Parashá Behaalotejá (Cuando enciendas). 19 Sivan 5772 (9 de Junio de 2012).La conducta de los quejosos.

Los hebreos están ya en camino hacia la tierra Prometida, D-s  los conducía y los vigilaba: por orden del Señor se ponían en marcha, y he aquí  que en vez de estar contentos por haber salido de la esclavitud y de vivir una  vida de completa libertad sin problemas, los hebreos comienzan a añorar y ansiar  la esclavitud egipcia.

No es la primera vez, ya después del éxodo de Egipto, al ver  que los egipcios marchaban tras ellos, se olvidaron de todos los grandes  milagros que vieron con sus propios ojos, (el paso del mar rojo, etc.)

Todos los milagros son olvidados por los hebreos, y desde las  alturas espirituales a las cuales se elevaron descendieron a un profundo  pesimismo y descontento, y a pesar de haber ya probado el grano celestial (maná)  desearon la cebolla y el ajo.

Y así leemos en la Parashá:

Sucedió que el pueblo empezó a quejarse de su mala suerte a los  oídos del Eterno… (Bamidbar 11:1).

Cierto que no es fácil pasar por un desierto lleno de  escorpiones y serpientes, en medio de un calor agobiante, pero en vez de  reaccionar como personas maduras, viendo la meta ante ellos, reaccionaron con  palabras agresivas y quejas pesimistas, demostrando su fracaso.

Y si preguntas acaso ¿todo el pueblo se revelo o parte de  ellos? leemos en la Torá Oyó al Eterno y se encolerizó, ardió su fuego entre  ellos y devoró el extremo del campamento, y explica Rashi, sobre estas últimas  palabras, que los rebeldes se encontraban entre los más bajos de ellos esto es  la mezcla de gente, no hebreas (Erev- Rav) que salieron con los hebreos de  Egipto (11:1), pero su influencia cubría a todo el pueblo.

¿Y cual fue el final de este episodio?

Ardió su fuego entre ellos, y devoró en el extremo del  campamento, si no fuera por este pecado en tres días podían haber entrado a  Eretz Israel.

La primera crisis en el desierto terminó cuando el pueblo clamó  a Moshé, y este oró al Eterno y apagó el fuego.

Se apagó el fuego pero no se solucionó el problema ya que poco  tiempo después somos testigos de una segunda rebeldía de los hebreos hacia  D-s.

EL ANTOJO DE LA CARNE.

Y la chusma (que de Egipto venia en medio) del pueblo se dejó  llevar de su codicia vehemente, y también los hijos de Israel tornaron y  lloraron diciendo: ¿quién nos dará de comer carne?

Nos acordamos del pescado que en Egipto comíamos gratuitamente,  de los pepinos, las sandías, el puerro, las cebollas y los ajos.

Y ahora nuestra alma está seca, sin nada, solo hacia el maná se  dirige nuestra mirada (Bamidbar 11:4-6).

Al leer estos versículos tenemos la sensación que no concuerda  con la amarga realidad vivida por los hebreos en Egipto.

¿Acaso no trabajaron con arcilla y ladrillos he hicieron todas  las tareas del campo? ¿Dónde quedó la amargura por el trabajo duro, y las tareas  difíciles?

¿Se han olvidado de los niños que fueron arrojados despiadadamente  a las aguas del Nilo?

Y así escribe Rashi, citando al Sifri 5:

Nos acordamos del pescado, ¿es acaso posible que los egipcios  les proporcionasen pescado gratis? “Y ahora id, trabajad y no os dará paja”.

Paja no les daba gratuitamente ¡pescado acaso sí? Cual es el  significado entonces de la palabra gratuitamente, sin mandamientos. Y esto es  liberado el cumplimiento de los preceptos (Mitzvot).

EL PESCADO QUE COMÍAMOS  GRATUITAMENTE.

Los Rabinos tratan de descifrar lo oculto en la palabra  gratuitamente. El Ramban (Rabí Moshé ben Najman) explica: los pescadores  egipcios se servían de ellos para recoger los peces de las redes y les  entregaban parte del pescado como es costumbre de los que tienen las redes.

Los pepinos, los puerros, las cebollas y el ajo eran en Egipto  muy abundante, ya que este era país fértil cual vergel y al trabajar en las  huertas, y en el campo comían de las verduras (Shmot 1:11).

El Ramban describe la vida de la pobreza y sufrimiento de los  hebreos en Egipto: Además decretaron trabajos duros de ladrillos y arcilla, ya  que en un comienzo los comisarios proporcionaban los ladrillos y los siervos  construían los edificios más ahora convirtieron a todo el pueblo, a la  servidumbre obligándoles a proveer del material y fabricarlo con sus manos y  pies sin que le sea entregado del palacio real nada, salvo la paja para los  ladrillos.

Pero nos preguntamos solo por el hecho de haber recibido  pescado, pepinos, ajos y cebollas gratuitamente, hicieron todo este escándalo,  de la comida se recordaron pero del sufrimiento se olvidaron.

¿Cual fue la razón del descontento y pesimismo que reinaba en  el campamento de Israel, que los llevo a criticar, protestar y difamar ante la  más insignificante causa?

La respuesta está en las palabras de Sifri, citadas por Rashi:  gratuitamente sin los mandamientos.

Pero esta ley que constituye una auto-limitación en la vida del  individuo y de la comunidad en la relación entre vecinos, en la vida familiar,  en los días de reposo, en el comer y en el beber, en la vestimenta y la vida  sexual, para aquellos que están acostumbrados a la esclavitud – los oprime y  molesta.

Y esta es la causa y la razón de todas las quejas sobre el agua  y el pan, la carne y el pescado que en Egipto comían gratuitamente, allí comían  sin mandamientos, libres de la Torá y sus mitzvot.

Todavía no se daban cuenta que la Torá, con sus preceptos  endereza el espíritu y físico de los hebreos, y les formó una nación con un  propósito, crear una sociedad limpia, justa y humana para convertirse en un  Reinado de Sacerdotes y Pueblo Santo.

Parashá Behaalotejá (Cuando enciendas). 9 Sivan 5771 (11 de Junio de 2011)


Para comprender nuestra parasha debemos tener idea del significado de Behaaloteja. La traducción de “Behaaloteja” es aproximadamente “encenderás” o “iluminarás”, pero ¿qué significa realmente iluminar? Para entender nuestra pregunta debemos primero explicar nuestra parasha.
Comienza la parasha hablando de los korbanot (ofrendas) de cada uno de los líderes de las tribus del pueblo de Israel. Vemos que cada líder ofreció un korban por la inauguración del Mishkan, la única tribu que no ofreció ninguno fue la de Leví, con su líder Aaron Hakohen. Surge una preguntas ¿Por qué la tribu de Leví no ofreció ningún korban?, esta pregunta se apoya en lo que explica Rashi respecto a Behaaloteja: cuando Aaron vio que Hashem no pidió un korban de él también como líder de la tribu de Leví se deprimió, ya que el pensó que Hashem no lo había perdonado por el pecado del Jet Haeguel (el becerro de oro) entonces Hashem le dijo que no se preocupara que el tendría un honor mucho mayor acorde a su función de Kohen Gadol y líder de la tribu de Leví.
Hashem le ordeno a Aaron Hakohen encender la Menorah de oro, pero ¿no era preferible dar un korban para Hashem? ¿Por que Hashem le encomendó el encendido de la Menorah cuando las demás tribus estaban ofreciendo korbanot?
En realidad Hashem le dio el encendido de la Menorah porque le estaba dando también el sejut del encendido de la Menorah en januca, cuando los jashmonaim ganaron la guerra a los griegos, ellos eran Kohanim y por supuesto eran pertenecientes a la tribu de Leví.
El encendido de la Menorah tendría dos labores para la tribu de Leví, la primera el sejut de recibir el milagro de januka, el segundo el sejut de iluminar.
Cuando la mitzva del encendido de la Menorah fue dado a Aaron Hakohen, Hashem le dio la oportunidad de iluminar el mishkan, esto quiere decir cumplir la mitzva diaria de iluminar la Casa de Hashem, pero en realidad el mishkan no necesitaba luz, ya que la luz de la kedusha lo mantenía iluminado todo, luego ¿para que Hashem le dio la mitzva de “Behaaloteja” a Aaron Hakohen?
La respuesta es que Hashem le dio la mitzva de la iluminación, es decir que le dio la oportunidad de hacer una mitzva mas iluminando, pero ¿iluminando que? Iluminar el mundo y a cada judío hacia la teshuva y el camino de Hashem, de esto aprendemos que una mitzva no solo nos ayuda a nosotros en nuestro camino, si no también ayuda a nuestro prójimo a iluminar su camino.
Como todos sabemos, los judíos somos los kohanim del mundo, y así como la tribu de Leví fue escogida entre las demás tribus, también nosotros somos el pueblo escogido entre los demás pueblos, por consiguiente la mitzva de iluminar es una mitzva que fue dada a todo judío, el iluminar el mundo con la kedusha de las mitzvot, estas solo se pueden llegar a cumplir con verdadera intención cuando estudiamos Torah, ya que el estudio de la Torah lleva al cumplimiento de las mitzvot, y así poder encender e iluminar al mundo con la kedusha.
Por tanto, cuando Hashem le dio a Aaron la mitzva de Behaaloteja no solo le dio el encendido en si de la Menorah, si no también le dio el sejut de iluminar a cada judío en el camino de la Torah y el cumplimiento de mitzvot. El Midrash Sifri indica que cuando el pueblo veía la Menorah encendida sentían deseos de teshuva y apego con Hashem.
La mitzva de Behaaloteja le dio el sejut no solo a Aaron como kohen si no también a toda la tribu de Leví de iluminar el camino de cada judío para el apego con Hashem.

Lashon Hara

En la Torah vemos que Hahsem nos enseña las consecuencias del hablar mal del compañero aunque sea sin intención de hacerle mal.
La parasha nos habla del castigo de lepra a Miriam la hermana de Moshe, esta lepra le fue dada por haber hablado contra Moshe, aunque Miriam no lo hizo con la intención de hablar mal de su hermano, Hashem la castigó con lepra.
Miriam hablo con su hermano Aaron sobre la vida conyugal de Moshe, ellos se preguntaban por que Moshe se separo de su esposa, sabiendo que los patriarcas recibían también nebua (profecía) y ellos también.
En realidad lo que no entendieron en ese momento fue que la grandeza de Moshe en recibir profecía de Hashem fue mucho mayor a la de ellos y a la de los patriarcas, ya que los patriarcas recibían profecía por medio de sueños, lo mismo que Aaron y Miriam, pero Moshe mismo recibía profecía directa, hablaba con Hahsem directamente.
Cuando Hashem escucho las palabras de Miriam y Aaron los saco del mishkan y le dio a Miriam lepra. Cuando una persona tiene lepra es considerada una persona muerta ya que esta persona es privada de relacionarse con otras personas, así como habitar con ellas.
De aquí podemos aprender que lashon hara aunque sea sin intención esta mal ante los ojos de Hashem, y tanto el hablarla como el escucharla esta prohibido, esto lo podemos ver de Aaron Hakohen, ya que el pecado en si de él fue escuchar a su hermana Miriam, la Torah trae primero el nombre de Miriam para enseñarnos que ella fue la que hablo lashon hara y no Aaron.

Después Aaron pidió a Moshe que rezara por su hermana, Moshe rezo y Hashem le dio siete días de lepra a Miriam y tuvo que estar siete días fuera del campamento, la Torah enfatiza que Moshe pidió por su hermana, pero vemos que su suplica fue corta, siendo era su hermana no ¿debió alargar su tefila por ella? Rashi explica que Moshe no quería que el pueblo creyera que solo por las cosas que le interesaban él alargaba sus rezos pero que para el pueblo no, entonces por esto no alargo su rezo.
Todo el tiempo que Miriam estuvo afuera del campamento el campamento no se movió, esto quiere decir no marcharon si no hasta que Miriam volvió al campamento.
Esperemos prontamente poder encender e iluminar el camino de cada judío, ya que la mitzva que trae Behaaloteja nos fue dada a todos como kohanim de Hashem, y así podamos traer la gueula para todo el pueblo de Israel y prontamente ver el Bet hamikdash AMEN.

Bajur David Moshe Shallem Lichtenstein

ESTA PARASHA ESTA DEDICADA A LA REFUA SHELEMA DE SHIMON BEN SOL, DELICIA BAT MIRIAM, YOSEF BEN SHLOMO y JANA BAT ROSA

Parashá Behaalotejá (Cuando enciendas). 16 Sivan 5769 (29 de Mayo de 2010)

En esta sección de la Torá se terminan de distribuir todas las funciones relevantes para comenzar el viaje por el desierto, un desierto «inmenso y terrible» (Cf. Devarim 8.15), representa por lo tanto esta sección una especie de descripción final de todo el orden del campamento. Las preparaciones previas, las cuales fueron descritas en las secciones anteriores, terminan de recibir su imagen completa en órdenes especiales como la fabricación de trompetas y los procedimientos específicos de sus toques para anunciar el momento de la marcha o del estacionamiento (CF. Bemidvar 10.1-8).

El gran periplo comienza, este viaje, no como era lo esperado, se alargará por cuarenta años, estos años se trasformarán en una fragua que templará al pueblo de Israel y lo construirá para la experiencia futura dentro de la Tierra de Israel. Esta fragua puso de manifiesto y expuso las características más profundas del pueblo, para bien y para mal, tal como podemos ya percibir en nuestra parashá; la definición de una personalidad espiritual necesita de un proceso de acondicionamiento para poder internalizar ideas y conductas, esto es así cuando nos referimos a un solo individuo, cuanto más si consideramos que estamos frente a un pueblo en los albores de su formación nacional y moral.

En un hecho particular ocurrido antes de comenzar la marcha, podemos comprender en alguna medida la profunda responsabilidad del líder del pueblo, en especial cuando este liderazgo contiene elementos trascendentales; una breve conversación entre Moshé y su suegro nos enseña estos sentimientos de responsabilidad, cuando Yitró desea volver a su casa, Moshé le declara:

«Viajaremos nosotros al lugar que dijo Hashem, ese lugar lo daré a ustedes, ven con nosotros y te beneficiaremos…» (Cf. Ibíd. 29).

Sin embargo Yitró contestó negativamente. El hombre a quien la salida de Egipto y el cruce por el Mar de las Cañas conmovieron su espíritu, este hombre que estos acontecimientos le hicieron abandonar su hogar, su estatus y su propio sacerdocio en Midian, para peregrinar al desierto y permanecer bajo la sombra de su yerno – este hombre quiere ahora volver a su hogar:

«No iré sino a mi tierra, solamente a mi patria me dirigiré» (Ibíd. 30)

Pero Moshé no es una persona que suela ceder con facilidad:

«No nos dejes, pues tú conoces nuestra estadía en el desierto, y has sido para nosotros como ojos…» (Ibíd. 31)

De las palabras de Moshé se percibe que su suegro era un personalidad vital en el campamento, esta necesidad queda ampliamente de manifiesto cuando leemos la palabras de Misdrash a este versículo, traídas por Rashí: «cada asunto que desaparezca de nuestros ojos, tú iluminarás nuestros ojos»; es decir si algún tema no es percibido como algo trascendente, Yitró podrá hacerlo resaltar como algo digno de tomarse en cuenta.

Sin embargo, este estatus del suegro de Moshé es ciertamente paradojal, dentro del marco en que estos términos fueron descritos varios cuestionamientos nos surgen: ¿Puede una persona llegar a un nivel tan elevado como para ser los ojos del pueblo y de Moshé mismo? Más aun si nos remitimos al momento en cuestión, la Presencia de Hashem estaba sobre el Tabernáculo, y el líder del pueblo, Moshé, envuelto en la influencia de la profecía que lo conduce, ¿Acaso necesita de otros ojos?

Los ojos trascendentes de Yitró al parecer son relevantes, así nuestro maestro Rabí Yosef Jayim comprendió estas ideas en su libro «Ben Ish Jay». Yitró tenía una virtuosa cualidad muy especial, que era necesaria que esté presente frente a los ojos de todo Israel, en forma mucho más evidente en los momentos de la marcha. Esta cualidad, que los hombres del pueblo de aquella generación no poseían y que al parecer la fuerza de la profecía, con todos sus contenidos místicos, no podía emanar sobre el pueblo para que los ojos de ellos sean iluminados con esta cualidad; esta es la capacidad de poder enfrentarse a los extraños, que manifestó Yitro en el hecho mismo de peregrinar al desierto.

Por este motivo argumentó Moshé frente a él: nosotros te necesitamos, porque tú eres una ejemplo vivo capacidad para superar los obstáculos, y de la capacidad de enfrentarse con ellos, para el pueblo de Israel el periplo por el desierto es el único camino de vida; sin embrago, por el hecho que estamos sujetos a este peregrinaje por el desierto, causado por motivos que no siempre estuvieron bajo nuestro control, puede crear como consecuencia de las dificultades de esta marcha un a cierta amargura, o descontento general o incluso pensamientos de revolución, en otras palabras nuestras futuras dificultades son proclives a disuadir de la continuación del camino. Por esto, el ejemplo de la vida del suegro de Moshé tiene la fuerza de servir como modelo, él es quien mejor puede tener el rol de ser los ojos del pueblo; en palabras actuales diríamos que él es quien debe ser escogido, «lo han señalado», para extraer ánimos durante las horas difíciles que puedan venir. Porque él vino al desierto por su propia voluntad, dejó tras de si su importante posición social, y vino solamente por el profundo reconocimiento de la verdad, sin considerar los obstáculos y sin prestar atención a las dificultades.

Si esta fue la breve conversación de Moshé con su suegro y si fueron estos los conceptos tan trascendentes que le fueron comunicados, entonces cabe preguntar el motivo de su negativa; a pesar que su vida era un ejemplo y modelo por qué prefirió volver a un lugar donde el pasado le esperaba amenazador. La respuesta que encontramos en los comentaristas puede darnos tal vez una pista en la decisión de volver, Rashí trae cuando explica la respuesta de Yitró: «No iré sino a mi tierra, solamente a mi patria me dirigiré» que se refiere en esta respuesta doble a dos preocupaciones que tenía en mente, una eran sus propiedades que deseaba vender para poder luego regresar con Moshé y otra era su familia que quería también atraer a la fe de Israel y luego retornar. Este hombre, discípulo de la sabiduría, tenía una conciencia social intensa y sabía que el orden de lo material es una grave condición para la elevación de tipo espiritual, por este motivo la primera decisión de abandonar todo fue ahora reafirmada de manera total en tratar de volver y desvincularse por completo de su pasado material, y por otro lado la responsabilidad de tratar de acercar a otros a la verdad que él mismo había palpado era un oriente en su conducta.

En su comentario a la Torá, sobre nuestra sección declara Kelí Yakar que desde el punto de vista lingüístico, el verbo utilizado por Yitró: «No iré sino» expresa en hebreo solamente la idea de mover los pies de manera tal que la persona se traslada de un lugar a otro, pero puede ser que mientras se traslade hasta el segundo lugar de todas maneras todavía su pensamiento está unido al primer lugar del cual procede; en cambio el verbo «viajar» que utiliza Moshé cuando le pide a su suegro que los acompañe se refiere no solamente a un traslado de tipo físico sino también a un cambio en el pensamiento, a un querer identificarse con el lugar y las finalidades del viaje. Así encontramos que Hashem le dice a Abraham, nuestro patriarca, «»ándate de tu tierra» (Bereshit 12.1) porque aun estaba de alguna manera conectado a un pasado inmediato; mientras que después escuchamos que le dijo «yendo y viajando al sur» (Bereshit 12.9) porque en un principio fue pero después viajó al sur porque ya se había desconectado por completo de toda la casa paterna y había internalizado los conceptos trascendentales del sur.

La decisión de Yitró según como se desprende de los comentaristas en volver a su hogar, estaba conformada de una naturaleza dual, por un lado el simple hecho de ir no lo identificaba con el destino en tanto una cultura y una civilización diferente a la Torá que había estudiado, mientras por otro lado su intención real y profunda en volver a este lugar estaban basadas en los sentimientos de responsabilidad para con su familia, a quienes deseaba acercar: A pesar de la definición que Moshé mismo le había dado a su suegro al calificarlo como «ojos», estos sentimientos de responsabilidad pudieron más en su mente y decidió partir nuevamente para Midián.

Encontramos en el Tanaj un recuerdo de la familia de Yitró que al parecer puede enseñarnos que el cometido final de este hombre se cumplió, dice un versículo en el libro de los Jueces 1.16:

«Los hijos de Kini el suegro de Moshé subieron de la ciudad de los dátiles con los hijos de Yehudá».

Explica Rashí sobre el versículo: «La ciudad de los dátiles era Yerijó, que les fue dada a ellos una parte muy fructífera de Yerijó para que la consuman hasta que Israel construya en Templo… se la entregaron a los descendientes de Yitró por 440 años y los estudiosos que había entre ellos la dejaron (antes de la construcción del Templo) y fueron a reunirse con Otniel Ben Kenaz en el desierto de Yehudá que está en el sur para estudiar Torá».

Parashá Behaalotejá (Cuando enciendas). 21 Sivan 5769 (13 de Junio de 2009)

Primer comentario – Lámparas y Vidas

Y Di-s habló a Moshé, diciendo: …Cuando eleves las lámparas, las siete lámparas darán luz hacia el centro de la menorá… Y ésta es la obra de la menorá: era de oro repujado, desde su base hasta su flor era obra de repujado…

Números 8:1-4

En tres ocasiones diferentes Di-s instruyó a Moshé acerca de la confección y el encendido de la menorá (candelabro) en el Gran Templo:
En el capítulo 25 de Exodo se da una descripción detallada de la menorá como parte de las instrucciones de Di-s en cuanto a la construcción del Santuario. En Levítico 24, Di-s ordena a Moshé respecto de su encendido diario [1]. Finalmente, tenemos los arriba citados versículos de Números 8, que inician la sección de la Torá que lleva el nombre de Behaalotjá.

Los versículos de Behaalotjá especifican dos leyes de la menorá:
1) Que todas sus lámparas deben torcer hacia su tronco central («el centro de la menorá»), y 2) Que la menorá no sea hecha por partes que luego sean soldadas entre sí; más bien, todo el candelabro por entero -su base, su tronco central, sus seis brazos y formas decorativas (22 copas, 11 esferas y 9 flores), con una altura de diecisiete tefajím («puños», 136 cm.) y pesando un kikar completo (aprox. 70 kg.)- debía repujarse de un único y sólido bloque de oro.

Estas dos leyes ya fueron enunciadas en los pasajes anteriores que detallan la menorá. Su repetición aquí enfatiza su centralismo en la función y el significado de la menorá.

Origen y Objetivo

«El alma del hombre es una lámpara de Di-s»[2]. Como la lámpara, la función del alma es iluminar su entorno. El alma, «una parte de Di-s en lo Alto, tal cual»[3], es colocada dentro de un mundo y cuerpo materiales para que irradie su luz a los confines más oscuros de la realidad creada.

El candelabro en el Gran Templo tenía siete lámparas, correspondiéndose con los siete rasgos primarios del carácter humano. Algunas almas se destacan en la característica de jésed (amor, benevolencia), otras en el atributo de guevurá (auto-disciplina, temor a Di-s); otros ejemplifican tiferet (armonía, compasión), netzaj (ambición), hod (humildad, devoción), iesod (comunicatividad, conectividad) o maljut (realeza, receptividad). Juntos, formamos una menorá de siete brazos, irradiando siete cualidades de luz que llenan el Templo de Di-s y se derraman al mundo más allá de su muros[4].

Este es el significado más profundo de las dos leyes reiteradas en los versículos de Behaalotjá. La segunda ley enfatiza el origen singular de la diversa comunidad humana. Toda la menorá debe repujarse de un único trozo de oro, pues las siete clases de almas derivan de una fuente única. Todas son del mismo modo «una parte de Di-s en lo Alto, tal cual», en origen y en esencia una y la misma cosa.

La primera ley expresa el objetivo común del encendido de la menorá. Todas las lámparas se vuelven hacia «el centro de la menorá». Incluso después de haberse ramificado en siete lámparas distintas, incluso luego de arder con siete llamas diferentes, todas se dirigen hacia el mismo lugar. Todas anhelan la misma meta, a pesar de las diferencias en la naturaleza y orientación de su búsqueda.

Dos Visiones del Hombre

Dos grandes comentaristas bíblicos, Rashi (Rabí Shlomó Itzjaki, 1040-1105) y Najmánides (Rabí Moshé ben Najmán, 1194-1270), difieren en su caracterización de los versículos de Behaalotjá.
Rashi llama a estos versículos Parshat HaMenorá, es decir, «La Sección de la Menorá». Najmánides, por otra parte, ve su propósito primario como instrucciones en cuanto a cómo encender las lámparas. En otras palabras: según Rashi, la raison d-etre de estos versículos es reiterar la segunda ley, que la menorá ha de ser «obra de repujado», una ley que hace a la construcción y forma de la menorá misma. Según Najmánides, su principal propósito es comunicar la primera ley, que se relaciona con la manera en que las lámparas de la menorá deben encenderse.

La menorá describe la comunidad de almas como originándose como una entidad singular que luego se ramifica en siete lámparas que son diferentes pero no obstante apuntando todas a una meta común. Este cuadro general puede verse desde dos perspectivas: Uno puede poner el énfasis en el origen común, y ver el foco común de las siete lámparas como expresión de su singularidad intrínseca. O bien, puede enfatizar el hecho de que esta menorá singular ha producido siete lámparas que, incluso mientras se esfuerzan hacia su meta común, lo hacen cada cual a su propio modo, cada una con su propia personalidad única y distinta.

Esta es la significatividad subyacente en la diferencia entre Rashi y Najmánides. Rashi ve la vida como un ejercicio de unidad. La diversidad de la naturaleza humana no es sino una ilusión superficial; sólo precisas rasguñar apenas su superficie para descubrir que básicamente todos estamos haciendo la misma cosa. Este es el mensaje de la menorá: Tengo una base y tengo flores; tengo siete brazos; pero soy de una única pieza.
Najmánides, por su parte, ve importancia y valor intrínseco en la diversidad de la naturaleza humana. Nuestras diferencias no son simplemente medios para un fin común, sino un elemento central en el propósito de la vida. Sí, todos derivamos de un mismo lugar; sí, todos nos esforzamos hacia la misma meta; pero los diferentes caminos por los que transitamos este curso son lo que hacen la menorá de la vida, y son, por sí mismos, de perdurable valor iluminador.

Basado en Likutéi Sijot, Vol. XXVIII, págs. 60-67

Notas:
1. Los versículos de Levítico también aparecen, casi palabra por palabra, en Exodo 27 (vers. 20-21). Pero como explica Rashi en su comentario a Levítico 24:2, «Esta (es decir, los versículos de Levítico) es la sección acerca del mandamiento del encendido. La sección «Y ordenarás…» (los versículos de Exodo) se dijo sólo como [parte de las instrucciones con respecto a] la obra del Santuario, para explicar la función de la menorá».
2. Proverbios 20:27.
3. Tania, cap. 2, basado en Iyov 31:2.
4. Las ventanas del Santuario eran estrechas por dentro y anchas por fuera (I Reyes 6:4. Normalmente, las ventanas colocadas dentro de gruesos muros de piedra se construyen más amplias por dentro, para aumentar al máximo la cantidad de luz entrante desde afuera). Esto, explican nuestros Sabios, era para simbolizar que el Templo no requería de luz desde afuera, sino que era en sí mismo una fuente de luz para el mundo (Rashi sobre el versículo; Midrash Rabá, Levítico 31:6 y Números 15:1).

Segundo comentario – Aniversario número uno

Si Ud. es uno de esos veteranos de reuniones en las que se tratan temas «judíos» o si Ud. es consumidor de la prensa «judía», se habrá percatado que una de las mayores preocupaciones de estos medios suele ser (con raras excepciones) cualquier incidente que se pueda tildar de antisemitismo, llámese profanación de tumbas, declaraciones de un funcionario, la lenta o casi nula investigación de atentados en contra de instituciones judías o las negociaciones entre Israel y Palestinos en torno a la retirada de israelíes de terreno en conflicto.

Con el tiempo, los redactores y locutores de dichos medios, como así también la audiencia que los sigue, termina creyendo que es ese el tema «judío» que más debe llamarnos la atención. (Las comillas correspondientes a la palabra judío, se deben a que estamos hablando acá de medios pertenecientes a entidades judías o que se titulan judíos, pero que tienen poco o nada de enseñanza judía, la Torá, en su contenido). En pocas palabras, sostienen que el dilema principal de los judíos hoy, es el tema del antisemitismo.

Si Ud. quiere ser veraz consigo mismo, sepa que no es así. Los que lo afirman están equivocados en dos aspectos: En primer lugar, el antisemitismo no se neutraliza con la toma de conocimiento de él, ni con la guerra que le haga la prensa, ni con manifestaciones públicas, ni con juicios a antisemitas que cometan alguna tropelía en contra de establecimientos judíos. Los últimos 2.000 años de historia en el exilio nos deberían haber ya esclarecido al respecto.

En segundo lugar, las pérdidas que sufrimos a nivel cuantitativo como pueblo judío surgen a partir de la asimilación y no como causa del antisemitismo.
¿Qué es la asimilación? ¿Son los así llamados «casamientos mixtos»? Sin duda que no. Habitualmente, un judío, como cualquier otro ser humano, no contrae matrimonio con alguien, si no siente una afinidad con ella. Si esto es cierto en la mayoría de los casos, entonces el «casamiento mixto» no es la asimilación en si, sino el resultado de ella. Si bien esto no resuelve el problema, es bueno aclararlo, pues analizar consecuencias sin investigar las causas, es un ejercicio infructuoso y torpe. Frecuentemente, obran así aquellos que por una razón u otra, no desean examinar los orígenes de los problemas. También en este caso, abundan los estudiosos que escrutan las estadísticas de cuántos judíos se casan con personas de otras vertientes, sin estudiar la razón por la cual esto sucede. Esto ocurre, casi seguro, por temor a la respuesta evidente y a las conclusiones lógicas a las que prefieren no llegar para no alterar su comodidad.

Nuevamente, entonces: ¿qué es la asimilación? En hebreo suelen llamar a este fenómeno triste: «Hitbolelut» lo cual equivaldría al vocablo español «fusión», haciendo alusión a la pérdida de identidad divergente propia, frente a la del medio circundante. «Asimilar» significa mimetizarse o parecerse, y, en otra acepción, la adopción de ideas. ¿De qué ideas estaríamos hablando? En otras épocas, los judíos podían estar tentados a renegar de su pueblo para sumarse a la religión mayoritaria del país – aunque este fenómeno no fue corriente – para rehuir a las limitaciones económicas y dificultades de supervivencia que imponían los distintos regímenes antagónicos sobre los judíos. Hoy, los judíos no se fascinan con otras religiones, menos aun los judíos observantes. No obstante, existen riesgos aun más severos. No será posible combatirlos sin previamente reconocerlos como tales.

¿A qué me refiero? A que la postura hacia la vida que toma la sociedad que nos rodea se opone en su esencia a la Torá. Y esto no se refiere a una o varias Mitzvot, sino en la actitud hacia el objetivo de la vida en si. Mientras la Torá sostiene que un judío debe esforzarse contínuamente para cumplir con objetivos sagrados que lo trascienden, aun si esto le impidiera tener una vida tranquila, despreocupada, cómoda y «light», nuestro entorno anhela y valora, como bien máximo que se debe procurar, la posibilidad de tener «un mejor pasar».

Ahora bien. No crea por un momento que para la Torá sufrir sea una virtud. La Torá no elogia ni premia a aquel que se flagela con abstención más allá de las cosas que la misma Torá prohibió. Sin embargo, «estar bien» tampoco es una aspiración. En cambio, sí es digno el empeño en crecer espiritualmente aun si esto implica limitarse en lo material y en la holgura. Dado que gozar de este mundo dentro de lo permitido por la Torá está claramente autorizado, debemos ser muy precisos en la definición correcta de lo adecuado por un lado, y de lo contraproducente por el otro, si es que queremos adoptar el camino de vida apropiado.

Por ejemplo: una persona está plenamente justificada en tomarse vacaciones para descansar . Pregunta: ¿Cómo consideramos esta cuestión? ¿Son las vacaciones el objetivo del trabajo del año, o siquiera uno de sus propósitos, o es la preparación para poder trabajar mejor en la etapa que sigue en función de un bien superior? De la respuesta a esta pregunta, surge la siguiente: ¿Cuántas vacaciones, adónde, cuánto dinero invertir en ellas, qué hacer en su transcurso? Esto dependerá de la posición que uno adopta hacia la vida en general. Si el interés es gozar cuánto más, entonces en la medida que el bolsillo lo permita, se tomará muchos días de descanso, en un lugar exclusivo, ahorrará sus recursos para gastarlos en aquella oportunidad e intentará gozar a pleno de ellas. Si, en cambio, las vacaciones son meramente el momento para regenerar fuerza física y tranquilidad mental para cumplir con un objetivo más elevado, entonces se tratará de reposar de la manera más sobria posible y ser mesurado en el tiempo y demás recursos que se invierta en ella. Este concepto se puede y debe adaptar a todos los demás deleites con los que nos complacemos.

La modernidad nos intenta convencer (y habitualmente lo logra) que siempre existe algún placer más allá del que hemos saboreado hasta el momento y que merece el esfuerzo de alcanzarlo para «no perdernos nada». P.ej. se publicita «una nueva sensación en alfajores». Esa «nueva sensasión» crea en nosotros un placer que aún no hemos disfrutado plenamente de la vida y que nos falta algo para alcanzar plenamente en lo que realmente es bueno y apetitoso. Otras golosinas llevan nombres como «obsesión» y «egocéntrico». Estos nombres reflejan la disposición generalizada hacia los antojos humanos y dejan poco espacio para el autocontrol y para los sentimientos altruístas.

Los Sabios nos enseñaron que esa meta jamás se obtiene en el mundo material. «Un pequeño miembro hay en la persona: quien lo satisface (permanentemente) permanece voraz, (mientras que) quien lo hace pasar hambre, está (siempre) saciado» (Talmud Sucá 52:). Es muy posible que esta actitud sea la responsable de los trastornos en la alimentación tal como la gula, la manía en creer que se debe intentar lograr indiscriminadamente todos los deseos y apetencias que se presenten a todo costo, aun si esto tuviera secuelas adversas como en el caso de la droga, o si generara violencia, como el caso en que se interponen barreras en el camino para conseguir satisfacer los caprichos y pasiones.

En Parshat «Beha-alotjá» leemos que el pueblo de Israel «Hit-avú ta-avá», es decir que «desearon el deseo». Si bien no les faltaba alimentación, pues el Maná del cielo que caía en el desierto nunca faltaba y cubría todas sus necesidades nutricionales, no presentaba el hechizo seductor «de lo que todavía me falta». D»s les proveyó con una cantidad inagotable de aves para comer. El resultado fue la muerte «cuando la carne estaba aún entre sus dientes». ¿Qué les causó la ruina? Aquella ilusión que nada alcanza. Al lugar lo llamaron: «Kivrot HaTa-avá» – la tumba del deseo. No solamente la gente pereció. Quedó muy vívido y claro para los sobrevivientes adónde conduce el desenfreno.

Los Sabios nos hacen saber, asimismo, que todo lo que se goza y se usufructúa se paga tarde o temprano. La Mishná en Pirkéi Avot (3:20) lo expresa de la siguiente manera: Él (Rabí Akiva) decía: «Todo (lo que la persona utiliza) se le entrega en caución, y la red se extiende sobre todos los seres vivientes. La tienda está abierta, y el vendedor da crédito. El anotador está abierto, y la mano en él escribe. Quien quiere pedir fiado, que venga y se le dará. Los cobradores hacen sus giras diariamente, y cobran de sus clientes tanto si éstos se percatan, o no. Tienen en qué respaldarse, el juicio es correcto y todo está preparado para el banquete». Con estas palabras, Rabí Akiva nos brindó una muy clara visión de que D»s no nos priva de nada. Tenemos acceso a gozar de este mundo, pues Quien creó todo, no lo hizo para que nos sintamos mortificados por nuestra abstinencia. Pero una cosa es inevitable: ¡no es gratis! Dependiendo de las intenciones y de la utilidad que se le dé a las cosas, será el precio que se deba pagar al final. (La propia ley nos ordena «mimarnos» con comida rica de modo mesurado en honor a Shabbat – Shuljan Aruj Oraj Jaím 250:2). Es más. Los Sabios nos explican en el tratado Julín 109., que todos los sabores prohibidos en la Torá se encuentran, igualmente, dentro de lo permitido. De un factor, sin embargo, carecen aquellos mismos sabores en su versión permitida: «El gustito a lo prohibido», o, como lo expresa el rey Shlomó: «Mayim guenuvim imtaku» – aguas robadas son más dulces (el agua, lo que más abunda, por el mero hecho de ser «robada», será más dulce…) El efecto de la ilusión es preponderante en el deseo de adquirir aquello que creemos que por alguna razón está más allá de nuestro alcance normal.

¿Y qué tenía que ver todo esto con la asimilación? No por nada denominan los Sabios al no creyente «apikoros» que muchos relacionan con el estilo de vida epicúreo, en el cual el objetivo de la vida es el mero placer.

Muchos desean creer que la asimilación es un problema del mundo secular, que en realidad es el de mayor riesgo a asimilarse al entorno, pues en la sociedad observante no se registran matrimonios mixtos en el grado que ocurre fuera de sus comunidades. Si profundizaran en el tema, se darían cuenta que todos aquellos que pertenecen hoy al mundo secular son nietos o bisnietos de abuelos que sí fueron medianamente practicantes del judaísmo. Obviamente, algo ocurrió para que en las últimas tres o cuatro generaciones algunos de ellos fuesen descarrilándose. El hecho que el bisabuelo no vea las consecuencias de lo que le ocurre a su bisnieto, no atenúa la gravedad y la aflicción que sentiría si presenciara el alejamiento de su descendencia. Grave sería que nosotros repitiéramos lo sucedido escondiendo nuestras cabezas en la tierra como avestruces.

Si sinceramente deseamos luchar en contra de la asimilación, es imprescindible comenzar por «tomar el toro por las astas» y controlar el consumo que practicamos desenfrenadamente (salvo el límite del bolsillo). Si decidimos ser los dueños del equilibrio de nuestro consumo encontrándole el significado de eternidad a la vida, los próximos pasos serán algo más fáciles.

Daniel Oppenheimer

Tercer comentario – Escapemos del honor como del fuego!!

«Mas el hombre, Moshe, es muy humilde, mas que todo hombre que haya sobre la faz de la Tierra» (Bamidbar/Numeros 12:3)

«Se muy, muy humilde» (Avot, Cap.4)

En que se diferencia la virtud de la humildad de las demas virtudes para motivar la advertencia de los sabios de la Mishna sobre que se debe ser «muy pero muy humilde»? se pregunta el Jafetz Jaim.

Hay por cierto en el orgullo y en la busqueda de honores algo que no existe en el resto de las cualidades humanas. Como es sabido, no hay en este mundo posibilidad alguna de evaluar el valor de una mitzva; todo el espacio del universo no alcanza para pagar por una buena accion. Si un judio es forzado a transgredir uno de los preceptos negativos (No haras…), es preferible que desprecie y renuncie a todos sus bienes materiales antes que pecar.

Paralelamente, jamas ha visto ojo humano cuan grande es el pago por el cumplimiento de una mitzva positiva. Por ello, dice el Ramban, no esta definido en la Tora el pago de las mitzvot positivas. Ademas, las formas de pago en este mundo son fisicas pues el mundo es fisico y por lo tanto no es concebible premiar por mitzvot que son entes puramente espirituales. Todo el bien que se nos proporciona desde el cielo (salud, sustento, etc.), no son mas que bondades Divinas para facilitarnos el cumplimiento de la Tora.

Existe tan solo una cosa que puede constituir en este mundo un pago por el cumplimiento de las mitzvot y es… el honor! pues aun siendo algo aparente, el honor es un ente espiritual.

Muchisimas personas son capaces de entregar grandes sumas de dinero u otros bienes materiales solo para disfrutar del honor (de aparente valor) y por la mera satisfaccion espiritual que este les proporciona. Las loas y los elogios que el hombre recibe del publico en virtud de su riqueza o de alguna gran accion o de su inteligencia, constituyen una especie de pago espiritual, aunque fisico y palpable. Para no caer en esta trampa y que no se nos descuente esto de nuestros meritos, es que nos advierte el Tana (Sabio de la Mishna), que nos cuidemos y libremos en todo lo posible del orgullo y de la soberbia, porque «el honor, que es algo espiritual, podria ser un premio por las mitzvot, que son acciones puramente espirituales». Y si somos pagados en este mundo (con loas y elogios), llegaremos al Mundo Celestial pobres y despojados. Y nada nos sera entregado alla por nuestro arduo y esforzado trabajo. Por eso fue dicho: «Se muy, muy humilde», escapa del honor como quien escapa del fuego, no sea que te trague y quedes desposeído de meritos en el Mundo Venidero!

http://www.tora.org.ar

Parashá Behaalotejá (Cuando enciendas). 21 Sivan 5769 (13 de Junio de 2009)

El Eterno dijo a Moshé que le confiera a Aharón la tarea de situar las luces del candelabro (Menorá), de manera que alumbraran hacia delante.

Ordenó Hashem que los levitas se prepararan para su servicio en el Mishkán, debiendo Moshé purificarlos mediante rocío de agua pura sobre ellos, pasando navaja sobre todo su cuerpo y lavando sus ropas. También debían presentar sacrificios.

Moshé debía acercar a los levitas frente al Tabernáculo, y también reunir a la congregación de los Hijos de Israel, para luego Aharón presentarlos ante el Pueblo. Así, serían los representantes de los Bnei Israel ante el Eterno, y Aharón los debía consagrar ante Hashem. Únicamente servirían los levitas de edad de treinta a cincuenta años, mientras que los de veinticinco a treinta años, debían prepararse para sus futuras tareas en el servicio religioso.

El día 14 de Nisán del siguiente año luego de la salida de Egipto, se celebró el primer Pésaj. Hubo quienes no pudieron observarlo en esa fecha por estar impuros, y por ello solicitaron se les permitiera participar de las ofrendas pascuales. Y Moshé consultó al Eterno, Quien respondió que al siguiente mes. o sea, el día 14 de Iyar (Pésaj Shení), aquellos impuros o quienes hubieran estado lejos del Tabernáculo, debían presentar el Korbán de Pésaj y comer pan ázimo (matzá) y hierbas amargas.

Cuando se inauguró el Mishkán, la nube divina de día cubría el lugar y de noche tenía apariencia de fuego. Esta nube era una señal para que la congregación continuara su viaje. Cuando la nube se alzaba, los Bnei Israel partían y en el lugar donde se detenía, acampaban.

Hashem ordenó a Moshé hacer dos trompetas de plata, para poder anunciar con ellas el comienzo de la marcha, como para convocar al pueblo frente al Santuario, o para avisar cuando fueran a la guerra, o proclamar días de gran alegría, festividades, el nuevo mes (Rosh Jodesh).

Comenzó el Pueblo su trayectoria a través del desierto, bajo la guía de la nube divina, siendo su primer parada en el desierto de Parán, lugar donde la nube se posó.

Moshé pidió a su suegro, Itró, que se sumara acompañándolos en esta travesía, pero éste decidió volver a Midián.

En tanto, durante la travesía el pueblo comenzó a quejarse por el liderazgo de Moshé. La ira del Eterno no se hizo esperar, y produjo un incendio en el campamento haciendo estragos hasta que Moshé oró al Todopoderoso y el fuego se extinguió. Un grupo de no hebreos que vinieron desde el éxodo de Egipto, se quejó nuevamente, por la falta de carne para comer. También reclamaron pues no tenían pescado ni frutas ni verduras, como en Egipto. El pueblo sólo recibía el maná.

Moshé sintió sobre sí la carga de dirigir al Pueblo, lo que era muy grande para él solo. El Todopoderoso le indicó reunir a setenta ancianos del Pueblo de Israel para que le ayudaran en la conducción de la Congregación. Sobre esos ancianos se posó el espíritu profético.

El Eterno envió entonces, grandes cantidades de aves (codornices) que cayeron sobre el campamento, y así la gente las recogió y muchos de ellos ávidos por comerlas, murieron ante la ira de Hashem.

Por último, en esta parashá, Miriam y Aharón hablaron contra Moisés, y ella fue castigada con lepra, que al transcurrir una semana se curó totalmente.