Parashá Shavua: Beshalaj – (Al dejar salir). SHABAT SHIRÁ. 15 de Shevat 5773 (26 de Enero de 2013).»Los Niños Transforman el Mar en una Muralla»

YnWH1253758«Y las aguas fueron para ellos una muralla a su derecha y  a su izquierda» (Shemot 14:22)

Nuestra Parshá describe el milagro de la partición del Iam Suf1. El  milagro ocurrió luego de que los judíos se vieron aprisionados, con el mar  frente a ellos y los egipcios persiguiéndolos desde atrás. Entonces ocurrió el  gran milagro: el mar se partió frente a ellos, y las aguas se erigieron en «una  muralla a su derecha y a su izquierda» 2. El  propio obstáculo, el mar, se transformó en una muralla protectora del pueblo de  Israel.

¿En mérito a qué se hizo acreedor Israel de este milagro? Fue por los niños.  Nuestros Sabios Z»L relatan3 sobre  los niños que estuvieron presentes al salir de Egipto que «ellos Lo reconocieron  (a Di-s) primero que todos». Es verdad, se encontraban ahí Moshé, Iheoshua y  todos los Grandes y los Ancianos de Israel, pero quienes reconocieron antes que  todos a Hashem fueron específicamente los niños. Esos niños, que nacieron y  crecieron en plena esclavitud de Egipto, pero recibieron la educación que  corresponde – ellos fueron los primeros en identificar al Altísimo y apuntaron  con el dedo diciendo: «¡Este es mi Di-s y he de embellecerlo!» 4 .

Nacieron en Exilio

Estos niños que se desarrollaron en el seno del exilio de Egipto,  experimentaron con intensidad su condición de «pocos entre todos los pueblos» 5 Sintieron cómo el estilo de vida egipcio se  opone a una vida judaica, y a pesar de ello fueron leales a su judaísmo y  estaban orgullosos del mismo.

Motivados por esta educación no dudaron en abandonar «la cacerola de la  carne» y salir al gran y temible desierto, incluso carentes de provisiones  suficientes, en un espíritu de absoluta confianza- bitajón- en el Altísimo. A  eso se debe que se hicieran meritorios de ser los primeros en reconocer a Di-s y  que en aras de ellos se parta el mar.

Cuando hay niños como éstos, no hay motivo para alterarse porque «Egipto  viaja atrás de ellos» 6 y del hecho que los hijos de Israel estén  rodeados por todos lados, por el mar y el desierto. Con niños como estos se  puede avanzar dentro del mar hasta que el propio mar se parta ante ellos.

El Obstáculo Protege

Cuando se partió el mar Iam Suf ocurrió algo singular: no sólo fue removido  el obstáculo (el mar), sino que el mismo se transformó en una muralla protectora  del pueblo de Israel- » y las aguas fueron para ellos una muralla a su derecha y  a su izquierda». Éste es el nivel más perfecto de la anulación de las  perturbaciones, y también ello tuvo lugar en mérito de los niños. Cuando se  educa a niños para que sean los primeros en proclamar «Este es mi Di-s y Lo  embelleceré» entonces las propias trabas y estorbos se transforman en elementos  protectores de Israel.

Cuando el niño judío sabe que la única existencia verdadera es la santidad, y  asume naturalmente y en forma tácita que nada puede molestarlo e impedirle  cumplir con la Voluntad Divina, que se expresa en los mandatos de la Torá,  entonces se hace meritorio de que todos los obstáculos caigan y desaparezcan, y  más aún – que se conviertan en colaboradores que contribuyen en su servicio a  Di-s.

Milagro Constante

No sólo para salir de Egipto necesitó el pueblo judío de un milagro  sobrenatural de esta magnitud. En cada generación precisamos de milagros. El  pueblo judío siempre se asemeja a la ovejita que está entre setenta lobos, y su  misma existencia está basada en lo sobrenatural, es un milagro continuo, como el  de la partición del Iam Suf. Para hacerse acreedor permanente de este milagro  que asegura la continuidad del pueblo judío, debe educarse a los niños a  estudiar la Torá Escrita y la Torá Oral, así como también a observar la conducta  sagrada del pueblo judío. ¡Entonces tendremos el privilegio de verlos proclamar  por propia iniciativa: «Éste es mi Di-s y Lo embelleceré», incluso antes que sus  padres y abuelos!

(Likutei Sijot Tomo 2, pag 523)

Notas al Pie
1. Generalmente traducido – aunque de manera errónea como el Mar Rojo
2. Shemot 14:22-14:29
3. Talmud Sotá 11:2
4. Shemot 15:2
5. Devarim 7:7
6. Shemot 14:10

Parashá Shavua: Beshalaj – (Al dejar salir). 11 de Shevat 5772 (4 de Febrero de 2012).

וַיְהִי בְּשַׁלַּח פַּרְעֹה אֶת הָעָם וְלֹא נָחָם אֱ־לֹהִים דֶּרֶךְ אֶרֶץ פְּלִשְׁתִּים כִּי קָרוֹב הוּא כִּי אָמַר אֱ־לֹהִים פֶּן יִנָּחֵם הָעָם בִּרְאֹתָם מִלְחָמָה וְשָׁבוּ מִצְרָיְמָה

Nuestra parasha, empieza relatándonos, acerca de la salida del pueblo judío, poco tiempo después que lo hicieron, Hashem le endureció el corazón a Paro para que fuese a perseguir al pueblo judío y a su misma vez, para que Hashem se glorificara por medio de Paro, al pueblo de Israel.
Nuestros sabios preguntan: ¿Cómo es posible, que aun viendo y viviendo las diez plagas el faraón fuese tras el pueblo judío? En verdad hay que entender, que una vez el pueblo judío salió de mitzraim, el objetivo de los mitzrim ya no fue el ir atrás del pueblo judío sino mas bien desafiar a Hashem yendo en contra de la razón, es decir saliendo atrás del pueblo judío.
En nuestra parasha esta escrito que Hashem peleó en contra de los mitzrim por el pueblo judío, justamente Hashem mismo peleó contra el pueblo de mitzraim, ya que los mitzrim querían en realidad combatir en contra de Hashem.

Kriat Yam Suf (El Mar de Suf Se Abre Para el Pueblo Judío)

En nuestra parasha podemos ver uno de los milagros más grandes que hubo en toda la humanidad, es decir, Kriat Yam Suf. El mar se abrió en el séptimo dia desde que salieron de mitzraim, hoy en dia, es yom tov Shebi Shel Pesaj, Hashem abrió el mar para el pueblo judío, el midrash explica, que en realidad, el dia en el que se crearon las aguas, Hashem les dijo que cuando pasara su pueblo, un pueblo de tzadikim, las aguas tenían que abrirse ante ellos y darles paso, pero cuando el pueblo judío llego a los limites del agua, el agua no se abrió, esto se debe a que Hashem dijo que pasaría un pueblo de tzadikim, y el pueblo judío llevaba consigo 49 niveles de tuma, asi que la shejina misma bajó hasta el mar y el mar se abrió. Hay opiniones que dicen que se abrió en doce partes haciendo doce conductos, uno por cada tribu, también el midrash dice que para mostrar el milagro, no solo se abrieron las aguas del Yam Suf, sino también las aguas de todo el mundo, podemos ver, que Hashem cambió el ciclo de la naturaleza solamente por nosotros, para demostrarnos su gran amor infinito y la bondad que tiene.
Hay veces que no sentimos a nuestro creador o bien sentimos que esta alejado, cuando esos momentos pasan debemos recordar lo que Hashem hizo por nosotros en el Yam Suf y pensar que he hecho para no sentirlo o para alejarlo.
Cuando se abrió el Yam Suf ocurrieron varios milagros para el pueblo de Israel, la tierra estaba seca y no andaban en barro mientras los mitzrim el suelo si se les hacia barro. Si tenían sed, solamente ponían la mano en el mar y sacaban agua dulce para beber, mientras que para los mitzrim, el agua fue dura como una roca, el agua era trasparente para que las tribus pudieran verse entre si y asi viajar con mas seguridad, el camino del pueblo judío era alumbrado mientras que el de los mitzrim era oscuro, las ruedas de los carruajes de los mitzrim se derritieron haciéndolos viajar con pesadez.
Hashem castigó al pueblo mitzrim igual como ellos hicieron con el pueblo judío, es decir, enterrándolos en el barro y hundiéndolos, ya que los mitzrim hacían trabajar con barro a los judíos y mataron a los primogénitos tirándolos al rio.
Nosotros debemos saber, que el mundo fue creado para cada uno de nosotros, pero nuestro objetivo no es el de habitar acá para siempre, sino es un conducto para poder llegar a nuestro Creador, a la unión Con Hashem y eso se consigue con el estudio de Torah y el cumplimiento de mitzvot, es decir, por el cumplimiento de Torah y mitzvot en este mundo , se decide cuan apegados llegaremos a estar a Hashem, ya que este fue el verdadero objetivo por el cual el mundo fue creado para cada uno de nosotros, para que podamos esforzarnos y podamos vencer en nuestra lucha diaria en contra de nuestros malos impulsos y asi prontamente traer la geula para todo el pueblo de Israel, Amen.

Bajur David Moshe Shallem Lichtenstein

Parashá Shavua: Beshalaj – (Al dejar salir). 10 de Shevat 5771 (15 de Enero de 2011).Un Instante de Vida

Nuestra parashá nos relata cómo finalizaron los 210 años de esclavitud del pueblo judío.
Después de vivir los 10 milagros que D’os hizo en Egipto, el pueblo de Israel fue testigo del milagro más grande que jamás hubieran podido imaginar.Para poder escaparse y deshacerse de los egipcios, D’os provocó la apertura del Iam Suf (el Mar de los Juncos).
Mientras los últimos judíos terminaban de cruzar el mar, se oía el sonido de las miles de carrozas egipcias que corrían al alcance de ellos.El ejército egipcio no dudó en ingresar al mar por el camino de tierra que utilizó el pueblo de Israel, ya que ellos vieron que las aguas se habían abierto y solidificado como una pared de hielo.
Ellos golpeaban a sus caballos para aumentar la velocidad y así cruzar rápidamente y alcanzar al enemigo.El pueblo judío ya había terminado de cruzar y en ese momento, Moshé Rabenu levantó sus manos sobre el mar, así como le ordenó D’os, y las aguas volvieron a su curso normal, ahogando al imperio más poderoso de esa época.
Intentemos imaginar qué sintieron los egipcios en el momento en que las murallas de agua se derrumbaban sobre ellos y los sacudían sin cesar.
Obviamente, su único pensamiento era tratar de llegar otra vez a la superficie para respirar un poco de oxígeno.
Pero con los pulmones cada vez más llenos de agua, la desesperación por llegar a respirar un poco de aire aumentaba cada vez más, y la esperanza de salir con vida decrecía.
En esos últimos instantes de vida se cumplió el versículo que dice: «Y sabrá Egipto que Yo soy D’os».
Rabí Abraham Ibn Ezra (1089 -1164) nos explica que la intención de D’os no fue solamente que los ciudadanos egipcios, después de ver que todo su poderoso ejército se hundió en el mar, reconozcan la existencia y la grandeza de D’os.Explica el Rav que este versículo también se refiere a los egipcios que se estaban ahogando en el mar, ya que incluso ellos llegaron a ese conocimiento en sus últimos instantes de vida.
Estos soldados comenzaron a palpar la muerte, pero en sus últimos segundos de vida lograron reconocer fehacientemente que hay un solo D’os que es Quien maneja el mundo y a Él debemos servir.
Este comentario nos deja la gran enseñanza del valor que tiene cada segundo y segundo de vida.
Los egipcios, inmersos en una sociedad idólatra, lograron llegar a una conclusión que fue el fruto del trágico momento que estaban viviendo, pero que realmente les dio la posibilidad de irse de este mundo, por lo menos, con el mínimo fundamento al que debe aspirar llegar cada persona.
Si para los egipcios unos pocos instantes fueron fundamentales, aún más para los judíos que tienen la Torá y sus preceptos para cumplir en cada momento o situación de sus vidas, pues si así lo hacen, logran convertir cada instante en eternidad.
El motivo por el cual no le damos el valor adecuado al tiempo, es porque no nos detenemos a reflexionar sobre la finalidad por la cual fuimos traídos a este mundo, y en base a esa conclusión, utilizar el tiempo para alcanzar la meta.
En América hay un famoso refrán que dice «time is money» – «el tiempo es dinero».Todos entendemos que en cada instante se puede ganar dinero, esa es la intención del refrán, por lo tanto el valor del tiempo va a depender de cada persona.
Si un médico no va un día a su consultorio y por otro lado, un obrero no se presenta a trabajar una jornada, a pesar de que los dos perdieron un día de trabajo es obvio que el médico perdió más dinero, pues él gana en una jornada lo que el obrero gana en una semana.
Pero este análisis es correcto sólo si tomamos en cuenta la cantidad de dinero que perdió cada uno.Si tomáramos en cuenta la necesidad de cada uno, veríamos que el más perjudicado es el obrero, que a pesar de que recibe unas pocas monedas al final de su jornada, para él eso representa el pan del día.
Es por eso que el valor del tiempo no depende sólo del dinero que se gana, sino también de la necesidad de cada uno.
Podemos comprobar esto mediante el siguiente análisis:Si querríamos saber cuál es el valor de un año, preguntémosle a un joven que no pudo pasar su último año de liceo.Si quisiéramos saber el valor de un mes, preguntémosle a una madre que tuvo un hijo prematuramente.Podremos averiguar el valor de un día preguntándole a quien salió de la cárcel un día antes del final de la condena.Y para saber el valor de una hora o incluso de un minuto, alcanza con ver la expresión del rostro de quien perdió el avión.
Si quisiéramos saber qué valor tiene un segundo, deberíamos preguntarle a quien vuelve de los juegos olímpicos con la medalla de bronce.El valor de una milésima de segundo – a quien ganó la medalla de plata.
Vemos que para cada persona el valor del tiempo varía según su necesidad.
Pero nosotros, los judíos, no podemos decir que el tiempo es dinero, pues para un judío el tiempo no es dinero, sino que es «la eternidad».Todo judío que hace una mitzvá como la de ayudar al prójimo, ser honesto en los negocios, dar tzedaká (caridad), cumplir shabat, estudiar Torá, etc., está invirtiendo su tiempo de la mejor manera, pues no sólo disfruta en este mundo de sus acciones, sino que también tendrá una gran recompensa en el Mundo Venidero.
Cada instante que utilizamos para hacer la voluntad Divina elevamos nuestro nivel espiritual y la recompensa respectiva.
Podemos apreciar este concepto mediante una historia real que ocurrió en los Estados Unidos en el año 1982:
Habían transcurrido varios meses desde que Don Abraham había recibido la dura noticia de que tenía una enfermedad maligna.Sin rendirse y con la mayor de las esperanzas, seguía con sus tratamientos para poder vencer esa tan difícil situación.
Lamentablemente, el cuadro se fue complicando más y más, y tuvo que seguir sus tratamientos internado en el hospital.El cuerpo médico habló con su familia, y la conclusión fue que no había nada más que hacer mas que esperar la llegada del no tan esperado momento, pues ya habían intentado toda técnica existente y los resultados no fueron positivos.
La familia optó por no comentarle nada a Don Abraham por temor a perjudicarlo aún más.Pero Don Abraham, que intuía algo, mandó a llamar a su hijo.»Soy consciente de que la situación está muy difícil, pero quiero pedirte un solo favor.Pregúntale al médico si ya agotaron todas las posibilidades o si quizás queda alguna» – le dijo.
El hijo le respondió que ya lo había hablado con el cuerpo médico y ellos dijeron que no había nada más que hacer.El padre insistió a su hijo y le dijo que hablara sólo con el jefe de los médicos.El hijo no lo dudó y pidió una cita urgente con él.Disculpándose por la reiterativa pregunta, el hijo le explicó al jefe que lo hizo para cumplir con la voluntad de su padre.
El médico le respondió que todas las alternativas que brinda la medicina fueron probadas excepto una operación que sólo podía alargarle la vida por un periodo de seis meses, pero a causa de la cirugía su padre sufriría muchos dolores durante ese tiempo.Por este motivo los médicos no se lo habían propuesto a la familia, ya que no había razón para agregar más sufrimiento al paciente.
La confusión del hijo era muy grande.Por un lado tenía que decir la verdad al padre y por el otro, no quería agregarle sufrimiento.Mientras golpeaba la puerta de la habitación, decidió ir con la verdad, y que su padre sea quien tome la decisión.
Al escuchar el informe del hijo, el hombre sintió que delante de él había una muy difícil decisión que tomar.El coraje para decidir no le era suficiente, por lo tanto le pidió a su familia que lo trasladen a la casa del Rabino Moshé Fainstein z»l, para aconsejarse con él.El encuentro duró aproximadamente 20 minutos.Nadie supo de qué hablaron.Lo que sí se podía ver, fue que el padre salió con las fuerzas renovadas y muy entusiasmado con la operación.
La familia le volvió a preguntar si realmente quería operarse, pues el sufrimiento que vendría después sería terrible.Don Abraham le dijo a su familia y al cuerpo médico que sólo después de que lo operen, él iba a explicarles cuál fue el motivo que lo llevó a tomar esa decisión.
Llegó el día de la operación y la familia tenía un sentimiento confuso ya que no sabían si estaban haciendo lo correcto o no.Pero lo que sabíanperfectamente era que estaban haciendo la voluntad de su padre.
Al finalizar la operación, que fue satisfactoria, el paciente llamó a sus familiares y les dijo:
«Seguramente quieren saber para qué me operé, si ahora mis sufrimientos se incrementarán de manera considerable.En realidad no fue una decisión fácil, por eso acudí a mi Rabino.El Rab me dijo que el único que podía tomar la decisión era yo, pero me explicó el valor que tiene cada segundo para un iehudí, y que es tanta la ganancia, que todo sufrimiento es poco en comparación al enorme tesoro que recibimos con cada mitzvá cumplida.A nadie le gusta sufrir en la vida, y menos aún sabiendo que este sufrimiento no beneficiará a su salud.Pero el costo de vivir 6 meses más vale la pena, pues se incrementará mi capital en el Mundo Venidero».
Con esta respuesta contundente los familiares entendieron que Don Abraham tomó una buena decisión.
Gracias a la operación, Don Abraham vivió casi 5 meses más, y a pesar de sus grandes dolores físicos, vivió contento, pues sabía que todo el dolor valía la pena para vivir un día más cumpliendo con la voluntad de D’os.
Esta historia real nos enseña que debemos aprender a valorar cada instante de la vida, aprovechándolo para apegarnos más a nuestro Creador mediante la Torá y sus mitzvot.

Parashá Shavua: Beshalaj – (Al dejar salir). 15 de Shevat 5770 (30 de Enero de 2010).Comentarios

Primer comentario (Rab Moshe Hoffer, fabibbk@einstein.com.ar)
Segundo comentario (Rab Daniel Oppenheimer, http://www.ajdut.com.ar)
Tercer comentario (Rab Moshe Walles, bitzjak@prodigy.net.mx)

Primer comentario – Las pruebas de Hashem son un ejercicio espiritual

Los seres humanos, cuando experimentan una «nueva vida», suelen padecer una especie de nostalgia, aniorando la vida anterior. Por un lado muchas veces queremos cambiar de trabajo, pero cuando por fin encontramos otro, abandonamos el primero, solemos echar un vistazo atras anhelando volver a lo anterior. Este tipo de reacciones estan muy claras en nuestra perasha donde el pueblo iehudi, luego de haberse liberado de Egipto, comienza a expresarse con falta de fe, con quejas de manera impaciente; a cada paso otra disconformidad. Dijeron que se los trajo al desierto «para morir de sed y de hambre» comienzan a extrañar «la olla de carne». Preguntan: «¿Para que nos sacaron de Egipto? ¡Ojala hubieramos permanecido alla!»

Esta Perasha nos describe la respuesta divina a cada una de sus quejas. Nos relata del agua que salia de la roca, del pan que caia del cielo, de la carne que Hashem les dio a traves de la codorniz. Los quejosos no eran muy agradecidos a esta manera milagrosa en que se les proporcionaba todo. ¿D»s esta dentro nuestro o no? ¿Vale la pena depositar nuestra confianza en el? Esta es la esencia de nuestra perasha, donde sobresalen las reacciones contradictorias dentro de sus almas y las exteriorizan a traves de las quejas.

La Tora expone todo lo acontecido para que aprendamos la leccion, para que nosotros cambiemos. Nosotros no somos los jueces de nuestros antepasados, lo que la Tora nos relata es para que saquemos conclusiones para nuestro bien. Este es el objetivo de la descripcion de todo lo acontecido. Nuestra perasha comienza hablandonos del «temor a la guerra». Hashem prefirio que fueran por un camino largo e indirecto por si decidian retroceder por la guerra que podian ver… Sin embargo hemos visto pueblos amantes de la paz que combatieron con otros pueblos para conseguir independencia. Por otro lado, aquel pueblo que demuestra bajo espiritu, humillacion y huye, nos muestra su baja autoestima.

¿Como puede ser que este es el estado espiritual del pueblo que demuestra en sus primeros pasos hacia la libertad, que prefiere huir antes que enfrentarse con el enemigo?

Los exegetas plantean: a tan pocos dias de la muerte de los primogenitos… ¿acaso no conocian el poder de Hashem? ¿No creian que el podia llevarlos a combatir y a vencer a Kenaan? El Rambam en su libro More Nebujim comenta al respecto: «No es natural que aquel hombre que crece en medio de la esclavitud fabricando ladrillos… de repente se sienta libre». «La liberacion no se consigue de una vez… tiene un recorrido continuo». No es posible extirpar la esclavitud repentinamente. Debemos liberar nuestra alma de lo que ya se acostumbro, y para esto se necesita un largo trayecto, lento y con una direccion clara. Este era el quid de la cuestion: estaban viviendo en un laberinto, no sabian que hacer, aspiraban a una vida espiritual pero tenian suenios de esclavos; querian una vida de libertinaje, nostalgia de volver a lo anterior. La generacion de los que salieron de Egipto, no tuvo el mismo merito de salir a una liberacion completa. Tenian una chispa de esclavitud en sus corazones. Solo podrian ser libres sus hijos, que no vivieron la esclavitud, que no vivieron el exilio.

Si nos dirigimos al Midrash Raba, este nos comenta que sensaciones sintieron despues de que D»s partio el mar e ingresaron en el. Comentaban: «En Egipto teniamos barro y aqui tambien tenemos barro». Hay corazones que aunque reciban lo mas grande del mundo, siempre se van a quejar, a todo le van a encontrar el lado negativo. Las pruebas que D»s manda son un examen para que verifiquemos cual es nuestra confianza en el. A D»s no lo benefician las pruebas, solo a nosotros. Cuando nos sentimos solos y desamparados debemos tomar conciencia de que nos estan probando para asi poder desarrollar nuestra alma.

Rab Moshe M Hoffer

Segundo comentario – EL PAN DEL DIA

Los judíos ya salieron de Egipto, ya cruzaron el mar Rojo. Ahora están en el desierto. D-s les reconoce por muchas generaciones el mérito de la confianza íntegra y la bondad (jesed) que demostraron al seguirlo al desierto con sus esposas e hijos sin saber de que se iban a alimentar al día siguiente (Irmiahu). Cuando salieron, ni siquiera tuvieron tiempo de prepararse provisiones para el camino pues fueron literalmente echados de Egipto a raíz de la plaga de los primogénitos. Las matzot que cocinaron apresuradamente al salir, aguantaron milagrosamente por un mes. Pasó un mes y allí estaban. Sin comida. ¿Qué se hace? El pueblo tiene hambre. No hay almacenes, ni shopping, ni maxikioscos en el desierto.

El pueblo se queja ante Moshé. Querido lector: Aquel que siempre tuvo para comer y nunca se fue a dormir con hambre, posiblemente pueda llegar a saber lo que son los otros problemas de la vida, pero seguramente no podrá identificarse con el apremio que sintió la gente en ese terrible momento. D-s respondió inmediatamente a la necesidad de comida, pues nunca quiso – ni quiere – que los seres humanos o cualquier creación Suya suframos sin razón alguna. No obstante, convirtió la fuente de alimentación celestial del desierto en un elemento educativo que iba a trascender los años que el pueblo comió el Mán (maná). No por nada, en muchos Sidurim figura el párrafo bíblico de este episodio a continuación de la Tefilá matutina diaria, en los momentos cuando el judío sale del Bet Hakneset para ganarse su sustento.

Al dedicarnos a analizar los pormenores de la enseñanza del Mán, la Torá nos ayudará a aprender la visión de la Torá en la adquisición de nuestro sustento, el pan de todos los días. Será aun más necesario aprender esta lección en una sociedad de consumo que con su publicidad crea nuevos «hambres» a diario, muchos de los cuales no podemos (ni debemos) intentar satisfacer.

Aun pensando en lo más elemental: en la comida, educación, salud, ropa y vivienda, sentimos que no podemos tener la certeza de lograrlo de manera simple, ni asegurarnos que nunca nos falte. Y eso crea en nosotros una sensación de desprotección, de fragilidad, de vulnerabilidad por los imponderables que hacen temblar hasta al más fuerte.

Sepa, querido lector, que lo que estamos analizando no es nada nuevo (el campesino nunca tuvo la certeza que iba a llover sobre su campo, que su fruto no sería eliminado por langostas u otra plaga o que el precio de los frutos justificaría la inversión), ni tampoco cambiará hasta que D»s modifique «las reglas del juego», si El lo dispone. Justamente por eso, es imprescindible estudiar a fondo la lectura del Mán. ¿Cuánto tiempo debe invertir el judío creyente al procurarse su pan frente a las demás obligaciones que tiene, como, por ejemplo, ir a rezar y fijar horarios diarios para el estudio de la Torá? ¿Cuánto es «lo justo» y «lo necesario» para vivir y cuánto lo excesivo? ¿Qué es lo que se llama un lujo y que es «lo lógico»? Y si bien, no terminaremos de dar una respuesta universal concreta, pues las necesidades reales pueden variar acorde a la época, el lugar y el entorno social en que uno vive, el Mán sí nos debe mostrar un criterio que debiera iluminarlos en todas las situaciones.

No por nada, Moshé le ordenó a Aharon que tomara un frasco y lo llenara de Mán «para la posteridad», lo cual explica Rash»i se refiere a la generación del profeta Irmiahu quien amonestó al pueblo por su falta de dedicación al estudio de la Torá. Cuando la gente le respondió que el trabajo cotidiano les consumía todo el tiempo disponible, Irmiahu les retrucó señalando al Mán guardado: «Miren Uds. cuántos medios posee D»s para alimentarlos…» El Mán no fue guardado en cualquier lugar, sino precisamente junto a las Tablas de la Ley, como para decirnos: «Quien nos dio la Torá, también nos provee los medios para obedecerla» – explican los Sabios.

El Mán caía a diario todos los días de la semana salvo en Shabbat. El viernes, por otro lado, caía una ración doble por persona que les alcanzaría para cubrir las necesidades del Shabbat. Cada persona juntaba el Mán a la mañana, y la cosa no cambiaba si traía mucho o poco a casa, pues al medirlo había exactamente un «omer» (la medida individual) de Mán por persona. El Mán debía ser consumido en el día pues si alguien dejara de su Mán para el día siguiente sin comerlo, este se pudría y se llenaba de insectos. ¿El sabor? Lo disponía el consumidor (Midrash).

Antes de morir, Moshé le recuerda al pueblo que esta por ingresar a la tierra de Israel el propósito y la lección del mán. «Te dio el mán para que supieras que no por el pan en si se mantiene el hombre, sino por todo aquello que emana de la boca de D»s (obedecer sus leyes)»… «Por si llegaras a comer y estar satisfecho… y construyeras buenas casas y las habitaras… y se enalteciera tu corazón y te olvidaras de tu Creador Quien te extrajo de Egipto… Te condujo por el desierto y te dio de comer el mán para afligirte y para probarte, para tu propio bien…» (Dvarim cap.8)

Sin duda, el aprendizaje del mán es eterno. Quienes vinieron al nuevo mundo para escapar de los pogromes y de la falta de trabajo digno en Europa se encontraron con la terrible elección de trabajar en Shabbat o comenzar un nuevo empleo cada semana. Pocos pudieron superar esta terrible prueba.

Y sin ir tan lejos, el comerciante de hoy a quien le cuesta llegar a pagar el alquiler de su local mes tras mes con el negocio cerrado en Shabbat el día que precisamente más clientela le trae, debe anteponer su fe en D»s semana tras semana al bajar la cortina los viernes a la tarde.

Unicamente quien aprendió e internalizó correctamente la lección, sabrá que más allá de lo que juntó, cuando llega a casa y pesa lo que trajo… tiene lo que debe tener- ni más ni menos. Que lo que necesita para Shabbat- ya cayó el viernes y que trabajar en Shabbat no le traerá ningún beneficio. El éxito y el fracaso de la empresa no dependen de si abre el negocio en Shabbat, sino de lo que disponga D»s que cada uno posea. «Muchos medios tiene D»s para alimentarlo…» Procurar el pan es importante, pero no a costa de la vida espiritual, del estudio del judío. (En la práctica el tema que estamos tratando es mucho más complejo de lo que parece y, por lo tanto, dado que la situación de cada persona y cada familia son distintas una de la otra, uno se debe aconsejar con una autoridad espiritual antes de tomar decisiones en lo que hace a los medios lógicos y legítimos y a la cantidad de tiempo a invertir en ganarse el sustento).

«¿Por qué caía el Mán todos los días con la ración diaria en lugar de caer una vez por todo el año?» – pregunta el Talmud (Iomá 76a). Una de las repuestas (mediante una parábola) nos indica que la (aparente) carencia de medios de supervivencia provocaba que los israelitas estuviesen permanentemente pendiente de D»s. («quien tuviera cuatro o cinco hijos, podría sospechar cada día, que al día siguiente se moriría de hambre…») La posible falta de sustento en el futuro nos obliga a rezar todos los días por nuestro pan. ¿Habrá mán mañana? ¿Y para mis hijos, cuando sean grandes? ¿Y para mis nietos? Cada vez que comemos pan, bendecimos al Creador quien «provee el pan para todos con gracia, bondad… pues grande es Su misericordia». No perdamos el equilibrio que nos indica la Torá entre lo material y lo espiritual. Es precisamente esa la enseñanza del Mán.

«ni riqueza ni pobreza adjudícame (D»S), proporcióname el pan que me corresponde» (Mishle).

Daniel Oppenheimer

Tercer comentario – La disposición de entrega.

Este Shabat es conocido como Shabat Shira, es decir, el Shabat del cántico, debido al canto de alabanza que cantó Moshé junto con el pueblo de Israel a D’s, después de haber cruzado el mar que se partió: “Entonces cantaron Moisés y los hijos de Israel este cántico al Eterno y así dijeron: ¡Cantaré al Eterno, porque se ha ensalzado grandemente! ¡Al caballo y a su jinete ha arrojado al mar! (Exodo 15;1)

Sobre ésta, nuestra obligación de alabar y agradecerle a D’s por los milagros que nos hace, decimos en el rezo de Shabat las siguientes palabras: “Aunque nuestra boca estuviera llena de himnos como el mar, y nuestra lengua de cánticos como el rumor de sus olas, y nuestros labios de alabanzas como la amplitud del firmamento, y nuestros ojos alumbraran como el sol y como la luna, y nuestras manos se extendieran como las alas de las águilas en los cielos, y nuestros pies fueran ligeros como las gacelas, no alcanzaríamos a agradecerte a ti, Señor, D’s nuestro y D’s de nuestros padres, ni a bendecir tu nombre, por la milésima, ni por la diezmilésima, ni por la millonésima parte de los favores que has concedido a nuestro pueblo y a nosotros. Por tanto, los miembros que formaste en nuestro cuerpo y el espíritu y el alma que nos insuflaste, y la lengua que colocaste en nuestra boca, ellos te agradecerán y bendecirán y alabarán y glorificarán y exaltarán y ensalzarán y santificarán y entronizarán tu nombre, rey nuestro”. (Rezo de Shabat).

Observando esta plegaria de manera superficial, surge una contradicción, ya que por un lado, al principio decimos que no hay manera de alabar verdaderamente a D’s, ya que los favores que realiza con nosotros son inalcanzables y por el otro, terminamos diciendo: “Por tanto, los miembros que nos repartiste y el espíritu y el alma que nos insuflaste, junto con la lengua que pusiste en nuestra boca, te agradecerán, bendecirán y te alabarán”. La pregunta es: ¿Se puede alabar a D’s o no?

Dicha pregunta se puede contestar a través de la siguiente metáfora: En uno de los países europeos, había un yehudí que llegó a ser ministro de finanzas dentro del gabinete del rey. A través de este puesto, alcanzó a tener una relación muy especial y cercana con el rey. De manera natural, esto generó envidia por parte de los demás ministros y éstos buscaron la manera de ponerle obstáculos en el camino para que desapareciera.

Todo el tiempo lo acusaban ante el rey, que no era leal y que únicamente por el dinero que ganaba estaba en su puesto, más no por amor a él.

El rey lo quería mucho y siempre lo defendía ante los demás, hasta que un día le dijeron los ministros que por qué no lo ponía a prueba para checar su lealtad ante él.

¿De qué manera lo voy a probar? Preguntó el rey. Pídale que haga una fiesta para usted, señalaron los ministros. El rey le pidió que preparara una fiesta y el yehudí con mucha alegría fue a prepararla, ya que lo tomaba como un honor más que le otorgaba el rey. La fiesta se preparó con mucha dedicación y por lo tanto, todos estuvieron contentos. Durante el evento, el rey llamó a los ministros que se quejaron y les dijo: “Ahora me doy cuenta que sus comentarios son falsos, veo que el yehudí es leal, miren que fiesta preparó para mí”.

No se apure en llegar a la conclusión, obsérvelo y verá que está muy triste, contestaron los ministros. Así es, ¿Por qué será?, Se preguntó el rey.

Es porque le duele el gasto que tuvo que realizar, cada alimento que el rey consume le duele más, le dijeron los ministros.

El rey no les creyó, pero ellos le dijeron que si quería probar ésto, que le pidiera al yehudí que preparara otra fiesta para él, pero ahora con un presupuesto del rey mismo, para que no le costara.

El rey se lo pidió y el yehudí la preparó. Cuando estuvieron en esta segunda fiesta, la cual no le costó nada al yehudí, los ministros del rey observaron que el yehudí estaba muy contento todo el tiempo.

El rey se enojó mucho, lo mandó llamar y le pidió que le explicara el por qué de su alegría, ahora que no le había costado la fiesta y su tristeza, en la fiesta anterior, donde él había pagado de su bolsa. El yehudí le pidió que no se enojara con él y le explicó lo siguiente: “Cuando Yo tenía que pagar la fiesta de mi dinero, estuve toda la fiesta triste y preocupado porque no estaba seguro si gasté lo suficiente para honrarlo correctamente, pero en esta fiesta, donde recibí un presupuesto del rey para hacerla, estoy tranquilo ya que utilicé todo lo que me asignó para honrarlo, por lo que más de ésto no podía hacer aunque quisiera”.

Así mismo decimos en el rezo: Si la boca y la lengua fuese nuestra, así como los labios y los ojos y todos los demás miembros, entonces no podríamos cantar, ni alabar, ni agradecer a D‘s de manera correcta, ya que los favores que nos hace son tales, que por más que hubiésemos dicho, no alcanzaría para agradecerle.

Pero ahora, que todos nuestros miembros son otorgados por ti D’s, podemos alabar y agradecerte, ya que a pesar de que éstos serán limitados y no alcanzarían a cubrir todo lo que hemos recibido de Ti, estámos tranquilos de que por lo menos hicimos todo lo posible de acuerdo al “presupuesto”, es decir, la capacidad que nos otorgaste.

Para poder gozar de esta tranquilidad, debemos hacer todo lo posible para alabar y agradecerle a D’s por todos los favores que constantemente hace con nosotros.

SHABAT SHALOM UMEVORAJ

Rab Moshe Walles.

Parashá Shavua: Beshalaj – (Al dejar salir). 15 de Shevat 5770 (30 de Enero de 2010).

Resumen de la Parashá

El relato de esta parashá comienza señalando que Hashem condujo a los israelitas, a su salida de Egipto, por un camino dentro del desierto hacia el mar Rojo, evitando así atravesar tierra de los filisteos, con ejércitos enemigos y la posibilidad de guerra, para que no se arrepintieran de su salida. El Todopoderoso los guiaba de día por medio de una columna de nubes y durante la noche, por una columna de fuego. En su partida de Egipto, Moshé llevó los restos de Iosef. El pueblo había acampado en Etam, en el extremo del desierto. Luego Hashem ordenó que regresaran y acamparan frente al Mar Rojo. Una vez que el pueblo de Israel salió de Egipto, el Faraón arrepentido de habérselo permitido, decidió perseguirlos armando un fuerte ejército. Cuando los israelitas vieron aproximarse al ejército egipcio, se aterrorizaron y se quejaron a Moshé, ante una posible muerte en medio del desierto. Pero Moshé le respondió que el Eterno los salvaría de los egipcios y que sería Él quien lucharía por ellos. Así fue que la columna de nubes se colocó detrás del pueblo y se transformó en un oscuro velo que oscureció a los egipcios.

Moshé extendió su mano sobre el mar y el Eterno envió un fuerte viento que dividió las aguas del mar y lo puso seco. Así los israelitas pudieron cruzar el mar. Los egipcios los siguieron dentro del mar junto con sus carros y caballos, y se atoraron en la arena húmeda las ruedas. Nuevamente Moshé extendió su mano y las aguas se cerraron, ahogando a los egipcios y sus animales.

El pueblo entonó una canción triunfante, alabando el poder del Todopoderoso por haber eliminado a los hostiles.

Durante tres días el pueblo transitó en el desierto sin encontrar agua. Ya con sed, comenzaron a murmurar contra Moshé y en Mará encontraron aguas amargas. El Eterno mostró un tronco que al ser echado en esas aguas, las endulzó. Así saciaron su sed y continuaron su marcha hacia Elim, donde había doce fuentes de agua y setenta palmeras. Allí acamparon.

El pueblo protestó ante Moshé y Aharón por la falta de comida, añorando lo vivido en Egipto. El Eterno dijo a Moshé que haría llover pan del cielo y que el pueblo lo debía recoger. Así a la noche hubo carne de codornices y a la mañana siguiente cayó el man (maná), el que tenía el sabor de la comida que cada uno quería degustar. El man caía todos los días, menos en Shabat, por lo que en el sexto día debían juntar porción doble. Así fue como comieron durante los cuarenta años de transitar hasta llegar a la tierra prometida.

Acamparon en Refidim y nuevamente, el pueblo reclamó a Moshé por la falta de agua. Hashem le ordenó a Moshé que tomara su vara y golpeara una roca del monte Jorev, y salió agua. Este lugar fue llamado Masá Merivá.

Y vinieron los amalecitas (la tribu de Amalec) y atacaron a los israelitas y combatieron en Refidim. Moshé pidió a Yehoshúa que eligiera los hombres más fuertes para luchar, y él, Moshé, junto a su hermano Aharón y a Jur, subieron a la cumbre de la colina. Cuando Moshé alzaba sus manos, Israel dominaba y cuando las bajaba, Amalec dominaba. Aharón y Jur sostenían alzadas las manos de Moshé, con gran firmeza. Así, el pueblo judío pudo vencer, derrotando a Amalec. Hashem ordenó a Moshé instruir a Yehoshúa, sobre la recordación de lo ocurrido. Por la traición que cometió Amalec al atacar al pueblo de Israel, su tribu debía ser destruida y su recuerdo borrado a través de las generaciones.