Esta semana leeremos en la lectura de la haftará un texto extraído del libro del profeta Mijá (s. VI a.e.c.) – perteneciente al libro de los Teré Asar (los doce profetas que por ser sus libros de pequeñas dimensiones, fueron recopilados en un solo libro).
En nuestra haftará vemos dos profecías: la primera, de consuelo, y la segunda, de reprimenda al pueblo de Israel.
«Pueblo Mío,
recuerda ahora qué había tramado Balak – rey de Moav,
y qué le respondió Bilam hijo de Beor,
desde Shitim hasta Guilgal,
para saber las buenas obras de D’os»(6:5).
La idea es clara: si el pueblo de Israel recordaría en todo momento las buenas acciones de D’os para con él, sería imposible que se desvíe del camino que el Creador le ordenó seguir.
Sin embargo, en nuestro versículo no está claro cuál es el significado que tienen las palabras: «desde Shitim hasta Guilgal», pues ¿qué importancia tiene saber en qué lugar geográfico D’os tuvo misericordia con Sus hijos al anular los malvados planes de Balak y Bilam en su contra? ¿Es que acaso respecto del aprendizaje que debemos obtener de las palabras del profeta Mijá existe diferencia alguna si D’os nos liberó de las garras de Balak y Bilam en Shitim o en otro lugar del globo terráqueo?
Para responder a esta pregunta Rabí Iosef Jaim (1834 – 1909) en su libro «Adéret Eliahu» nos recuerda las palabras de Nuestros Sabios en el Talmud:
«Estudiamos: ‘…D’os se enoja todos los días’ (Tehilim -Salmos- 7:12). ¿Y cuánto dura su enojo? ‘Rega’ (un instante)… y ningún ser pudo saber cuál es ese momento excepto el malvado Bilam, sobre quien está escrito: ‘…Y (Bilam) sabe el pensamiento Supremo’ (Bamidvar -Números- 24:16)« (Berajot 7a).
El Talmud nos enseña que Bilam poseía la propiedad de poder calcular el momento exacto en el que cada día D’os se enoja con los hijos de Israel, y él quería aprovechar ese preciso instante para maldecirlos a ellos, para que su maldición funcione de manera efectiva. Él sabía que si los maldecía en algún otro momento del día, él no podía estar seguro de que su maldición funcionaría, pero si lo hacía justo cuando D’os estaría enojado con Su pueblo, entonces el éxito estaba asegurado para él. Pero D’os con Su infinita misericordia, no se enojó con el pueblo de Israel en esos días, y por consiguiente, se arruinó el pensamiento de Bilam y el plan de Balak quedó anulado.
Como es sabido, cada letra en hebreo tiene un valor numérico determinado, por ejemplo: la «alef» equivale a 1, la «bet» a 2, y así sucesivamente. Pero además, nos explica el Rav Iosef Jaim, que hay veces que para calcular la «guematriá» (valor numérico) de una palabra no se toman en consideración todas las letras que la componen, sino que se contabiliza solamente el valor numérico de las letras que se pronuncian. Otras veces, no se toma en cuenta la letra «iod» – cuyo valor equivale a 10 – sino que se la considera a esa palabra como si estuviera escrita con un «jirik» (punto debajo de la consonante que se quiere vocalizar con una «i») – careciendo así de valor numérico. Y otras veces, se la considera a alguna palabra como si estuviera escrita con una «iod», a pesar de que sólo está escrita con un «jirik» debajo de la consonante.
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