Parashá Vayishlaj – (Y envió). 17 Kislev 5773 (1 de Diciembre de 2012).Dina y Sh’jem

La vida de Iaakov estuvo rodeada de problemas. Apenas escapó de Laván y Eisav  se encontró con una nueva desgracia, la tragedia de su hija Dina.

¿Por qué Hashem permitió que Dina fuera deshonrada? ¿Por qué no la protegió,  como protegió a Sara en los palacios del Faraón y Avimelej?

Este fue un castigo hacia Iaakov. Iaakov, camino a la casa de Laván, prometió  entregar a Hashem una décima parte de sus ingresos y no cumplió con su promesa.  Quien demora el cumplimiento de una promesa conduce a una revisión de sus actos  en el Cielo. Cuando Hashem verificó la historia de Iaakov, lo encontró culpable  de haber retenido a su hija de Eisav. Hashem dijo – Te negaste a entregar a tu  hija a tu hermano circunciso. Ahora sobrevendrá algo peor. Será tomada por un  hombre no- circuncidado.

Cuando Iaakov y su familia acamparon en Sh’jem, el gobernador del pueblo,  Sh’jem ben Jamor, trajo muchachas para cantar y bailar frente a las tiendas de  Iaakov. Mientras su padre y sus hermanos estudiaban en el Beit Hamidrash, Dina  se escapó de su tienda para mirar la representación. *Rabinu Abraham, hijo de  Rambam, en sus comentarios a la Torá dice: ‘Como descuidaron a Dina, la triste  historia tuvo que ocurrir. Esta es una lección objetiva para todos los  observantes de la Torá, para que vigilen y cuiden a sus mujeres».

La historia de Dina quedó registrada en la Torá para recalcarnos el cuidado  que debe tener una mujer acerca de exhibirse en público.

Nuestros Sabios nos enseñan: Una mujer no debe exhibirse en la calle enjoyada  en forma llamativa. Las joyas son para que la mujer se engalane en su propia  casa (para su esposo). Sería un error colocar un obstáculo delante de un hombre  justo y más aún, ante personas que están a la búsqueda de una oportunidad para  pecar.

Antes de crear a la mujer, Hashem pensó: ‘¿De qué órgano de Adam la  formaré?’Decidió, No la formaré de la cabeza, o será vanidosa. No la  formaré de los ojos, o será curiosa. No la formaré de la boca, o será  charlatana. No la formaré de los oídos, o será escuchadora furtiva. No la  formaré de los pies, o será callejera.

La formaré de la costilla que es una parte oculta del cuerpo para enseñarle: «SE MODESTA».

Pero las mujeres vencieron las intenciones de Hashem: Son vanidosas, como  dijo el profeta Ieshaiahu en su crítica(Ieshaiahu 3:16): ‘Porque las hijas de  Sión son arrogantes y caminan con el cuello estirado’. Son curiosas, como  dice acerca de Javá (Bereshit 3:6) ‘Y vio la mujer que el árbol era agradable  para comer’. Son charlatanas, como vemos que Lea dijo a Rajel (ibid.  30:15) ‘¿Acaso es poco que hayas tú tomado a mi esposo, para tomar también  los dudaim (flores) de mi hijo?’ Son rateras, como dice (ibid. 31:19) ‘Y Rajel hurtó los terafim que eran de su padre’. Son escuchadoras  furtivas, pues dice (ibid. 18:10) ‘Y Sara estaba escuchando en la entrada de  la tienda’. Son callejeras, como dice acerca de Lea (ibid. 30:16) ‘Y  salió Lea a su encuentro’ y respecto de Dina (ibid. 34:1) ‘Salió  Dina’.

Todas las grandes mujeres arriba mencionadas fueron motivadas en sus acciones  por consideraciones serias. Sin embargo, nuestros Sabios encontraron un defecto  pequeñísimo y pronunciaron su veredicto con el criterio severo de la Torá y les  aplicaron términos extremos tales como ‘rateras’ y ‘callejeras’.

Cuando Sh’jem vio a Dina, la secuestró y la llevó por la fuerza. Luego la  persuadió con palabras convincentes para que se quedara en la casa. – Tu padre  tuvo que invertir una suma importante de dinero para adquirir una propiedad en  Sh’jem- le dijo a ella. – Yo soy el gobernante de este pueblo. Si te quedas  conmigo, te daré toda la ciudad con sus campos y viñedos.

Cuando Iaakov supo lo que pasó, envió a dos sirvientes para que recuperaran a  Dina de la casa de Sh’jem, pero Sh’jem y sus hombres los echaron.

Sh’jem, quien se arrepintió de haber arrebatado a Dina en forma ilícita,  pidió a su padre que se pusiera en contacto con Iaakov y le solicitara para que  fuera su esposa legítima.

Jamor se presentó ante Iaakov diciendo – Mi hijo desea a tu hija. Te suplico  que la entregues como esposa. Te pagaremos lo que pidas. Mezclemos nuestras  sangres, ustedes tomarán a nuestras hijas en matrimonio y nosotros a las  vuestras.

Cuando los hijos de Iaakov llegaron a casa y se enteraron lo que le ocurrió a  Dina, se enojaron y exclamaron – Este acuerdo vil queda prohibido aun en  cumplimiento de sus leyes. Shimon y Levi comentaron – En lugar de decir, ‘Se  abusaron de una joven judía’, dejemos que la gente diga, ‘Se mataron idólatras  porque tomaron a la hija de Iaakov, una joven judía’.

Shimon y Levi respondieron entonces al padre de Sh’jem con sabiduría. – Sepa- le dijeron – damos a nuestras hijas en matrimonio solamente a hombres  circuncisos. Si todos los varones entre ustedes se circuncidan, estaremos de  acuerdo de entregarles nuestras hijas en matrimonio y de tomar vuestras hijas  para convertirnos en un pueblo. Pero si ustedes no se circuncidan, tomaremos  nuestra hija y nos iremos.

Shimon y Levi actuaron conforme a la halajá cuando planearon matar a los  habitantes de Sh’jem porque el pueblo de Sh’jem merecía el castigo capital según  las Siete Leyes de Noaj. Sh’jem mismo era pasible del castigo capital por haber  raptado a Dina (la transgresión de robo). Sus compatriotas eran también  culpables porque sabían de su acción pero no lo llevaron a la justicia. Por lo  tanto violaron una de las Siete Leyes de Noaj, la obligación de administrar  justicia (dinim). Merecían la muerte por no haber aplicado el castigo que  correspondía a Sh’jem. *El Midrash Hagadol cita en el texto la opinión de  Rambam. Rokeaj ofrece una explicación diferente acerca de por qué la gente de  Sh’jem merecía el castigo de muerte. El acuerdo entre los hijos de Iaakov y el  pueblo de Sh’jem (además del acuerdo de circuncidarse) incluía que la gente de  Sh’jem debía despojarse de todos los ídolos. Si bien lo hicieron externamente,  en secreto seguían con sus costumbres paganas y por lo tanto eran pasibles del  castigo de muerte por haber violado una de las Siete Leyes de Noaj. Por esta  razón la familia de Iaakov guardó algunos de los ídolos (y más adelante laakov  les pidió que los sacaran antes de su travesía a Bet El), a fin de probar  fehacientemente que habían matado al pueblo de Sh’jem legítimamente si las  naciones se los cuestionaban.

Sh’jem y Jamor aceptaron la propuesta de Shimon y Levi. Regresaron al pueblo  de Sh’jem, ordenándoles que se circuncidaran. La gente del pueblo aceptó, no por  motivaciones sagradas sino porque creían que este acuerdo los beneficiaría  materialmente, diciendo – Eventualmente todo el ganado de Iaakov y las  propiedades serán nuestras Más de seiscientos hombres y más de doscientos hijos  de Sh’jem fueron circuncidados.

Pero había un grupo de disidentes: Jedkam y sus seis hermanos. Estaban  enojados que el pueblo de Sh’jem aceptó ser circuncidado. Cuando se enteraron  que algunas mujeres de Sh’jem que habían escondido a sus bebes en una cueva  fueron obligados por Sh’jem y Jamor a entregarlos para ser circuncidados,  amenazaron a los habitantes de Sh’jem – Vamos a matar a Jamor, Sh’jem, Dina y a  todo el pueblo de Sh’jem. ¿Que locura es esta de aceptar la circuncisión para  casarse con unas jóvenes hebreas? ¿No hay suficientes mujeres canaanitas?  Notificaremos a todos los habitantes de la tierra de Canaan para que se unan a  nosotros en la matanza por introducir costumbres extranjeras aquí.

Cuando el pueblo de Sh’jem escuchó estas amenazas, se arrepintieron de haber  obedecido a Sh’jem y a su padre Jamor. Apaciguaron a Jedkam y a sus hermanos  diciendo – Tan pronto como nos recuperemos de la circuncisión, atacaremos a  Iaakov y sus hijos y haremos con ellos lo que tú nos ordenes.

Dina escuchó los planes malvados del pueblo de Sh’jem. Envió un mensaje  secreto a Iaakov para informarle que el pueblo de Sh’jem estaba tramando algo  malo contra él.

Sin consultar a su padre, Shimon y Levi, quienes en aquel entonces tenían  trece años, se colocaron las espadas y decidieron – Mañana no quedarán rastros  de la ciudad de Sh’jem. Cada uno llegó a esta decisión sin consultarse entre  sí.

El tercer día, cuando los hombres de Sh’jem estaban más débiles a causa de la  circuncisión, Shimon y Levi destruyeron a todos los habitantes de la ciudad y se  llevaron a Dina.

Veinte hombres de Sh’jem que escaparon al pueblo de Tapuaj informaron al rey – Shimon y Levi han destruido Sh’jem.

– Es imposible que dos hombres hayan destruido una ciudad grande como Sh’jem- exclamó Ishvi, rey de Tapuaj. – Enviaré espías a Sh’jem para averiguar lo que  realmente ocurrió. Los espías volvieron e informaron – Es verdad, Sh’jem está en  ruinas. Todos los hombres y animales están muertos.

– ¡Esto es insólito!- se enfureció Ishvi. – Aun en tiempos de Nimrod, una  gran ciudad jamás fue devastada por dos individuos. Debemos vengarnos.

Pero sus consejeros no le permitieron ir a la guerra contra la familia de  Iaakov. – No intente atacar a dos hebreos que pudieron borrar toda una ciudad- le rogaron. – Para tener éxito necesitas del apoyo de un gran ejército.

Ishvi envió mensajeros a todos los reyes Emoritas informándoles lo que los  hijos de Iaakov habían hecho con Sh’jem. Siete reyes reclutaron a miles de  hombres para pelear contra Iaakov y su familia.

Cuando Iaakov escuchó esto, reprendió a Shimon y Levi diciéndoles – El vino  en el tonel estaba traslúcido, pero ustedes lo enturbiaron. Si bien los  Canaanitas sabían que eventualmente les conquistaríamos sus tierras, pensaron  que la conquista se haría realidad en un futuro lejano. Por ello se mantuvieron  en silencio y no nos lastimaron. Pero ahora, que ustedes los han atacado,  piensan que hemos comenzado a tomar posesión de sus tierras y harán todo lo  posible para destruirnos.

Shimon y Levi respondieron que actuaron para proteger a sus esposas e hijas. – Debimos atacarlos- afirmaron – para demostrarles que nuestras hijas no son  libres para ser capturadas. Lo hicimos para evitar la reiteración de delitos  similares en el futuro.

Sin embargo, Iaakov opinó que Shimon y Levi pusieron en peligro a toda la  familia y al final de su vida maldijo la cólera que los condujo a atacar la  ciudad de Sh’jem (Bereshit 49:7).

Iehuda defendió a Shimon y Levi y demostró que estaban en su derecho de  acabar con la ciudad porque todos sus habitantes sabían de las maldades de  Sh’jem y no protestaron. – Por ello Hashem los castigó y los remitió a las manos  de Shimon y Levi- dijo Iehuda. – ¡No temas! El mismo D- s que puso a Sh’jem en  sus manos remitirá a todos los reyes canaanitas en nuestras manos. Confíen en  Hashem y recen a El para que nos salve.

Iaakov rezó. Los hijos de Iaakov también enviaron mensajeros a Itzjak en  Hebrón para que rece por ellos. Itzjak imploró a Hashem – ¿Acaso Tú no habías  prometido aumentar el número de mi descendientes?

Iehuda llamó a uno de los sirvientes de su padre y le ordenó Escala hasta la  cima de una montaña y averigua el número de soldados enemigos y sus posiciones.  Cuando el sirviente regresó, informó que había un gran ejército acampado en el  campo. Iehuda alentó a sus hermanos diciendo – Fortifíquense, pues Hashem está  con nosotros. No teman. Preparen sus espadas.

Todos los miembros de la casa de Iaakov, incluyendo los sirvientes,  prepararon sus armas. Itzjak también había enviado a sus sirvientes de Hebrón  para apoyarlos. El campamento de Iaakov estaba formado por ciento doce hombres.  Mientras avanzaban, Iaakov rezaba a Hashem.

Los reyes emoritas acamparon en un campo cercano y discutieron cual sería su  siguiente paso. Aún dudaban si atacar la familia de Iaakov, dos de cuyos  miembros habían matado toda la ciudad de Sh’jem.

Hashem salvó a Iaakov y su familia. Un repentino temor invadió a los  consejeros del rey y exclamaron – ¡Están locos si intentan entrar en guerra  contra estos hebreos! ¡Esto sería un ataque suicida! Su D- s los protege. Salvó  a su patriarca Abraham de la hoguera en que Nimrod lo había arrojado. Por el  bien de Abraham, mató a cuatro reyes que habían tocado a su sobrino Lot. Y  seguramente recordarán el castigo del Faraón y Avimelej cuando tomaron a la  esposa de Abraham. Ni siquiera Eisav pudo lastimar a Iaakov cuando vino con  cuatrocientos hombres e intentó matarlo.

Al escuchar esto, los soldados se dispersaron y los reyes no tuvieron coraje  para proceder.

Iaakov y sus hijos permanecieron en sus posiciones de batalla hasta el  anochecer. Cuando vieron que no había más peligro de ataque, regresaron a  casa.

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(Y envió). 10 Kislev 5772 (14 de Diciembre de 2011).

וַיִּשְׁלַח יַעֲקֹב מַלְאָכִים לְפָנָיו אֶל עֵשָׂו אָחִיו אַרְצָה שֵׂעִיר שְׂדֵה אֱדוֹם

El Encuentro de Yaakob y Esav

Nuestra parasha nos empieza relatando acerca del encuentro entre Yaakob y Esav, la palabra (וַיִּשְׁלַח) significa y envió, es decir que Yaakob envió regalos para Esav, en realidad Yaakob envió regalos a Esav para demostrarle que todo lo que había conseguido no era parte de la beraja que le había dado Itzjak, su padre, sino era producto de su trabajo, esto se entiende ya que Itzjak le dijo en la beraja a Yaakob que el sustento le caerá del cielo y brotara de la tierra y lo que poseía no brotaba de la tierra ni caía del cielo, es decir que Esav no tendría por qué odiar a Yaakob.
Está escrito en la Torah que Yaakob peleo con un ángel toda la noche, según nuestros sabios este ángel era el ángel guardián de Esav, es decir el ángel de Edom, en este encuentro hay un significado muy profundo, es decir que el pueblo judío tendrá, en los tiempos del mashiaj una pelea con Edom. Este ángel no pudo con Yaakob Abinu, sin embargo, le hirió el muslo, según el Zohar Hakadosh, Yaakob Abinu representa la mida del estudio de la Torah, es decir nuestros patriarcas tenían tres midot primordiales, Abraham tenía la mida de hesed, Itzjak tenía la mida de justicia y Yaakob tenía la del emet que se logra mediante el estudio de Torah, cuando Yaakob peleo contra el ángel de Edom, él representaba a todo los talmidei jajamim que habrían en el pueblo de Israel, por eso el ángel del galut, el ángel de Edom no pudo ganar a Yaakob, sin embargo, pudo herirlo, esto se debe a que en el futuro cuando este próxima la venida del mashiaj, los talmidei jajamim serán escasos en el pueblo judío y nosotros los judíos nos descuidaremos del estudio de la Torah (Zohar Bereshit Raba)
Cuando Esav se encontró con Yaakob, la Torah nos relata, que lo abrazó y lo besó, según nuestros sabios, Esav lo abrazó con doble intención y el beso, en realidad fue un mordisco en el cuello que Esav le dio a Yaakob, pero Hashem hizo un milagro en Yaakob y convirtió su cuello en mármol sólido, nuestros sabios preguntan, ¿por qué Esav atacó a su cuello directamente, y no lo hizo con la espada (jas ve Shalom)? Para entender esto, debemos profundizar un poco. Como todos sabemos, el cuello representa la unión del cuerpo y la cabeza, es decir lo material (el cuerpo), y lo espiritual (la cabeza, la jojma), Esav atacó al cuello de Yaakob, porque quería arrancar su jojma, es decir su cabeza, ya que Esav sabía que eso mantendría a Yaakob protegido y lo mantendría más elevado que él, esto también se entiende proféticamente, es decir, no solo Yaakob representa la jojma del mundo, sino también nosotros los judíos la representamos. En las épocas del primer y segundo templo, lo que tenía unido al mundo espiritual ( la cabeza) y al mundo físico (el cuerpo) era el Bet Hamikdash, como sabemos el imperio babilonio y el imperio romano destruyeron el primer y segundo templo, ellos querían hacer lo mismo que su ancestro Esav es decir quitar la conexión entre el mundo espiritual y nuestro mundo.Hoy en día, no existe Bet Hamikdash, pero lo que nos mantiene unidos al mundo espiritual, es el estudio de Torah y el cumplimiento de mitzvot, es decir, que nosotros somos la conexión entre lo espiritual y lo material, así como el cuello necesita de cada tendón, cada parte para sostener la cabeza, nosotros necesitamos de la teshuva de cada judío para poder mantener el mundo, ya que sin el mundo espiritual, el mundo material no se puede mantener, es por eso que Esav atacó a la cabeza de Yaakob, porque sabía que su cuerpo no era nada sin su cabeza y también, por esta razón, los imperios de babilonia y roma atacaron al Bet Hamikdash, porque sin nuestra conexión con Hashem somos vulnerables.Así bien que cada uno de nosotros podamos trasmitir a cada judío este mensaje, el mensaje de la unidad, el mensaje de la teshuva, para que así prontamente traigamos la geula para todo el pueblo judío. Sabemos que cada vez queda menos y debemos preguntarnos ¿qué estoy haciendo para contribuir a la geula?

Que pronto podamos encontrar nuestro camino y traigamos la geula AMEN.

Bajur David Moshe Shallem Lichtenstein

Parashá Vayishlaj – (Y envió). 13 Kislev 5771 (20 de Noviembre de 2010).El Valor de las Mitzvot

Habían transcurrido ya muchos años desde que Iaacov se había escapado de su hermano Esav.Y así como nos cuenta la parashá anterior, Iaacov pudo formar una familia y acumular una riqueza respetable.
Esta parashá nos cuenta que Iaacov Avinu – en camino de regreso a la tierra de Israel – se prepara para el encuentro con su hermano Esav.Los primeros versículos de la parashá nos dicen que Iaacov, sabiendo que su hermano venía a su encuentro con un ejército de 400 soldados, decidió enviar emisarios con regalos y un mensaje de paz para su hermano Esav.
Iaacov le ordenó a los emisarios que le informaran a Esav que él estuvo viviendo hasta ese momento con Labán, así como dice el versículo: «Im Labán garti – con Labán he vivido» (Bereshit 32:5).Y Rashí explica que la intención que había detrás de estas palabras de Iaacov era informarle a su hermano Esav que a pesar de que él vivió con Labán durante tantos años, él siguió cumpliendo los preceptos de D’os, y no aprendió de sus malos actos.
Nuestros Sabios nos dicen que Iaacov quiso mostrarle a su hermano lo apegado que él estaba a D’os, y es por eso que él no tenía ninguna duda de que D’os iba a cumplir con la promesa que le formuló cuando estaba yendo hacia la casa de Labán, de bendecirlo y protegerlo.En otras palabras, Iaacov le quiso mostrar a Esav que su derrota en una posible batalla, era inminente.
Es sabido que la convivencia con Labán no fue muy fácil para Iaacov.Labán era un gran engañador y buscaba constantemente sacar ventaja de todo aquel que estaba a su alrededor, sin brindar ningún servicio de su parte.Pero por otro lado, Iaacov tenía características opuestas.Dicen nuestros Sabios que Iaacov es el símbolo de la verdad, como dice el versículo: «Y diste la verdad a Iaacov».Después de 20 años junto a su tío y suegro, Iaacov atestigua sobre sí mismo que cumplió totalmente con la voluntad de D’os sin adquirir nada de la maldad del mismo.
La pregunta que podemos formularnos es: ¿Cómo hizo Iaacov para mantenerse firme en su conducta durante tanto tiempo, sin «enfriarse» en el cumplimiento de las mitzvot?
Los Sabios responden que dos puntos fueron los que lo mantuvieron firme.Uno de ellos era el amor que Iaacov tenía por las mitzvot.Él sentía constantemente la necesidad de hacer más y más mitzvot.Y este amor a D’os y Su Torá le daba fuerzas cada instante para no dejarse influenciar por su suegro Labán.
Y el segundo punto fue el temor de D’os que Iaacov sentía en su corazón.Él sabía que tarde o temprano D’os castigaría a Labán por todos los engaños y maldades que hacía, y él no quería tener la misma suerte.
Estos dos puntos mantenían a Iaacov firme en su elevado nivel espiritual, sin dejarse influenciar por los malos ejemplos de la sociedad que lo rodeaba.
El Rab Eliezer Papo z»l, en su libro Pele Ioetz, nos enseña sobre la importancia de estos dos puntos en el cumplimiento de las mitzvot:

«¡Dichosa es la persona que teme a su Creador y desea mucho Sus preceptos!La persona judía que cree que D’os recompensa bien a quienes cuidan Sus preceptos y castiga a quienes transgreden Sus preceptos, es digna de correr para cumplir los mandamientos y esforzarse para alcanzarlos con toda su fuerza, salud y su dinero, más que quien se esfuerza en ganar miles de monedas de oro y quien corre de por vida, pues es mucho más el pago por el cumplimiento de las mitzvot».

Pero, como todos sabemos, para no descender de nivel en nuestro amor y temor a D’os, debemos cuidarnos constantemente del «instinto del mal» que tiene la función de intentar impedir que la persona cumpla con las mitzvot, desarrollando su egoísmo y malas características.

Es por este motivo que la persona muchas veces no tiene presente el gran valor de cada mitzvá, consecuencia del buen trabajo del instinto del mal.
Sobre esto el Jafetz Jaim (Rabí Israel Meir Hacohen, 1838-1933) nos trae un ejemplo para entender en qué situación nos encontramos y cómo tenemos que enfocar nuestras vidas:

Se cuenta que el padre de una familia muy humilde necesitaba un trabajo fijo, pues cada trabajo que conseguía – por uno u otro motivo – no le duraba mucho tiempo.

Este hombre escuchó que en un país lejano, los diamantes tenían poco valor, y además, las posibilidades de conseguir allí trabajo eran muy grandes.Entonces, decidió viajar para probar su suerte en ese lugar.Su familia aceptó – a pesar del gran esfuerzo que significaba estar tanto tiempo alejados de él – ya que sabían que el esfuerzo daría sus frutos.
Después de varios meses de navegar, por fin el barco llegó al puerto tan esperado.El hombre salió en busca de un alojamiento y sin descansar comenzó a buscar trabajo.Esta vez la suerte le sonrió, y en pocas horas consiguió un trabajo a gusto con un salario muy alto.
Cada noche él soñaba con su primer salario, y pensaba que apenas cobraría, iría a comprar diamantes que luego vendería en su ciudad natal a un precio alto.Y así hizo con todos los sueldos del primer año.
Pero había algo que le costaba entender: ¿por qué en ese lugar las velas de parafina costaban tan caras, cuando en su tierra natal su precio era muy bajo?
Para calmar su inquietud, decidió preguntarle a su patrón por qué motivo la gente se desesperaba por juntar velas de parafina, y no buscaban aumentar su capital en diamantes.
El patrón lo miró y con una sonrisa en su rostro le respondió: «Se ve que todavía no has entendido la idiosincrasia de la gente de este lugar.Las velas de parafina tienen un uso muy importante aquí, ya que por la noche son esenciales para movilizarnos en nuestros hogares.En cambio los diamantes abundan aquí, y no nos brindan ningún servicio, y por este motivo son tan baratos.Si quieres un buen consejo deja de invertir tu sueldo en diamantes baratos y úsalo para comprar parafina, pues al revenderla ganarás mucho dinero».
Pero como le pareció ridícula la respuesta, el hombre siguió comprando valiosos diamantes a muy bajo precio.
Los días pasaron y su confusión era cada vez mayor, pues no podía entender cómo todos invertían en esas velas.Entonces, decidió actuar con precaución: él invirtió la mitad de su sueldo en diamantes y la otra mitad en parafina.
Al comenzar a negociar se dio cuenta de lo difícil y costoso que era conseguir esas velas, y en ese momento terminó de convencerse de que lo mejor era invertir en las velas.Él vendió sus diamantes y con el dinero compró una gran cantidad de velas.
Al ver que su capital había llegado a ser muy grande, le escribió a su familia diciéndoles que en pocos meses estaría de regreso.
Toda la familia – sabiendo que su padre llegaría con un tesoro – comenzó a comentar que eran millonarios ya que él había conseguido mercadería de mucho valor.Todo un barco, sólo para sus velas, era el fruto de dos años de gran esfuerzo.
El hombre comenzó su viaje de regreso, los minutos se le hacían horas, y las horas, días.Solamente pensaba en la alegría de su esposa y sus hijos al ver el barco con toda esa riqueza.
El reencuentro esperado por todos llegó, y sus rostros desbordaban de emoción y felicidad: «al fin terminó la pesadilla y comienza una vida llena de deleites» – pensaban.
El hombre invitó a su familia a ver el tesoro que logró conseguir con tanto esfuerzo… y al abrir las bolsas, cayeron cientos de velas de parafina.La esposa pensó que los diamantes estaban debajo de todas esas velas, ya que necesitaban estar en un lugar seguro.Pero, lamentablemente, las bolsas se vaciaron y los diamantes no aparecieron.
Atónita por la escena, le pidió explicaciones a su marido.El marido sin comprender el motivo de la desilusión, le explicó que en ese lugar los diamantes no tenían casi ningún valor, por eso él invirtió en la mercadería más valiosa.Con gran amargura la esposa le respondió que él no tenía que haber obrado como los habitantes de esa ciudad, ya que él es de otro lugar y en su país los diamantes sí tenían mucho valor, pero las velas de parafina no valían nada.

Dice el Jafetz Jaim que este cuento ejemplifica la vida de todo iehudí:

D’os nos dio el alma para que baje a este mundo a cumplir con la Torá y las mitzvot.Pero por otro lado, el cuerpo sólo busca satisfacción material.El trabajo del iehudí, es disfrutar de este mundo mediante las enseñanzas de la Torá.
La persona llega a la edad de su bar mitzvá sabiendo que a partir de ese momento será responsable de todos sus actos.Al comienzo de esta nueva etapa de su vida, intenta cumplir con las mitzvot con todas sus fuerzas, pero lamentablemente, en muchos casos, es influenciado por gente que le dice que no hace falta cumplir con tantas mitzvot, que es mejor cumplir solamente con lo «primordial», y el resto del tiempo dedicarse a ganar y ahorrar dinero.
Obviamente, el proceso de abandono es paulatino, razón por la cual en un momento determinado, repentinamente, se da cuenta de que ha perdido casi toda su tradición.Al ver que todos corren detrás del dinero, la persona comienza a pensar que esas personas tienen la razón, y de esta manera se olvida del verdadero motivo de su vida.
Pero finalmente, la desilusión llega a los 120 años, cuando su alma anhela entrar al Gan Eden, y él se da cuenta de que cambió sus diamantes por velas de parafina… y en ese lugar ellas no tienen ningún valor.
Es por eso que aquel que tome distancia de su instinto del mal, podrá comprender profundamente el valor de las mitzvot, y mantener despierto su sentimiento de amor y temor a D’os a lo largo de su vida.

(Cortesia del Rab Baruj Mbazbaz, autor del libro «BIRKAT HASHAMAIM)

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Parashá Vayishlaj – (Y envió). 18 Kislev 5770 (5 de Diciembre de 2009).En profundidad

Cuando Iaacov retornó de Jarán, y se preparaba para el encuentro con su hermano Esav, tuvo una rara confrontación:

«Iaacov se había quedado solo y luchó un hombre contra él hasta el amanecer. Cuando vio que no podía prevalecer sobre él, tocó la articulación de su muslo y se dislocó la articulación del muslo de Iaacov, en su lucha con él. Dijo: Déjame ir, pues ya amaneció! Dijo: No te dejaré ir hasta que me bendigas. Le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Dijo: Iaacov. Dijo: No más tu nombre será llamado Iaacov, sino Israel pues has contendido ante D’os y con los hombres, y has prevalecido! Preguntó Iaacov y dijo: Dime, por favor, tu nombre. Dijo él: ¿Por qué quieres saber mi nombre? y le bendijo – a él – allí. Llamó Iaacov el nombre del lugar Peniel, pues he visto a D’os cara a cara y mi vida ha sido salvada! Salió el sol cuando pasó Peniel y él cojeaba sobre su muslo» (32:25 – 32).

El texto parece deliberadamente enigmático y contradictorio. Si Iaacov estaba solo, ¿cómo un hombre pudo pelear con él? Cada versículo parece tener su propia dificultad y ambigüedad.

«Cuando él vio que no podía prevalecer sobre él, tocó la articulación de su muslo…» (32:26).

¿Quién es «él» y quién es «él»? Este versículo no puede ser entendido por sí solo; solamente cuando leemos el versículo siguiente podemos encontrar el significado. ¿Por qué hay tanta confusión? ¿Cuál es la identidad del adversario de Iaacov?

«Le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Dijo: Iaacov…» (32:28).

¿El adversario no sabía con quien estaba peleando?

«…Dijo: No más tu nombre será llamado Iaacov, sino Israel pues has contendido ante D’os y con los hombres, y has prevalecido!» (32:29).

El adversario que ni siquiera sabía la identidad de su enemigo, declaró que su adversario ha salido victorioso de su pelea con D’os y el hombre!

«Preguntó Iaacov y dijo: Dime, por favor, tu nombre. Dijo él: ¿Por qué quieres saber mi nombre?…» (32:30).

¿Por qué Iaacov estaba interesado en saber la identidad de esta persona?

A pesar de la complejidad del versículo, los midrashim y comentaristas están relativamente unificados en la identificación del agresor: no es otro más que el protector Divino de Esav, el ángel de Esav. Mientras que Iaacov se preparaba para el encuentro con su hermano después de tantos años, el ángel de Esav bajó del cielo para «pegarle» primero a Iaacov. Es interesante notar que Iaacov consiguió llegar – más adelante – a un entendimiento con Esav, y aún así no pudo evitar la batalla con el ángel. ¿Qué es lo que los Sabios nos tratan de enseñar con esta sugerencia de la identidad del misterioso enemigo? El texto dice:

«Iaacov se había quedado solo y luchó un hombre contra él hasta el amanecer» (32:25).

Nuestro problema es que si Iaacov estaba verdaderamente solo, ¿quién pudo pelear con él? Una posible respuesta es: nadie! Iaacov estaba realmente peleando consigo mismo. Esto explicaría la ambigüedad del versículo. De todas maneras, resolviendo el problema textual (si es que en verdad no nos equivocamos), traemos un problema mucho más grande: ¿Por qué un hombre sano pelearía consigo mismo? Una lectura cuidadosa del texto puede darnos alguna idea.

«Iaacov se había quedado solo y luchó un hombre (ish) contra él hasta el amanecer» (32:25).

¿Puede ser que el término «ish» se refiere a Iaacov? La palabra ish significa hombre; está escrito que Iaacov peleó con un hombre. Sin embargo, hay otro versículo en el cual el término ish, claramente, se refiere a Iaacov:

«Se expandió el hombre mucho, mucho y tuvo muchas ovejas y siervas y esclavos y camellos y asnos» (30:43).

En este caso, sin duda la palabra ish se refiere a Iaacov. El contexto es fascinante: finalmente Iaacov tuvo éxito económicamente. La bendición que le había sacado a Esav se concretó. Iaacov «lo logró». Aquí el texto lo llamó «haish» – el hombre. Iaacov completó una metamorfosis de ser el hombre de las tiendas – un alumno de ieshivá, por decirlo de alguna manera – a ser un empresario exitoso. Aún así Iaacov peleó contra su éxito. Una cosa fue haber tomado la bendición destinada para Esav, y otra cosa, vivir con los resultados de esas bendiciones. Cuando Iaacov se preparaba para encontrarse con su hermano, miraba toda la riqueza que había acumulado y se preocupó. Él separó todo lo que poseía y todo lo que amaba en dos campos diferentes, y se quedó solo. Previamente, el texto describe a Iaacov solo, cuando se escapó de Esav, y pasó una noche asombrosa bajo las estrellas en donde vio la visión de su vida – la escalera al cielo. Y otra vez, Iaacov estaba solo cuando se preparaba para encontrarse con su hermano.

Cuando se escapó a Jarán, no tenía siquiera un lugar donde apoyar su cabeza para descansar y usó una piedra como almohada. Él le pidió a D’os que le de lo mínimo – comida y ropa. Y luego Iaacov regresó con riquezas y preguntó sólo una pregunta: ¿Quién soy? ¿Iaacov o Esav? Cuando Iaacov cruzó el río y vio su reflejo, se cuestionó su identidad. ¿Había comenzado a verse como Esav? ¿El cumplimiento de las bendiciones robadas lo había convertido realmente en Esav? Parecería que Esav sí pensaba eso. Cuando Esav fue mencionado por última vez, él juró matar a Iaacov. Cuando se encontraron, Esav estaba preparado para la guerra.

«Alzó Iaacov sus ojos y vio y he aquí que Esav venía con cuatrocientos hombres…» (33:1).

Cuando vio la abundancia del campamento de Iaacov, Esav le propuso a Iaacov que viaje junto con él – una reacción bastante inesperada de alguien que juró matar. El enojo de Esav tendría que haber sido exacerbado al ver toda la riqueza de Iaacov; después de todo, esa bendición de riqueza era para él. ¿Qué llevó a que Esav cambie tan repentinamente?

Iaacov le ofreció regalos a Esav. Pero ¿por qué escogió aceptar los regalos, cuando hubiese podido matar a Iaacov, tomándose así revancha e irse con todas las riquezas? Esav vio algo en Iaacov que nunca había visto antes. Esav vio al «nuevo» Iaacov, el hombre que, aparentemente, había abandonado su búsqueda espiritual en función de acumular riqueza material.

En la mente de Esav, Iaacov se había convertido en Esav, y por eso Esav ya no tenía ninguna razón más para odiar a su hermano. Las barreras que los dividían ya no existían; y ya podían unir fuerzas. Esav pensó que había alcanzado una victoria ideológica, que era mucho más dulce que cualquier venganza que podía planear.

Esto fue precisamente la causa de la pelea interna de Iaacov. Él también vio lo que Esav pensó que vio.

«Iaacov se había quedado solo y luchó un hombre contra él hasta el amanecer. Cuando vio que no podía prevalecer sobre él, tocó la articulación de su muslo y se dislocó la articulación del muslo de Iaacov, en su lucha con él. Dijo: Déjame ir, pues ya amaneció! Dijo: No te dejaré ir hasta que me bendigas. Le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Dijo: Iaacov. Dijo: No más tu nombre será llamado Iaacov, sino Israel pues has contendido ante D’os y con los hombres, y has prevalecido!» (32:25 – 29).

Toda la noche, Iaacov peleó contra su éxito. Su ser espiritual y su ser físico chocaron cuando él trataba de determinar su verdadera identidad. Pero Iaacov no pudo resolver este conflicto.

«Cuando vio que no podía prevalecer sobre él, tocó la articulación de su muslo y se dislocó la articulación del muslo de Iaacov, en su lucha con él…Y él cojeaba sobre su muslo…Por eso no comen los hijos de Israel el nervio ciático – que está en la articulación del muslo – hasta el día de hoy. Pues él había tocado la articulación del muslo de Iaacov – en el nervio ciático» (32:26, 32:33).

En el propósito que fue finalmente alcanzado, el reino de lo físico es forzado a gritar, a moverse a un ritmo más tranquilo. Leyes como la del nervio ciático, crean límites espirituales dentro de experiencias físicas, haciendo posible la elevación del mundo físico a un plano espiritual. Esta es la resolución de Iaacov. Iaacov puede verse como Esav; en verdad, él ya no era el mismo Iaacov. El mismo nombre Iaacov, que connota una relación con Esav, fue suplantado con el nombre Israel, que habla de una relación entre el reino de lo físico y lo espiritual.

Cuando los Sabios dijeron que el adversario de fue el ángel de Esav, ellos se refirieron al poder de Esav que tenía dentro de él y con el cual estaba peleando Iaacov; este poder que Iaacov tenía había tomado posesión de su vida. Iaacov respondió al ofrecimiento de Esav:

«Dijo: Partamos y marchemos y yo iré frente a ti. Le dijo: Mi señor sabe que los niños son tiernos. Y el cuidado de las ovejas y las vacas de cría recae sobre mí y si se las conduce apresuradamente un solo día, morirán todas las ovejas» (33:12 – 13).

Cuando Esav le ofreció a Iaacov que viajen juntos y que unan fuerzas, Iaacov se disculpó y explicó que para él, sus posesiones eran una carga que lo demoraban. Así como la pierna de Iaacov lo demoraba después de su confrontación, así también se demoró allí. La riqueza física con la que él fue bendecido era de alguna manera demasiado voluminosa para Iaacov, una carga que le impedía alcanzar su verdadera meta: llegar a desarrollar su potencial espiritual. Para Esav, esta abundancia material era la meta, el tan preciado premio, y él creyó que Iaacov había abandonado su búsqueda anterior para ocuparse de la riqueza que estaba delante de él.

«Se volvió en aquel día Esav a su camino, hacia Seir. Pero Iaacov se trasladó hacia Sucot y construyó para él una casa, mientras que para su ganado hizo cabañas. Por eso llamó el nombre del lugar: Sucot (cabañas)» (33:16 – 17).

La conclusión de la confrontación entre Iaacov y Esav los llevó por dos direcciones diferentes. Esav retornó a Seir, mientras que Iaacov viajó a Sucot. El lugar donde fue Iaacov se llamaba Sucot, por las cabañas que él les hizo a los animales. Es interesante que en este mismo lugar Iaacov construyó una casa, aparentemente para su familia. ¿Por qué él quiso llamar al lugar de acuerdo a las cabañas que había construido para los animales? La asociación evocada por estas cabañas es, por supuesto, la fiesta de Sucot. Los judíos tienen que dejar el confort de sus casas y vivir en una morada temporaria, recordando así que el mundo material es temporario.

Es por eso que la acción de Iaacov en construir cabañas para los animales parece ser una conclusión apropiada para la sección: Iaacov reconoció que la riqueza material con la que fue bendecido es pasajera. Aún más, él la vio como un medio para llegar a un fin, el cual no está definido por lo físico sino que eleva a lo físico. Él nombró a la primer parada después del encuentro con Esav y la finalización de su existencia material Sucot, en función de acentuar este mensaje.

Cuando vemos a Iaacov yendo hacia Sucot, nos preguntamos para qué él se fue? ¿De dónde vino? A pesar de que suene muy extraño, el judío va a la sucá inmediatamente después de Iom Kipur.

Al explicar el concepto del «seir laazazel» (el chivo expiatorio) de Iom Kipur, el Rambán en su comentario a Vaikrá (basado en Pirké de Rabí Eliezer, cap.45) explicó que al ofrecer este peculiar sacrificio en Iom Kipur, los judíos le dan una coima a Samael, en función de apaciguarlo y facilitar su testimonio ante la Corte Celestial en nombre del pueblo judío. ¿Quién es Samael? El midrash Tanjumá, comentando sobre nuestra parashá, escribe:

«E Iaacov estaba solo y un hombre peleo con él: Este es Samael, el Ángel Guardián de Esav, que quería matarlo (midrash Tanjumá, Vaishlaj, sec. 8).

Podemos trazar el surgimiento de un tema: en Iom kipur, cada judío debe luchar consigo mismo. La Torá nos ordena en Iom kipur ofrecer un «seir laazazel», «para darle al mal su cuota». Este proceso le permite al hombre conservar su aspecto material en perspectiva. Cuando Iaacov se encontró con Esav, también le dio regalos. El Zohar, aparentemente consciente de esta conexión, escribió:

«Y Esav retornó aquel día a su camino hacia Seir: ¿Cuándo esto pasó? En la hora de Neilá (el rezo final de Iom Kipur)». (Zohar Vaikrá , Emor, pag. 100b)

De acuerdo al Zohar, la confrontación entre Iaacov y Esav realmente fue en Iom kipur, y fue resuelta en la Neilá, en donde Iaacov partió para construir la sucá, su morada temporaria. Es por eso que los regalos que Iaacov le dio a Esav sirvieron como el prototipo del regalo anual ofrecido en Iom Kipur, que es ofrecido al poder de Esav en el mundo: el seir laazazel ofrecido como coima a Samael.

Si la confrontación entre Iaacov y Esav fue en Iom Kipur, entonces, por extensión, la confrontación con su oponente anónimo tomó lugar la noche anterior – la noche de Kol Nidré, la noche en la cual comienza Iom Kipur.

Toda esa noche, Iaacov luchó con el Esav que tenía dentro suyo: ¿Él era aún Iaacov o se había convertido en Esav? ¿Sus posesiones y la preocupación sobre ellas, lo habían cambiado? Al tomar la bendición de Esav, de hecho, él se había convertido en Esav? Por la mañana, en el momento que el Cohen Gadol comenzaría el servicio en el Templo Sagrado, la lucha debía ser terminada. La Torá dice que ellos lucharon; la Guemará comenta:

«Rabí Iehoshúa Ben Levi dijo: ‘Esto nos enseña que la polvareda que levantaban sus pies alcanzó el Trono Divino'» (Julín 91a).

El Zohar entendió que el juicio llenó el aire esa noche. ¿Podía el Ángel de Esav dar fe de la inocencia de Iaacov así como lo haría por generaciones de judíos en el futuro?

Él dijo: «Yo no te dejaré ir hasta que me bendigas» (32:27).

Iaacov quería la bendición. Al final la recibió:

«…y le bendijo -a él- allí. Llamó Iaacov el nombre del lugar Peniel, pues «he visto a D’os cara a cara y mi alma (vida) fue salvada». Salió el sol cuando pasó Peniel…» (32:31 – 32).

Esta sección termina con Iaacov nombrando al lugar Peniel, por el profundo autoanálisis de Iaacov y la lucha interna que lo llevó a estar «cara a cara» con D’os. La verdadera Teshuvá (arrepentimiento), que resulta de una introspección profunda lleva a un encuentro con D’os.

Rabí Levi dijo: «Grande es el arrepentimiento, porque llega hasta el Trono Divino, así como está escrito: Retorna, Israel, al Señor tu D’os» (Iomá 86a).

Eso fue lo que sintió Iaacov cuando se fue en la mañana. La verdadera teshuvá que llega hasta el Trono Divino.

«Salió el sol, cuando pasó Penuel y él cojeaba sobre su muslo» (32:32).

Iaacov cojeaba después de aquella confrontación. Físicamente era más débil pero estaba transformado y fortalecido espiritualmente. Ahora Iaacov sabía cómo responder a los desafíos que le esperaban en ambos mundos. Su identidad ya no estaría más definida o determinada exclusivamente por su relación con su hermano Esav. Él se convirtió en Israel. Lo físico y lo espiritual ya no estaban separados. Juntos, ellos acompañaban a Iaacov-Israel en cada paso que él tomaba mientras caminaba en dirección a su destino, aunque físicamente a un ritmo más lento, pero espiritualmente con más vigor.