los 13 atributos son repetidos varias veces en voz alta. Pero, ¿qué son estos 13 atributos y de dónde aprendemos que existen?

Después del pecado del becerro de oro, D’os habló a Moshé acerca de las consecuencias que traería el pecado cometido por el pueblo y Moshé le pidió a D’os que le explique el sistema por medio del cual Él se relaciona con el mundo. La respuesta de D’os, en Exodo 34:6-7, forma la base de los 13 atributos de misericordia:

«Y pasó Adona-i delante de él, y proclamo: Adona-i; Adona-i; D’os misericordioso y clemente; no se enoja rápido; y tiene gran benevolencia y verdad; guarda la benevolencia para miles (de generaciones); perdona la transgresión, la rebeldía y el pecado; y absuelve…».

Estos versículos describen las 13 maneras en que D’os es misericordioso con nosotros. D’os ve cualquier posibilidad para darnos una oportunidad de crecer y acercarnos a Él. Por ejemplo: a veces D’os tiene misericordia amándonos; otras veces, tardando en mostrar su enojo; otras veces, perdonando el pecado. Y así se comporta con nosotros en cada caso, mostrándose a Sí Mismo como un D’os que nos ama. D’os nos ama y quiere perdonarnos.

Estos 13 atributos de misericordia revelan los principios ocultos por medio de los cuales D’os dirige Su mundo, y Moshé vió el nivel máximo de conocimiento de D’os que un ser humano puede esperar ver: los 13 atributos.

Los 13 Atributos y el Perdón

El Talmud (Rosh Hashaná 17b) describe lo siguiente:

«D’os se vistió con un talit alrededor de Él – así como hace el jazán de la congregación – y le enseñó a Moshé el orden del rezo (de los 13 atributos). D’os le dijo: Cada vez que el pueblo judío peque, diles que hagan este servicio delante de Mí y Yo los perdonaré… Rabí Iehudá dijo: Un pacto ha sido concertado respecto de los 13 atributos. Cualquier judío que los invoque no se irá con las manos vacías; como está dicho: ‘He aquí que Yo concierto un pacto’ (Shemot 34)».

Muchas veces, después de hacer una transgresión, es muy difícil regresar a D’os. Nos sentimos muy distanciados. Sentimos que D’os nunca querrá aceptarnos nuevamente.

En cierto nivel, cuando tenemos esos pensamientos, nos estamos olvidando de la esencia de D’os. Nuestras emociones nos llevan a creer que D’os es cruel y que está distante de nosotros, y por lo tanto no podemos regresar a Él. Pero el rezo de las selijot es una gran oportunidad para hacer realidad muchas de las emociones que queremos expresar y no sabemos cómo. Por medio de los 13 atributos, recordamos que D’os es un D’os amable, generoso y misericordioso. No importa en qué nivel estemos, D’os nos quiere de regreso y va a extender Sus manos de diferentes maneras para recibirnos. D’os ha hecho un pacto. Un acuerdo obligatorio: “Nadie se quedará con las manos vacías”.

Si quieres usar esta increíble herramienta, la oportunidad está frente a ti. Este año, aprende a utilizar las selijot y vas a sentir la poderosa diferencia que provocará en tu proceso de teshuvá.

Nota: Las selijot deben ser recitadas junto con un minián (10 hombres judíos de más de 13 años). Una persona que recita las selijot individualmente no debe decir los 13 atributos de misericordia y las súplicas en Arameo.