TAMUZ: FUERZAS DE LA NATURALEZA

por Rebetzin Tziporah Heller

Este mes recibe su nombre de un antiguo dios del sol babilonio (Ezequiel 8:12-18). Si yo hubiese estado buscando nombres para los meses judíos, claramente éste no habría sido el primero que se me hubiese ocurrido; de hecho, este nombre pareciera ser el opuesto a toda la idea del calendario hebreo. Cada mes nos ofrece la oportunidad de crecer y renovarnos. Hacer idolatría es pagano y limitante. Invocar el nombre de una figura central de un culto que idolatraba al sol como la fuente de toda la energía pareciera retrógrado. Nos hace volver a la prehistoria, a la época anterior a cuando nuestro patriarca Abraham entendió la naturaleza y se dio cuenta de que hay una mano oculta y Divina que le da unidad, elegancia y propósito.

Puede que idolatrar al sol sea prehistórico, pero sigue estando de moda. A pesar de que ya nadie usa el término (a excepción de los turistas más ávidos), eso no cambia el hecho de que la forma en que nos relacionamos con la naturaleza no está muy lejos de la forma en que los paganos idolatraban al sol. Todavía creemos que los parámetros de la naturaleza tienen sus propias reglas y que funcionan autónomamente, sin nunca cambiar. Usamos los axiomas «posible» e «imposible» como si la naturaleza no estuviera subordinada a ninguna fuerza ajena.

No es difícil entender por qué. La naturaleza, epitomizada por el sol, es una fuerza bastante asombrosa. Puede que el sol esté a millones de kilómetros de la tierra, pero todo quien ha tenido alguna vez una quemadura por el sol sabe lo irrelevante que es ese hecho frente al enorme calor, energía y luz que éste genera. Cuando aprovechamos su energía para el bien o para lo opuesto, sentimos que podemos dominar fuerzas mucho más grandes que la propia. Inventamos una inmensa mezcla de idolatría a la naturaleza y a nosotros mismos, y la usamos para destruir al planeta en que vivimos, a la gente con la que lo compartimos y a nuestra propia integridad espiritual.

El signo astral del mes es Cáncer, el cangrejo, y representa un enfoque hacia la vida. Los primeros místicos hablaban sobre cómo el calor de los largos días de verano se nos apegaba y nos envolvía con su tedio, hasta el punto de hacernos sentir que no podíamos hacer nada sin que nos forzara a reconocer su agarre. Nuestra confianza en la ciencia, en la tecnología y en la naturaleza, sin ver a Dios como su fuente subyacente, desgasta nuestra alma hasta el punto en que somos consumidos por el hechizo de fortalecimiento que irradian. Incluso cuando buscamos a Dios, lo que vemos está ensombrecido por nuestra incapacidad de pensar en términos que estén por sobre las restricciones del mundo físico.

Diecisiete de Tamuz

En este mes ocurrieron cinco tragedias. Cada una de ellas nos da una imagen del abismo, de lo que nos puede pasar cuando creemos que todo está a nuestro alcance y bajo nuestro control.

La primera y más conocida de estas tragedias es la destrucción de lo que es, indiscutiblemente, el objeto más preciado que un ser humano podría poseer – las Tablas de la Ley, las cuales fueron escritas directamente por Dios. ¿Cuál fue la secuencia de eventos que hizo que este desastre fuese inevitable?

Dios entregó los Diez Mandamientos el día seis de siván. En el séptimo día del mes, Moshé subió al Monte Sinaí para aprender el significado de toda la Torá en sus distintos niveles de profundidad. Le dijo al pueblo que él volvería en cuarenta días. Su intención no era incluir el día en el que ascendió a la montaña, dado que no fue un día entero de 24 horas (en el calendario hebreo, un día comienza cuando el sol se pone en el día anterior), pero el pueblo asumió que Moshé sí había incluido dicho día en la cuenta. Este trágico malentendido técnico tuvo consecuencias de gran repercusión.

Cuando llegó el amanecer del día 16 de tamuz, toda la nación estaba expectante, ansiando recibir las Tablas de la Ley y comenzar a estudiar su verdad. Éste era uno de los eventos más significativos que uno podría esperar. Definimos verdad como «la imagen completa». Dada la naturaleza de las cosas, la única forma posible de llegar a la verdad viene de algo que está más allá de las limitaciones del intelecto y la experiencia humana.

Para entender lo que ocurrió a continuación tenemos que desviarnos del tema por un momento. La Torá les fue dada a los seres humanos, y quienes estamos llenos de complejidades y contradicciones. Queremos ir más allá de los límites, pero también amamos el control y la familiaridad. Queremos conocer a Dios, pero preferiríamos «empequeñecerlo» a Él en lugar de «agrandarnos» a nosotros mismos.

Nuestra capacidad para ver más allá del momento en que vivimos nos hace desear un mundo mejor y aspirar a estar entre quienes hacen que éste sea posible. El ser capaces de visualizar el potencial nos inspira a hacer sacrificios por aquello que creemos. A su vez, la misma capacidad para visualizar más allá del momento nos puede hacer ver las cosas a través del prisma de un falso pragmatismo. Creemos que simplemente estamos siendo realistas y prediciendo la forma en la que probablemente ocurrirán las cosas, cuando caemos en la trampa de «imaginar lo peor». A medida que nuestra imaginación se torna más vívida, quedamos paralizados por la desesperanza o el miedo. Las imágenes que generamos en nuestra mente son la fuente de nuestros peores momentos de terror.

Cuando nuestra imaginación está alineada con la visión de Dios de la realidad, entonces ésta puede llevarnos a lo que es conocido como inspiración Divina, “rúaj hakódesh«. Esto sólo puede ocurrir cuando no estamos bloqueando Su verdad con nuestros propios intereses (que son tan sutiles que a veces ni siquiera somos conscientes de su existencia). Cuando nuestros filtros están encendidos, crean un caos interior. Nuestros temores generan fantasía y miedo. Dado que la fuente de la falsedad que proyectamos está en nuestro interior, el Talmud se refiere a ella como «el Satán», que literalmente significa «el acusador». Por supuesto, el acusador es alguien que nos es muy familiar: es la personificación de nuestro mundo interior como sólo Dios lo puede ver.

«El Satán les mostró a Moshé, muerto, yaciendo sobre un ataúd», nos dice el Talmud.

Cuando Moshé no llegó en el momento en que lo esperaban, la imagen que ellos vieron era la encarnación de la desesperanza. Estaban sin un líder. Estaban en un desierto dirigiéndose a lo desconocido. La travesía había sido alentada por la visión de Moshé, por su inspiración Divina, por los milagros que había hecho ocurrir. Ya nada tenía sentido. Era imposible sobrevivir en este ambiente más allá de unos pocos días. Todo esto es completamente cierto – si eres un idólatra del sol y crees que las únicas posibilidades son, por definición, las que coexisten en agradable armonía con los axiomas provistos por tu capacidad para describir las reglas físicas que gobiernan nuestro mundo.

Tres Reacciones

Los judíos en el desierto respondieron a esta crisis de tres formas diferentes.

Un grupo de gente – egipcios y otros que habían seguido a los judíos porque querían compartir su aventura espiritual, pero que también querían que todo «tuviese sentido» para ellos – usaron la muleta en la que se habían apoyado durante toda su historia. Si lo que hace Dios es «demasiado grande» para que ellos lo entiendan, entonces Lo achican y Lo fuerzan a caber en su panteón de dioses que representan varias fuerzas.

Sin duda ellos pensaron que podían acaparar energía, hacer que funcione para ellos, y continuar la vida sin buscar nada más allá de ellos mismos y su sistema de axiomas. Ellos presionaron a Aharón para que formase una representación de su autonomía espiritual, un becerro que simbolizara tanto la novedad como la juventud que tenía el potencial de un día llegar a ser un toro, el más fuerte de los animales domésticos. Se vieron fortalecidos y se convencieron para creer que la fe en un símbolo hecho por un hombre podía realmente evocar una fuerza espiritual. En la era en que la idolatría era rampante, esta manera de pensar «tenía sentido».

Aharón no se dio cuenta de cuán lejos había llegado este grupo. Le pidió al pueblo que le diese su oro y sus joyas, esperando ganar un poco de tiempo. Usando fuerzas ocultas, uno de los idolatras se tomó el trabajo de crear un símbolo e hizo el legendario becerro de oro. Parecía vivo, real, y ellos creyeron haber tenido éxito en hacer un símbolo que tuviese un gran poder espiritual (quizás similar a los sintoístas japoneses en la Segunda Guerra Mundial, que creían que su emperador era la encarnación de Dios y que su bandera realmente tenía energía).

Segundo Grupo

El segundo grupo estaba compuesto por judíos de nacimiento y conversos sinceros. Cuando escucharon a Dios proclamar: «No tengan otros dioses delante de Mí», algo muy dentro de ellos fue conmovido. Querían verdad más que comodidad, y la idea de cualquier forma de idolatría, o cualquier acción que les imposibilitara conocer y servir a Dios, les parecía absolutamente aborrecedora.

Si hubiesen estado solos, quizás hubiesen aguantado hasta que Moshé volviera, y después lo hubiesen confrontado con sus temores de que la profecía quizás le había fallado dado que no había cumplido con su palabra. Moshé les hubiera explicado el error, los ánimos se hubieran calmado y su travesía hacia Israel hubiera continuado según lo planeado.

Pero ellos no estaban solos. El primer grupo los influyó, al igual que su propia consciencia. Ambos lados parecían sosos y falsos. Se refugiaron en el cinismo hacia Aharón y los levitas por permanecer fieles a su líder «muerto» en lugar de «ser responsables», «asumir el control» y «ser realistas», y al mismo tiempo se burlaron de los apasionados idólatras y satirizaron sus devociones.

Tercer Grupo

El tercer grupo estaba conformado por gente que se dio cuenta que estaban presenciando cómo traicionaba la nación todo lo que Dios les había mostrado. Las plagas. La partición del mar. Los Diez Mandamientos. El man que caía del cielo. Dios los había forzado a ver más allá de sus limitados horizontes. Los integrantes de este tercer grupo no rechazarían lo que sus propios ojos habían visto, ni se refugiarían en convertir al escepticismo en un reemplazo de la verdad. Pero ellos, también, fueron atrapados en una ilusión – una ilusión mucho más insidiosa que las demás. Su ilusión fue que no había esperanza. El pueblo judío estaba condenado; intentar revertir las cosas no serviría de nada. Las personas que amaban se estaban estrangulando con un nudo que habían puesto alrededor de sus cuellos: eran irredimibles.

Ellos fueron vencidos por una de las peores ilusiones que podemos tener: la ilusión de que la fuerza del mal, generada por el pecado, es mayor que la fuerza del bien, que es generada por la teshuvá (regreso a Dios). Ellos también le atribuyeron demasiado poder al becerro de oro. Deberían haberlo visto como un metal precioso fundido en una forma interesante que atraía la atención de gente que no conocen nada mejor.

Cuando Moshé bajó de la montaña comprendió toda la situación apenas la vio. Actuó con presteza y permitió que las Tablas (que de todas formas eran tan pesadas que requerían de un milagro para que Moshé pudiera sostenerlas) se destrozasen en el piso.

¿Hizo bien?

El Talmud nos dice que no hay dudas: hizo lo correcto. Hizo el equivalente a destrozar una libreta de matrimonio antes de que alguien pudiera acusar formalmente a la novia de traicionar a su marido. Si no podíamos ir más allá de la idolatría a la naturaleza, del someternos a la tiranía de las opciones que son generadas por la mente humana y de la posibilidad de destruir el lazo auténtico que nos habían prometido – entonces no quedaba otra alternativa. No era como si hubiésemos rechazado las Tablas, sino que era como si nunca las hubiésemos recibido. De esta forma, la tragedia había mutado, abriendo así el camino para el perdón.

Ecos del Día

Otros cuatro traumáticos eventos ocurrieron más tarde en la historia, que nos forzaron a pensar en quiénes somos y en quiénes queremos ser. De una forma u otra, cada uno de ellos es un eco de la tragedia que ocurrió el 17 de tamuz.

  1. Los romanos pusieron un ídolo en el santuario del Templo Sagrado.

Ningún sacrilegio podría ser más vulgar. La razón por la que Dios permitió que esto ocurriese es que Él quería que viéramos adónde nos llevaría el camino que habíamos elegido. Para este entonces, ya habíamos perdido nuestra identidad colectiva y habíamos enterrado nuestra consciencia en interminables luchas. Cada grupo creía en su propia causa. Cada uno pensaba que tenía el derecho moral para gobernar. Cada uno dejó a Dios de lado cuando atacó a los demás con un creciente salvajismo. Los romanos habían estado liderando su vida pública por años. Ellos creían en el control, en la naturaleza y en el poder. Nosotros tuvimos la oportunidad de ver hacia dónde lleva ese camino: su final fue el horror y la profanación del santuario.

  1. Los muros de Jerusalem fueron vulnerados.

Esta es la fecha registrada en el Talmud como el comienzo de la caída de los muros de Jerusalem. Una grieta en el muro fue el comienzo del fin; sólo pudo ocurrir cuando nuestra fe estaba fragmentada y cuando la protección divina que habíamos estado recibiendo en el pasado ya no era algo con lo que pudiéramos contar. Lo que esto significa, en concreto, es que si queremos abandonar nuestra confianza en Dios y reemplazarla con la creencia en nosotros mismos y en la naturaleza, entonces tendremos que pagar el precio.

  1. Los sacrificios diarios fueron descontinuados.

En la época de ambos Templos, una consecuencia de la batalla por Jerusalem fue que no se pudo continuar con el servicio diario del templo tal como había sido conducido durante cientos de años. El significado simbólico de los sacrificios (que son llamados en hebreo korván, «eso que acerca») es que depende de nosotros elevar el mundo hacia Dios, en lugar de crear ilusiones que Lo empequeñezcan para hacernos sentir más cómodos.

  1. Los romanos quemaron un rollo de Torá. Creían en las reglas hechas por el hombre, no en las hechas por Dios.

¿Significa esto que tamuz es un «mal mes»? Para nada. Es un mes de desafío y confrontación. Sin desafío no hay crecimiento; sin confrontación no hay manera de ver las cosas tal como son.

El tres de tamuz pasó algo que rompió todas las reglas de la naturaleza. Iehoshúa estaba dirigiendo la batalla en Gibón en contra de sus enemigos, los emoritas. El día se iba acercando a su fin y la batalla aún no había llegado a una conclusión absoluta. En ese momento los judíos parecían estar ganando, pero si la batalla llegaba a un final obligado debido a la oscuridad, no hubiera habido una victoria decisiva y a la mañana siguiente hubieran tenido que enfrentar a un enemigo que habría renovado sus energías. Cada momento era preciado.

Entonces, ocurrió un milagro: el sol no se puso; el día se estiró por 12 horas más.

Se rompieron las reglas, la batalla fue ganada y, al menos por el momento, nadie adoró al sol, sino a su santo, infinito e incognoscible Creador.

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ROSH JODESH TAMUZ 5772 (20 y 21 DE JUNIO DE 2012).Tamuz, el mes más cálido del año

Tamuz, vocablo de origen asirio que significa calefacción. Este es el mes mas caliente del año, ¡esta que hierve!, más que Av y Elul. Por eso dicen nuestros Sabios que el Rey Meshiaj vendrá en Tamuz, como esta escrito: “He aquí que viene el dia, caliente como un horno”.

Estos días cálidos, son los días del Rey Meshiaj.

Cuando HaShem dividió los doce meses del año, llamó a los patriarcas y a las Matriarcas invitándolos a elegir algún mes. Abraham, por ejemplo, eligió el mes de Tishrei. Esav, saltó y pidió Tamuz y Av. Desde entonces estos dos meses están bajo el dominio de Esav, durante los cuales los enemigos del pueblo de Israel presentan demostraciones de fuerza.

Muchos pogroms sucedieron durante estos dos meses durante la historia de nuestro pueblo. Miles de judíos de Toledo y Jaen en España, fueron asesinados en el año 1391. En 1559 fue destruido el barrio de Praga. Durante estos dos meses fueron expulsados cuatro grandes comunidades durante nuestra larga historia, donde las manos son estaban involucradas, entonces ¿cómo hacer para neutralizar esa maldad? “La voz, es la voz de Yaakov”, las manos de Esav se debilitan cuando nuestra voz se eleva en Oración.

Nada se mueve sin Oración. Hoy mas que nunca deberíamos aprender a Orar. HaShem espera nuestras oraciones. Cada vez que lo harás, sentirás maravillas y milagros. Vivir sin rezarle es vivir sin sentir el gusto a la vida. Reza y percibirás que tu vida cambia, a nivel personal, comunitario y en especial a nivel de pueblo y nación.

Presta atención: Siéntate y haz un examen de conciencia, antes de dormir y contesta a las siguientes preguntas: ¿Cómo están las relaciones con tu pareja, con tus hijos, tus vecinos y con HaShem?

Estoy seguro que de las respuestas saldrás más fuerte y convencido, y si tú lo estás, el enemigo lo sentirá y se alejará de ti y del pueblo de Israel el cuál apreciará la seguridad y tranquilidad necesaria para seguir nuestra ruta al día de la venida del Meshiaj.

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SHABAT SHALOM veJODESH TOV

ROSH JODESH TAMUZ 5771 (2 Y 3 DE JULIO DE 2011)

Rosh Jodeh Tamuz este 5771 comienza con el inicio del Shabat y finaliza al anochecer del Domingo 03 de julio de 2011.

Mensaje del Rabino Ginsburgh:Tamuz según el Sefer Ietzirá.El Mes de Tamuz

De acuerdo con el Sefer Ietzirá, cada mes del año judío tiene una letra del alfabeto hebreo, un signo del zodíaco, una de las doce tribus de Israel, un sentido, y un órgano controlador del cuerpo que le corresponde.

Con el mes de Tamuz empieza la «estación» (tkufá) del verano. Los tres meses de esta estación son: Tamuz, Av y Elul y corresponden a las tres tribus del campamento de Reuben (Reuben, Shimón y Gad), que estaban ubicadas al sur.

Tamuz es el mes del pecado del becerro de oro, que dio lugar al rompimiento de las Tablas. En ese día, el 17 de Tamuz, comienza el período de tres semanas (hasta el 9 de Av), que conmemora la destrucción del Santo Templo de Jerusalem.

Este, es el mes en que los espías que Moisés envió recorrieron todo Israel para ver la tierra e informar al pueblo, regresando la víspera del 9 de Av).

Color: Naranja

Letra: Jet.

La forma de la letra Jet está compuesta de las dos letras anteriores del alef-beit, la vav y la zain, que corresponden a los dos meses previos, los meses de Iar y de Sivan. Estas letras están conectadas en la parte superior por un «puente» delgado. Con relación al sentido de la vista, la forma de la jet representa la dinámica de la luz espiritual, emitida por los ojos (la vav) y la luz física, que vuelve del objeto observado a los ojos (la zain).

La palabra Tamuz se lee en hebreo: «tam» – «vav zain». Tam significa «conecta». De este modo, leemos en la palabra Tamuz «conecta» – «vav zayin». La unión de estas dos letras forman la letra jet.

Mazal: Sartán (Cáncer- el cangrejo).

Uno de los significados de la raíz del término sartán, seret, es en general: «cinta». En particular (en el hebreo moderno), una cinta de «película» (un film).

El significado espiritual referente al sentido visual propio del mes de Tamuz es la capacidad de «entrever» la realidad física para vislumbrar su origen Divina. De acuerdo con este pensamiento, se entiende que la palabra sartán está compuesta por dos palabras: sar y tan, que literalmente significan: «dejar de lado el cuerpo» (para revelar el alma), es decir sacar la «cáscara» externa de la realidad ( a través del poder de la visión profunda) para revelar el «fruto» y la fuerza vital de la realidad interna.

Tribu: Reubén.

El nombre Reubén viene de la raíz «ver», el sentido correspondiente al mes de Tamuz.

La piedra preciosa correspondiente a la tribu de Reubén en el pectoral del sumo sacerdote es el odem, el rubí, que debido a su fuerte color rojo (odem significa rojo) es la piedra más llamativa.

El rojo es el más seductor de los colores, lo que implica tanto la caída del hombre (en hebreo odem (rojo) se escribe igual que adam (hombre)), como en el pecado del becerro de oro o la elevación y rectificación últimas del hombre con la llegada del Mashíaj.

Sentido: La vista.

El verano (el período de Tamuz) representa las «vacaciones» de los ojos. Es el tiempo en que uno tiene que «cubrir» sus ojos para ver sólo aquello que es recatado y bueno (en el mundo en general y en particular en el prójimo). La capacidad de cuidar y enfocar la vista correctamente conduce a la rectificación del «sentido» visual.

Al final de la bendición de Moisés a Israel dijo (Deuteronomio 33:28): «betaj badad ein Iaacov» (confiado y apartado está el ojo de Iaacov). La palabra betaj, «confiado» es el acrónimo de tres palabras: brajá tov jaim, bendición, bien y vida. Estos son los tres puntos centrales para rectificar la vista, como está dicho (Deuteronomio 11:26): «Mira que pongo delante de vosotros hoy la bendición y la maldición. La bendición,…» y posteriormente (Deuteronomio 30:15-19): «Mira que pongo delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal… escoge, pues, la vida». Con respecto a estos tres conceptos (brajá tov jaim) la persona debe entrenar a los ojos (tanto física como espiritualmente) para ver sólo la dimensión positiva interna de la realidad y no centrarse en la realidad externa, la «cáscara» negativa.

Este es el significado de «confiado y apartado está el ojo de Iaacov». El sentido del ojo judío («el ojo de Iaacov») es exclusivamente para ver («sólo») lo que es digno de «confianza»: La bendición, el bien y la vida que Di-s otorga.

Miembro dominante: La mano derecha.

En general, la mano derecha y su dedo índice, en particular, sirven para dirigir y enfocar la vista.

Cuando se leen los rollos de la Torá, es costumbre señalar cada palabra con un «dedo» de plata. Es costumbre también usar la mano derecha para hacer señales y así indicarle al que lee la Torá la entonación musical.

El novio le coloca el anillo matrimonial a la novia en el dedo índice de la mano derecha. Esta acción eleva a la pareja al nivel de «mi paloma» (Cantar de los Cantares 5:2), lo que refleja la expresión intensa de amor trasmitida por la contemplación incesante de los ojos de ambos (que tornan los ojos rojos como el rubí): «Tus ojos son como palomas» (Cantar de los Cantares 5:1).

El valor de la caída

Comprendiendo la presencia del mal en el mundo Extraído y adaptado de «El calendario cabalístico del mes de Tamuz» de Ben Itzjak.

Aquel que alcanzó en su vida alguna cima o logro realmente importante y esencial, conoce la diferencia abismal que existe entre el acto de llegar y el acto de permanecer en el máximo nivel. Se podría afirmar que se trata con certeza de dos sabidurías distintas, dos artes separados: alcanzar el objetivo, la cima, el propósito y además lograr permanecer en las alturas.

No nos engañemos: no es fácil llegar a la cima, aunque mucho más difícil y complejo es mantener el nivel de excelencia.

Y el mismo relato bíblico no deja lugar a dudas. Israel sale de Egipto, atraviesa el desierto, llega hasta el Monte Sinaí y recibe la Torá.

No obstante, precisamente el tiempo de máxima elevación se transforma de un momento a otro en la caída más violenta, en la pérdida más feroz, en el descenso espiritual más intenso posible.
En su punto de máximo nivel, Israel construye el becerro de oro.
En el lenguaje maravilloso de los sabios: la novia traiciona al novio estando aún bajo el palio nupcial.

Y cualquier persona despierta sentirá que un interrogante lo acosa y lo carcome por dentro: ¿el mismo pueblo que salió de Egipto es el que en pocos días construyó un becerro para idolatrar? ¿La misma gente que vio con sus propios ojos cómo las diez plagas golpeaban a Egipto y cómo el mar se abría, llegó a tramar semejante traición a Moisés y al Creador?. Increíble, incomprensible. Inclusive doloroso. ¿Puede acaso un pueblo tener tan corta memoria?

Intentemos comprender.

¿Para qué crea D-os el mal? ¿Por qué es tan necesario que además acompañe al hombre en su paso por la vida?

El gran cabalista Rabí Jaim Moshé Luzzatto, lo explica con absoluta claridad en varias de sus obras clásicas -Derej Hashem, Daat Tevunot-. Intentaremos resumir sus conceptos en pocas líneas.

El hombre fue creado y puesto en este mundo para ser beneficiado, ya que la esencia divina es el Bien absoluto. Por lo tanto, se le otorga el libre albedrío y se lo coloca en un escenario en el cual la persona puede ser recompensada por sus actos. Sin embargo, si el hombre no tuviese ningún obstáculo, si ninguna fuerza se le opusiese, entonces más que una recompensa recibiría un obsequio, lo cual, y tal como lo expresan los sabios místicos, sería como comer del «pan de la vergüenza». ¿Por qué? Pues tal regalo avergonzaría profundamente a la persona tal como el necesitado se avergüenza de observar a los ojos de su benefactor. Además, todo aquello que recibimos por obsequio nos llega desde afuera, del mundo exterior, y jamás llegamos realmente qa convertirlo en parte de nuestro ser. Un regalo siempre lleva el nombre de aquel que nos lo obsequió, mientras que lo que ganamos y obtenemos con nuestro propio esfuerzo nos pertenece de modo esencial. Por estas razones, explica el cabalista, el Mal viene a cumplir un papel vital: permitir el trabajo del hombre, que, al superarlo, recibe una recompensa divina como producto de su propio esfuerzo, y como resultado de la correcta utilización de su libre albedrío.

EL Maharal de Praga, ese gigante espiritual, explica en varios pasajes de su magnífica obra que el Mal Instinto -representante de las fuerzas espirituales negativas- ataca al hombre precisamente cuando este supera la mediocridad y sobresale. Todo el tiempo que el individuo se mantiene dentro de niveles más comunes, más mediocres, entonces el Mal Instinto simplemente no se preocupa de él y lo deja hacer y actuar libremente. Mas cuando la persona crece, se supera y comienza a trabajar en aras de minimizar la presencia del Mal en el mundo, entonces el Mal Insitinto lo ataca con toda su fuerza.

Esta es la razón -explica el Maharal- por la cual Israel, en su punto de máxima elevación espiritual, se inclina a la construcción del becerro de oro.

La profunda explicación del sabio de Praga también nos sirve para entender por qué tantos hombres al llegar cimas importantes en sus vidas, se corrompen y desvían.

Uno de los sabios pensadores más brillantes de la historia de Israel, Rabeinu Tzadok Hacohen, se ocupa en varias partes de su obra de revalorizar precisamente la caída y el descenso de la persona. Este gigante espiritual nos revela que el camino natural de la persona es ascender, alcanzar un determinado punto, una cima individual, para después descender nuevamente y comenzar la tarea de ascenso buscando y aspirando nuevos logros. ¿acaso esto significa que necesariamente la persona deberá caer en su camino ascendente? ?Y la respuesta del cabalista es positiva, y mucho más aún: el ascenso posterior es directamente proporcional a la profundidad de la caída precedente.

En nuestro modo superficial de entender la realidad, categorizamos el ascenso como positivo, y al descenso y a la caída como negativos. Lo bueno -el ascenso-se detiene e interrumpe, para dar lugar a lo malo y decadente -el descenso y la caída. No obstante, y tal como lo enseña el sabio, el ascenso y la caída pueden entenderse también de un modo más profundo como dos elementos necesarios de un proceso de crecimiento y desarrollo espiritual.

El Mal constituye un elemento esencial en la historia de la humanidad, y es el elemento divino que permite al hombre trabajar y superarse, Es cierto, el Mal provoca la caída del hombre, mas el descenso posibilita a la persona profundizar en el acto de vivir, alcanzar mayores niveles de comprensión y fortificar su persona para los tiempos venideros.

Debemos cambiar nuestra concepción acerca del Mal hasta poder afirmar sin titubeos que el Mal es un bien que no entendemos.

A un nivel superficial no lo entendemos, mas cuando profundizamos, cuando estudiamos, cuando reflexionamos, rápidamente descubrimos que una vida sin grietas ni quebrantos sería un paso monótono por el tiempo, una vida sin trabajo, sin superación, una vida regalada y carente de sentido.

Ben Itzjak

Según lo expresan nuestros libros de sabiduria, el mes de Tamuz que se corresponde con el signo de Cancer esta ligado con el poder de la vista.
En la simbologia mistica, los ojos representan la fuente de información y contacto con la realidad, mientras que la boca expresa la traducción de tal relacion en ideas y palabras.

No sorprende entonces que la palabra bíblica para denominar una fuente de agua sea identica al nombre de la letra: ain (letra cuyo nombre denomina en hebreo a los ojos) ¿a que se debe tal estricta relacion lingüística? Muy sencillo: tanto la letra como la fuente de agua representan el origen y el punto inicial de un fluir y una dinamica determinados.

Cuando el ojo ocupa el lugar correcto, entonces la boca refleja de modo transparente la realidad.
Cuando la boca funciona de modo independiente, desconectada de los ojos, entonces la transparencia se transforma en confusion y la realidad en simple imaginación.
La boca no traduce la información que le brinda el ojo, sino que sirve pleitesía a los deseos del hombre.
La boca ya no busca reflejar estrictamente la realidad; ahora habla deseos, pronuncia voluntades.
Mucho mas grave aun: una vez que la boca habla disfrazada de fuente, cuando llega el turno del ojo, este ve lo que la boca ha dicho, que a su vez es lo que el deseo le ha dictado.
El ojo ahora cree observar una realidad que no es mas que la expresión de sus deseos.
En lugar que la boca marche detrás de los ojos, estos aprehenden la realidad descripta falsamente por la boca (sugerimos leer en entregas anteriores el episodio de los espias dando un mal informe acerca de la Tierra de Israel).
Los sabios misticos revelan que esta desarticulación entre la boca y los ojos representa la raiz de toda caida y destrucción.
El orden correcto de los ladrillos y las piedras energeticas posibilita una construccion estable de los cimientos y las bases. Mas cuando el orden se modifica y se corrompe, el futuro edificio esta condenado a tambalearse y caer destruido en mil pedazos.

Una de las bases principales del pensamiento místico y filosófico de la Sabiduría de Israel sostiene que el mundo fue creado a partir de las veintidós letras del alfabeto hebreo. Primero existieron las letras a modo de unidades energéticas, y a partir de estas devino posteriormente el mundo físico y material.
Al estudiar la energía de las letras y su poder de creación, encontramos que por medio de la palabra divina o, más precisamente, por medio de las Diez Locuciones o Dichos Iniciales, el mundo alcanzó su modo físico. El Creador dijo que haya luz y fue la luz; el Creador dijo que las aguas se dividan y la tierra seca apareció. Diez locuciones, diez dichos, diez mandatos divinos de Creación.

Para lograr alcanzar la esencia particular del mes de Tamuz, los sabios enseñan que resulta indispensable aproximarnos a dos letras del alfabeto hebreo: la letra ain y la letra pei.
El significado del nombre de la letra ain es ojo, y el significado del nombre de la letra pei es boca. Mera coincidencia?

Las letras y el punto máximo de caída

Si bien la energía negativa de desviación comienza a influir en el mundo a partir del mes de Tamuz, su punto máximo es alcanzado el mes siguiente, el mes de av. Como uno de tantos ejemplos, diremos que los dos templos de Jerusalén fueron destruidos el 9 del mes de av. También los espías que recorrieron la Tierra de Israel durante todo el mes de Tamuz, regresaron junto a Moshé el 9 del mes de Av.
La caída energética que comienza en el mes de tamuz se completa en el mes de av.
Los sabios indican que precisamente en este día -el 9 de av-, en el punto de máxima caída, en el fondo energético del calendario, debemos dedicarnos a la lectura del libro bíblico de Lamentaciones. Si lo leemos con detenimiento notaremos que todos sus capítulos, a excepción del último, están ordenados respetando el orden del alfabeto hebreo. Más a partir del segundo capítulo encontramos una modificación en el orden del mismo: la letra pei aparece escrita antes que la letra ain.

Los sabios del Talmud (Tratado de Sanedrín), atentos y sensibles a todo cambio o modificación, indican que en realidad tal inversión en el orden de las letras pei y ain no es casual, sino que, por el contrario, encierra un mensaje muy profundo, y lo ejemplifican precisamente citando el caso de los espías enviados por Moshé: ellos dijeron con sus bocas -pei- lo que sus ojos -ain- no vieron.

En pocas palabras, la raíz del exilio, la caída, y la destrucción está simbolizada por la modificación del orden correcto entre las letras pei y ain, lo cual indica la posibilidad humana de hablar lo que nuestros ojos no vieron.

Qué sugerente y significativo resulta entonces reflexionar acerca de la enseñanza de los sabios que indica que precisamente entre estas dos fechas históricas -el 17 de Tamuz y el 9 de av- existen veintidós días, el mismo número que conforma el abecedario hebreo.

Anticipar los ojos a la boca

Aprendimos que la caída mas dañina comienza en el momento en el que la persona modifica el orden de sus ojos y su boca. En lugar de hablar lo que ve, primero habla, y después observa. Y lo más grave de esto es que al final los ojos terminan «viendo» lo que su boca dijo.

La Torá nos relata que cuando el pueblo de Israel, tras cruzar el desierto, se aprestaba a entrar a la Tierra Prometida, el rey de Moab, Balak, sobremanera se asustó y decidió tramar un plan para evitar que Israel llegara a su tierra. Entonces, mando llamar al máximo «profeta» de aquellos días, Bilaam, para que observara a Israel desde lejos y lo maldijera.
Y si bien al fin y al cabo el plan de estos dos malvados fracasó y las maldiciones fueron trocadas en bendiciones, El Talmud se interesa por un punto particular de esta historia: cómo el malvado Bilaam podía lograr maldecir en un solo instante? Y la respuesta de los sabios es que el mínimo tiempo de un instante le era suficiente para pronunciar el termino hebreo «kalem» : que sean exterminados!.

Para entender esta maldición diremos que Maimónides escribe que la palabra rey, melej, está compuesta por tres letras: mem, lamed, y jaf, y que este orden no es casual. La primera letra, la mem, marca el nivel del moaj, del cerebro y la mente de la persona, que es la que debe conducir al individuo; la segunda letra, lamed, es la que refiere al nivel del lev, el corazón, el cual debe seguir a la mente, y por último, la letra jaf marca el nivel del hígado, el cabed, el cual es asociado con la sangre y domina el aspecto físico y corporal de la persona. En resumen: rey, melej, es quien anticipa la mente a sus sentimientos, y estos a su cuerpo.

La maldición kalem, la cual pretendía dañar al pueblo de Israel, reúne las mismas letras que rey, melej, aunque en el orden inverso. Pobre de la persona cuyo cuerpo determina el camino, el sentimiento los sigue, y solo después permite a su mente tomar parte en la decisión!!. Puede acaso imaginarse una persona mayor maldición que esta?

Cuando la boca habla sin que los ojos hayan revisado los hechos, la persona funciona de modo inverso, y esto garantiza su futura derrota.
Y si alguna vez, precipitadamente anticipamos la boca a los ojos, y creamos una realidad propia, basada en nuestras fantasías, como el idólatra, debemos al menos estar dispuestos a rectificar nuestras ideas cuando la realidad nos demuestra lo contrario. Cuantas veces por orgullo nos aferramos a conceptos o ideas que expresamos y no estamos dispuestos a modificarlos en ningún caso! Cuantas veces clamamos a los cielos porque sentimos que en nuestro mundo la presencia divina aparenta estar ausente! Mas es completamente cierto: D-os habita en el mundo creado por Él y no en el que nosotros inventamos o imaginamos.

Aprovechemos la energía de Tamuz para reordenar nuestra estructura interna, para dar prioridad a nuestros ojos y para que las palabras que salgan de nuestra boca sean fieles a un sistema que nos permita ser reyes…de nuestra persona y nuestra vida.

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ROSH HODESH TAMUZ (12 y 13 de Junio 2010)

Es el décimo mes del año según el cómputo de los meses desde la creación del mundo, y el cuarto mes según el cómputo desde el Éxodo de Egipto. Su signo es el de Cáncer.

Rosh Jodesh Tamuz consta siempre de dos días, pues el mes anterior, Siván, tiene siempre 30 días; así, el trigésimo día de Siván es el primer día de Rosh Jodesh Tamuz. El mes de Tamuz mismo tiene siempre 29 días. Por lo tanto, el mes de Av que le sigue en orden tiene siempre un solo día de Rosh Jodesh.

El nombre Tamuz es de origen asirio, «Damuzi». En un calendario agrícola hebreo encontrado en las excavaciones arqueológicas de Guézer, este mes es llamado «el mes de Zamor».

En las Escrituras se lo menciona varias veces como «el mes cuarto», pero el nombre de Tamuz sólo aparece como nombre de un ídolo asirio o babilonio (Ezequiel 8:14). Los judíos que retornaron del exilio de Babilonia introdujeron el uso del nombre Tamuz (en la versión de «Tamuzi») como nombre del «mes cuarto», y desde entonces suele ser mencionado así en la literatura rabínica.

Cabe señalar que Tamuz era un ídolo babilonio, el dios del florecimiento y el despertar de la naturaleza en la primavera. Reinaba durante los tres meses de primavera: Nisán, Iar y Siván. En Tamuz, cuando las plantas agostan, Tamuz moría y todos los años las mujeres lloraban su muerte.

En tiempos de Tamuz crece el calor estival: «El sol pasea para hacer madurar los frutos y conducirlos al estío» (Maséjet Pesajim 94).

En Midrash Ialkut Shimoní (Jeremías 335) se dice: «Somos avergonzados porque hemos oído el reproche» (Jeremías 51:51); se refiere al 17 de Tamuz. «La confusión cubre nuestros rostros» (ibíd., ibíd.) se refiere a la destrucción del Primero y el Segundo Templos.

Los días que van desde el 17 de Tamuz, llamado «el ayuno del mes cuarto», hasta el 9 de Av, llamado «el ayuno del mes quinto», constituyen un momento difícil para el pueblo judío y son llamados «los días de las angosturas», tal como dice en el Libro de las Lamentaciones 1:3: «la alcanzan todos sus perseguidores entre las angosturas». Estos días, en los que se minimizan las alegrías, son conocidos también como «las tres semanas de duelo», tal como dice en Daniel 10:2-3: «En aquellos días yo, Daniel, guardaba duelo durante tres semanas. No comía pan delicioso, ni carne ni vino entraban en mi boca, ni me ponía ungüentos, así hasta que se cumplieron tres semanas».

Según el profeta Zejariá (Zacarías 8:19), «el ayuno del mes cuarto» habrá de convertirse en el futuro en un día de alegría, junto con otros tres ayunos bíblicos.

Esto es lo que ha sucedido en el mes de Tamuz:

3 de Tamuz:

En este día Iehoshúa hizo detener el sol y la luna, que no dejaron de iluminar durante treinta y seis horas para vengarse de los enemigos, tal como dice en Josué 10:12: «Entonces habló Iehoshúa a H’ el día en que H’ entregó a los amorreos ante los Hijos de Israel, y dijo ante la vista de Israel: Sol, detente en Guivón y tú, luna, en el valle de Aialón; y el sol se detuvo y la luna se quedó donde estaba, hasta que la nación se hubo vengado de sus enemigos».5 de Tamuz:


El ejército romano abrió una brecha en la fortaleza del Monte del Templo, después de arduos combates (en el año 70 e.c.)

El rabino Iom Tov Heller, autor de Tosafot Iom Tov, fue condenado a muerte por el rey de Austria

9 de Tamuz:

El rey Nabucodonosor de Babilonia abrió por primera vez una brecha en la ciudad de Jerusalén, tal como dice en II Reyes 25:3: «Al día nueve del cuarto mes el hambre era aguda en la ciudad, al punto de que no había pan para la gente de la tierra, y se hizo una brecha en la ciudad»

17 de Tamuz:

Este día fue estipulado como ayuno por cinco sucesos que se produjeron en él: se rompieron las Tablas de la Ley; en tiempos del Segundo Templo, se anuló la ofrenda Tamid; Apostemo quemó la Torá; se introdujo una imagen en el Santuario; en tiempos del Segundo Templo, las legiones romanas comandadas por el malvado Tito abrieron una brecha en la muralla de Jerusalén (en el año 70)

29 de Tamuz:

Fallecimiento de Rabí Shlomó Itzjaki (Rashí), el gran comentarista de la Torá y de la Ley Oral (4865-1105)

El relato del mes
Rabí Shlomó Itzjaki (Rashí), falleció el 29 de Tamuz de 4865 (1105)

Rashí, el más excelso comentarista de la Biblia y el Talmud, uno de los más grandes eruditos y legisladores en materia de Halajá y experto en lengua hebrea, nació y murió en Troyes, al norte de Francia (1040-1105).

Rabí Shlomó Itzjaki solía ponerse en contacto con los sabios más descollantes de su época y estudiar Torá con ellos. Según la tradición, deambuló por la diáspora tal como acostumbraban hacerlo muchos judíos justos y piadosos de Francia y Ashkenaz.

La leyenda refiere que viajó también a Oriente, en donde conoció a un asceta y estudioso cristiano que deambulaba por diversos países, quien lo introdujo en discusiones sobre creencias y opiniones y quien se asombró al oír las sabias respuestas de ese estudioso judío. El asceta contrajo una grave enfermedad y Rashí, que también conocía las ciencias médicas, no se apartó de su cama y lo atendió como amigo y como médico hasta que sanó.

Cuando el asceta sanó y Rashí fue a verlo para despedirse de él y proseguir su camino, éste quiso darle obsequios costosos, pero Rashí se rehusó a recibirlos y le dijo:

-No me debes nada. Si bien nuestras religiones son diferentes, todos somos seres humanos, creados a imagen de D’s. Mi creencia me exige ayudar a cualquier persona en problemas. Sólo quiero pedirte una cosa: si algún judío necesitare tu ayuda, bríndasela tal como yo te di la mía en momentos difíciles.

Al cabo de algunos años, cuando Rashí regresó de su deambular, pasó por la ciudad de Praga. Los años de exilio habían llegado a su fin y su nombre ya era famoso como gran comentarista de la Torá y el Talmud. La comunidad judía de Praga lo recibió con grandes honores, y todos salieron a darle una cálida y respetuosa bienvenida.

El duque de Praga odiaba a los judíos y al ver los grandes honores que los judíos rendían a su huésped ordenó que engrillaran a Rashí y lo llevaran a su presencia.

En casa del duque se encontraba en esos momentos un gran obispo, que hasta hacía unos años había sido un asceta errante y que había conocido a Rashí en su deambular por Oriente. Cuando Rashí se presentó ante el duque, el obispo lo reconoció, se puso de pie y lo abrazó con afecto y amistad. El asceta relató al duque cómo lo había atendido Rashí durante su enfermedad y el duque lo liberó.

Mientras tanto, cuando los esbirros del duque apresaron a Rashí, los enemigos de Israel se sintieron fortalecidos, salieron a las calles y perpetraron desmanes contra los judíos. Cuando Rashí fue liberado, el duque reprimió los disturbios y los agitadores fueron castigados.

La leyenda refiere que a partir de entonces, el duque se convirtió en filosemita y fue benévolo con los judíos de Praga.

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La energía del mes de Tamuz (III)

Las letras y el punto de máxima caída

Si bien la energía negativa de desviación comienza a influir en el mundo a partir del mes de tamuz, su punto máximo es alcanzado en el mes siguiente, el mes de av. Como uno de los tantos ejemplos diremos que los dos templos de Jerusalén fueron destruidos el 9 del mes de av. También los espías que recorrieron la Tierra de Israel durante todo el mes de tamuz, regresaron junto a Moisés el 9 del mes de av.
Lo caída energética que comienza en el mes de tamuz se completa en el mes de av.
Los sabios indican que precisamente en este día – el 9 del mes de av – en el punto de máxima caída, en el fondo energético del calendario, debemos dedicarnos a la lectura del libro bíblico de Lamentaciones. Citamos a continuación algunos pasajes de los cinco capítulos de este conmovedor texto bíblico:

· “¡Cómo ha quedado solitaria la ciudad que estaba llena de gente! ¡Cómo se ha tornado viuda” Ella, que era grande entre las naciones y princesa entre las provincias, ¡cómo se ha vuelto tributaria! Llora amargamente de noche, y sus lágrimas cubres sus mejillas. No tiene a nadie que la consuele entre todos sus amantes. Todos sus amigos se comportaron traicioneramente con ella. Se convirtieron en sus enemigos. Judá ha sido en cautiverio con gran aflicción y dura servidumbre. Habita entre los paganos y no halla descanso, alcanzada por todos sus perseguidores” (Capítulo 1).

· “¡Cómo cubrió El Eterno con una nube la hija de Sión en Su ira! Ha arrojado del cielo a la tierra la belleza de Israel, y no se acordó del escabel de Sus pies en el día de Su ira. Tragó El Eterno sin piedad todas las moradas de Jacob. Derribó en Su indignación las fortalezas de la hija de Judá… (Capítulo 2).

· “Yo soy el hombre que ha visto la aflicción por la vara de Su ira…Busquemos y probemos nuestros caminos, y volvamos a El Eterno. Elevemos nuestro corazón con nuestras manos a Dios en el cielo. Hemos pecado y nos hemos rebelado…Pletórico de ira nos perseguiste. Mataste sin compasión. Te cubriste con una nube, para que no pudiera llegarte ninguna plegaria. Nos pusiste como heces y basura en medio de los pueblos” (Capítulo 3).

· ¡Cómo se ha oscurecido el oro! ¡Cómo se ha alterado el oro más fino! Las piedras santificadas son esparcidas en la esquina de cada calle. Los preciados hijos de Sión, comparables al oro fino, son ahora menospreciados como si fuesen tiestos de barro, obra de manos de alfarero…Las manos de las mujeres plenas de compasión, han cocido a sus propios hijos. Estos fueron su alimento durante la destrucción de la hija de mi pueblo” (Capítulo 4).

· “Recuerda, oh Eterno, lo que nos ha sobrevenido. Contempla nuestro oprobio. Nuestra herencia es poseída por extranjeros, nuestras casas por extraños. Nos hemos vuelto huérfanos. No tenemos padre, y nuestras madres son como viudas. Los ancianos ya no se reúnen en el portón, los mancebos ya no hacen oír su música. Ha cesado la alegría de nuestro corazón. Nuestra danza se tornó en luto. Ha caído la corona de nuestra cabeza. ¡Hay de nosotros, por haber pecado! Desfallece nuestro corazón, y nuestros ojos ven las cosas turbias. Sobre la montaña de Sión, que está desolada, andan los zorros…Vuelve a nosotros, oh Eterno, y nosotros volveremos. Renueva nuestros días como antaño. ¡No puedes rechazarnos enteramente y airarte al extremo con nosotros! (Capítulo 5).

Tal obra, además de referirse en su contenido a Jerusalén desolada y destruida y al pueblo sometido al máximo sufrimiento, también a través de ciertos detalles aparentemente insignificantes nos permite llegar al núcleo mismo de su mensaje.
Pequeños detalles, diminutos, aparentemente insignificantes, colmados de señales y de huellas de sabiduría.

Me permito solicitarles vuestra máxima atención.

* * * *

Si leemos el libro de Lamentaciones con detenimiento notaremos que todos sus capítulos, a excepción del último, están ordenados respetando el orden del abecedario hebreo. Significa: los versículos comienzan con letras que mantienen el orden estricto del abecedario.

Mas a partir del segundo capítulo encontramos una modificación en el orden del mismo: la letra pei aparece escrita antes que la letra ain (Ver Tablas de letras en la Introducción de esta obra).
Los sabios del Talmud (Tratado de Sanhedrín), atentos y sensibles a todo cambio o modificación, indican que en realidad tal inversión en el orden de las letras pei y ain no es casual sino que, por el contrario, encierra un mensaje muy profundo, y lo ejemplifican precisamente citando el caso de los espías enviados por Moisés: ellos dijeron con sus bocas – pei – lo que sus ojos – ain – no vieron.
En pocas palabras, la raíz del exilio, la caída y la destrucción está simbolizada por la modificación del orden correcto entre la letra pei y la letra ain, lo cual indica la posibilidad humana de hablar lo que nuestros ojos no vieron.
Qué sugerente y qué significativo resulta entonces reflexionar acerca de la enseñanza de los sabios que indica que precisamente entre estas dos fechas históricas – el 17 de tamuz y el 9 de av – existen veintidós días, el mismo número que conforma el abecedario hebreo.

Los cuatro sabios

Tal vez uno de los pasajes más famosos y maravillosos del Talmud nos sirva para acercarnos un paso más a los conceptos citados. Más precisamente, nos referimos al relato talmúdico acerca de los cuatro sabios que ingresaron al huerto – pardés (Talmud, Tratado de Jaguigá 14b). Presentamos a continuación una traducción resumida de aquel texto, la cual ya incluye algunas explicaciones para facilitar la comprensión del lector:

Enseñaron los sabios: “Cuatro entraron al pardés, y éstos son: Ben Azay, Ben Zoma, Ajer, y Rabí Akiva…. Ben Azay observó y murió… Ben Zoma, observó y fue afectado… Ajer corrompió su percepción de la divinidad, y Rabí Akiva salió en paz.”

Evidentemente el texto se refiere a cuatro sabios que intentaron investigar los niveles místicos más profundos – el pardés – razón por la cual el estudio de este pasaje es un pilar de los textos cabalísticos.

Y quien de un modo dramático toma el centro de la escena, y convoca la máxima atención, es la figura de Elisha Ben Abuia, el cual a partir de su desviación herética pasa a ser llamado por el Talmud con un nombre sugerente: Ajer. El sabio deja de ser quien fue y se transforma en “otro”: Ajer.
El mismo Talmud relata lo sucedido a Ajer en “las alturas”. Es fundamental destacar que nada de lo dicho aquí debe ser tomado al pie de la letra ya que, sin duda, el texto de sabiduría sugiere niveles de comprensión que nos superan por completo. De todos modos, el sentido llano del pasaje talmúdico podemos resumirlo del siguiente modo:

Cuando Ajer ingresó al pardés, vio a uno de los ángeles principales, a quien se había dado el permiso para sentarse y anotar los méritos de Israel. Entonces Ajer recordó que había aprendido que, entre otras cosas, en las alturas no existía el concepto de sentarse, lo cual lo confundió. Por consiguiente, al ver que de todos modos un ángel estaba sentado en contra de las leyes y decretos celestiales, concluyó que “tal vez existían dos poderes en los Cielos”: el de Dios, y el del Angel que estaba sentado. Y a pesar de que en los Cielos intentaron demostrar a Ajer – castigando al ángel con sesenta golpes de fuego – que en realidad existía un solo y único dominio y poder, el divino, el sabio no modificó sus pensamientos acerca de la dualidad en las alturas. El daño en su aprehensión de la divinidad ya había afectado lo más profundo de su ser.

Maimónides, en su Guía de Perplejos (Primera parte, capítulo 32), se refiere a este texto hermético:

“Lo propio acaece en cuanto a las percepciones intelectuales, puesto que, si te detienes en lo obscuro y no te engañas a ti mismo creyendo demostrado lo indemostrable, en orden a materias que no lo han sido; si no te apresuras a rechazar y declarar categóricamente falsas cualesquiera aseveraciones cuyas contrarias no se hayan demostrado; si, en una palabra, no te empeñas en penetrar lo que te es imposible, habrás llegado a la perfección humana y conseguido el rango de Rabí Akiva, que “entró en paz y salió en paz”… Ahora bien, si te lanzas a la aprehensión de cosas que exceden tu capacidad o te precipitas a declarar falsas aquellas aseveraciones que no hayan sido demostradas o que son imposibles, siquiera sea remotamente, te clasificas con Elisha, Ajer, y además de no lograr la perfección, te quedarás en el ínfimo grado de la imperfección, y te ocurrirá que sobrevalorarás las fantasías, te sentirás arrastrado al vicio, a la depravación y el mal, secuela de los prejuicios del intelecto y extinción de su luz”.

Y si entendemos que los ojos simbolizan el estudio profundo y la investigación, el análisis pausado y la inclinación contemplativa, bien podemos afirmar que en este caso “la boca” prevaleció a los ojos y Ajer, simplemente, no los tuvo en cuenta.

Tal vez esta sea la interpretación de Maimónides al afirmar: “si no te apresuras a rechazar y declarar categóricamente falsas cualesquiera aseveraciones cuyas contrarias no se hayan demostrado”, y también “te precipitas a declarar falsas aquellas aseveraciones que no hayan sido demostradas o que son imposibles, siquiera sea remotamente”. O en nuestro lenguaje, si no antepones tu boca a tus ojos o, la letra pei a la letra aín.

Profundicemos

Si bien la tergiversación en el orden de las letras que simbolizan la boca y los ojos puede parecer un detalle insignificante, los sabios místicos nos enseñan que esta combinación inversa es absolutamente destructiva.

En la simbología mística, los ojos representan la fuente de información y contacto con la realidad, mientras que la boca expresa la traducción de tal relación en ideas y palabras.
No sorprende entonces que la palabra bíblica para denominar a una fuente de agua sea idéntica al nombre de la letra: ain. ¿A que se debe tal estricta relación lingüística? Muy sencillo: tanto la letra como la fuente de agua representan el origen y el punto inicial de un fluir y una dinámica determinados.

Cuando el ojo ocupa el lugar correcto, entonces la boca refleja de modo transparente la realidad.
Cuando la boca funciona de modo independiente, desconectada de los ojos, entonces la transparencia se transforma en confusión y la realidad en simple imaginación.

La boca ya no traduce la información que le brinda el ojo, sino que sirve pleitesía a los deseos del hombre.

La boca ya no busca reflejar estrictamente la realidad; ahora habla deseos, pronuncia voluntades.

Mucho más grave aún: una vez que la boca habla disfrazada de fuente, cuando llega el turno del ojo éste ve lo que la boca ha dicho, que a su vez es lo que el deseo le ha dictado.

El ojo ahora cree observar una realidad que no es más que la expresión de sus deseos.
En lugar que la boca marche detrás de los ojos, éstos aprehenden la realidad descripta falsamente por la boca.
La boca ya no expresa lo observado sino que, por el contrario, se observa lo expresado por la boca.

Los sabios místicos revelan que esta desarticulación entre la boca y los ojos representa la raíz de toda caída y destrucción.

El orden correcto de los ladrillos y las piedras energéticas posibilita una construcción estable de los cimientos y las bases. Mas cuando el orden se modifica y se corrompe, el futuro edificio está condenado a tambalearse y caer destruido en mil pedazos.

El desorden de letras y el hombre contemporáneo

Si bien hasta ahora hemos analizado el tema a un nivel abstracto y teórico, sin duda que todos nosotros reconocemos en nuestro mundo interior esta dinámica destructiva y corrosiva.

La boca habla y determina; los ojos más tarde observan lo dicho.

El hombre contemporáneo vive atrapado en un universo gigantesco de palabras. Mas exactamente en una cárcel con rejas de palabras: palabras de radio, palabras de televisión, palabras de periódico, palabras de revista, palabra digital, palabra celular, palabra de internet, palabra…

Sobra aclarar que en su enorme mayoría se trata de palabras pronunciadas por bocas que preceden a los ojos.
Palabras que violan el orden natural, palabras que son semillas de futuras destrucciones.

¿A qué se debe este fenómeno enfermizo?

Los hombres contemporáneos pueden ser calificados en alguna de estas dos categorías: aquellos que viven desconectados del tiempo o aquellos que repiten sin cesar que el tiempo no les alcanza para nada.

En ambos casos – ya sea debido a la desconexión o a la carencia – el hombre contemporáneo no dedica el tiempo mínimo y elemental que se requiere para observar la realidad, analizarla, reflexionar al respecto y sacar conclusiones. Por el contrario, apurado, atolondrado y aturdido, habla y parlotea sin descanso. Y una vez que ha hablado y dicho todo sobre todo, entonces le llega el turno a su ojo fugaz que – nuevamente carente de tiempo o desconectado del mismo – coincide plenamente con todo lo dicho.
Sus ojos ciegos aprehenden una realidad inventada por su boca de cotorra.

En el campo urbano, social y cultural, las palabras de radio, diarios y televisión se prestan «desinteresadamente» a reemplazar la boca del hombre contemporáneo, ocupada en hablar de sus cosas privadas. Y muy curiosamente, los ojitos agotados del hombre moderno terminan viendo y captando la realidad tal como la Gran Boca la ha pronunciado y explicado.
¿Puede un hombre cuerdo imaginar combinación más dañina y perversa que esta?

Comenzando a cerrar el círculo

En otra parte de El Calendario Cabalístico escribimos que en la mayoría de los casos seguimos leyendo y analizando la Biblia tal como la aprendimos y la estudiamos en el colegio. Aunque sin desprendernos de esta perspectiva, nos será imposible explicar y entender cómo un pueblo que había visto y oído a la divinidad descender entre nubes, fuego y relámpagos sobre el Sinaí, tras cuarenta días construye un becerro de oro y le proclama fidelidad absoluta. Tal como tampoco nos resultará muy sencillo comprender cómo los representantes más notables de cada tribu espiaron la tierra de Israel y transmitieron al pueblo ansioso y esperanzado un informe tergiversado y engañoso.

Nuestros sabios místicos lo explican afirmando que ellos realmente «vieron», y que en ningún caso se trata de gente mentirosa o embustera.

Sólo que ellos «vieron» lo que ya había hablado su mente y su corazón. “Vieron” sus deseos, vieron sus miedos y temores, vieron sus deseos que exigían comodidad y refugio.

El pueblo de Israel «realmente» observó en los cielos el entierro de Moisés, porque sus mentes ya se habían dicho a sí mismas que seguramente el gran maestro no regresaría.

Los diez espías «realmente» vieron que hombres gigantes e invencibles habitaban la tierra prometida debido a que sus corazones ya habían sido capturados por la cobardía y por la duda.

La letra del mes

Los libros místicos relacionan al mes de tamuz con la energía particular de la octava letra del abecedario hebreo, la jet. Y para entender al menos algo de esta enseñanza, resulta fundamental primamente aclarar algunos conceptos.

Es sabido por todos, inclusive por aquellos que no se introdujeron en el mundo de la mística, que la semilla encierra al futuro árbol. O dicho en términos conceptuales, la semilla representa el nivel “en potencia” del futuro árbol “en acto”. Dos niveles, dos estados relacionados de modo esencial. No obstante, esta misma idea tan simple puede tomar dimensiones mucho mayores cuando la llevamos a un plano un tanto más abstracto.
En el lenguaje de los sabios, el principio o el inicio de toda cosa o fenómeno, encierra todo lo que sucederá con el correr de las horas, los días o los años.
El Talmud señala que la primera vez que una idea es expresada en la Biblia, éste es el sitio del cual se puede aprender de modo más claro y puro acerca de la misma. Más profundo aún, y aplicando estas ideas a nuestro tema en particular, la primera vez que una letra aparece en la Torá, de esta primera aparición y de su contexto puede entenderse la esencia de la letra.
¿Cuál es la primera oportunidad en la que aparece la letra jet? Muy sencillo: en el segundo versículo del libro del Génesis, como inicio de la palabra oscuridad: joshej.
Y tras haber leído nuestro análisis de la energía de tamuz, no sorprende que letra del mes sea la jet, ya que durante el mismo la visión se enturbia, el ascenso se detiene, y la luz que junto al Sinaí parecía eterna, lentamente comienza a tornarse en oscuridad.

Volvamos a Tamuz

Tal lo dicho, los textos de sabiduría describen a tamuz como a un profeta de idolatría. Y no solamente como un simple profeta sino como el más grande de todos, razón por la cual los ídolos de los cuatro rincones del planeta se reunieron a llorarlo.

Los sabios místicos enseñan que la imagen de tamuz como el Gran Profeta de la idolatría, alude al punto máximo de palabras desconectadas de toda visión.
La Gran Boca que marcha delante de los pequeños ojos.

Sólo una boca desconectada por completo de los ojos puede llegar a construir una realidad y a crear un mundo sin base, imaginario por completo, un escenario en el que todo puede suceder.

El mundo imaginario del idólatra en el que un turbio entierro sucede en los cielos, un mundo en el que a un becerro de oro recién hecho con aretes de mujeres se le adjudican poderes trascendentes, y a hombres simples, de carne y hueso, se los aprehende como gigantes invencibles.

El trabajo espiritual del mes

1. El valor de la caída

Uno de los sabios pensadores más brillantes de la historia de Israel, Rabeinu Tzadok Hakohen, se ocupa en varias partes de su obra del revalorizar precisamente la caída y el descenso de la persona. Este gigante espiritual nos revela que el camino natural de la persona es ascender, alcanzar un determinado punto, una cima individual, para después descender nuevamente y comenzar la tarea de ascenso buscando y aspirando nuevos logros. ¿Acaso esto significa que necesariamente la persona deberá caer en su camino ascendente? Y la respuesta del cabalista es positiva, y mucho más aún: el ascenso posterior es directamente proporcional a la profundidad de la caída precedente.

En nuestro modo superficial de entender la realidad, categorizamos al ascenso como positivo y al descenso y a la caída como negativo. Lo bueno – el ascenso – se detiene y se interrumpe, para dar lugar a lo malo y decadente – el descenso y la caída. No obstante, y tal como lo enseña el sabio, el ascenso y la caída pueden entenderse también de un modo más profundo como dos elementos necesarios de un proceso de crecimiento y desarrollo espiritual.

Un jasid se quejó al rabí de Lublín de que era atormentado por un deseo pecaminoso y sentía abatido por ello. El rabí le dijo: “Guárdate ante todo del abatimiento, porque es peor y más pernicioso que el pecado. Cuando la inclinación al mal despierta deseos en el hombre, lo que le interesa no es sumirlo en el pecado, sino sumirlo en el abatimiento por el camino del pecado”.

Lo escribimos al comienzo de este libro: el Mal constituye un elemento esencial en la historia de la humanidad, y es el elemento divino que permite al hombre trabajar y superarse. Es cierto, el Mal provoca la caída del hombre, más el descenso posibilita a la persona profundizar en el acto de vivir, alcanzar mayores niveles de comprensión, y fortificar sus persona para los tiempos venideros.

Preguntaron a Rabí Shmelke: “Por qué se considera tan glorioso el sacrificio de Isaac? Por ese entonces nuestro Padre Abraham había alcanzado un alto rango de santidad, por lo uqe no es de extrañar que hiciera inmediatamente lo que Dios le pidió”.
El contestó: “Cuando un hombre es sometido a prueba, todos los rangos y toda la santidad le son quitados. Despojado de todo lo que alcanzó, se enfrenta cara a cara con Aquel que lo está probando”.

Debemos cambiar nuestra concepción acerca del Mal hasta poder afirmar sin titubeos que el Mal es un bien que no entendemos.

A un nivel superficial no lo entendemos, mas cuando profundizamos, cuando estudiamos, cuando reflexionamos, rápidamente descubrimos que una vida sin grietas ni quebrantos sería un paso monótono por el tiempo, una vida sin trabajo, sin superación, una vida regalada y carente de sentido.

Toda vez que Rabí Itzjak llegaba al pasaje de la Hagadá de Pesaj donde se habla de los cuatro hijos y allí leía acerca del cuarto, ése que “no sabe cómo preguntar”, decía: “Aquel que no sabe cómo preguntar, soy yo mismo, Levi Itzjak de Berditchev. No sé cómo preguntarte, Señor del mundo, y aun si lo supiera, no soportaría hacerlo. ¿Cómo osaría yo preguntarte por qué todo sucede como sucede, por qué somos expulsados de un exilio a otro, por qué se permite a nuestros enemigos atormentarnos? Pero en la Hagadá, al padre de “aquel que no sabe preguntar” le es dicho: “A ti te corresponde revelárselo”. Y, Señor del mundo, ¿no soy yo tu hijo? No te ruego que me reveles el secreto de tus caminos: ¡no podría soportarlo! Pero muéstrame una cosa, muéstramela más clara y más profundamente: muéstrame qué significa para mí esto que sucede en este mismo momento, qué exige de mí, qué es lo que tú, Señor del mundo, me está diciendo por ese medio. Ah, lo que quiero saber no es por qué sufro, sino solamente si sufro por tu causa”.

En el mes de tamuz comienza la caída de Israel tras alcanzar su punto máximo a los pies del Monte Sinaí. Y es un tiempo en el que soplan energías de tropiezo y de caída. ¿Acaso esto es peligroso? Claro, muy peligroso, para quien aún no ha comprendido el valor fundamental de la caída y su importancia para el próximo ascenso.

2. Elegir lo verdadero

Dijimos más arriba que, tal como lo explica el genial sabio cordobés, Maimónides, Adán, antes de probar el fruto prohibido y antes de provocar la confusión antes detallada, distinguía en su mundo cuatro aspectos diferentes: lo verdadero, lo falso, lo bueno y lo malo. Y esto, todo el tiempo que el Mal se encontraba afuera de su persona. Como es lógico, él se guiaba por lo correcto y lo falso, y su camino era elegido de acuerdo con la verdad. Mas al caer, al “acceder” al conocimiento que El Eterno le indico no probar, su vida ya no se rige por lo verdadero y lo falso, o lo correcto o incorrecto sino por lo bueno y malo. El hombre que basa su vida en lo que le parece bueno o malo, en lo que la agrada o le da rechazo, es un digno representante del hombre, mas en su estado decadente posterior al pecado. El Bien y Mal, entremezclados y confusos desplazan y oscurecen a la Verdad y la Mentira.

Pensemos y reconozcamos con toda franqueza: ¿cuantos de los caminos que elegimos son escogidos por nosotros por tratarse de caminos verdaderos? ¿O es que acaso sólo vamos detrás de lo que nos gusta y nos causa placer?

Un hombre acudió a Rabí Levi Itzjak y se quejó: “Rabí, ¿qué he de hacer con la mentira que constantemente se infiltra en mi corazón?” Se detuvo y luego gritó muy alto: ¡Oh, y ni siquiera lo que acabo de decir fue dicho sinceramente! ¡Jamás encontraré la verdad! De desesperación, el hombre se arrojó al suelo.

¡Con cuánto fervor busca este hombre la verdad!, dijo el rabí. Con mano suave lo levantó del suelo y dijo: “Está escrito en el libro de los Salmos: “La verdad brotará de la tierra”.

Existe un texto talmúdico, al final del Tratado de Sotá, en el que los sabios se refieren a la características de los años finales de la historia y del mundo. Allí se determina, entre otras cosas, que en los tiempos anteriores a la venida del Mesías “la verdad va a faltar”. Es decir, serán tiempos en los que el hombre no tomará en cuenta a la verdad y, por el contrario, marchará detrás de los deseos de su corazón.

En el mes de tamuz Israel realizó mal la cuenta de los días que Moisés debía permanecer sobre el Monte, y es el mes en el que al pueblo le pareció ver algo así como el entierro del líder en los cielos. Mas, si realmente aquella generación hubiese buscado la verdad con todo su corazón, no con tanta celeridad hubiesen reemplazado al mismo Moisés por un becerro de oro, construido por sus propias manos, desprovisto por completo de todo elemento de santidad trascendental. ¿Un pueblo que se guiará por la verdad podría haber exclamando ante este ídolo “éste es quien nos sacó de Egipto?

Un discípulo preguntó al rabí de Lublín: “Rabí, tú nos enseñaste que si un hombre conoce su propio valor y echa cuentas honradas con su propia alma, a él puede aplicársele el dicho popular: “Sacar las cuentas es pagar la mitad de la deuda”. ¿Cómo debemos entenderlo?
“Cuando se envía mercadería a través de la frontera”, dijo el rabí, “se le aplica el sello del rey y esto la certifica. De modo que cuando un hombre hecha cuentas honradas con su alma, la verdad, que es el sello de Dios, se aplica sobre él, y queda certificado”.

De modo equivocado solemos pensar relacionar al bien con el placer, y al placer con el bien. No obstante, todo el tiempo que lo correcto no es tomado en cuenta, cada elección que no considera también a la verdad, se condena a sí misma a durar muy poco tiempo. La idea del bien cambia y se modifica con el tiempo, y lo que antes nos provocaba placer, hoy nos genera rechazo. Mas la verdad es eterna, la firmeza de la misma se mantiene por siempre. Y tal vez debamos alguna vez permitirnos pensar que quizá el saber que hacemos lo correcto, por elección, conscientemente, es lo que a la larga provoca en nosotros el máximo placer. El único que, por basarse en la verdad inmutable, tampoco se modifica con el paso de los días y los años.

Aprovechemos la energía de este mes para revisar nuestros actos y para decidir si queremos basarlos y apoyarlos en parámetros y pilares verdaderos o en nuestras vanas y cambiantes ideas del bien, del mal y del tan inestable placer.

3. Anticipar los ojos a la boca

Aprendimos que la caída más dañina comienza en el momento en el que la persona modifica el orden de sus ojos y su boca. En lugar de hablar lo que ve, primero habla, y después observa. Y dijimos también que lo más grave de esto es que al final los ojos terminan “viendo” lo que su boca dijo. Los invito a reflexionar acerca de cuánto de los que normalmente opinamos con un tono de máxima seguridad se basa en hechos comprobados y estudiados a fondo.

Para explicarlo citaré un ejemplo maravilloso.
La Biblia nos relata que cuando el pueblo de Israel, tras cruzar el desierto, se aprestaba a entrar a la Tierra Prometida, el rey de Moab, Balak, sobremanera se asustó y decidió tramar un plan para evitar que Israel llegara a su tierra. Entonces, mandó a llamar al máximo “profeta” de aquéllos días, Bilaam, para que observara a Israel desde lejos y lo maldijera. El Talmud, en el Tratado de Berajot, enseña que el gran poder de Bilaam consistía en que sabía calcular exactamente el instante en el que Dios se enoja, y entonces en este preciso momento también él maldecía y vilipendiaba. Y si bien al fin y al cabo el plan de estos dos malvados fracasó, y las maldiciones fueron trocadas en bendiciones, el Talmud de todos modos se interesa por un punto particular de esta historia: ¿cómo el malvado Bilaam podía lograr maldecir en sólo un instante? Y la respuesta de los sabios es que el mínimo tiempo de un instante le era suficiente para pronunciar el término hebreo “kalem”: ¡que sean exterminado!
Para entender esta maldición, diremos que Maimónides escribe que la palabra rey, melej, está compuesta por tres letras: mem, lamed y jaf, y que este orden no es casual. La primera letra, la mem, marca el nivel del moaj, del cerebro y de la mente de la persona, que es la que debe conducir al individuo; la segunda letra, la lamed, es la que refiere al nivel del lev, el corazón, el cual debe seguir a la mente, y por último, la letra jaf marca el nivel del hígado, el kaved, el cual es asociado con la sangre y domina al aspecto físico y corporal de la persona. En resumen: rey, melej, es quien anticipa la mente a sus sentimientos, y éstos a su cuerpo.
La maldición kalem, la cual pretendía dañar al pueblo de Israel, reúne la mismas letras que rey, melej, aunque en el orden inverso. ¡Pobre de la persona cuyo cuerpo determina el camino, el sentimiento lo sigue, y sólo después permite a su mente tomar parte en la decisión! ¿Puede acaso imaginarse una persona mayor maldición que esta? En el plano más practico posible, imaginen a una persona eligiendo comprar un automóvil porque al manejarlo lo disfruta, su color le atrae y le sienta bien. Luego, claro, una vez que sus actos y su deseo lo han impulsado a gastar miles de dólares, explicará a sus amigos que se trata de un excelente motor, y que es sumamente sabido que el mismo da muy buenos resultados. Los actos, los sentimientos, y recién después la cabeza en funcionamiento. Dejo a la imaginación del lector la aplicación del mismo ejemplo a la elección de una pareja…
Cuando la boca habla sin que los ojos hayan revisado los hechos, la persona funciona de modo inverso y, esto garantiza su futura derrota.

Una vez, en la mesa, Rabí Uri dijo las palabras del salmo con gran fervor: “Abre mis ojos, y miraré las maravillas de Tu Ley” (119:18). Luego las explicó de esta manera:

“Sabemos que Dios, antes de crear el sol y las estrellas, creó durante el primer día una gran luz para que el hombre pudiera mirar de un extremo al otro del mundo sin que ninguna cortina se interpusiera entre su mirada y lo que era visto. Pero después Dios ocultó esa luz. Por eso David suplica ante el Creador: “Abre mis ojos”. Porque no es realmente el ojo, con su blanco y su pupila, lo que produce la visión; el ojo tiene visión porque e poder de Dios se la da. Pero una cortina impide que el ojo vea lo que está lejos en la misma forma que ve lo que está cerca. David suplicaba que esta cortina fuera eliminada, para que pudiera admirar la maravilla de todo lo que existe. Porque, dice, “de Tu Ley”, o sea de acuerdo con la Torá, veo que no debe haber separación alguna”.

Y si alguna vez, precipitadamente, anticipamos la boca a los ojos, y creamos una realidad propia, basada en nuestra fantasía, como el idólatra, debemos al menos estar dispuestos a rectificar nuestras ideas cuando la realidad nos demuestra la contrario. ¡Cuántas veces por orgullo nos aferramos a conceptos o a ideas que expresamos y no estamos dispuestos a modificarlos en ningún caso! ¡Cuántas veces clamamos a los cielos porque sentimos que en nuestro mundo la presencia divina aparenta estar ausente! Mas es completamente cierto: Dios habita en el mundo creado por El y no en el que nosotros inventamos o imaginamos. Es cierto, el mundo que es producto de nuestras fantasías no es habitado por Dios, y, por consiguiente, no podemos quejarnos ante El o pedirle explicaciones de lo que en el sucede.

Uno de los seguidores de Rabí Moshé era muy pobre. Se quejó al rabí de que su estrechez le impedía aprender y orar.

“En este día y en este tiempo”, dijo Rabí Moshé, “la mayor devoción, mayor que el estudio y la oración, consiste en aceptar el mundo exactamente tal como es”.

También a Ajer intentaron demostrarle en los cielos su error y su equivocación, mas él ya había sacado sus propias conclusiones, a las cuales se aferró hasta llegar al final, al escalón más bajo, a lo más profundo de su caída.

Aprovechemos la energía de tamuz para reordenar nuestra estructura interna, para dar prioridad a nuestros ojos y para que las palabras que salgan de nuestra boca sean fieles a un sistema que nos permita ser reyes… de nuestra persona y nuestra vida.

Costumbres y leyes relacionadas con Tamuz

· Tal lo dicho, el 17 de tamuz ocurrieron muchas tribulaciones al pueblo de Israel: las primeras tablas de la Ley fueron quebradas, se anuló el sacrificio de tamid, el cual era ofrecido antes de la destrucción del Templo, las murallas de Jerusalén fueron penetradas por los enemigos, la Torá fue quemada y se erigió un ídolo en santuario del Templo.

El recuerdo de estos acontecimientos dolorosos y su preservación en el corazón de cada persona sirve como punto de partida para la realización de la introspección personal, el retorno a Dios con arrepentimiento sincero y el mejoramiento de las acciones, todo ello con el propósito de que estas tribulaciones no vuelvan a ocurrir. Debido a esta razón, el 17 de tamuz es declarado como un día de ayuno comunitario.

Es importante destacar lo que Maimónides escribió al respecto:

“Hay días en los que todos ayunan – a causa de las tribulaciones que les ocurrieron – a fin de conmover los corazones y de abrir las puertas del arrepentimiento. Esto constituirá una remembranza de nuestras malas acciones, así como de las acciones de nuestros padres que son como nuestras acciones ahora, al punto tal que ello provocó – tanto a ellos como a nosotros – dichas tribulaciones”.

· Las tres semanas que van desde el 17 de tamuz hasta el 9 de av, son denominadas bein hametzarim debido al versículo del libro de Lamentaciones que describe así la destrucción del Templo: “Todos sus perseguidores la alcanzaron entre los estrechos – bein hametzarim” (1:3).

· En cada Shabat, durante el período de bein hametzarim, después de la lectura de la Torá en la sinagoga se lee tres secciones de los profetas que hablan acerca de la retribución y los castigos que acontecerán debido a los pecados del pueblo.

· Desde el 17 de tamuz hasta el día después al 9 de av, no se celebrar matrimonios. En algunas comunidades sefardíes no se celebran matrimonio únicamente a partir del comienzo del mes de Av y hasta después del 9 de av. No obstante, está permitido comprometerse durante todo el período de bein hametzarim.

· Está prohibido cortarse el cabello y rasurarse durante las tres semanas de bein hametzarim. Empero, a los sefardíes les está prohibido hacerlo únicamente a partir de la semana en la que tiene lugar el 9 de av.

La energía del mes de Tamuz (II)

La idolatría bíblica

Cuando el hombre contemporáneo lee la Biblia normalmente se sorprende de la cantidad de advertencias acerca de desviaciones idolátricas. Citemos al menos algunos ejemplos al respecto:

· “No reconocerás a los dioses de los otros en Mi presencia. No te harás imagen tallada ni ninguna semejanza de aquello que está arriba en la cielos ni abajo en la tierra ni en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni los adorarás, pues Yo soy El Eterno, tu Dios, un Dios celoso…” (Exodo 20: 3-5).

· “Pues mi ángel irá ante ti y te traerá al amorreo, al jeteo, al perizeo, al cananeo, al jiveo y al iebuseo, y yo los aniquilaré. No os postréis ante sus dioses, ni los adoréis, ni actuéis de acuerdo con sus prácticas; más bien, los destruiréis y haréis polvo sus pilares. Adoraréis a El Eterno, vuestro Dios, y El bendecirá vuestro pan y vuestra agua, y quitará la enfermedad de entre vosotros” (Exodo 23: 23-25).

· “No os haréis ídolos, y no erigiréis para vosotros estatuas ni columnas, y en vuestra tierra no emplazaréis un entarimado de piedras, para postraros, pues Yo soy El Eterno, vuestro Dios. (Levítico 26:1).

· “Pero seréis muy precavidos de vuestras almas, pues no visteis ninguna semejanza el día que El Eterno os habló en Joreb, en medio del fuego, para que no actuéis de forma corrupta y os hagáis imágenes talladas, semejanza de ninguna forma; ni forma de hombre ni forma de mujer; ni forma de ningún animal sobre la tierra; ni forma de ninguna ave que vuela por e firmamento; ni forma de nada que repte por el suelo, ni forma de ningún pez que está en el agua bajo la tierra; para que no elevéis los ojos hacia el cielo y veáis el sol y la luna y las estrellas, toda la legión del firmamento, y os descarriéis y os inclinéis ante ellos y los adoréis…” (Deuteronomio 4:15-19).

· “Ocurrirá que cuando El Eterno, tu Dios, te traiga a la Tierra que El Eterno juró a tus antepasados…ten cuidado de no olvidar a El Eterno, Quien te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la esclavitud. A El Eterno, tu Dios temerás, a El servirás, y en Su Nombre jurarás. No iréis tras dioses de otros, los dioses de los pueblos que os rodean. Pues un Dios celoso es El Eterno, vuestro Dios, entre vosotros, para que la ira de El Eterno, vuestro Dios, no se encienda con vosotros y El os destruya de la faz de la tierra” (Deuteronomio 6:10-15).

· “Si se presentare en medio tuyo un profeta o un soñador de sueños, y te anunciare una señal o una maravilla, y se produjera la señal o la maravilla de la cual te hablo, diciendo: “Vayamos tras los dioses de los otros que no conocisteis y los adoraremos”, no obedezcáis las palabras de ese profeta o de ese soñador de sueños…será condenado a muerte, pues hablaron perversiones en contra de El Eterno…para hacer que os descarriéis del sendero por el que El Eterno, vuestro Dios, os ha ordenado que vayáis…” (Deuteronomio 13:2-6).

· “Si tu hermano, el hijo de tu madre, o tu hijo o tu hija, o la mujer de tu regazo, o tu amigo que es como tu misma alma, te incitare secretamente, diciendo: “Vamos a adorar los dioses de otros que no conociste, ni tú ni tus antepasados…tu ojo no le tendrá lástima, ni le tendrás compasión ni le ocultarás. Sino que ciertamente lo matarás…pues buscó hacerte descarriar de cerca de El Eterno, tu Dios…(Deuteronomio 13:7-11).

Y ante la notable y reiterada repetición de estos pasajes, no resulta extraño que el hombre moderno se pregunte acerca del valor actual de tales mandatos: ¿acaso estas advertencias realmente se refieren a nosotros – tal el caso obvio del mandamiento que indica no matar o no robar – o simplemente reflejan el pensamiento de culturas antiguas, retrasadas y primitivas? Y una vez planteado el interrogante inicial, el hombre moderno agudiza su visión y su crítica: ¿cómo puede un hombre inteligente y culto inclinarse y postrarse ante un ídolo, producto y obra de sus propias manos? ¿acaso el desarrollo tecnológico y los avances científicos y culturales pueden convivir bajo un mismo techo con el pensamiento idolátrico?

Influenciado por vientos de apertura y progreso el hombre contemporáneo decide inmediatamente que se trata de pasajes y advertencias vacías y carentes por completo de importancia para él.

Mas cualquiera sea el modo, el estilo y la forma exacta de su formulación y su respuesta, lo que surge como absolutamente evidente es que la idolatría bíblica nos resulta incomprensible. Más aún: todos de algún modo u otro la asociamos con características primitivas, lejanas por completo a nuestro modo de pensar y de vivir.

Mas este pensamiento tiene sus peligros y sus riesgos inevitables, ya que si consideramos las advertencias bíblicas acerca de prácticas idolátricas como simples vestigios y resabios de otras épocas, no hacemos más que poner en duda la validez y la relevancia actual no solo de palabras y de letras sino de largos y reiterados capítulos de la Biblia.
¡Nada más lejano al pensamiento místico de Israel, el cual adjudica y otorga sentido y significado a cada palabra y a cada letra del texto bíblico!

La negación histórica

A modo de consuelo, digamos que encontramos textos de sabiduría que demuestran que generaciones muy anteriores a la nuestra comenzaron a perder el sentido de las advertencias bíblicas. Ellos tampoco asociaban a su vida las prácticas o los pensamientos idolátricos prohibidos.
Un sugerente relato del Talmud nos servirá sin duda para terminar de aclarar estos conceptos.

En el Talmud de Babilonia (Tratado de Sanhedrín) encontramos que en cierta ocasión, cuando Rab Ashi terminó de dictar una clase y se aprestaba a despedirse de sus alumnos, decidió anunciarles el tema de estudio que tratarían al día siguiente. Les dijo: «Mañana nos ocuparemos de nuestros antepasados que debido a sus transgresiones y desviaciones no tendrán un lugar en el mundo venidero. Específicamente hablaremos del rey Menashe, quien se desvió del camino correcto, entregándose y volcándose por completo a prácticas de idolatría».

Mas los sabios del Talmud detallan que Rab Ashi se refirió a Menashe en términos despectivos, comunicando a sus alumnos irónicamente que mañana «hablaremos de nuestros amigos», en alusión al rey Menashe y su gente.
El relato talmúdico continua diciendo que aquella noche el rey se le apareció en sueños y le preguntó a Rab Ashi: «¿Acaso nosotros somos tus amigos o amigos de tu padre para que nos llames despectivamente de este modo?» Además, Menashe le formuló en el sueño una pregunta elemental sobre cierto aspecto legal de la Torá, pregunta que Rab Ashi no supo responder. Al notar que su interlocutor desconocía la respuesta, el rey agregó en su presencia onírica: «¿Ni siquiera ésta sabes y te permites llamarme «tu amigo?”»
Rab Ashi – todo esto aún dentro del sueño – le preguntó entonces al rey Menashe: «¿Y si ustedes sabían tanta Torá y eran tan sabios, cómo pudieron entonces volcarse de lleno a actos y a prácticas de idolatría?»
El rey Menashe respondió: «Si tú hubieses vivido en mi generación te hubieses recogido el borde de tus ropas para poder correr libremente a cometer actos de idolatría».
Significa: no como nosotros que al menos lo hacíamos lentamente y de modo ordenado: vos hubieses corrido desesperadamente entregado a servir y a adorar cultos extraños.
El relato talmúdico termina diciendo que al día siguiente, cuando Rab Ashi llegó a la casa de estudio, corrigió y aclaro su expresión del día anterior aclarando que ese día estudiarían acerca de «grandes hombres».

Reflexionemos. El relato talmúdico nos enseña el tremendo poder que en épocas anteriores ejercía la influencia energética que inclinaba al hombre a cometer actos de idolatría de un modo claro, evidente y revelado. No eran los más pequeños e insignificantes personajes sino «grandes hombres». Ellos peleaban contra esta energía e intentaban combatirla, aunque en ningún caso la negaban.

Sin embargo, quien considera que en la actualidad esta influencia simplemente no existe es, sin duda, porque se encuentra tan profundamente inmerso en ella que ya no logra percibirla.
Los sabios nos enseñan que en cada generación la influencia negativa de idolatría asume formas y ropajes diferentes y renovados. Vemos que en épocas anteriores la misma llevaba al hombre a servir prácticamente a dioses extraños a través de ritos, altares y sacrificios extravagantes. En nuestra época asume modos y estilos más ocultos y complejos. Y si deseamos descubrir y aclarar la esencia energética del mes de tamuz, y si además queremos que tal aprendizaje nos resulte útil y aplicable, estamos obligados a intentar dilucidar el modo particular en que tal influencia se presenta en nuestra generación y en el tiempo que nos toca vivir y transitar.

Tal lo dicho, el nombre del mes se relaciona con el máximo profeta de idolatría: tamuz, lo cual indica que la influencia de este mes conduce a desviarse del camino correcto. No debe sorprender entonces que de acuerdo con la cronología bíblica, en este mes el pueblo de Israel comienza su inclinación más profunda hacia la idolatría. Nos referimos al pecado del becerro de oro, el cual en ningún caso puede ser calificado como «un pecado más» ya que los sabios místicos enseñan que no existe desgracia en el mundo que no esté relacionada esencialmente con aquella desviación inicial. En pocas palabras, todo castigo que recibimos y padecemos, de algún modo oculto y velado viene a pagar aquella cuenta pendiente.

En este mes, por lo tanto, especialmente debemos tomar conciencia plena del concepto de idolatría, para intentar erradicar su influencia de nuestra persona y de nuestra vida.
Comencemos la tarea.

El mes de tamuz y la historia

· El becerro de oro

Tal lo expresado, al llegar al pie del Monte de Sinaí el pueblo de Israel alcanzó un nivel espiritual excepcional. Su realidad se transformó por completo y su creencia y su fe alcanzaron un nivel de evidencia, como un hecho indiscutible e innegable. Tal lo enseña el pasaje bíblico, el pueblo no solo “escuchó la voz de Dios” sino que “la vio”. El descenso del Creador sobre el monte no fue una leyenda que recibieron de sus abuelos o que estudiaron de libros de historia. Muy por el contrario, los hombres que salieron de Egipto vieron, percibieron, oyeron y sintieron la experiencia más poderosa que un hombre puede vivenciar: el Cielo descendiendo sobre la tierra.

«Al tercer día, cuando era de mañana, hubo truenos y relámpagos y una pesada nube sobre la montaña, y el sonido del shofar era muy poderoso, y todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció. Moisés llevó al pueblo del campamento hacia Dios, y se pararon al pie de la montaña. Todo el Monte de Sinaí estaba humeante, porque El Eterno había descendido sobre él en el fuego; su humo subía como el humo de un horno y toda la montaña se estremeció sobremanera. El sonido del shofar se hizo más y más fuerte; Moisés hablaba y Dios le respondía con una voz. El Eterno descendió sobre el Monte de Sinaí en la cima de la montaña…»
Exodo 19

No obstante, los sabios cuentan que tras cuarenta días, y bajo la poderosa influencia energética del mes de tamuz, el Satán logró engañarlos y mostrarles como una imagen turbia del entierro de Moisés que en ese momento se llevaba a cabo en las alturas, lo cual les permitió «entender» que el gran maestro ya no bajaría del monte ni volvería a conducir al pueblo en dirección a la Tierra Prometida. Una imagen turbia y confusa en las alturas es aceptada sin tapujos por un pueblo que lentamente caía en la trampa del Mal.

«El pueblo vio que Moisés se había demorado en bajar de la montaña y se reunió en torno a Aharón y le dijo: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros, pues no sabemos qué es lo que le ha ocurrido a este hombre Moisés que nos trajo de la tierra de Egipto.

Aharón les dijo: Quitad los anillos de oro que hay en las orejas de vuestras mujeres, hijos e hijas, y traédmelos.
Todo el pueblo se quitó los anillos de oro que tenían en las orejas, y se los llevó a Aharón. El los tomó de sus manos y los unió en una tela, y formó un becerro fundido. Dijeron: Este es tu dios, Israel, que te hizo ascender de la tierra de Egipto.
Aharón vio y construyó un altar frente a él. Aharón exclamó: ¡Fiesta para El Eterno mañana!
Exodo 32

Ahora bien: si la visión del Monte de Sinaí fue tan clara, si la realidad alcanzó un nivel tan obvio, ¿cómo pudo suceder tal desviación hacia la idolatría? ¿Cómo pudo devenir tal fuerza maligna que inclusive logró arrastrar consigo al mismo Aharón, hermano mayor de Moisés? Aharón, el profeta, el Gran Sacerdote, envuelto en hechos que sin duda merecen una mínima explicación.

* * * *
De los textos del profeta Ezequiel y de Maimónides surge con absoluta claridad que Tamuz era un profeta, el máximo profeta de idolatría de todas las épocas. Y sin entrar por completo en el análisis del tema, diremos que el profeta, en la Biblia, es un hombre elegido para transformarse en boca del Creador, para transmitir a los hombres la palabra divina. El profeta cumple el rol de comunicador.

Un claro ejemplo lo constituye el mismo Aharón, quien es considerado profeta al transformarse en la boca de Moisés ante el Faraón.
Mas los sabios místicos nos enseñan que todo lo creado tiene su opuesto y no solo el bien y el mal, la verdad y la mentira. Toda criatura – por más pequeña e insignificante que sea – tiene su punto opuesto, su negación. Por consiguiente, tal como existe el profeta verdadero que traduce fielmente la palabra de El Eterno, encontramos también la boca que desvía y descarría, la boca que enturbia y que confunde.
Profeta verdadero, profeta falso.
No resulta entonces sorprendente que la influencia energética de idolatría que reina en el mes de tamuz – la que simboliza la boca del falso profeta – se enfrente precisamente con Aharón, representante máximo del mensaje claro y transparente de Moisés.
Dos bocas que se enfrentan, y una rendija de sabiduría que nos muestra un estrecho camino de entrada a la esencia energética del mes.

* * * *
Los espías

Durante el mes de tamuz también acontece la segunda gran transgresión del pueblo de Israel: los espías enviados por Moisés regresan y simplemente transmiten al pueblo un informe tergiversado.

«El Eterno habló a Moisés diciendo: «Envía para ti a hombres, y que espíen la Tierra de Canaán que Yo doy a los Hijos de Israel; un hombre por su tribu paterna enviarás, cada uno un líder entre ellos.» Moisés los envió desde el Desierto de Parán ante la orden de El Eterno; eran hombres distinguidos, cabezas de los Hijos de Israel… Moisés los envió para que espiaran la Tierra de Canaán y les dijo: «Ascended aquí en el sur, y escalad la montaña. Ved la tierra, ¿cómo es?, y la gente que allí habita ¿es fuerte o débil? ¿Es poca o mucha? Y ¿cómo es la tierra en la que habitan? ¿es buena o mala? ¿y cómo son las ciudades en las que habitan? ¿Son abiertas o están fortificadas? ¿Y cómo es la tierra, es fértil o estéril? ¿Tiene árboles o no? Os fortificaréis y tomaréis los frutos de la Tierra»…

Al cabo de cuarenta días regresaron de espiar la Tierra… Ellos les informaron: «Llegamos a la Tierra a la que nos enviaste y, en verdad, en ella fluye leche y miel… Pero la gente que habita en la tierra es poderosa, las ciudades están muy fortificadas y, además, allí vimos a los descendientes del gigante»… dijeron: «No podemos ascender a ese pueblo, pues es demasiado fuerte para nosotros.»
Trajeron a los Hijos de Israel un mal informe de la Tierra que habían espiado, diciendo: «La Tierra por la que pasamos para espiarla, devora a sus habitantes. Todas las personas que allí vimos eran enormes…»

Otra vez la transgresión se relaciona con un informe maligno, con un desvío en la transmisión de los mensajes.

La boca no traduce fielmente, la boca nuevamente confunde, enturbia, desvía.
Demos un paso más.

Mucho más que dos letras

Tal lo dicho en la introducción de esta obra, es esencial tener siempre presente que una de las bases principales del pensamiento místico y filosófico de la Sabiduría de Moisés sostiene que el mundo fue creado a partir de las veintidós letras del abecedario hebreo. Primero existieron las letras a modo de unidades energéticas, y a partir de éstas devino posteriormente el mundo físico y material.

¿Significa acaso que la Sabiduría del Sinaí —la Torá— es anterior aún al propio mundo?
El mensaje de los sabios es muy preciso: el universo, en todos sus aspectos y niveles, es la expresión y el resultado “material” de tal Sabiduría. Nosotros, seres pensantes aunque limitados, no podemos ni siquiera imaginar lo que era la Sabiduría divina antes de la creación. Como lo sugieren los sabios en el Midrash, la misma se encontraba escrita en fuego negro sobre fuego blanco. Pero tampoco podemos concebir y aprehender la profundidad de este mensaje ya que, con anterioridad a la creación, el fuego, tal como nosotros lo conocemos, aún no existía.
Lo que sí debemos entender es que la palabra inefable del Creador tomó forma física. El cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos se transformaron en las vestimentas del mandato inicial de gestación, sin el cual la creación no hubiese podido comenzar ni continuar su existencia.
Posteriormente, el fuego negro y blanco de Sabiduría pura se vistió de tinta y de pergamino, se ocultó entre sus palabras y sus letras, y descendió de las alturas del Monte Sinaí protegido por las manos nobles de Moisés.
La Sabiduría divina, base misma de la creación, permanece implantada en el Libro, y se revela a esos pocos seres que gracias a un arduo esfuerzo y a una dura dedicación al estudio logran observar más allá del camuflaje material.
El Talmud relata que cuando los antiguos romanos capturaron al gran sabio Rabí Janina ben Teradión por haber cometido el «delito» de enseñar la Sabiduría de Moisés a sus alumnos, lo condenaron a muerte. Lo envolvieron en un rollo de la Torá y le prendieron fuego. Cuando su agonía alcanzó la intensidad más alta, sus alumnos le preguntaron: «Maestro, ¿qué ve?». Y él respondió: «Los pergaminos se consumen, y las letras se remontan en dirección al cielo».
El gran sabio veía lo que sus alumnos no eran capaces de ver. Las llamas podían quemar los pergaminos y la tinta, mas las letras divinas, las primeras, las iniciales, son eternas ya que el pergamino y la tinta no son su esencia sino simplemente su morada.
Los ejecutores romanos podían regocijarse, igual que los bárbaros se regocijaron siglo tras siglo mientras daban rienda suelta a su odio hacia el símbolo que ha sido tantas veces despreciado: la Sabiduría del Sinaí. Pero ellos no fueron capaces de destruirla, así como tampoco hubieran sido capaces de anular la ley de la gravedad.
Las letras son eternas porque reflejan la voluntad del Creador.
Primero el verbo, luego la materia; primero el Creador dijo, habló, y justo después el mundo fue y se gestó (ver Introducción).

Al estudiar la energía de las letras y su poder de creación, encontramos que por medio de la palabra divina o, más precisamente, por medio de las Diez Locuciones o Dichos Iniciales, el mundo alcanzó su modo físico. El Creador dijo que haya luz y fue la luz; el Creador dijo que las aguas se dividan y la tierra seca apareció. Diez locuciones, diez dichos, diez mandatos divinos de creación.

De igual modo encontramos en el Talmud que con la letra iud fue creado el mundo venidero, el anhelado, el añorado, el mundo espiritual, y con la letra hei, en contraposición, fue creado este mundo, el mundo físico, material y concreto.

Dos letras que sirven de base para dos tiempos fundamentales en la vida del hombre: el presente, nuestro mundo, y el futuro, el mundo por venir.
Como una muestra muy breve de la intención de este pasaje talmúdico, digamos que de acuerdo con las leyes de la gramática hebrea, la iud es la letra que transforma un verbo de tiempo pasado o presente en tiempo futuro. Cuando al verbo que hasta ahora aludía a un tiempo pasado o presente le anteponemos la letra iud al comienzo, entonces la acción pasa a referirse al tiempo futuro.
La esencia de la iud, por consiguiente, encierra la energía de proyectar en un futuro el pasado y el presente. No sorprende, entonces, que los sabios indiquen en su lenguaje en clave que precisamente con la letra iud fue creado el mundo venidero, el mundo futuro.
La letra hei, por su parte, además de coincidir con el mes de nisán, sirvió energéticamente para crear este mundo, la realidad que nos rodea, la misma que nos circunscribe y nos limita.

* * * *
Tras esta introducción que intenta refrescar nuestra memoria, diremos que para lograr alcanzar la esencia particular del mes de tamuz, los sabios enseñan que resulta indispensable aproximarnos a dos letras del abecedario hebreo: la letra ain y la letra pei.

El significado del nombre de la letra ain es ojo, y el significado del nombre de la letra pei es boca.
¿Mera coincidencia? Confío plenamente que el lector de El Calendario Cabalístico ya reconoce el valor fundamental de tales «casualidades» idiomáticas.

Citamos a continuación un texto del sabio Rabino Itzjak Guinzburg, el cual analiza precisamente las dos letras en cuestión. Y si bien el texto que presentamos en muchos casos utiliza un lenguaje cabalístico, nos servirá al menos para captar la insondable profundidad de las letras en general, y de las dos letras, la ain y la pei, en particular.

“La boca, la letra pei, sigue al ojo, la letra ain. Las cinco bondades y los cinco poderes de los ojos izquierdo y derecho referidos en la letra ain, son de hecho las manifestaciones duales de la sefirá (el término sefirot es un concepto cabalístico que alude a los modos de influencia de la divinidad sobre el mundo) de daat (alude a una de las energías mentales principales), – conocimiento -, como es enseñado en la Cábala. Daat es el poder de unión y comunicación. La Providencia es el poder de daat como se revela a través de los ojos, mientras que el poder de daat como es revelado por la boca, el habla, es la forma más explícita de contacto y comunicación entre los individuos. Como está expresado en el versículo: «Y Adán conoció a su esposa Eva». «Conoció», el poder de daat, se relaciona con la unión física del marido y su esposa, por eso la forma idiomática «hablar» es usada por nuestros sabios al referirse a esa unión. Y así se nos enseña en el Zohar: «[el poder de] daat está oculto en la boca».

Daat como expresión de contacto en el ámbito de los ojos, es el secreto de la Torá escrita. Al leerla en el servicio de la sinagoga, el lector debe ver cada letra del Rollo de la Torá; algunas veces, se usa un «dedo de plata» para señalar y dirigir nuestra vista hacia cada palabra. La expresión del contacto en el ámbito de la boca es el secreto de la Torá Oral.
«No hay otro bien que la Torá». La pei es la decimoséptima letra del abecedario, el valor numérico de la palabra hebrea tov, «bien» o «bueno». Las primeras palabras dichas por la «Boca» de Dios: «Y hágase la Luz», espontáneamente produjeron la luz como la conocemos, y a continuación fueron vistas por Sus «Ojos» como que «es bueno». La palabra «bueno», es la treinta y tres de la Torá, la suma de los valores ordinales de las dos letras ain y pei (33 = 16 más 17), lo que alude a la unión de los dos niveles de daat, contacto (el de los ojos, la Torá escrita, y el de la boca, la Torá Oral).
Se dice del pueblo de Israel: «Tú eres mi testigo, dice Dios» y «El testimonio de Dios está en tu interior». Con los ojos cerrados testificamos dos veces por día: «Escucha, Oh Israel, El Eterno es nuestro Dios, El Eterno es uno». La ain de la primera palabra, Shema, «escucha», y la dalet de la última, ejad, «uno», son escritas de mayor tamaño, y juntas forman la palabra ed, «testigo». El alma de cada integrante del pueblo de Israel es un «ojo» – testigo de la unidad esencial de Dios. En este mundo debemos cerrar nuestros ojos físicos, para revelar el ojo interior de Israel que contempla la Unidad Divina. Al proclamar verbalmente nuestro testimonio, unificamos los dos niveles de contacto, el del ojo y el de la boca.
El expresar sabiduría proviene del ojo interior del corazón y se dirige a la boca, como está dicho: «el corazón del sabio le comunica a su boca». Las palabras de sabiduría, cuando se expresan sincera y humildemente por la boca, encuentran favor y gracia a los ojos de Dios y el hombre, como está dicho: «las palabras de la boca del sabio encuentran favor». En el Sefer Ietzirá se nos enseña que la «ofrenda» para la boca santa es gracia. En el bien, («No hay otro ‘bien’ que la Torá») están inherentes dos propiedades esenciales: verdad y gracia. Aunque cada dimensión de la Torá expresa una amalgama de ambas propiedades, sin embargo, en particular la verdad (la «figura masculina», definida en principio por las sefirot de tiferet y iesod en Cábala) es la conciencia primordial de la Torá escrita, mientras que gracia (la «figura femenina» maljut) es la de la Torá Oral. De esta manera, el poder de la pei, la boca, es expresar la gracia de la Torá Oral”.

Y si bien aprendemos – o al menos captamos – que el significado esencial de las letras pei y ain alude a enseñanzas cabalísticas muy profundas, en las próximas páginas intentaremos rescatar aquellos aspectos místicos de las letras que se relacionan directamente con la raíz de la idolatría y del mes de tamuz.

La energía del mes de Tamuz (I)

Primeros conceptos

Si consideramos y analizamos el fluir energético del tiempo a partir del primer mes del calendario hebreo, el mes de nisán, podremos determinar claramente que existe un ascenso espiritual marcado y notable con el paso y el correr de los días, las semanas y los meses.

Durante el primer mes – nisán – el pueblo de Israel fue rescatado de Egipto y de las garras más atroces de la esclavitud física y espiritual. Los sabios místicos enseñan que el pueblo de Israel descendió al nivel espiritual más bajo posible – nivel límite entre la existencia espiritual y el exterminio – razón por la cual El Eterno lo rescató a toda velocidad.

Durante el segundo mes – iyar – trabajamos duramente «en pleno desierto» para lograr que el regalo de luz que recibiéramos al salir de Egipto se transformara en parte integral de nuestra persona. Cuando la luz y la elevación espiritual son recibidas «desde afuera», entonces no podemos afirmar que ellas esencialmente nos pertenezcan.

Y por fin llegamos al tercer mes – siván – y gracias a nuestro esmerado y aplicado trabajo espiritual – comprendido en el precepto de La cuenta del omer – alcanzamos la base del Monte de Sinaí y recibimos la Gran Sabiduría – La Torá – que nuestro Maestro, Moisés, logró bajar de las Alturas celestiales.

Tres meses ascendentes: de Egipto al Monte de Sinaí. Tiempo de ascenso y de energía netamente positiva.

Línea temporal que determina la distancia entre la más oscura esclavitud y la luz de la Gran Sabiduría.

Sin embargo, aquel que alcanzó en su vida alguna cima o logro realmente importante y esencial conoce la diferencia abismal que existe entre el acto de llegar y el acto de permanecer en el máximo nivel. Se podría afirmar con toda certeza que se trata de dos sabidurías distintas, dos artes separados: alcanzar el objetivo, la cima, el propósito y, además, lograr permanecer y perdurar en las alturas.

No nos engañemos: no es fácil llegar a la cima, aunque mucho más difícil y complejo es mantener el nivel de excelencia.

Y el mismo relato bíblico no deja lugar a dudas. Israel sale de Egipto, atraviesa el desierto, llega hasta el Monte de Sinaí y recibe la Torá.

Perfecto, ideal, una historia con final feliz.
No obstante, precisamente el tiempo de máxima elevación se transforma de un momento a otro en la caída más violenta, en la pérdida más feroz, en el descenso espiritual más intenso posible.
En su punto de máximo nivel Israel construye el becerro de oro.
En el lenguaje maravilloso de los sabios: la novia traiciona al Novio estando aún bajo el palio nupcial.

Y cualquier persona despierta sentirá que un interrogante lo acosa y lo carcome por dentro: ¿El mismo pueblo que salió de Egipto es el que en pocos días construyó un becerro para idolatrar? ¿La misma gente que vi con sus propios ojos cómo las diez plagas golpeaban en Egipto y cómo el mar se abría, llegó a tramar semejante traición a Moisés y al Creador? Increíble, incomprensible. Inclusive doloroso. ¿Puede acaso un pueblo tener tan corta memoria?

Recurriremos a los maestros más sabios para buscar responder a a estos complejos interrogantes, aunque antes, para ayudar al lector, presentaremos una breve introducción. De este modo intentaremos dilucidar la esencia del cuarto mes, tamuz, el cual no sólo continúa al período ascendente marcado por los primeros tres meses – nisán, iyar y siván – sino que también inicia el tiempo de la caída y el descenso.

El sentido del Mal

Los cabalistas nos enseñan que al principio de los días, o mejor dicho durante el sexto día de la creación, había un hombre, una mujer… y una serpiente. Un hombre y una mujer – Adán y Eva – con un objetivo y una tarea divina que cumplir – “trabajar y cuidar el Gan Eden” – y una criatura, también divina, encargada de tentar al hombre a desviarse del camino correcto, y a interferir y arruinar los planes divinos y humanos de perfección.

Citamos a continuación los pasajes bíblicos del segundo y tercer capítulo del libro de Génesis relevantes para nuestro estudio:

“Y El Eterno, Dios, formó al hombre de polvo de la tierra y le exhaló en sus fosas nasales el alma de vida; y el hombre se transformó en un ser vivo.

El Eterno Dios plantó un jardín en el Edén, hacia el este, y allí colocó al hombre que había formado. Y El Eterno Dios hizo que brotaran de la tierra todos los árboles que eran agradables a la vista y buenos como alimento; y el Árbol de la Vida, en medio del jardín, y el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal…
El Eterno Dios tomó al hombre y lo colocó en el Jardín del Edén, para que lo trabajara y lo cuidara. Y El Eterno Dios le ordenó al hombre, diciendo: “De todo árbol del jardín podrás comer, pero del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, no comerás; pues el día que de él comas, ciertamente morirás”.
El Eterno dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una compañera que le corresponda… El Eterno Dios, con el costado que había tomado del hombre, construyó una mujer y la llevó ante el hombre… Ambos estaban desnudos, el hombre y su mujer, y no tenían vergüenza.
La serpiente era más astuta que cualquier otra bestia del campo que El Eterno Dios había hecho. Ella le dijo a la mujer: ¿Acaso Dios dijo “No comeréis de ningún árbol del jardín?”…La serpiente le dijo a la mujer: “Ciertamente que no moriréis, pues Dios sabe que el día que de él comáis, vuestros ojos se abrirán, y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal”.
Y la mujer… tomó de su fruto y comió; y también le di a su marido junto a ella, y él comió”.

Y si bien el análisis completo de estos pasajes podría ocupar cientos o miles de páginas, en este caso focalizaremos nuestra atención precisamente en el rol de la serpiente.

En el libro Nefesh Hajaim, el gran cabalista Rabí Jaim de Volozyn relaciona a la serpiente con la presencia del Mal en el mundo. Sin embargo, lo que más sorprende de su mensaje es el énfasis que el sabio pone al destacar que la serpiente no sólo tienta a la mujer sino que lo hace “desde afuera”, “en segunda persona”, es decir, le dice: “tú puedes comer del árbol y nada malo te sucederá”. Está bien, es evidente que así sucede, mas ¿qué tiene esto de extraño? ¿La primera o segunda persona gramatical es acaso lo que modifica la influencia del Mal y su capacidad dañina? No obstante, si lo analizamos con detenimiento, descubriremos que esta situación, en la que la serpiente – el Mal – habla al hombre “desde afuera”, es única en la historia de la humanidad. Intentaremos aclararlo.

* * * *

Tal lo expresado, al hombre se le prohibe comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Mas antes de intentar dilucidar el sentido de esta prohibición, los invito a reflexionar superficialmente en el mandato divino: no comer del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Perfecto, lo aceptamos, mas ¿por qué? ¿Qué sentido oculto encierra esta prohibición? O mejor dicho, y tal como lo cita Maimónides en su Guía de Perplejos, ¿acaso el Creador no quería que el hombre comiese de este Árbol para que no llegara a distinguir entre el Bien y el Mal? ¿Qué más valioso que esto? ¿Acaso no es precisamente esta capacidad de distinguir entre lo bueno y lo malo lo que diferencia al hombre de las bestias?

Mas cuando logramos internarnos en el mundo de las palabras bíblicas originales, en el idioma hebreo, y nos aproximamos a sus raíces idiomáticas, entonces todo lentamente se aclara y se ordena.
La expresión bíblica que refiere al Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal es “etz hadaat tov verá”. Es un árbol, etz, que otorga un conocimiento, daat, relacionado al Bien, tov, y al Mal, ra. Y para saber a qué tipo de conocimiento se alude, basta con entender la palabra hebrea daat, la cual en todos los casos en que aparece en la Biblia indica unión, apego y fusión. Por ejemplo, el pasaje bíblico lo utiliza para indicar que Adán conoció – iadá – a su mujer Eva y ella concibió y dio a luz. Es decir, el hombre se unió a su mujer, o tal como lo expresa el versículo: “la conoció”. Y cuando ahora regresamos al Árbol del Paraíso, ya podemos aproximarnos mínimamente a su sentido: era el Árbol que fusionaba y entremezclaba al Bien y al Mal. Y una vez que el hombre come del mismo, entonces “internaliza” a través de este acto la confusión y, desde ese instante el Bien y el Mal no solo se confunden entre si sino que le hablan al hombre desde su interior, en primera persona. El hombre cree que la voz que le habla es su propia voz, mas en realidad, es el mal instinto que lo seduce desde lo más profundo de su ser.
Comprendido. Sin embargo, y debido a la importancia del tema, me gustaría describir la situación existencial del hombre antes de pecar, tal como lo explica el genial sabio cordobés, Maimónides. Adán, antes de probar el fruto prohibido y provocar la confusión antes detallada, distinguía en su mundo cuatro aspectos diferentes: lo verdadero, lo falso, lo bueno y lo malo. Y esto, todo el tiempo que el Mal se encontraba afuera de su persona. Como es lógico, él se guiaba por lo correcto y se alejaba de lo falso, y su camino era elegido de acuerdo con la verdad. Mas al caer, al “acceder” al conocimiento que El Eterno le indico no probar, su vida ya no se rige por lo verdadero y lo falso, o lo correcto o incorrecto sino por lo bueno y malo. El hombre que basa su vida en lo que le parece bueno o malo, en lo que la agrada o le provoca rechazo, es un digno representante del hombre, mas en su estado decadente posterior al pecado. El Bien y Mal, entremezclados y confusos, desplazan y oscurecen a la Verdad y la Mentira.

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Y la siguiente pregunta es obvia, y diría que casi obligatoria para el lector que nos ha seguido atento hasta aquí: ¿Para qué Dios crea el Mal? ¿Por qué la serpiente es colocada junto a Adán y a Eva en el Paraíso? ¿Por qué es tan necesario que además acompañe al hombre en su paso por la vida?

El gran cabalista, Rabí Jaim Moshé Luzzatto, lo explica con absoluta claridad en varias de sus obras clásicas – Derej Hashem, Daat Tevunot – y para no confundir al lector intentaremos resumir sus conceptos en pocas líneas.
El hombre fue creado y puesto en este mundo para ser beneficiado, ya que la esencia divina es el Bien absoluto. Por lo tanto, se le otorga el libre albedrío y se lo coloca en un escenario en el cual la persona puede ser recompensado por sus actos. Sin embargo, si el hombre no tuviese ningún obstáculo, si ninguna fuerza se le opusiese, entonces más que una recompensa recibiría un obsequio, lo cual, y tal como lo expresan los sabios místicos, sería como comer del “pan de la vergüenza”. ¿Por qué? Pues tal regalo avergonzaría profundamente a la persona tal como el necesitado se avergüenza de observar a los ojos de su benefactor. Además, todo aquello que recibimos por obsequio nos llega desde afuera, del mundo exterior, y jamás llegamos realmente a convertirlo en parte de nuestro ser. Un regalo siempre lleva el nombre de aquel que nos lo obsequió mientras que, lo que ganamos y obtenernos con nuestro propio esfuerzo, nos pertenece de modo esencial. Por estas razones, explica el cabalista, el Mal viene a cumplir un papel vital: permitir el trabajo del hombre que, al superarlo, recibe una recompensa divina como producto de su propio esfuerzo, y como resultado de la correcta utilización de su libre albedrío.

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El Maharal de Praga, ese gigante espiritual, explica en varios pasajes de su magnífica obra que el Mal Instinto – representante de las fuerzas espirituales negativas – ataca al hombre precisamente cuando éste supera la mediocridad y sobresale. Todo el tiempo que el individuo se mantiene dentro de los niveles más comunes, más mediocres, entonces el Mal Instinto simplemente no se preocupa de él y lo deja hacer y actuar libremente. El pastor continúa distraído todo el tiempo que las ovejas no se escapan del rebaño. Mas cuando la persona crece, se supera y comienza a trabajar en aras de minimizar la presencia del Mal en el mundo, entonces el Mal Instinto lo ataca con toda su fuerza.

Esta es la razón – explica el Maharal – por la cual Israel en su punto de máxima elevación espiritual se inclina a la construcción del becerro de oro.
La profunda explicación del sabio de Praga también nos sirve para entender por qué tantos hombres al llegar a cimas importantes en sus vidas, se corrompen y desvían.

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El cuarto mes, tamuz – el mes que sigue inmediatamente al mes de siván – se presenta como un tiempo de riesgo espiritual y de caída. El pueblo de Israel ha alcanzado su cima espiritual, y Moisés, el gran líder, ha ascendido a los cielos y ha recibido la Torá directamente del Creador del Mundo. Sin embargo, es precisamente en este momento cuando el Mal ataca al pueblo, quien casi sin notarlo construye un becerro de oro y le otorga poderes idolátricos inexistentes. El tiempo de ascenso ha llegado a su fin, y el mes de tamuz y su energía ejercen ahora su influencia de descenso, de bajada, de confusión y de peligro.

Con el objeto de ser más conscientes de la complicación energética del mes de tamuz y, de este modo, minimizar su influencia dañina, intentaremos aclarar precisamente los aspectos relacionados con la inclinación a la idolatría.

Una puerta muy estrecha

En nuestra tarea de investigar y dilucidar la energía particular de cada mes nos acostumbramos a ingresar por puertas determinadas: la puerta de la historia, la puerta de las letras, etc. Sin embargo, en esta oportunidad, más que una puerta encontramos algo así como una rendija, un pasaje limitado y estrecho que apenas nos permite vislumbrar a la distancia algo de la profundidad esencial del mes de tamuz.

Ante todo ¿qué significa el nombre tamuz? ¿Cuál es su origen y su sentido? Para aclararlo presentamos un texto cerrado y sellado del profeta Ezequiel, en el cual aparece por primera y única vez en toda la Biblia la palabra tamuz. Nos referimos al octavo capítulo de su libro maravilloso.

“Sucedió en el año sexto, en el mes sexto, el cinco del mes. Yo estaba sentado en mi casa y los ancianos de Judá estaban sentados ante mí, y la mano de El Eterno cayó allí sobre mí. Vi, y he aquí que había una semejanza como el aspecto de un fuego del aspecto de sus lomos, y hacia abajo, había fuego; de sus lomos hacia arriba había el aspecto de un resplandor como el color del Jashmal. Entonces extendió la forma de una mano y me tomó por un rulo de mi cabeza; y un viento me transportó entre la tierra y los cielos y me trajo a Jerusalén en visiones divinas, a la entrada de la puerta interna que da hacia el norte, donde estaba el asiento de la provocativa Imagen de la Provocación. Y he aquí, la gloria del Dios de Israel estaba allí, como el aspecto que había visto en el valle.

Él me dijo: “Hijo del Hombre, alza ahora tus ojos en dirección al norte”. Entonces alcé mis ojos en dirección al norte, y he aquí que, al norte de la puerta del altar, esta Imagen de la Provocación estaba en la entrada. Entonces Él me dijo: “Hijo del Hombre, ¿ves lo que hacen? Grandes aberraciones el pueblo de la Casa de Israel está cometiendo aquí, haciendo que Yo Me aleje de Mi Santuario. Y ahora volverás a ver grandes aberraciones”.
Entonces me trajo a la entrada del patio. Vi que había un solo agujero en la pared. Entonces Él me dijo: “Hijo del Hombre, horada ahora a través de la pared”. Entonces yo horadé a través de la pared, y he aquí que había una entrada. Entonces Él me dijo: “¡Entra y ve las malvadas aberraciones que cometen aquí!”.
Entonces entré y vi, y he aquí, todo tipo de imágenes, reptiles y animales repugnantes y todos los ídolos de la Casa de Israel, estaban ilustrados en la pared, en derredor. Y setenta hombres de los ancianos de la Casa de Israel, con Iaazania hijo de Shafan parado entre ellos, estaban parados ante ellos, cada hombre con su incensario en su mano, con una espesa nube de incienso elevándose.
Entonces Él me dijo: “¿Has visto, oh, Hijo del Hombre, lo que hacen los ancianos de la Casa de Israel en la oscuridad, cada hombre en sus habitaciones llenas de imágenes? Pues dicen: ‘El Eterno no nos ve’ y ‘El Eterno ha abandonado la tierra’” Y Él me dijo: “Ahora verás nuevamente las grandes aberraciones que cometen”.
Entonces El me trajo a la entrada del Templo de El Eterno que está al norte, y he aquí que había mujeres sentadas, llorando por Tamuz…”

Y si bien el profeta Ezequiel nos informa acerca de algo o alguien llamado tamuz por quien lloran las mujeres, no podemos menos que aceptar que continúan siendo muchos más los interrogantes que las explicaciones recibidas.

Por su parte, el sabio español Maimónides, en una de las obras filosóficas más importantes de todas las épocas – la Guía de Perplejos – completa y aclara de un modo formidable la explicación acerca del enigma de tamuz, ubicándolo además dentro de un marco y un contexto histórico definidos.

«Sabido es que nuestro padre Abraham fue educado en la religión de lo sabeos, los cuales creen que no hay más Dios que los astros… Cuando en el curso del presente capítulo te haya dado a conocer sus libros, que traducidos al árabe, tengo entre mis manos, así como sus antiguos anales, y te revele su doctrina y relatos, reconocerás que proclaman de modo explícito a los astros como divinidad, y al Sol, el dios supremo; asimismo que los siete planetas son dioses, pero las dos luminarias, los mayores… En sus libros y anales encontrarás la historia de Abraham, nuestro padre, que cuentan al tenor siguiente: Abraham, educado en Kutha, con todos enfrentado por sostener que hay un Ente distinto del Sol… fue perseguido con diversas alegaciones, aduciéndosele, entre otras pruebas, que es clara y patente la acción del Sol sobre el universo, a lo que Abraham les replicó que es exactamente como la madera en manos del maderero. Otros argumentos se mencionan contra ellos, y, como final del relato, consignan que el rey redujo a prisión a nuestro padre Abraham, el cual, aun en la cárcel, continuó durante mucho tiempo argumentando contra ellos. Finalmente el monarca, temeroso de que Abraham menoscabara su gobierno y apartara a la gente de sus creencias religiosas, le desterró a Siria después de confiscarle sus bienes…

En el citado libro se refiere, a propósito de un personaje entre los profetas de la idolatría, a Tamuz, que invitó a cierto rey a adorar a los siete planetas y los doce signos del Zodíaco. Este rey le hizo morir de manera cruel, y se cuenta que la noche de su muerte todos los ídolos de las diversas regiones de la tierra se congregaron en el templo de Babilonia junto a la gran estatua de oro que representa al Sol. Esta estatua, pendiente entre el cielo y la tierra, fue a colocarse en medio del templo, y todas las demás se situaron en derredor. Comenzó a pronunciar la oración fúnebre de Tamuz y a relatar lo que le había acontecido; todos los ídolos lloraron y gimieron durante la noche entera, y en la alborada emprendieron vuelo y regresaron a sus templos en las diferentes comarcas de la tierra. De ahí procede la inveterada costumbre de gemir y llorar sobre Tamuz el primer día del mes de su nombre: son las mujeres quienes le lloran y recitan elogio fúnebre. Reflexiona atentamente sobre todo eso y comprenderás que tales fueron las ideas de los hombres de entonces, pues la leyenda de Tamuz es de gran antigüedad entre los sabeos.»

Hasta aquí el texto de la Guía de Perplejos. Y ahora resumamos y saquemos conclusiones:

· El mismo Abraham, padre de la nación hebrea, fue educado dentro del ambiente de idolatría de Tamuz. Maimónides nos enseña que Abraham no crece libre de influencias sino que, por el contrario, éstas fueron las teorías que aprendió de niño y éste el aire de idolatría que respiró durante los primeros años de su vida. Por consiguiente, todo su posterior trabajo ideológico, teológico y espiritual puede ser comprendido como un modo de enfrentarse y rechazar la educación recibida, y como su esfuerzo individual por alcanzar un monoteísmo puro.

· El profeta Tamuz ocupaba el lugar principal dentro de la ideología idólatra de la época, ya que el día de su muerte todos los ídolos se reunieron a llorarlo. Es decir, todas las demás idolatrías o imágenes particulares experimentan su ausencia, le rinden honores y se inclinan ante el “maestro” principal.

· El mes de tamuz lleva el nombre de aquel profeta. Tal «coincidencia» sugiere que debido a que en este mes su influencia energética es muy poderosa, es a su vez el tiempo en que particularmente se lo recuerda y se lo añora. Debido a esta razón, también es el momento en el que los idólatras lo recuerdan con llantos y gemidos.

En pocas palabras, Maimónides nos enseña que el mes de tamuz es el tiempo de máxima influencia de idolatría, lo cual es evidente al considerar el nombre del mes.
Tamuz: mes de influencia energética negativa que inclina y desvía al hombre al terreno de pensamientos y actos de idolatría.

Comencemos entonces a considerar estos conceptos.

ROSH HODESH TAMUZ (22 y 23 de Junio 2009)

Es el décimo mes del año según el cómputo de los meses desde la creación del mundo, y el cuarto mes según el cómputo desde el Éxodo de Egipto. Su signo es el de Cáncer.

El nombre Tamuz es de origen asirio, «Damuzi». En un calendario agrícola hebreo encontrado en las excavaciones arqueológicas de Guézer, este mes es llamado «el mes de Zamor».

Este mes es llamado con ese nombre en las Escrituras (Jeremías 39:2)y como es el caso de los demás, el nombre de Tamuz se originó en Babilonia. El mismo estuvo relacionado en la antigüedad con un culto pagano babilónico, como expresa el versículo (Ezequiel 8:14): He aquí que las mujeres se sentaron allí y lloraron por Tamuz.

Rosh Jodesh Tamuz consta siempre de dos días, pues el mes anterior, Siván, tiene siempre 30 días; así, el trigésimo día de Siván es el primer día de Ros/i Jodesh Tamuz. El mes de Tamuz mismo tiene siempre 29 días. Por lo tanto, el mes de Av que le sigue en orden tiene siempre un solo día de Rosh Jodesh.

El símbolo astrológico del mes es Cáncer —el cangrejo—, pues ésa es la forma que toman las constelaciones en este mes. Así también, en este mes aumenta la reproducción de cangrejos en los mares a causa del intenso calor reinante (en el hemisferio norte] en esta época.

El Sagrado Zohar escribe que los días de los meses de Tamuz y Av son especialmente propensos al peligro, por lo que se debe procurar, en lo posible, evitar situaciones que lo provoquen.

El 3 de Tamuz, Iehoshúa hizo que el sol y la luna se detuvieran y continuaran irradiando su luz durante treinta y seis horas consecutivas en el mismo sitio para que el pueblo de Israel pudiera vengarse de sus enemigos, como declara el versículo (Iehoshúa 10:12,13): Entonces habló Jehoshúa con Di-s, en el día en que Di-s entregó a los emoritas ante los Hijos de Israel, y dijo en presencia de Israel: ¡Sol, detente sobre Guivón; y luna, sobre el valle de A jalón! Y el sol se detuvo y la luna permaneció en su lugar hasta que la nación se hubo vengado de sus enemigos