behar«…en el Monte Sinai….»(Vayikrá 25:1)

Una conversación imaginaria:

– «Inventemos esta religión en la que decimos a la gente que cada siete años tienen que abandonar las herramientas, dejar de plantar y cosechar, y que milagrosamente van a recibir una cosecha abundante en el sexto año, el año siguiente y el año después de ese cuando, por supuesto, no va a haber nada para cosechar ya que nada habrá crecido en el año séptimo…».

-«¿Estás loco, cómo puedes predecir el futuro?¡Tu religión va a fracasar en el primero de los siete años cuando todos comiencen a estar hambrientos, cuando no haya nada que cosechar ni que comer!»

La Parashá de esta semana se inicia con las palabras»Y Hashem habló con Moshé en el Monte Sinai…».

¿Por qué la Torá se toma el trabajo de especificar quefue precisamente en el Monte Sinai que Hashem le explicó a Moshé la Mitzvá de Shemitá?¿Acaso en elSinai Moshé no recibió todas las otras Mitzvot?

El motivo por el cual la Torá conecta el Monte Sinai con la Mitzvá de Shemitá es para que entendamos que, asi como la Shemitá proporciona una prueba verificable de la veracidad de la Torá (pues seria imposible inventar una religión que tuviera un precepto semejante), del mismo modo, el resto de laTorá, que fue transmitido en el Sinai, es igualmente auténtico, tanto en lo general como en lo particular.

(Rashi y Jatam Sofer Rabí Yehudá ha Levi – Kuzari)

«…en el Monte Sinai…» (Vayikrá 25:1)

Toda la enseñanza de la Shemitá es que «la naturaleza» es una ilusión.Hashem dirige el mundo y asi como Él hace que no haya pérdida por no trabajar en Shabat, asi también él asegura que nada va a ser perdido por cesar de trabajar la tierra todo un año.Esto es para enseñarnos a no convertirnos en esclavos de la «naturaleza», porque este mundo no es más que un corredor al verdadero mundo de la espiritualidad.Pero el hombre no puede desasociarse a sí mismo del marco del mundo en el cual existe; la Torá claramente le ordena sembrar y cosechar por seis años, así como tiene que trabajar seis días por semana.Pero a través de contar los días de trabajo en relación al Shabat y los seis años de cultivo en relación al año de Shemitá, podemos conectar lo mundano y la rutina con lo sagrado y lo especial.

«La tierra observará un Shabat para Hashem…» (Vayikrá 25:2)

Cuando el pueblo judío estuvo esclavizado en Egipto, Moshé fue a ver al Faraón y lo convenció de que debía aliviar el yugo de los israelitas.Le explicó que cuando los esclavos trabajan sin descanso, al final terminan muriéndose.Y asi fue como, simulando que aconsejaba al Faraón como aumentar la producción, le sugirió que le concediera al pueblo judío un día libre a la semana.El Faraón aceptó su consejo, y le dio permiso a Moshé para que escogiera el día.Cuando, más adelante, Hashem dio el precepto de que el Shabat debería ser un día de descanso, Moshé sintió gran alegría de haber anticipado cuál sería el día en el que el pueblo descansaría.

En otras palabras, en Egipto, el pueblo judío ya contaba con el Shabat, pero únicamente como un respiro del trabajo agotador, y no como un precepto.Pero cuando Hashem les mandó el precepto del Shabat: «Observarán mis Shabatot», Israel descansa en Shabat, no porque necesite de un descanso, sino, única y exclusivamente, porque esa es la voluntad de Hashem.

En la parashá de esta semana hallamos un concepto parecido: «…La tierra observará un Shabat para Hashem».En el séptimo año, cuando dejamos que los campos de Eretz Israel permanezcan inactivos, no es para darles un descanso, para mejorar su rendimiento o para que los procesos ecológicos los renueven.Los dejamos inactivos únicamente porque eso fue lo que nos ordenó Hashem.

(Kedushat Levi)

«.. en el Monte Sinai…» (Vayikrá 25:1)

La Mitzvá de la Shemitá le ordena al Pueblo judío que deje de trabajar sus campos cada séptimo año, con la promesa de que, milagrosamente, Hashem les proporcionará todas sus necesidades.

Sin embargo, el milagro de la Shemitá variaba de acuerdo con su nivel de bitajón (confianza en Hashem).

Cuando el pueblo judío tenía un nivel alto de bitajón, la cantidad de alimentos que se cosechaban en el sexto año no variaba de un año a otro; no obstante, alcanzaba para proveer nutrición durante tres años, en vez de uno.

Pero cuando el nivel de confianza en Hashem era bajo, los campos daban, en términos reales, tres veces la cantidad que se cosechaba en un año común.

En el primer caso, se producía un milagro oculto; en el segundo, un milagro descubierto. ¿Por qué el nivel más bajo invocaba un milagro aparentemente más grande, más abierto?El milagro descubierto siempre es el «segundo mejor» en el plan de Hashem.El Hombre es la criatura que está designada en forma especifica para tener libertad de elección.Los milagros abiertos son tan compulsivos que limitan la libertad de elección del Hombre.

No obstante, Hashem responde hasta al nivel más bajo de confianza en Él y proporciona la pirotecnia de un milagro abierto, si eso es lo que hace falta para hacer que el pueblo se sienta seguro.

Una vez, Rabí Jaim de Volozhin le preguntó al Gaón de Vilna qué es lo que quiere decir el Talmud cuando dice que uno de los atributos de Hashem es «estar satisfecho con Su parte».El Gaón de Vilna le respondió que la parte de Hashem es el pueblo judío.El querría que estuviésemos en un nivel más elevado, pero no obstante está satisfecho con nosotros, cualquiera sea el nivel en que nos encontremos.

«Y Hashem le habló a Moshé en el Monte Sinai, diciendo…» (Vayikrá 25:1)

Hashem le dijo a Moshé todas las Mitzvot en el Monte Sinai.Entonces ¿por qué la Torá registra en forma específica que la Mitzvá de Shemitá le fue transmitida a Moshé «en el Monte Sinai»?¿Acaso todas las otras Mitzvot no le fueron también transmitidas a Moshé en el Monte Sinai?

Uno de los efectos de la Mitzvá de Shemitá es implantar en el corazón de pueblo judío la idea de que Hashem, a pesar de toda Su Trascendencia, igualmente supervisa hasta el más mínimo detalle de este mundo.

La Shemitá nos enseña que Hashem nos proporciona todo lo que necesitamos a pesar de al parecer no somos más que un punto minúsculo en el espacio intergaláctico.En Sus ojos, todos esos billones de años luz no son más que un parpadear de ojos.

No está «por debajo de Su dignidad», por decirlo de alguna manera, el interesarse por este plano físico nuestro.Pues «en el lugar de la grandeza de Hashem, allí está Su humildad».

Hashem eligió, como el sitial para Su revelación, no al Monte Everest, la montaña más alta del mundo, sino al humilde, bajo Sinai.Fue en el Sinai que Él quiso revelarnos Su Torá. Pues a pesar de toda la inefable Majestad y Trascendencia de Hashem, la humildad de espiritu Le son muy preciadas.

Y precisamente ahí está la conexión entre la Shemitá y el Sinai: asi como la Shemitá pone de manifiesto que Hashem se ocupa hasta de este mundo tan bajo, asi también Él nos reveló la Presencia Divina en el Sinai, la más baja de las montañas.

«Y haréis Mis jukim, y Mis mishpatim, las observareis» (Vayikrá 25:18)

Todo el mundo sabe que los judíos no comen cerdo.¿Por qué?

La historia se remonta a hace tres mil años, cuando larefrigeración no había alcanzado aún gran nivel de sofisticación, y la contracción de triquinosis por comer cerdo era una amenazadora realidad.

Pero ahora, que todos contamos con heladeras queproducen cubitos de hielo a montones, y se puede congelar una chuleta uno y hasta dos años, uno no tiene por qué negarse uno de los deleites gastronómicos más finos de la «haute cuisine».Ese es el cuento que te cuentan…

Pero la verdad del asunto es que el cerdo, al igual que el shatnez (la mezcla de lana y lino en la ropa) es un jok, una ley que está más allá del entendimiento humano.

Las leyes que prohíben la conducta antisocial en la Torá se llaman mishpatim.Toda persona razonable entiende que está prohibido robar o asesinar.Ninguna sociedad civilizada permite semejantes actos.

Sin embargo, para el judío el asesinato esta prohibido debido a que la Torá dice que está prohibido.Matar auna persona y llevar puesta una prenda que contiene shatnez son dos actos que comparten una misma esencia: ambos fueron prohibidos por el Creador.

Hashem le permitió a nuestra lógica comprender por qué está prohibido matar.Pero no hizo lo mismo con la prohibición de comer cerdo.

En el versículo antedicho, la Torá habla de «hacer» los jukim (los preceptos supralógicos), mientras que alreferirse a los mishpatim (leyes aparentemente lógicas) habla de «observar».

¿Qué diferencia hay entre «hacer» y «observar»?La esencia misma del jok reside en hacerla.El desafiódel jok es decirse a sí mismo: «El mundo no se limita a lo que yo entiendo de él.Y porque no pueda entender algo no significa que no sea cierto».Por eso, la esencia misma del jok es hacerla.Ese es el desafió.

Pero cuando se trata de los mishpatim, nos enfrentamos a un desafió diferente.Es obvio que está prohibido robar y matar.¿Cuál es la prueba?

Hace muchos años, ocurrió una tragedia desgarradora.Habia una mujer que sufría una terrible enfermedad incapacitada.Día tras día, su marido la veía sufrir.Un día, fuera de si de tanta angustia, le dio una sobredosis de barbitúricos.

El desafió de los mishpatim es observarlos.No excusar el asesinato, llamándolo «muerte piadosa» o «eutanasia». Aquel Cuya piedad es eterna decreta queno debemos matar. ¿Cómo vamos a ser nosotros más piadosos que Di-s, Cuyo Nombre es»El Compasivo»?.El desafío de los preceptos «lógicos» consiste en no manipularlos indebidamente, no pervertirlos según nuestros propios conceptos de bien y mal.

Incluso cuando el corazón se quiebra de dolor, cuando nuestros seres más queridos se enferman ymueren, a veces con enorme sufrimiento, el desafío de los mishpatim es saber que nuestra mente no puede ni podrá entender nunca la lógica más esencial de hastaaquello que nos parece lógico a nosotros.

(Rabí Isajar Frand)

«Cuando vengáis a la tierra que os estoy dando, la tierra observará un descanso de Shabat para Hashem» (Vayikrá 25:2)

Al mirar el membrete de algunos estudios jurídicos, uno podría pensar que está leyendo la guía de teléfonos de Nueva York.Parecería que todo el mundo es un socio menor.

En cierto modo, nosotros también queremos ser socios menores.Los socios menores de Hashem.Pensamos: «Está bien, Di-s, Tú diriges el mundo.Tú eres el Jefe.Yo solamente quiero ser socio menor en mi zona, para poder hacer lo que me plazca.Necesito tener mipropio espacio».

¿Cómo vas a tener tu propio espacio cuando «SuHonor colma la tierra»?¿Cómo vas a ser el socio menor de Aquél para el que no hay un «dos»?El judío está de servicio las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, desde la cuna hasta la tumba.

Nosotros somos el Pueblo que Di-s eligió para que Lo sirviera.Pero esto tal vez suene un poco prohibitivo.¿Acaso no soy más que una cifra?¿Un autómata sin mente que obedece instrucciones?¿Dónde está mi espacio?¿Dónde está mi individualidad?

En realidad, Hashem sí nos deja ser los socios menores.Pero no entramos en sociedad para poder «hacernos una escapadita» para ir a jugar al tenis a la tarde.No.Esta es una sociedad en la mismísima creación del tiempo.

Cuando Hashem creó el mundo, lo creó con dos clases de santidad, que están expresadas en el Shabat, por un lado, y en las Fiestas, por el otro.

La santidad del Shabat es fija e inmutable.Cada siete días entramos a un mundo llamado «Shabat».No precisa de intervención de nuestra parte.El Shabat fluye desde los mundos superiores sin nuestra asistencia, y por encima de nuestro control.

Las fiestas de Pésaj, Shavuot y Sucot son otro tema.Hashem le permite al Hombre, en tanto que Beit Din, que establezca el día en que comienza el mes, y, por ende, las fechas exactas de las fiestas.

Con respecto a la Shemitá (el año sabático para la tierra), la Torá afirma: «La tierra observará un Shabat para Hashem».Exactamente la misma expresión que se emplea en la creación del Shabat.»Un Shabat para Hashem».

Asi como hay dos tipos de santidad en los días y en los meses, el Shabat y las fiestas, también hay dos tipos desantidad en los años.El séptimo año es como unShabat de la tierra.Su santidad es «fija», como la del Shabat.La santidad de yovel (el año de jubileo) escomo la santidad de las fiestas.Su santidad representa la relación de Di-s con el Hombre.»Porque es un yovel; santo será para vosotros».

Si no se toca el Shofar al comienzo del año de yovel, entonces el año no es yovel.Si no se libera a los esclavos, ese año no es yovel.Si no se devuelven los campos a sus dueños originales, ese año no posee el status de yovel y está permitido cosechar y sembrar, como en cualquier otro año.

El año de Shemitá es diferente.Su santidad es fija, independiente del Hombre.Aunque no se hayan contado los años, aunque el Beit Din no hay santificado el año como un año de Shemitá, y no haya habido cese de cosecha y de siembra, el año de cualquier forma es de Shemitá.

Es por eso que la Shemitá es llamada «un Shabat paraHashem».La Semita, igual que el Shabat, no permite «socios menores».

(Torat Cohanim, Rosh Hashaná 9, Rambán Hiljot Shemitá y Yovel. cap. 26, Meshej Jojma en Iturei Torá)

Shabat Shalom.

http://www.mesilot.org/

Parashá Behar – (En el Monte). 10 Iyar 5771 – 14 Mayo 2011

Nuestra parasha tiene el nombre de “Behar” que significa en la Montana. Este nombre nos lleva a preguntar: ¿el versículo donde surge el nombre Behar dice “Behar Sinai”, que significa en el monte Sinai, ahora bien la parasha debería tener el nombre de Behar Sinai o Sinai, pero que sentido tiene llamarla Behar cuando no especifica en que monte?

La pregunta es más fuerte aún cuando analizamos el significado espiritual del Monte Sinaí: nuestros sabios enseñan que el Monte Sinaí fue elegido para entregar sobre él la Torah porque era el más bajo de todos los montes. La combinación de palabras “Monte” y “Sinaí” contiene las ideas de elevación “Monte” y auto anulación “Sinaí” (la palabra Sinaí está relacionada en su fuente con la palabra sné – la zarza – que es el árbol más bajo del mundo) Es decir, el significado de la combinación de las palabras “Monte Sinaí” es que se requiere de la persona que tenga fortaleza y elevación y, a su vez, ser humilde e insignificante ante sus propios ojos. Siendo así, ¿cómo dejamos del nombre de la parashá la mitad del concepto? La parashá se llama Behar (en el monte) indicando la idea de elevación y deja a fuera la palabra “Sinaí” que simboliza la humildad.

Para entender esta pregunta debemos comprender el significado de la humildad, la cual llega por el reconocimiento de Hashem, esto se debe a que el hombre mismo es limitado y cuando experimenta la presencia de Hashem se siente insignificante ya que la grandeza de Hashem no tiene límites, esto hace que el tenga un nivel de “pequeñez” por así decirlo que ayuda a su vez a elevarlo en sabiduría, ya que la clave de la sabiduría se encuentra en la humildad con la que se estudia.

Ahora bien cuando llega a este modo de “pequeñez” la persona automáticamente empieza a percibir la superioridad divina y eso hace que se pueda conectar mas con el creador, lo cual ayuda no solo a ver una existencia mas elevada que el hombre mismo si no también a ver la nuestra y a valorarla.

Este concepto también encuentra su expresión en la halajá (la ley judía) en la diferencia entre un enviado “shalíaj” y un sirviente: “el enviado de una persona es como la persona misma”. Sin embargo, esto se aplica sólo en lo referente a la misión específica confiada en el enviado, no a otros asuntos; por el contrario, un sirviente no tiene existencia propia en absoluto. La existencia del sirviente es la de su amo, por lo cual aquello que adquiere un sirviente, lo adquiere automáticamente su amo.

Este es al significado espiritual de nuestra parasha Behar; la elevación que surge a partir de la anulación personal para así tener un apego con Hashem, es tanto el apego que una persona no puede sentir su anulación, al contrario siente un nivel de elevación hacia el Creador.

Al comienzo del servicio Divino del judío se exige de él el paso de la elevación (“Monte”), sólo después llega el sentimiento de que toda su existencia es Di-s, por lo que no es necesaria una acción de auto anulación, sino que esta ocurre automáticamente.

El Numero y La Shemita

Nuestra parasha nos habla sobre las leyes del año de shemita (séptimo año, descanso para la tierra o año sabático) y también podemos ver sobre las leyes de yovel (año de jubileo)

Como todos sabemos, de todos los años el séptimo es el más preciado por Hashem, como esta escrito “y el séptimo año descansaran las tierras y estarán sin cultivar”. Ahora bien de todos los ciclos del séptimo año el séptimo es el más distinguido, como esta escrito “y santificaras el quincuagésimo año” (año de yovel)

El zohar explica que el número 7 es el número preferido de Hashem, esto lo podemos saber con varios ejemplos:

Hashem creo 7 cielos, 7 tierras, de todos los edificadores del pueblo judío el 7 fue el mas importante (Abraham, Itzjak, Yaakob, Levi, Quetta, Agram, MOSHE), de los 7 hijos de Iasi el séptimo fue el gran rey de Israel (David Hamelej), el séptimo mes es tishrei, el mes mas importante para el pueblo judío, en el están el día de la creación y el día que se nos juzga, el séptimo día de la semana es shabat.

El hecho de cuidar las leyes de shemita era demostrar la emuna en Hashem, ya que nosotros dejábamos el trabajo de la tierra por mandato del Creador y esto hacia que santificáramos el nombre de Hashem.

Una persona que no cumplia shemita Hashem lo castigaba mida kenegued mida (medida por medida) esto quiere decir que esta persona se empobrecía y era obligado a vender sus tierras, si no hacia teshuva tenia que vender su casa, si seguía sin hacer teshuva llegaba al punto de ser vendido como esclavo a otro judío y en el peor de los casos a un no judío.

En si la shemita significa el descansar la tierra pero, en realidad estamos cultivando, ¿como es esto?

Cuando cumplimos las leyes de la shemita y el yovel estamos cultivando mitzvot, ya que estamos cumpliendo los mandatos de Hashem y estamos demostrando que nos podemos despegar de la materialidad e la tierra y que estamos dependiendo de nuestra emuna en Hashem.

Cuando estudiamos las leyes de la shemita y cumplimos las leyes de la shemita y del yovel y también con nuestro estudio diario de Torah, como bien se dijo anteriormente estamos cultivando mitzvot y el resultado será recoger kedusha y así poder llegar a un apego absoluto con Hashem, así estaremos cumpliendo el propósito de la creación que no es otro que el verdadero apego al Creador. Las leyes de Shemita fueron dadas en el monte Sinaí donde también fue dada la Torah Santa, esto nos enseña que el estudio de Torah nos lleva al descanso, al cultivo de mitzvot y al acercamiento con el Creador.

Así bien que prontamente llegue la geula para todo Klal Israel y que cada uno de nosotros recoja los frutos de las mitzvot que sembramos. Amen.

¡Shabat Shalom!
Bajur David Moshe Shallem Lichtenstein