Parashá Vayejí – (Y vivió). 16 Tebet 5773 (29 de Diciembre de 2012).SOBRE TZEDAKA Y TZADIKIM

vayejiSOBRE TZEDAKA Y TZADIKIM
«De (en cuanto a) Asher,  riqueza habra en su pan y el proveera manjares de reyes» (Bereshit  49:20)

En el Talmud de  Jerusalem (final del cap.4), se relata que cierta vez fue enviado Rabi Akiva,  junto con otros sabios, con la mision de recolectar fondos para tzedaka  (caridad).

 Llegaron hasta la puerta  de aquel a quien acostumbraban a visitar primero y cuando se disponian a  golpear, escucharon la voz del pequenio hijo preguntando a su padre: «Que  comeremos hoy?». El padre le indico el nombre de cierta verdura reconocida por  ser especialmente economica y le pidio que saliera a comprarla, diciendole a  continuacion: «Y no compres de aquella mercaderia fresca que llego hoy al  mercado, sino que buscaras esa verdura en lo de aquellos a quienes les sobro de  ayer, aunque este algo marchita. Seguramente te la venderan a un precio mas  barato».

 Tan pronto como  escucharon estas palabras se dijeron los sabios: «Si este hombre escatima tanto  en las necesidades de su hogar, seguramente es porque ahora no dispone de  dinero». Y siguieron su camino sin golpear a su puerta.

 Al regreso, luego de  recolectar la tzedaka de todos los vecinos del lugar, pasaron por el  hogar de aquel hombre, quien les pregunto sorprendido: «Por que cambiasteis  vuestra costumbre fija de visitar mi casa antes que la del resto de la  gente?».

«En verdad vinimos aqui  al principio -le contestaron- pero luego de haber escuchado el dialogo entre tu  y tu niño, entendimos que esta vez no podriamos recibir de ti el aporte  acostumbrado y nos marchamos».

 Les replico el duenio de  casa: «Las palabras entre mi hijo y yo, Uds. ya las conocen pero no saben lo que  hay entre mi Creador y yo. Como podrian saber lo que siente mi corazon cuando  cumplo una mitzva? A pesar de que escatimo en los gastos de mi familia,  no disminuyo mi cuota para tzedaka. Id a lo de mi esposa y pedidle que os  entregue una medida llena de dinares». Fueron y le transmitieron lo que habia  ordenado su marido. Pregunto ella: «Y que medida les dijo, colmada o algo menos  llena?». Le contestaron: «Simplemente nos dijo una medida llena  «.

 Y ella en su rectitud  agrego: «Les dare una bien colmada, y si les dice que esa era su intencion,  entonces su pedido habra sido cumplido, pero si no es asi, disminuire de mi  asignacion la cantidad que puse de mas». Al escuchar su marido la respuesta de  su mujer, tan digna de una mujer virtuosa, duplico su asignación.

 Estas palabras de la Guemara sirvieron de fuente al Sabio Alshij para determinar las varias  categorias de dadores de tzedaka que existen. Una de ellas, de entre las  mas elevadas, como lo cita el Talmud de Jerusalem, es la clase de personas  que destinan para tzedaka, sumas de dinero y objetos de un valor superior  a lo que poseen ellos mismos y sus familias. Y, lo que es mas importante, lo  hacen con gran alegria.

 Y en nuestra perasha se  puede encontrar una senal de esto: «De Asher, riqueza habra en su pan y el  proveera manjares de reyes». Para Asher un simple pedazo de pan constituye una  comida de riqueza, pero a los otros les proporciona manjares reales».

 Cuan elevadas y cuan  lejos se hallan estas almas de los grandes tzadikim (justos), de esta  humanidad de hoy dia, la cual, en su gran mayoria, aunque existen dignas y  contadas excepciones, parece sumida en una cultura de materialismo y  autogratificacion, en medio de una fiebre de consumismo habilmente fomentado  por los medios de comunicacion y otros intereses, que solo consigue llevarlos a  una insatisfaccion permanente.

 La mayor alegria y paz  de espiritu se encuentra cuando se cumple con la voluntad del Todopoderoso, con  Sus leyes, porque asi logra el ser humano la cercania con su Creador.

 Aprendamos de aquellas  almas tan elevadas y busquemos procurar cumplir con la mitzva de tzedaka como aquel que busca un tesoro. En realidad, es mucho mas que  eso: es un caudal de incalculable valor que nos acompañara eternamente.

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Parashá Vayejí – (Y vivió). 11 Tebet 5771 (18 de Diciembre de 2010).La Envidia.

En la noche de shabat, después de hacer el kidush, el padre y la madre bendicen a sus hijos diciéndoles: «Que lleguen a ser como Efraim y Menashé», y a sus hijas las bendicen diciéndoles: «Que sean como Sará, Rivká, Rajel y Leá».
La fuente de la primer bendición que citamos se encuentra en esta parashá, cuando Iaacov bendice a Efraim y Menashé, los hijos de Iosef.
Nuestros Sabios preguntan: ¿Por qué se eligió esta bendición y no alguna de las otras 12 bendiciones que Iaacov le dio a sus hijos antes de fallecer?
Como sabemos, Menashé era mayor que Efraim, y es por eso que cuando Iosef, que estaba parado frente a Iaacov, trajo a sus dos hijos delante de su padre, ubicó a Menashé – el mayor – a su izquierda, para que Iaacov pusiera sobre su cabeza su mano derecha, y a Efraim – el menor – lo ubicó a su derecha, para que sobre él apoyara su mano izquierda.
Sin embargo, cuando Iaacov los bendijo cruzó sus manos y puso su mano derecha sobre Efraim – el menor, y la izquierda sobre Menashé – el mayor.
Iosef, pensando que su padre se equivocó, le avisó que el mayor era Menashé.Pero Iaacov le contestó (Bereshit 48:19): «Yo sé hijo mío, él también será un pueblo y crecerá, pero su hermano menor tendrá más grandeza y su descendencia estará en todo el mundo».Es decir que Iaacov no se equivocó, sino que él quiso apoyar su mano derecha sobre el muchacho que tendría un mayor futuro.
¿Qué sentiría cualquiera de nosotros en una situación similar?Celos y envidia.Pero la reacción de Menashé, explican los Sabios, fue justamente la contraria, pues al ver que su hermano sería más grande que él en el futuro, sintió una gran alegría y no lo envidió como nosotros hubiéramos pensado.
Por este motivo, es esta la bendición que fue escogida para bendecir a los hijos el viernes por la noche, pues la intención es inculcarle a cada uno de nuestros hijos que hay que vivir sin tener envidia de nadie y menos de nuestros hermanos.
Si nos detenemos a pensar un instante, veremos que el hecho de bendecir a nuestros hijos mediante esta bendición específicamente en shabat, contiene además un importante mensaje.
Es sabido que toda la finalidad de cumplir el shabat es demostrar en la práctica, nuestra emuná de que D’os creó el mundo en seis días, el séptimo descansó y sigue dirigiendo el mundo cada instante.Entonces, al escuchar esta bendición en shabat, estamos demostrando que esta no es una teoría solamente.Nuestros hijos entenderán que hay un Ser Superior que dirige el mundo, y esta es la herramienta fundamental para no sentir envidia de los demás, pues si hay algo que deseamos y no lo obtenemos, es porque en realidad no lo merecíamos.
Analizando esta idea nos daremos cuenta de que el acto de envidiar no tiene lógica.¿Acaso el hecho de que nuestro prójimo tenga algo, significa que me lo han quitado a mí?Nada de lo que él tiene lo robó de mí, ni tampoco D’os disminuyó mis bienes para dárselos a la otra persona.Entonces, ¿por qué la envidia?
La Mishná en Pirke Avot (4:28) cita a Rabí Elazar Hakapar que dice: «la envidia, la ambición y el honor sacan a la persona del mundo».
Vemos que la envidia es una de las causas que acortan la vida de la persona, ya que el que constantemente sufre por lo que tiene su compañero y él no; está demás explicar, qué perjuicios provoca ese sufrimiento.
Por otro lado, también en Pirké Avot, otra Mishná (4:1) dice: «¿Quién es el verdadero millonario?Aquel que está contento con su parte».
Después de leer esta Mishná podemos pensar que es una muy linda teoría pero difícil de aplicar en la práctica.Pero como dijimos anteriormente, al entender que D’os nos da solamente lo que es para nuestro beneficio, y por ende, lo que no tenemos también es para nuestro bien, la persona podrá llegar a estar contenta con lo que D’os le da.
Por eso nuestros Sabios eligieron esta bendición, para que cada shabat nuestros hijos escuchen que Menashé no tuvo envidia de Efraim, sino que por el contrario, disfrutó al saber que su hermano prosperaría más que él.
Este es uno de los desafíos que tenemos los padres en la educación de los hijos: el tratar de eliminar la envidia que normalmente siente un hermano del otro, y la base para empezar es no hacer diferencia entre los hijos, ya que si ésta existe, evidentemente el hijo desplazado no sólo que envidiará a su hermano, sino que también terminará odiándolo.Por eso, si felicitamos a un hijo porque hizo una buena acción, tenemos que buscar motivos para felicitar también a los otros, y así no despertar la envidia entre ellos.Y con la ayuda de D’os podremos inculcar a nuestros hijos el vivir sin envidia, para que consecuentemente puedan ser verdaderamente felices con lo que tienen.

Parashá Vayejí – (Y vivió). 16 Tebet 5770 (2 de Enero de 2010).Comentario

La porción de Vaijí es diferente de las otras parashot de la Torá. El comienzo de otras secciones es generalmente delineado por un nuevo párrafo, mientras que la sección de Vaijí es «satum» – cerrada. Rashí trae el Midrash que explica esto, sugiriendo:

«Por qué esta sección está cerrada (satum)? La muerte de Iaacov causó el cerramiento de los ojos y el corazón de Israel, debido a los problemas de la opresión que comenzó (con la muerte de Iaacov). Por otra parte se podría decir: (Iaacov) deseó revelar a sus hijos el final de los días, pero fue cerrado (nistam) para él». (Rashí 47:18, basado en Bereshit Rabá 96:1).

La muerte de Iaacov representó el final de una era. Con esta muerte, la era de los patriarcas llegó a su fin y una nueva generación comenzó. La sección de Vaijí es técnicamente la última del libro de Bereshit así como también ideológicamente. El comentario de Rashí establece que Vaijí no es sólo el final de un libro sino que también es un libro cerrado. Iaacov sintió que el final de Bereshit era el tiempo perfecto para revelar a sus hijos lo que les esperaba a ellos y a sus descendientes en el futuro. En el momento que esta revelación tenía que ocurrir, la visión de Iaacov desapareció:

«Y Iaacov llamó a sus hijos y les dijo: reúnanse, y les diré lo que pasará en el final de los días…Reubén tu eres mi primogénito…(49:1 – 3).

Iaacov congregó a sus hijos, su intención era informarles a ellos los eventos del futuro. Pero en lugar de eso él procedió a bendecirlos:

«Iaacov deseaba revelar el «Ketz» – el final de los días – pero la Shejiná (la Divinidad) lo abandonó, entonces Iaacov comenzó a decir otras cosas» (Rashí 49:1 basado en el Talmud Pesajim 56a).

La respuesta de Iaacov a la pérdida de su visión fue temor. El Talmud describe la escena:

«Iaacov deseaba revelar el «Ketz» – el final de los días – pero la Shejiná lo dejó. Él (Iaacov) dijo: ‘Quizás hay algo inadecuado en mi cama (con mis hijos) como Abraham que fue padre de Ishmael. O mi padre Itzjak que fue padre de Esav’. Sus hijos le dijeron: «Shemá Israel, Hashem Elokenu, Hashem Ejad» (Escucha Israel, D’os es nuestro Señor, D’os es Uno). Ellos dijeron: ‘Así como en tu corazón hay sólo Uno (D’os), así también, en nuestro corazón hay sólo Uno’. En ese momento Iaacov respondió y dijo: «Baruj Shem Kevod Maljutó Leolam Vaed» (Bendito sea el Honorable Nombre de su Reinado por siempre), (Pesajim 56a).

Cuando el deseo de Iaacov de compartir con sus hijos su conocimiento fue frustrado, él temió que eso haya sido un indicativo de una carencia en sus hijos, y por consiguiente en sí mismo, y por extensión, una deficiencia dentro de la «Keneset Israel» – la Congregación de Israel. Como ya hemos visto en secciones anteriores, los hijos de Iaacov no eran individuos; ellos representaban al Pueblo de Israel. Para Iaacov la situación fue temerosa: en su lecho, era demasiado tarde para él rectificar el problema. En su mente, él había fracasado.

El Talmud conecta el temor de Iaacov con los descendientes errantes de su padre y abuelo. Por qué Iaacov tendría que haber pensado que sus hijos fueron más grandes que los hijos revolucionarios de su padre y de su abuelo? Si Abraham pudo tener a Ishmael e Itzjak pudo tener a Esav, por qué Iaacov tenía que esperar que su «propia cama» esté completa? Esta pregunta está muy relacionada con la discusión kabalística de los tres Avot (patriarcas), específicamente la importancia del número tres. Por qué hubieron 3 y no 2 ó 6 avot? Qué delineó la era de los Avot, la cual – como hemos notado – llega a su fin en nuestra parashá? De acuerdo al pensamiento kabalístico, cada uno de los tres Avot creó una conciencia espiritual en el mundo; cada uno estableció uno de los tres pilares necesarios para mantener las bases de la nación. Abraham, quien se identificó con el jesed (bondad), trajo el aspecto Divino del jesed al mundo. Itzjak representó la gevurá o el din (justicia). El din de Itzjak fue, de alguna manera, la antítesis al jesed, pero cada una de ellas es requerida para equilibrar a la otra. Iaacov representó al tiferet (belleza), una síntesis entre el jesed y la gevurá. Pidiendo prestado el modelo Hegeliano, los Avot representaron tesis, antítesis y síntesis. Una vez que la síntesis es alcanzada, la nación puede surgir.

Sin embargo, hay otro lado de la moneda, porque en adición a la síntesis, otra amenaza filosófica se entreteje a través de nuestra historia. Abraham también tuvo a Ishmael. Cuál era el maquillaje espiritual de Ishmael? De acuerdo a las enseñanzas rabínicas, Ishmael fue la simulación de Abraham. En lugar de emular verdaderamente a su padre o establecer su propio legado espiritual, Ishmael imitó a su padre de una manera superflua y externa. Abraham representa el jesed, la principal cualidad del jesed es dar, pero aún una cualidad tan exaltada como el jesed puede tener una falsa aplicación. El acto de dar es Divino, pero el acto de dar, también, debe tener sus limitaciones. El jesed llevado a un extremo puede ser insidioso, puede llevar a la inmoralidad y al libertinaje sexual. De hecho, cuando la Torá describe la prohibición de relaciones sexuales entre hermanos, la Torá lo etiqueta como «jesed»:

«El hombre que tomare a su hermana, hija de su padre o hija de su madre, y viere la desnudez de ella, y ella viere su desnudez, es «jesed». Ellos deben ser excomulgados de la nación; la desnudez de su hermana él descubrió! Él deberá pagar por su pecado» (Vaikrá 20:17).

Jesed es el acto de dar, pero aún el acto de dar deber ser regulado por algún tipo de sistema moral. Aquí se apoya la acusación de los Rabinos sobre Ishmael; Ishmael hizo uso cínico de las enseñanzas de su padre:

«Rabí Akivá enseñó: ‘Y Sará vió al hijo de Hagar la egipcia’ (21)…, [él fue culpable de] inmoralidad sexual…esto nos enseña que Sará nuestra matriarca vio (se dio cuenta) que Ishmael conquistaba a jóvenes doncellas y «cazaba» mujeres casadas y abusaba de ellas (Midrash Rabá 53:11).

Cómo es posible que Abraham educó a un hijo como Ishmael? La respuesta es que Ishmael cambiaba las grandes enseñanzas de Abraham. Podemos imaginar la naturaleza de los argumentos de Ishmael: ‘Si mi padre nos enseñó que jesed es lo que realmente importa, entonces si realmente nos dedicamos a la idea del jesed, debemos dar todo nuestro cuerpo’. Abraham enseñó la idea del amor, Ishmael enseñó el «libre amor». Si Abraham enseñó que debemos «amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos», entonces Ishmael enseñó que debemos amar a las mujeres o maridos de nuestro prójimo. La falsificación, o en el lenguaje de los místicos la «klipá» del jesed, fue «guilui araiot» – inmoralidad sexual. Esto era el dominio de Ishmael. Itzjak trabajaba para crear un balance espiritual respecto del jesed de su padre. Su grandeza fue gevurá, fortaleza, un segundo aspecto de D’os. La enseñanza judía de gevurá está encapsulada en las palabras de los Sabios:

Quién es considerado fuerte? Aquel que controla sus deseos (Avot 4:2).

Así como D’os controló su infinidad para crear un mundo finito, el hombre debe también controlarse a sí mismo, y un hermoso y bello mundo surgirá. La klipá de la gevurá es el individuo que trata de controlar o dominar a otros. El «peor de los casos» es cuando el deseo de controlar lleva al derramamiento de sangre. Este fue el punto fuerte de Esav, como es sugerido por su nombre Edom: Esav era rojo, como explicó Rashí:

«Él era rojo, esta es una señal de que él derramará sangre» (25:25).

Esav, como su tío Ishmael, era superficial. Él no entendía realmente las enseñanzas de su padre. Él distorsionó la idea de guevurá en un mandato para controlar, y finalmente tomar vidas. El hecho de que Esav tomó esposas de las hijas de Ishmael no debe ser una sorpresa: estos dos tenían más en común que una simple ascendencia, y el resultado fue la combinación de las fuerzas negativas. Iaacov, por el otro lado, internalizó los aspectos positivos de las enseñanzas de Abraham e Itzjak, y representó la combinación de dos cualidades, el jesed y la gevurá, en el tercer pilar filosófico: tiferet – belleza. La cualidad de tifve la belleza en todas las cosas, en diferencias y distinciones, y puede crear una síntesis armoniosa. Iaacov, que se convirtió en Israel – la nación – tiene que poder combinar todo tipo de ideas, experiencias y visiones. Esto, en contraposición a Abraham o Itzjak, cuyas cualidades representan los ladrillos espirituales, pero no el edificio espiritual.

Una vez que esta síntesis está en su lugar, la nación debe surgir. La cama de Iaacov debe estar completa. En los hijos de Iaacov no encontramos ninguna falsedad ni simulación. La klipá de la nueva nación judía es el «erev rav», aquellos responsables por la idolatría del becerro de oro. Ellos no eran los descendientes de Iaacov, sino que impostores, que se unieron al pueblo de Israel en su marcha victoriosa al salir de Egipto. Ellos, también, tenían un entendimiento superficial de las bases filosóficas del judaísmo. Para ellos, la cualidad de tiferet, esta visión completa, conllevaba todo tipo de idolatrías. Su perversión de la habilidad de Israel para sintetizar les permitió a ellos abrazar la idolatría; su error fue darle a esa adoración cualquier tipo de importancia. Tiferet es la conjunción de muchos atributos en el servicio al D’os único; la idolatría es la conjunción de muchos «dioses», que no tienen, de hecho, identidad. Una y otra vez a lo largo de nuestra historia, esta perversión de tiferet resurgió, y los libros de los Profetas cuentan sobre muchos «movimientos» dentro del judaísmo que intentaron «sintetizar» el servicio al Baal con el servicio judío. Este movimiento comienza a los pies del monte Sinai y continúa a través del período helenístico hasta tiempos modernos.

La negatividad espiritual creada por Ishmael, Esav y el erev rav es el poder de las «klipot» de las enseñanzas de nuestros ancestros. Aquí están las fuentes de la inmoralidad sexual, el asesinato y la idolatría, que eventualmente causaron la destrucción del Primer Templo. Cuando los judíos siguen las enseñanzas falsas de sus ancestros en lugar de internalizar el verdadero mensaje representado por los pilares filosóficos de nuestra nación, su mandato para liderar dando el ejemplo se acaba; el Templo se destruye, la mancomunidad judía se pierde y el pueblo judío se disperse.

Ahora podemos entender el temor de Iaacov; él pensó que quizás había mal entendido la dinámica espiritual de la nueva nación judía. Quizás entre sus hijos había alguien que era falso. Si este era el caso, quizás no era el tiempo para formar la nación. Los hijos de Iaacov respondieron diciendo «Shemá»; ellos aceptaron a un D’os único. Sin embargo, hay un significado más profundo detrás de esta declaración. Diciendo el Shemá ellos realmente se estaban refiriendo a un episodio anterior en la vida de su padre, y trataron de comunicarle algo muy específico a Iaacov.

De acuerdo al Midrash, durante el período que Iaacov pensaba que Iosef estaba muerto, Iaacov estaba privado de espíritu de santidad; la Shejiná lo había dejado. Cuando Iaacov pensaba que Iosef estaba muerto, también pensaba que había fracasado en su misión, porque anteriormente le había sido revelado a él que si ninguno de sus hijos moría antes que él, él no pasaría por el gueinam (Rashí 37:35). Con Iosef aparentemente muerto, Iaacov pasó su años esperando su suerte amarga en el Mundo Venidero.

Cuando el mensaje de que Iosef estaba con vida llegó a él, la Torá comenta:

«El espíritu de Iaacov su padre vivió» (45:27). Rashí: la Shejiná que lo había dejado, retornó (a Iaacov).

Cuando Iaacov e Iosef se encontraron después de 22 años, la Torá describe su abrazo:

«Él (Iosef) lo vio a él (Iaacov), él se apoyó en su cuello, y él lloró en su cuello» (46:29).

Después de 22 años, padre e hijo se reencontraron. Nosotros entendemos por qué Iosef lloró, pero qué estaba haciendo Iaacov?

«Pero Iaacov no se apoyó en el cuello de Iosef, y él no lo besó. Nuestros Sabios explican que él (Iaacov) dijo el Shemá» (Rashí 46:29).

La respuesta de Iaacov al ver a su hijo perdido fue recitar el Shemá. A primera vista esto parece raro; él no había visto a su hijo por tantos años, y en el momento del reencuentro, Iaacov sintió que era el momento de decir el Shemá! Una mirada más cercana a las palabras del Shemá explicará la respuesta de Iaacov: donde una declaración de fe en un D’os único, o aún una declaración de alabanzas y agradecimiento al Todopoderoso por reunirlo con su hijo querido, pudo haber existido con sólo las palabras «Hashem Elokenu Hashem Ejad», pero Iaacov agregó algo más.

Cuando, años más tarde, los hijos de Iaacov respondieron a él en su lecho con las palabras «Shemá Israel – Escucha Israel», fue claro que estaban dirigiéndose a su padre. Pero por qué Iaacov dijo «Shemá Israel»? Puede ser que él se dirigió a sí mismo, o esas palabras fueron superfluas? De hecho, Iaacov se dirigía a Israel – no a sí mismo, sino a toda la keneset Israel, la totalidad del pueblo judío, que estaba en ese momento reunida. Al ver a Iosef con vida, Iaacov supo que la keneset Israel estaba completa, y recitó el Shemá. Él se dio cuenta de que su «cama estaba realmente completa», que la Shejiná estaba una vez más con él, la nación de Israel podía surgir. Con este contexto, podemos entender por qué sus hijos dijeron el Shemá cuando – en su lecho – la Shejiná lo abandonó nuevamente. Ellos quisieron asegurarle que todos ellos aceptaban a un solo D’os, que ellos estaban completos, y que él no debía temer. Ellos repitieron su propio rezo, refiriéndose a una keneset Israel unida mientras que al mismo tiempo se refirieron directamente a su padre.

Sin embargo, hay otro aspecto de la recitación del Shemá. El Midrash mejiltá enseña:

«Israel dijo ‘Shemá Israel Hashem Elokenu, Hashem Ejad – Escucha Israel Hashem es nuestro D’os, Hashem es único’ – y el espíritu de santidad (Ruaj Hakodesh) gritó y dijo desde los cielos ‘Quién es como Tu Nación Israel, una nación única en la tierra’ (Crónicas I 17:7)» (Mejiltá Bishalaj sección 3).

Cuando decimos el Shemá el cielo responde. Así como nosotros aceptamos la unicidad de D’os al decir el Shemá, D’os declara nuestra unicidad, «Nación única». El Talmud utilizando un lenguaje metafórico dice que D’os se pone Tefilín. La pregunta es expuesta: cuál es el contenido de los tefilín de D’os, porque seguramente no es el Shemá, como en los tefilín del hombre.

«Los tefilín del Señor del Universo, qué está escrito en ellos?…Quién es como Tu nación Israel, una nación única en la tierra» [Crónicas I 17:7] (Berajot 6).

Así como los judíos se dedican a D’os, D’os se dedica al pueblo judío. La respuesta de los Cielos a nuestro Shemá es la declaración de la condición de nuestra nación. Iaacov entendió esto, y es por eso que respondió:

«Baruj Shem kevod Maljutó leolam vaed – Bendito es el honorable Nombre de Su reinado por siempre».

Esta declaración es dicha en Iom Kipur por el pueblo, que escucha el Nombre Divino mencionado por el Cohen Gadol. La manifestación del Nombre Inexpresable es en sí mismo una manifestación de la Shejiná; es por eso que la reacción del pueblo era postrarse y declarar «Baruj Shem Kevod Maljutó Leolam Vaed – Bendito es el honorable Nombre de Su reinado por siempre».

Cuando los hijos de Iaacov dijeron el Shemá, los Cielos respondieron:

«¿Quién es como Tu Nación Israel, una nación única en la tierra». (Crónicas I 17:7).

Iaacov se dio cuenta de que sus hijos estaban completos, «una nación». Él respondió y dijo plegarias por haber visto la Shejiná, así como toda la nación responderá a la Shejiná en el futuro:

«Baruj Shem Kevod Maljutó leolam vaed – Bendito sea el Nombre Honorable de Su Reino por siempre».

De acuerdo al Midrash, la esclavitud no pudo comenzar hasta que los judíos fueron una nación independiente y unificada. De lo contrario, podían correr el riesgo de la asimilación (ver Taná Debé Eliahu Rabá sección 21). En este momento el libro de Bereshit puede llegar a su final; la esclavitud y el eventual Éxodo siguieron, y el destino llevó al pueblo judío hasta el monte Sinai. El Shemá seguirá siendo la «promesa de fidelidad» de esta nación. A través de las generaciones, muchos dijeron el Shemá en todo tipo de situacione, y la Shejiná siempre escuchó. Quizás el más famoso Shemá de todos fue en la siguiente escena:

«Cuando ellos (los romanos) llevaron a Rabí Akivá para ejecutarlo era el tiempo de decir el Shemá…él prolongó la palabra «Uno» hasta que su alma se fue mientras decía «Uno». (Berajot 61b).

Cuando los romanos torturaron a Rabí Akivá, el Talmud nota que fue «tiempo de decir el Shemá»; fue el tiempo de sacar a la nación de la opresión romana, fue el tiempo de infundir al pueblo con un sentimiento nacionalista. La Shejiná se había exiliado con la destrucción del Segundo Templo, y en ese momento el destello de esperanza de volver a construir el Templo se había extinguido. El Shemá de Rabí Akivá hizo eco a través de las generaciones; verdaderamente, fue escuchado por los judíos en incontables ocasiones y les dio la fuerza para tomar decisiones difíciles. Es fascinante que el nombre Akivá deriva del nombre Iaacov; los dos se casaron con mujeres llamadas Rajel, quienes se destacaron por el autosacrificio. El Shemá de Rabí Akivá está conectado ciertamente con el Shemá de Iaacov.

Por alguna razón, D’os eligió que el «final de los días» no sea revelado por Iaacov. Esto no fue una indicación de desvalorización de Iaacov o de sus hijos. Sino que fue una señal de que algunos libros deben estar cerrados. Rabí Akivá también tuvo que ver con una especulación sobre el final de los días. Él trató de orquestar su rápida llegada. Al final, Rabí Akivá fracasó en traer al Mashiaj, pero ésto no lo desanimó ni le sacó las ganas de decir el Shemá en voz alta y clara para que sea oído tanto en este mundo como en el cielo.

«Cuando ellos (los romanos) llevaron a Rabí Akivá para ejecutarlo fue el momento de decir el Shemá…él prolongó la palabra «Uno» hasta que su alma se fue diciendo «Uno». Una voz bajó de los cielos y dijo: «Afortunado es Rabí Akivá cuya alma se fue diciendo «Uno»…una voz vino del cielo y dijo: ‘Afortunado es Rabí Akivá porque estas invitado a entrar al Mundo Venidero» (Berajot 61b).

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Parashá Vayejí – (Y vivió). 16 Tebet 5770 (2 de Enero de 2010).

Resumen de la Parashá

Después de vivir 17 años en Egipto, se aproximaba el final de los días de Yaacob y llamó a su hijo Yosef a quien pidió que le prometiera que lo sepultaría en la tierra de Canaán, junto a sus padres en la Cueva de Majpelá, el lugar donde estan Adam y Java, Abraham y Sara, Itzjak y Ribká. Yaacob se encontraba enfermo y Yosef junto a sus hijos Efráim y Menashé, fue hacia él. Yaacob expresó que ellos serían cabezas de tribus, al igual que sus propios hijos.

Mientras, recordó a su hijo Yosef sobre cuándo murió su esposa Rajel y que la sepultó en Bet Lejem. Luego, bendijo a sus nietos Efráim y Menashé. Yaacob eleva a Efráim y a Menashé al estatus de sus propios hijos, dándole así a Yosef una doble porción, lo que le saca el estatus de primogénito a Reubén. Como Yaacob es ciego por su edad, Yosef pone a sus hijos cerca del abuelo. Yaacob los besa y abraza. Yaacob colocó su mano derecha sobre la cabeza de Efráim (el más joven), y su mano izquierda sobre Menashé. Yosef creyó que su padre estaba equivocando al colocar la mano derecha sobre el menor y la izquierda sobre el mayor, cuando en realidad debía ser a la inversa, a lo que Yaacob sostuvo no estar equivocado ya que Menashé se convertiría en una gran nación, mientras que Efráim sería aún mayor. Yaacob le explica que su intención es bendecir a Efráim con su mano fuerte porque Yehoshúa descenderá de él, y también porque Yehoshúa será tanto el conquistador de Eretz Israel como el maestro de Torá del Pueblo Judío.

Cercano a su muerte, Yaacob llamó a todos sus hijos, quienes junto a su cama, fueron recibiendo uno a uno, las bendiciones. Profetizó sobre cada una de las tribus y describió las características de cada hijo suyo. Yaacob ordenó a sus hijos ser sepultado en la cueva de Majpelá, frente a Mamré, en el campo de Efrón en la tierra de Canaán. Allí estaban sepultados Abraham, Sará, Itzjak, Ribká y Leá.

Yaacob se va de este mundo a la edad de 147 años. Al fallecer Yaacob, Yosef se echó sobre él y llorando lo besó. Luego ordenó a los médicos egipcios que lo embalsamaran. Los egipcios lloraron a Yaacob durante sesenta días. Al cabo de ese tiempo, Yosef recibió el permiso del Faraón de subir a la tierra de Canaán para dar sepultura a su padre y así junto a sus hermanos y familiares cumplieron lo juramentado, inhumarlo en la cueva de Majpelá.

Al regresar todos a Egipto, los hermanos temieron que Yosef se vengara de todo lo que le habían hecho en el pasado, a lo que les contestó que no temieran y que los apoyaría a ellos y sus familias. Y residieron en Egipto y Yosef vivió ciento diez años.

Cercano a su muerte, Yosef hizo jurar a los hijos de Israel que sus restos serían conducidos a la tierra que el Eterno prometió a Abraham. Al morir su cuerpo fue embalsamado y colocado en un ataúd en Egipto.

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