Querida neshamá, hija piadosa del Rey de reyes, ahora debes dejar este reino Celestial y descender a un mundo inferior, para cumplir la función que el Rey te ha asignado, corrigiendo y arreglando los mundos superiores que dependen de ti y del éxito de tu misión en el mundo material. Ésta será tu función en el mundo al cual estás por llegar.
Pero te daré un escudo para que puedas defenderte. Como un regalo de Hashem, te entregaré cien perlas sagradas, que son las cien bendiciones diarias, las cuales no pueden compararse con ningún bien terrenal. Estimada hija del Rey Celestial, si haz de ser cuidadosa en recitar estas cien bendiciones sagradas; si vas a pronunciarlas de la manera adecuada, con la debida concentración y con sentimientos sinceros, con amor y reverencia hacia tu Ds, recibirás una gran recompensa, así como también mucha alegría y mucha luz, más de lo que se pueda describir. Todo esto se te otorgará en recompensa por pronunciar estas sagradas bendiciones.
Y no sólo eso, sino que en mérito de estas bendiciones Divinas, también se abrirán para ti cien tesoros de luces Celestiales, a la vez que todos los mundos superiores recibirán una abundancia de luz a causa de estas bendiciones. Y todo ellos se esforzarán para ayudarte a cumplir con las tareas que te ha asignado nuestro Padre sagrado. Tu cuerpo, que es tu hogar y tu compañero, también será purificado. Y cunado él se complazca en la luz sagrada de estas bendiciones, el yetzer hará admitirá su derrota y ya no intentará persuadirte para que sigas deseos extraños. Y te santificarás y te purificarás en todos los sentidos.
Y equipada con este “arsenal”, la sagrada neshamá parte de la morada Ceslestial rumbo a este mundo inferior, dispuesta a cumplir con su misión.
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