Parashá Shavua: Tzav -(Ordena). Shabat Hagadol. 12 Nisan 5773 (23 Marzo 2013).Reflexiones sobre la Parashá

«Ordénales  a Aharón y a sus hijos, diciendo: ‘Esta es la ley concerniente a la ola'»  (Vayikrá 6:2)

 Imagínate que vas caminando ptzavor un campo. Detrás de ti hay unas cuantas  vacas masticando pasto.Delante de ti  hay un cerco. En el cerco hay una puerta  angosta. Tú vasen dirección a la puerta y sin prestar  demasiada atención, sales del campo. Estás a punto de darte vuelta para ir a cerrar  la puerta, cuando ves que una de las vacas te haestado siguiendo se va arrimando a la puerta. De pronto, un flash enceguecedor. La vaca se convulsiona en paroxismos. Miles de voltios atraviesan su cuerpo.Unos cuantos segundos, y todo ha acabado. La vaca esta quieta, muerta. No se oyen más que los pájaros cantando,completamente indiferentes a la escena.

¿Cómo te sentirías? ¿No es cierto que pensarías “¡Di-s mío! ¡Podría haber sido yo! ¡Debería haber sido  yo!”? El Korbán era el ejemplo más  clásico de la denominada «realidad virtual».

Todo el propósito del korbán era que la persona que hubiese cometido un  pecado pudiera ver la muerte del animal. Que viera como su sangre vital se  derramaba en las esquinas del altar. Que  viera sus miembros quemándose y pensara: «Debería haber sido yo. Yo soy elque debería estar quemándose».

Por la fuerza nos envían a este mundo, y por la fuerza nos sacan de él. No somos dueños de nuestras vidas.

Nuestras vidas están siempre en las Manos del Hacedor.Cuando hacemos el mal, nos privamos de  nuestra razón de ser. Es como si  rompiéramos nuestro contrato con Di-s. Di-s tiene un convenio con cada uno de  nosotros: Él nos da la vida y la capacidad de sustentarnos. Lo único que Él pide es que usemos el mundo  del modo correcto.Al renegar el  convenio, nos estamos separando delmundo.

Sin embargo, Hashem, en Su infinita bondad, nos deja un camino de  retorno. A través del proceso de teshuvá  podemos retornar a Él como si jamás hubiésemos pecado.

Todo el propósito del korbán es despertar en el corazónpensamientos de arrepentimiento por las malas  accionescometidas: pensamientos de  retorno a Hashem.El korbán era la  realidad virtual por excelencia.Tu vida  está en peligro.

(Rambán)

«Se mantendrá ardiendo un fuego continuosobre el; no será apagado» (Vayikrá 6:6)

La Torá prohíbe apagar el fuego del Altar. Por elcontrario: el fuego debe ser atendido constantemente, agregándole leña  tanto como haga falta, de modo tal que la llama se eleve en forma constante. Y si está prohibido apagar siquiera una  sola brasa del Altar físico (Zevajim 91), cuanto más  grande será la prohibición de apagar siquiera una sola brasa ardiente del Altar  espiritual, que es el corazón judío.El  ansia de santidad, la llama del corazón que siempre aspira a elevarse más y más,  hacia arriba, hacia su fuente, siempre deberá alimentarse y fortalecerse, a  través del razonamiento, la sabiduría y el discernimiento, con lailuminación de las mitzvot y la luz de la  Torá.

(Orot ha Kodesh, Zevajim 91)

«Si lo ofreciere por una ofrenda de gracias»(Vayikrá 7:12)

No hay nadie que pueda decir gracias por ti, excepto tú mismo.

Una de las ofrendas mencionadas en la parashá de estasemana es el korbán toda, el sacrificio que  traía el pueblo cuando quería agradecer a Hashem.

Los Sabios nos dicen que, en el futuro, cuando todos los otros korbanot dejen de existir, el korbán toda seguirá  ofreciéndose, porque siempre existirá la necesidad de decir «gracias».

En la repetición de la Amidá, el rezo que se  dice de pie, únicamente el shalíaj tzibur, quien  lidera el servicio, repite las plegarias. La congregación responde, pero no repite las  bendiciones.

Con una sola excepción: la bendición de Modim,  «Gracias».

Para todas las bendiciones de la Amidá podemos  enviar un Shalíaj, un mensajero. Cuando le rezamos a Hashem para que nos cure,  podemos enviar un mensajero; cuando le pedimos que nos dé nuestro sustento,  podemos enviar un mensajero.

Pero hay una sola cosa que ninguna otra persona puede decir por  nosotros: «Gracias». Gracias es algo que uno tiene que decir por sí mismo.

(Midrash, Avudraham, Rabí Isajar  Frand)

«Y elevará la ceniza» (Vayikrá 6:3)

A primera vista, hay algunas cosas en el judaísmo que parecen muy raras. Recuerdo a alguien que no era religioso  al momento de descubrir la halajá que dice que hay que atar el zapato izquierdo  antes que el derecho. Esa persona me  dijo: «La verdad es que me cuesta creer que a Di-s Le importe qué zapato ato  primero».

Yo le podría haber explicado que atamos primero los cordones del zapato  izquierdo en muestra de respeto a la tira de cuero del tefilín que se pone en el  brazo izquierdo. Sin embargo, me di  cuenta de que lo que le molestaba era algo mucho más  básico.

Los que nacimos en el mundo occidental crecimos en un mundo en el que la  religión era una actividad de fin de semana. Para la mente occidental, si hay un Di-s, es  como un invitado de fin de semana. Cualquier intrusión adicional en la vida es  considerada extremadamente fastidiosa.

En 1898, Lord Melbourne señaló, tras oír un sermón evangélico: «Las  cosas han llegado a un estado tal en que se permite que la religión invada la  esfera de la vida privada».

Sin embargo, para el judío, el judaísmo no constituye un pasatiempo. No es un aspecto más de la vida. Para nosotros es la vida. El judío percibe cada actividad como una  oportunidad de acercarse a Di-s. Lo que  comemos. Lo que pensamos. Lo que decimos. Lo que hacemos. Lo que no hacemos. En este mundo, nada está privado del potencial  de espiritualidad. Nada es neutro. Si el propósito de la creación es que  reconozcamos a Di-s, entonces todo debió haber sido creado con ese fin. La alternativa sería que existen amplias áreas  de este mundo que no forman parte del propósito de Di-s, y que estaríamos  acusando al Amo del mundo de extremo descuido.

En el versículo citado, la palabra hebrea que significa «ceniza» es “deshen”. “Deshen” puede  entenderse como un acrónimo de “davar shelo nejshav”, «algo sin  importancia». Cuando la Torá dice: «Y  elevará la ceniza», nos está diciendo que tomemos todo, incluso las cosas que  nos parecen insignificantes como cenizas, y las coloquemos junto al altar. Elevar los pequeños pensamientos de la vida,  usándolos para servir a Di-s. Porque en  este mundo no hay nada que no pueda utilizarse para servir a Di-s. Ni siquiera el más humilde cordón de  zapatos.

(Admor Rabí Tzvi HaKohen MiRiminov en Iturei  Tora)

«Separará las cenizas de lo que consumió el fuego… y las colocará  junto al altar» (Vayikrá 6:3)

Si hubieses pasado años enteros tomando clases de piano, te sentirías  muy desilusionado si una mañana te despertaras y no pudieras tocar «Para Elisa». Si hubieses ahorrado un millón de  dólares y los hubieses depositado en el banco, te enojarías mucho si al día  siguiente el millón se hubiese esfumado…

Los logros físicos tienden a no desaparecer de un día para otro. Sin embargo, en lo que respecta a los logros  espirituales, cada día se empieza desde cero. No se puede asumir que los triunfos  espirituales de ayer nos protejan de los desafíos de hoy. Cada día trae su propio Everest espiritual que  escalar.

Suena difícil, ¿no?

Es difícil.

Pero hay un consuelo. Aunque  cada día enfrentemos nuevamente nuestros desafíos espirituales, nos hemos  transformado en un ser diferente. Y  salimos a escalar esos picos espirituales, no como éramos ayer a la mañana, sino  como una persona nueva.

Esta idea la podemos percibir al comienzo de la parashá de esta semana:  cada día el Cohén quitaba las cenizas de la ofrenda  diaria y las colocaba en la base del altar. Milagrosamente, las cenizas eran tragadas por  el suelo alrededor de la base del altar. Por lo tanto, la ofrenda diaria era una  ofrenda diferente cada día, pero sus cenizas, la evidencia del servicio de ayer,  eran ahora parte integrante del altar sobre el cual se llevaba a cabo el  servicio.

(Rabí Shimshon Rafael Hirsch, Rabí Mordejai  Perelman)

Shabat Shalom

Parashá Shavua: Tzav -(Ordena). Shabat Zajor. 13 Adar II 5771 (19 Marzo 2011)

Temas de la Parashá
Levítico 6:1 – 8:36

Nuestra parashá habla sobre los siguientes temas:

Primera aliá (6:1-11): El fuego del altar y las cenizas de los sacrificios. Las leyes de la minjá (ofrenda).

Segunda aliá (6:12 – 7:10): La ofrenda que debía traer el Sumo Sacerdote al ser instituido. Algunas leyes relacionadas con el sacrificio jatat (por el pecado). Leyes del sacrificio asham (por culpa).

Tercera aliá (7:11-38): Las leyes del sacrificio shelamim (de paz). La prohibición de comer sebo. La prohibición de comer sangre. Las partes de los sacrificios que le pertenecen a los sacerdotes.

Cuarta aliá (8:1-13): La consagración de Aharón como Sumo Sacerdote y de sus hijos como sacerdotes.

Quinta aliá (8:14-21): Algunos sacrificios ofrecidos por la consagración de los sacerdotes.

Sexta aliá (8:22-29): Otros sacrificios ofrecidos por la consagración de los sacerdotes.

Séptima aliá (8:30-36): La unción de los sacerdotes. La prohibición de los sacerdotes de salir por siete días del Mishkán.

Comentario de la Parashá

«Dijo el cuzar: Ahora deseo que me expliques las cosas que son ilógicas e inaceptables que he leído respecto de los sacrificios, como ser lo que está escrito: «Ordena a los hijos de Israel y diles a ellos: Mi sacrificio, Mi pan para Mis fuegos, el olor de Mi agrado, cuídense de ofrecerlo para Mí, en su tiempo» (Bamidvar -Números- 28:2).

Dijo el Sabio: El hecho de que está escrito «para Mis fuegos» lo explica todo. Quiere decir que ese sacrificio, «el pan» y «el olor agradable» que aparentemente se refieren a D’os, en realidad se refieren a «Sus fuegos», es decir, al fuego que desciende del cielo y actúa por Su palabra, y ese fuego es el que verdaderamente consume los sacrificios, y después de eso los sacerdotes comían la parte del sacrificio que no debía ser consumida por el fuego. Y ahora ves que así como no decimos que D’os come los sacrificios al ser comidos por los sacerdotes – ya que sólo los sacerdotes los comen – así tampoco debemos decir que D’os come los sacrificios, al ser consumidos por el fuego. Y la intención de todos esos servicios es ordenar y disponer todo en el mundo material físico, para que el Rey se relacione espiritualmente con los hijos de Israel.

Y si te cuesta comprender cómo puede ser que a través de los sacrificios se adherirá D’os a su pueblo Israel, debes comparar a la Divinidad con el alma, esa creación espiritual que se encuentra en el cuerpo material animal, pues con excepción del alma Divina que posee el hombre, no existe diferencia alguna entre el hombre y los animales, y de todas formas D’os decretó que el alma esté dentro del hombre. Es por eso que no debes asombrarte de que D’os haya dicho que se debían quemar sacrificios al fuego para que ese fuego sea el lugar a través del cual se relacione D’os en la tierra con el pueblo de Israel, a pesar de que toda la tierra está colmada de Su Gloria.

Tú ves que el alma sólo permanece en el cuerpo cuando todos los sistemas del hombre se encuentran equilibrados y todos los componentes de su salud trabajan a la perfección. Sólo en esa situación de integridad el hombre es algo más elevado que los animales. Y sería lógico pensar que todo tiempo que prepondere el alma en el hombre indicándole lo que debe hacer y rectificándolo de sus errores, aquella situación de equilibrio físico se mantendrá, y comerá y beberá normalmente, mas cuando se eche a perder ese equilibrio en sus sistemas vitales y no pueda o no desee comer y beber normalmente, se separará de él su alma. Y esto es realmente lo que suponen los necios, ya que ellos piensan que el raciocinio y la inteligencia del alma precisan comida y bebida, por cuanto que ellos ven que el alma se encuentra en el hombre cuando éste come y bebe y está bien, alejándose de él ese entendimiento y raciocinio, cuando el hombre tiene algún problema de salud o le pasa algo por lo cual no come ni bebe.

Pero esto en verdad no es así, pues no depende del comer y del beber o de cualquier perfección corporal que el alma se encuentre en el hombre, ya que ella no depende de todas esas cosas materiales, sino que en realidad el alma hace el bien con todo cuerpo que quiere recibir el bien, solamente a partir del momento que se ordene ese cuerpo, se equilibren todos sus sistemas vitales y su intencionalidad sea recibir la influencia del alma. En ese momento no se va a abstener el alma de enviarle su luz, la sabiduría y el entendimiento, mas cuando se distorsione ese orden, el cuerpo no va a poder recibir esa luz y será su perdición, pero el alma de todas formas quedará intacta.

Si has entendido la profundidad de este ejemplo podrás comprender todo el asunto de los sacrificios y cómo es que se adherirá D’os a su pueblo Israel a través de ellos. Pues D’os está por encima de los sacrificios y a Él no le influencia en absoluto todo lo que ocurre con el servicio de los sacrificios y la comida y la bebida que tenían que ver con el Templo, que eran realizados con el máximo de pureza y santidad. Ni con el incienso, ni tampoco se beneficiaba con los cánticos que allí se entonaban a pesar de que todas estas cosas son llamadas «El servicio de D’os» o «el pan de D’os» o expresiones parecidas. Todos estos nombres son simplemente una expresión de Su voluntad para hacer el bien con Su pueblo y con los sacerdotes. También cuando dice la Torá que D’os acepta las ofrendas de Israel es sólo un ejemplo, y se refiere a que Él se relaciona con ellos para el bien de ellos.

Pero Él es más elevado y santo que el placer de las comidas del pueblo y de sus bebidas, pues sus comidas son únicamente para sus cuerpos, y D’os no necesita nada de esto. Esto se asemeja al sistema digestivo: así como el estómago digiere los alimentos y el hígado los purifica aún más hasta convertirlos en sangre, y esa sangre va al cerebro y ese mismo cerebro manda instrucciones al estomago para que pueda digerir bien esa comida y este último puede funcionar gracias a la sangre, no es correcto decir que el sistema digestivo fabricó la sangre porque otro órgano la necesitaba, sino que él mismo es el que en definitiva tiene provecho de esa sangre que él mismo creó. El objetivo general es que todo el sistema se encuentre en perfectas condiciones y preparado para recibir las indicativas del alma que es algo separado, cercano a los ángeles y rige sobre el hombre reinando espiritualmente, y ésta no se beneficia en absoluto del alimento porque es mucho más elevada que él, pues el alma no pertenece al cuerpo viviente material sino que sólo reposa en él, y así lo indica la lógica. Mas el alma solamente se relaciona con el cuerpo a través de algo que la relacione, a través de alguna parte del cuerpo, un punto de conexión que sea lo más depurado y elevado de él, así como la llama se relaciona con la mecha que la sostiene, a pesar de que el fuego tiende a elevarse y en su composición no tiene nada en común con la mecha.

El fuego recibió su poder por el deseo de D’os, y ese es el fuego del altar que fue ordenado por D’os cuando Él nos eligió. Esa era la señal de que Él aceptaba nuestros sacrificios, pues así como el cuerpo acepta a la sangre (que es lo más depurado y elevado de él) para relacionarse con el alma, comparándose el cuerpo al aceite y comparándose la sangre con la mecha, sin dudas ese es el milagro de la existencia del hombre. Y ese era el milagro de la existencia de todo el pueblo, a través de la influencia que recibía al juntarse el fuego Divino con sus sacrificios, pues el fuego es lo más depurado y elevado entre las cosas materiales, y el mejor lugar para que actúe ese fuego eran las grasas de los sacrificios.

Y D’os ordenó un altar para sacrificios, y los sacrificios para ser quemados en él, y ordenó otro altar para el incienso, y el incienso que debería ser quemado allí, y también ordenó la construcción del candelabro y el aceite para el alumbrado. Todo esto lo ordenó pues existen tres fuegos distintos y el más elevado de todos era el fuego de la menorá que servía para que se adhiera a ella la luz de la sabiduría y la inteligencia. Y la orden Divina de dedicarse al fuego diariamente, era para que sea bendeel fuego que hay en el hombre, es decir su cuerpo y sus fuerzas, que son como un fuego dentro de él que le permiten hacer todas sus acciones. Y es por eso que de todas las partes que conforman al hombre el fuego es el que necesita más bendición. Y la bendición es la integridad, donde no hay carencia ni excedente. Y también estaba la mesa, para que se adhieran a ella las bondades materiales a través de nuestra dedicación al cumplir la orden de D’os, y de esa manera estarán sobre nosotros Su voluntad y Su bendición, pues en cada cosa que el hombre haga la voluntad de D’os, en eso él se bendecirá.

Y yo no decreto que la intencionalidad en todo este servicio es esto que te he explicado, sino algo más increíble y elevado, y es una Ley de D’os. Quien la acepta completamente sin tratar de comprenderla, es mejor que quien trate de analizarla, sin embargo quien se desvió de ese nivel elevado hacia la investigación es preferible que encuentre algo de sabiduría en todo el servicio a D’os, antes que lo relacione con pensamientos erróneos y dudosos que lo llevarán a la perdición.

Dijo el cuzar: Sabio, has hecho una comparación increíble…»

(Hacuzarí, segunda parte, cap. 25 – 27)

SHABAT ZAJOR

El shabat anterior a la fiesta de Purim se llama shabat zajor, pues en él debe ser leída de un segundo libro de la Torá, una sección adicional que comienza con las palabras: «Zajor et asher asá lejá Amalek… – Recuerda lo que te hizo Amalek…», que se encuentra al final de parashat Ki Tetzé (Devarim -Deuteronomio- 25:17-19).

Mediante la lectura de parashat zajor recordamos lo mal que se comportó el pueblo de Amalek con los hijos de Israel, poco tiempo después de que hubiéramos salido de la tierra de Egipto.

Nosotros leemos la parashat zajor el shabat anterior a la fiesta de Purim, ya que en esa fiesta se lee la Meguilat Ester (el libro de Ester), en la que es relatada la historia del pueblo de Israel bajo el reinado del rey persa Ajashverosh, y en ella se cuenta que el malvado Hamán (descendiente del pueblo de Amalek) quiso aniquilar completamente al pueblo de Israel, pero a pesar de sus terribles planes D’os nos protegió y él no tuvo éxito, y no sólo eso sino que tanto él como sus hijos fueron matados.

Este Shabat es «Shabat Zajor”, no hay que faltar a la Sinagoga para escuchar Perashat Zajor. También las mujeres deben de escucharla. Es obligación Deoraitá, es decir, obligación de la Torá en sí (no de los jajamim) escuchar Perashat Zajor

http://judaismohoy.com/

Parashá Shavua: Tzav (Ordena). Shabat Hagadol12 de Nisan 5770 (27 Marzo 2010)

Enfoques sobre la Parashá

«Un fuego continuo debe quemar en él; no debe ser extinguido» (Vayikrá 6:6)

No solo está prohibido apagar el fuego en el Altar, sino que además el fuego debe ser cuidado y se le debe agregar madera siempre que se necesite, para que las llamas asciendan constantemente. Si está prohibido apagar siquiera un solo carbón en el Altar físico, cuanto más está prohibido apagar un simple rescoldo en el Altar espiritual, el corazón Judío. El ansia por la santidad, la llama en el corazón que aspira nostálgicamente de arriba hacia dentro, debe ser constantemente acrecentada; ayudada y reforzada a través de la razón, la sabiduría y el discernimiento – con la iluminacion de las mitzvot y la luz de la Torá.

(Orot Hakodesh, Zevajim 91)

«Tzav…» (Vayikrá 6:1)

Son las últimas horas de la tarde. Reubén decide que desde la puesta del sol ese día hasta la puesta del sol del día siguiente, se abstendrá de comer y tomar. Él hace esto como un espontáneo regalo de devoción hacia Di-s. Dos semanas más tarde, Shimón se da cuenta que el día siguiente es Yom Kipur, y no podrá ni comer ni tomar por 25 horas. Interiormente se queja pensando en esas largas horas, la garganta seca, y el dolor de cabeza que tendrá, pero a pesar de esto cumple con el ayuno. ¿Quién es más grande – Reubén, que actúa voluntariamente, por propia inspiración, o Shimón, que lo hace porque lo tiene que hacer – porque se le es ordenado? Uno puede pensar que alguien que actúa voluntariamente está en un nivel más alto, pero nuestros Sabios nos enseñan que «Es más grande al que se le ordena y cumple que al que no se le ordena y cumple» (Tratado Kidushin 31). La razón es que psicológicamente una persona se resiste a hacer lo que tiene que hacer. Por eso, es más difícil para alguien a quien se le ordena y hace, que para alguien a quien no se le ordena y hace. La primera palabra de la Parashá semanal es «Tzav» – «Orden». Rashi nos dice que la palabra «Tzav» está siempre asociada con el concepto de disponibilidad. Donde hay una orden, hay una gran necesidad de entusiasmo, ya que es mucho más difícil hacer…

(Basado en Maiana shel Torá)

«Si lo ofreciere por ofrenda de gracias…» (Vayikrá 7:12)

¿Qué significa la palabra «judío»?

«Judío» es la traducción de la palabra hebrea «yehudí», que proviene de la misma raíz que la palabra «lehodot».

«Lehodot» es un término muy interesante. Posee dos significados. Significa «agradecer» y tambien significa «admitir».

¿Qué tienen de común «agradecer» y «admitir»?

Al decir «gracias», estamos, esencialmente, admitiendo. Estamos admitiendo que estamos endeudados con la otra persona, por la bondad que hizo con nosotros. A menos que admitamos que recibimos un favor, no podremos decir «gracias».

Si se nos llama «judíos», si eso es lo que somos, entonces debe ser que esas dos cualidades, la de admitir, y la de agradecer, son componentes integrales de nuestro pueblo.

Cuando una persona se salva de un peligro que amenazaba con su vida, la costumbre judía es hacer una comida especial en agradecimiento a Hashem.

Pero, ¿por qué Le damos gracias a Hashem de esta manera? ¿Por qué no damos fondos para caridad, por ejemplo?

En la parashá de esta semana, se estudia una categoría especial de ofrendas que se llevaban al Beit ha Mikdash, y que se llamaban Korban Shlamim (ofrenda pacífica). Esas ofrendas las comían, una parte los cohanim, y la otra, las personas que las ofrendaban.

La regla general era que las ofrendas debían comerse en su totalidad dentro de 36 horas, dos días y una noche. Pero el Korbán Todá era la excepción. ?En que consistía? El Korban Toda era la ofrenda que se Le llevaba a Hashem en agradecimiento por haberse salvado de un peligro.

El lapso permitido para consumir el Korbán Todá eran solamente 24 horas: un día y una noche, hasta la medianoche.

¿Por qué el lapso para comer el Korban Toda era tanto más corto que el de los otros shelamim? Y este interrogante cobra fuerza si tenemos en cuenta la inmensa cantidad de comida que se debía consumir con el Toda: cuarenta panes.

La respuesta es que cuando la persona que traía el Toda veía todo lo que habia para comer, invitaba a sus amigos a celebrar y regocijarse junto a él en una comida compartida.

Por cierto que el tema principal de conversación era la gran salvación que habia sido causa del encuentro, y el anfitrión solía narrar las milagrosas circunstancias de su rescate.

Y, en especial, se le pedía que dijera palabras de Torá y de agradecimiento a Hashem por su salvación.

Cuando una persona tiene que levantarse y hablar frente a una multitud, lo normal es que se le acelere el pulso, se le humedezcan las palmas de las manos y se le seque la boca. Se ve forzado a pensar con sumo cuidado lo que está a punto de decir, y cómo va a decirlo.

A través de ese proceso de reanalizar, la persona que recibió el milagro volvía a examinar cada uno de los detalles de su salvación, con el resultado de que no solamente inspiraba a su auditorio con el relato, sino que el mismo alcanzaba la concientización de todo la bondad que le habia conferido Hashem.

(Abarbanel, Rabí Itzjak Ezraji en Mizmor le Todá)

«Se mantendrá ardiendo un fuego continuo sobre él; no será apagado» (Vayikrá 6:6)

La Torá prohíbe apagar el fuego del Altar. Por el contrario: el fuego debe ser atendido constantemente, agregándole leña tanto como haga falta, de modo tal que la llama se eleve en forma constante. Y si está prohibido apagar siquiera una sola brasa del Altar físico (Zevajim 91), cuanto más grande será la prohibición de apagar siquiera una sola brasa ardiente del Altar espiritual, que es el corazón judío.

El ansia de santidad, la llama del corazón que siempre aspira a elevarse más y más, hacia arriba, hacia su fuente, siempre deberá alimentarse y fortalecerse, a través del razonamiento, la sabiduría y el discernimiento, con la iluminacion de las Mitzvot y la luz de la Torá.

(Orot ha Kodesh)

«Ordena a Aharón y a sus hijos, diciendo: ‘Esta es la ley de la ofrenda de elevación…» (Vayikrá 6:2)

Cada uno de los órganos de los sentidos tiene una cubierta que lo protege de las cosas indeseables.

La boca tiene labios, capaces de evitar que la boca emita frases fuera de lugar. Los oídos cuentan con lóbulos que pueden emplearse para bloquear la entrada de malas palabras. Los ojos tienen párpados y cejas. Y asi con todos los órganos de la percepción.

Con una sola excepción.

La mente no tiene protección. Los pensamientos no tienen visor. Van y vienen como quieren. Por eso hace falta una medida extra de presteza y de vigilancia a fin de protegerla de los malos pensamientos.

Acerca del versículo citado, Rashi comenta que cuando la Torá emplea el termino «ordenar», siempre implica «presteza». En el Talmud, Rabí Shimón afirma que cuando hay un «jisaron kis», la Torá exige una medida extra de vigilancia.

Literalmente, «jisaron kis» significa «pérdida de bolsillo», una pérdida monetaria. En la mayoría de las ofrendas, los cohanim recibían parte del animal como comida. Sin embargo, en el caso del korbán olá, en que se quemaba toda la ofrenda y el Cohén no recibía nada, los cohanim precisaban de una medida extra de vigilancia.

No obstante, «jisaron kis» también puede significar «que le falta una cubierta». La ofrenda de elevación se llevaba como expiación por los malos pensamientos. La mente no tiene barrera, no tiene cubierta. Por eso, donde falta la protección, hace falta una medida adicional de vigilancia y de cuidado.

(Sijot Tzadikim en Maiana shel Torá)

«Ordénale a Aharón» (Vayikrá 6:2)

«¡Lo descubrieron!» «¡La verdad salió a flote!» «¡Revelación única!» Vivimos en un mundo en el que la falta de cubierta es endémica; un mundo en el que todo debe revelarse. Por carecer nuestra sociedad de un verdadero centro espiritual, la única cualidad que se cotiza es la revelación.

La revelación lo es todo. Lo que no se ve o lo que no puede verse no vale nada, no sirve para nada.

Las cosas sagradas, por necesidad, tienen que estar cubiertas. Su propia naturaleza exige una cubierta. En todas las épocas han existido treinta y seis tzadikim por cuyo mérito existe el mundo. Están ocultos. Tienen que estar ocultos.

El domingo 19 de febrero de 1995 falleció en Jerusalem Rabí Shlomó Zalman Oierbaj, a la edad de 84 años. A la tarde siguiente, 300.000 personas, una cantidad aproximadamente equivalente a la población adulta judía de Jerusalem, lo escoltó en su último viaje.

La prensa israelí fue tomada desprevenida. No tenían preparados obituarios, porque nunca habían oído hablar de él. Fue una persona frágil y humilde ya desde joven.

No se sentó en un concejo de Sabios. No creó un imperio de publicaciones. No distribuyó cassettes con clases.

Durante 45 años encabezo una respetada Yeshivá de Jerusalen que le proporcionaba su unico salario. Y 300.000 personas escoltaron a este hombre, al que la prensa jamás llegó a conocer, a su último descanso.

Lo sagrado debe estar cubierto.

Rashi comenta, con respecto al versículo citado: «La palabra ‘ordénale’ siempre connota diligencia y vigilancia. Rabí Shimón dijo que la Torá necesita un grado extra de vigilancia allí donde hay una falta de cubierta».

Al pensar en las ofrendas del Templo, pocas veces recordamos que, en la mayoría de las ofrendas, parte del korbán lo consumían el Cohén y la persona que lo habia traído. Podríamos pensar que se trataba de un simple beneficio adicional para quien traía una ofrenda. De hecho, el acto de comer, aparentemente, un mero acto físico, cubría la santidad más profunda del korbán. Sin embargo, había un korbán que no era consumido ni por el Cohén ni por la persona que habia traído la ofrenda: el korbán olá o la «ofrenda de elevación». El korbán olá debía ser consumido por el fuego en su totalidad. No se comía ninguna parte de él.

En otras palabras, la santidad del korbán olá era algo revelado. No poseía la cubierta; el camuflaje místico que se producía cuando el Cohén y el suplicante comían el korbán.

Es por ese motivo que el korbán olá necesitaba un grado extra de vigilancia y diligencia. Porque lo que es revelado necesita extra protección y vigilancia.

(Jidushei ha Rim)