Havdalá: La Oración de Distinción

La finalización del Shabat requiere una declaración especial (Havdalá – Distinción), que identifica el Shabat como un día diferente a los demás dias de la semana. Esta declaración se formula dos veces: una en la Amidá del Shabat de noche, y la otra sobre una copa de vino. Los Sabios adjudican gran significación a la recitación de la Havdalá una vez más sobre una copa de vino (Berajot 33a; Shabat 150b).
En Babilonia, donde el vino era escaso, la Havdalá, al igual que el Kidush, se recitaba sobre el vino solamente en la sinagoga, con el propósito de dar cumplimiento así a la obligación de todos los presentes. La Havdalá se sigue diciendo en la sinagoga al concluir el servicio de Maariv del Shabat de noche. Tal como el Kidush, la Havdalá se ha convertido en una familiar ceremonia hogareña. Se dice en el hogar para dar cumplimiento a la obligación de todos los que se encuentran allí. Si bien el vino es la bebida preferida para la ceremonia, la Havdalá puede decirse sobre otros «liquidos importantes» (jamar mediná). Según muchas autoridades rabínicas, ello incluye cerveza, leche, café, té, y jugo de frutas.
Si bien algunas autoridades rabinicas sustentan el criterio de que la Havdalá, al igual que el Kidush, ha de decirse sentado, por las mismas razones opina la mayoría que es preferible estar de pie para la Havdalá. Del mismo modo que la cortesia exige que uno se levante cuando un visitante importante se despide, asi también debemos ponernos de pie cuando nos despedimos del Shabat. De hecho, ambas prácticas son correctas y ambas tienen sus adherentes (Oraj jayim 296:6).
El ritual de la Havdalá comprende los siguientes componentes:
a. Versiculos de introducción.
b. Bendición sobre el vino.
c. Bendición sobre las especias.
d. Bendición sobre las luminarias.
e. Bendición de la Havdalá (distinción), que es la oración principal de este ritual.Los versículos de introducción

Se acostumbra recitar ciertos versiculos de Isaías, de los Salmos y del Libro de Ester antes del ritual de Havdalá. Estos versículos no son parte obligatoria de la Havdalá. En el siglo XVI Rabí Moshé Isserles mencionaba sólo tres de los ocho versículos que recitamos actualmente (Oraj jayim 296:1; Rabí Moshé Isserles). Todos estos versiculos expresan confianza en Dios y esperanzas por los días venideros. La recitación de estos versículos se considera un «buen signo» (Simán Tov). La «salvación» que se menciona en estos versiculos es la salvación de tribulaciones o peligros inmediatos. Los versiculos son los siguientes

:

He aquí que Dios es mi salvación; confiaré y no tendré
temor; porque mifortaleza y mi canción es Dios, el Señor, el
cual se ha hecho mi salvación.
(Isaías 12:2)
Y sacaréis agua con regocijo de las fuentes de salvación.(Isaías 12:3).

Del Señor es la salvación; sobre Tu pueblo (venga)
Tu bendición eternamente
. (Salmos 3:9)

El Señor de los Ejércitos está con nosotros;
nuestra fortaleza es el Dios de jacob, eternamente
. (Salmos 46:12)

¡Oh, Señor de los Ejércitos, bienaventurado el hombre que confía en Ti! (Salmos 84:13)

¡Señor, salva! ¡Oh, Rey, respóndenos el día que Te clamemos clamemos! (Salmos 20:10)

Para los judíos habia luz y regocijo, y alegría y honra. (Ester 8:16) Así sea con nosotros.

El caliz de salvación alzaré, y el Nombre del Señor invocaré. (Salmos 116:13)

La frase del Libro de Ester es el único lugar de todo el libro de oraciones donde se utiliza el término yehudim (judíos) para referirse al pueblo judío. En toda la Biblia y en el Sidur se utiliza solamente el nombre de Ysrael (Israel). Se acostumbra que todos los presentes digan en alta voz el versículo del Libro de Ester, y la esperanza intercalada de que «Así sea con nosotros.»

La bendición sobre el vino

Los versiculos arriba mencionados sirven de introito a la bendición sobre el vino, que es el obligado comienzo de la Havdalá. Se acostumbra llenar la copa de Havdalá hasta que desborde. Un fundamento de esta costumbre es el versículo bíblico de que Dios «bendecirá tu pan y tus aguas» (Exodo 23:25). Una casa donde el vino corre como agua se considera incluida en esta bendición Divina (Eruvin 65a). De aquí la copa desbordante, que simboliza el bienestar y nuestra participación de la bendición Divina.

Las bendiciones sobre las especias y las luminarias

El uso de especias aromáticas y de luz en el recitado de la Havdalá comenzó alrededor del siglo II Antes de la Era Común. En aquel entonces los Sabios acostumbraban prolongar su tercera comida shabática (Seudá Shlishit), que suele tomarse el shabat por la tarde, hasta bien entrada la noche. Al final de la comida se traía fuego (que no puede encenderse en Shabat) e incienso (que no puede ser preparado en Shabat puesto que hay que calentarlo). Estos dos elementos y las bendiciones asociadas a su utilización se convirtieron con el tiempo en partes integrantes del ritual de la Havdalá.

Las dos bendiciones son las siguientes:

Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del mundo, que has creado especias aromáticas.

Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del mundo, que has creado las luces del fuego.

La bendición sobre las especias es una bendición de disfrute (Bircat Hanebeni-n) y por ende es de la misma categoría que las que se dicen por la comida y la bebida. En toda ocasión que se disfrute de los aromas de las especias se debe recitar esta bendición.

Una de las razones que se invocan para la utilización de las especias aromáticas, es el hecho de que el judio se entristece ante la partida del Shabat. Se supone que la elevación de espíritu que brinda la fragancia de las especias, habrá de compensar en algo la melancolía que produce la partida del Shabat. Los Sabios nos han enseñado que «tres cosas restablecen el buen ánimo del hombre: sonidos, vistas y aromas (gratos)» (Berajot 57b). La fragancia de las especias sirve para refrescar y reanimar el espiritu (Maimónides, Hiljot Shabat 29:29).

Otra razón similar que se brinda, es la de compensar la partida de la neshamá yeteirá (alma adicional) que todo judío observante del Shabat adquiere con el advenimiento del mismo. Este alma adicional se define como la sensación de tranquilidad y de satisfacción que embarga a la persona en Shabat (Rashi, Beitzá 16a). A la partida del Shabat, la pérdida de esta serenidad espiritual es cubierta, de cierto modo, por la fragancia refrescante de las especias (Beitzá 33b, Tosafot sobre el término ki). La compensación de la pérdida del «alma adicional» mediante el aroma de las especias fue factible para los Rabies, porque ellos consideraban el aroma agradable como un deleite del alma más que del cuerpo (Berajot 43b). Y no olvidemos que en hebreo el verbo «respirar» (nashom) y el sustantivo «alma» (neshamá) provienen de la misma raíz.

La bendición sobre las luces del fuego no es de la misma categoría que la de las especias. No se la considera una bendición de disfrute, razón por la cual no tenemos obligación de recitarla cada vez que nos beneficiamos del fuego, ya sea en forma de la luz que nos permite ver, o del calor que nos entibia el ambiente, o de la llama para cocinar nuestros alimentos. Las Bircot Hanehenin fueron prescriptas solamente para los beneficios o disfrutes que son absorbidos directamente por el organismo (Pesajim 53b, Tosafot sobre el término ein).

La bendición sobre las luminarias, en la noche, a la conclusión del Shabat, está destinada a conmemorar el descubrimiento del fuego por el hombre. El Talmud enseña que Dios proporcionó a Adán inteligencia para tomar dos piedras y golpearlas a fin de producir así el fuego (y las luminarias), y que este descubrimiento tuvo lugar en la primera noche de conclusión del Shabat (Pesajim 54a). Además de ello, dado que está prohibido encender fuego en Shabat, es como si el fuego fuera renovado para nosotros después de la conclusión del Shabat, y por lo tanto agradecemos a Dios por ello.

La leyenda talmúdica podría despertar alguna leve reminiscencia de la antigua leyenda griega, de que el fuego fue dado a los hombres por Prometeo, quien lo robó del cielo. Cuando Zeus, el rey de los dioses, descubrió el robo, dispuso que Prometeo fuera encadenado y torturado. Contrastando con esto, la leyenda judia nos dice que fue el mismo Dios quien enseñó al hombre el modo de obtener el fuego. El Dios judio es un Dios que desea ayudar al hombre a descubrir la senda del progreso. La bendición por las luminarias expresa, pues, agradecimiento por este don Divino. Los Sabios deliberadamente eligieron la expresión en plural «meoré ha-esh» (las luces del fuego) para indicar que Dios ha dado al hombre inteligencia para elaborar diversas formas de iluminación. Con esta bendición reconocemos que Dios es la fuente de todas las luminarias, inclusive las desarrolladas por mano del hombre.

Para la Havdalá se utiliza una vela trenzada de varios pabilos, dado que se considera que una «antorcha», que derrama más luz, es la forma más adecuada para dar cumplimiento a esta mitzvá (Pesajim 103b). Si no se dispone de una vela trenzada, se pueden utilizar dos velas comunes que se sostienen juntas de modo que sus llamas se fusionen, y ello se considera equivalente a una «antorcha» (Oraj jayim 298:2, Rabi Moshé Isserles). A falta de velas, puede decirse la bendición por la luz sobre dos fósforos unidos, e incluso a la luz de una linterna eléctrica.

Al pronunciar la bendición se acostumbra extender una o ambas manos hacia la llama y examinar rápidamente las palmas de las manos o las uñas de los dedos. Ello se hace a fin de derivar alguna utilidad de la luz sobre la cual se recita la bendición. Por lo general la vela es sostenida por alguien de la familia, y se acostumbra asignar esta función a los niños de la casa.
Al concluir una festividad que no coincide con Shabat, se recita solamente la bendición sobre el vino y la bendición básica de Havdalá. En este caso no se dicen los versiculos preliminares, ni las bendiciones sobre las especias y sobre las luminarias. El simbolismo religioso de estas dos bendiciones se refiere exclusivamente a la conclusión del Shabat.

Si la conclusión del día de Shabat coincide con el comienzo de una festividad, se prescinde de la bendición sobre las especias. La fiesta, yom tov, tiene «aroma» más que suficiente para compensar la partida del Shabat (Pesajim 102b, sobre el término rav).

La Bendición de Havdalá


Bendito eres Tú, Señor, nuestro Dios, Rey del mundo,- que haces distinción entre lo sagrado y lo profano, entre la luz y las tinieblas, entre Israel y los (demás) pueblos, entre el séptimo día y los seis días de labor. Bendito eres Tú, Señor, que haces distinción entre lo sagrado y lo profano.

El texto de la bendición de Havdalá que aparece en el Talmud (Pesajim 103b) se basa en diversas distinciones (havdalot) mencionadas en las Escrituras:

«Entre lo sagrado y lo profano» procede de Levítico 10:10.
«Entre la luz y las tinieblas» deriva de Génesis 1:4.
«Entre Israel y las (demás) naciones « proviene de Levítico 20:26.

Estas «distinciones» significan diferentes niveles de santidad establecidos por el Santo, Bendito Sea. La Havdalá que se dice como parte de un Kidush de fiesta distingue, además, la mayor santidad del Shabat de la santidad de la festividad que comienza (Hulín 26b). Las festividades son de menor grado de santidad, porque en esos días se permite cocinar y hornear los alimentos para la fiesta.

Al hacer uso de todos nuestros sentidos: el del tacto, al tocar la copa; el del gusto, al saborear el vino; el del olfato, al oler el aroma de las especias; el de la vista, al contemplar las luces; y el del oído, al escuchar las bendiciones; y además, al aplicar la inteligencia que Dios nos dio para entender las distinciones que menciona la Havdalá, podemos considerar que este ritual y sus bendiciones representan la consagración a Dios de todos nuestros sentidos y capacidades al comienzo de cada nueva semana de nuestra vida.

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La Magia de la Havdalá

La palabra Havdalá significa diferenciar, distinguir. Toda la ceremonia trata acerca de distinguir entre el shabat que acabamos de experimentar y la semana a la que vamos a entrar, tanto en términos temporales como en el sentimiento de existencia.

Se recitan tres bendiciones:

– Primero, sobre el vino, un símbolo de alegría. Ahora nos deleitamos con lo que hemos logrado, y esperamos que continúe creciendo durante la semana.

– Luego sobre especies aromáticas, cuya fragancia inhalamos para confortar a nuestra alma por la pérdida de shabat.

– Finalmente, sobre la llama de una vela, que simboliza la luz y la oscuridad y la capacidad de ver la diferencia de una forma muy profunda.

La herramienta más grande que tenemos para apreciar cualquier cosa es la habilidad de distinguir y diferenciar. Cuando vemos las cosas como especiales y únicas, ellas sobresalen en su singularidad, y de alguna manera tienen su propio lugar en el mundo.

Sin embargo, muy a menudo, nos cuesta demasiado utilizar esta herramienta y ver las cosas por su singularidad. Sin hacer distinciones una muchedumbre se convierte en un amontonamiento de seres comunes, y hermosos atardeceres comienzan a verse todos igual.

Nuestro desafío es ser capaces de discernir y ver las pequeñas diferencias que existen en el mundo para poder apreciar sus cualidades especiales y únicas, y así tener una sensación placentera de su existencia.

Toma mucho esfuerzo refinar esta habilidad.

En la ceremonia de Havdalá, encendemos la llama de una vela trenzada y acercamos nuestros dedos para ver la luz y las sombras bailando sobre ellos. Ésta luz y oscuridad simbolizan a la sabiduría y la confusión, y ponemos nuestras manos frente a la llama para poder apreciar la diferencia.

Cuando contrastamos el entendimiento con la confusión, hacemos una diferenciación y ganamos una profunda apreciación por la sabiduría.

Shabat ha concluido. Marcamos su finalización con Havdalá y reconocemos el comienzo de la semana. Pero también hacemos una diferenciación en cómo viviremos la semana.

Shabat es un regalo especial y único. Apreciar su belleza y entender la profundidad de su maravilla, a veces significa verlo en contraste con el resto de la semana.

Y shabat es un plano diferente. Cuando concluye, no es sólo que las horas en el reloj han pasado, es también que el nivel del que hemos disfrutado también ha llegado a su fin. Porque la semana no es shabat. Sin embargo, si hemos utilizado bien el shabat, podremos infundir un poco de él en nuestra semana.

La costumbre de encender dos velas adicionales con la llama de havdalá, después de la ceremonia, es una forma a través de la cual podemos intentar estirar esa luz que hemos adquirido por un poco más de tiempo.

Reflexiones

Estaba pasando shabat en Tzfat, en la parte norte de Israel, con una amiga. Ambas asistíamos a la misma escuela para mujeres en Jerusalem, pero necesitábamos una escapada, así es que escogimos este casi-místico shabatón como nuestra aventura de shabat.

Nos encontramos con dos mujeres que estaban estudiando en una escuela bastante poco tradicional en Jerusalem. A pesar de nuestras diferencias filosóficas, nos convertimos rápidamente en amigas durante shabat. Cuando shabat terminó, tuvimos muy pocos minutos para alcanzar el único autobús hacia Haifa, donde podríamos conseguir una conexión hacia Jerusalem, así es que no tuvimos tiempo para conversar ni hacer Havdalá.

Pero como suele ocurrir con los autobuses israelíes hubo atrasos en el viaje, así que cuando llegamos a Haifa ya eran las 11:30 de la noche, y no salían autobuses hacia Jerusalem.

Estábamos viajando las cuatro juntas y estuvimos de acuerdo en tomar un autobús hacia Tel Aviv, y desde allí, llegar a Jerusalén. Y así lo hicimos.

A esas alturas ya nos estaba dando hambre, y a pesar de que habíamos traído algunas cosas para comer, no está permitido comer después de shabat hasta haber escuchado la ceremonia de Havdalá. Creo que esto evita que te metas directamente en la semana sin una apropiada separación entre ella y el shabat.

Nuestras compañeras de viaje no eran tan tradicionalistas como nosotras, pero se abstuvieron de comer, ya que conocían la halajá tanto como nosotras.

Así que éramos cuatro jóvenes solteras bajándonos del autobús en Tel Aviv muy tarde por la noche. Si no lo saben, debo decirles que ese no es el mejor vecindario para estar, ya sea de día o de noche. Era la 1:00 a.m. y nos mantuvimos muy juntas.

Para nuestra consternación, nos habíamos perdido el último autobús a Jerusalem. A esas alturas ya estábamos definitivamente muy hambrientas, así que lo primero es lo primero – ¡hagamos Havdalá!

Mi amiga de escuela dirigió el camino y todas la seguimos hacia un negocio de kebab y falafel, lleno de hombres tomando, conversando y riéndose a todo volumen.

Mi amiga caminó con mucha confianza hacia el mostrador y le dijo al dueño que queríamos hacer Havdalá.

Si no hubiera estado ahí, no hubiera creído lo que ocurrió a continuación. El tipo se entusiasmó muchísimo, y anunció a todos que íbamos a hacer Havdalá. Hombres quienes, créanme, se veían muy lejos de ser religiosos, dejaron sus naipes y cigarrillos, y se acercaron al mostrador.

Sin perder el ritmo, mi amiga ordenó un jugo de frutas israelí (ya que se puede hacer la bendición de Havdalá sobre un trago social, y no sólo con vino o jugo de uva), pidió prestado fósforos de alguien en la multitud, y le pidió al dueño del local si tenía alguna especie con olor para la ceremonia.

El volvió con sopa de pollo en polvo, y pensamos que era lo suficientemente cercano.

Dos fósforos fueron encendidos y tomados juntos en el lugar de la vela trenzada, mi amiga hizo la bendición sobre el jugo de frutas, y la sopa de pollo en polvo fue pasando entre todos para ser olida. (Más tarde nos enteramos que éste polvo no era válido para la bendición de las especies).

Durante esta escena, dos estudiantes para rabinos estaban parados atrás boquiabiertos, absolutamente conmovidos por lo que estaban observando.

Ella dijo todas las bendiciones, tomó el jugo y cuando el fuego fue extinguido, todas las personas del lugar aplaudieron. Les agradecimos, dijimos adiós y tomamos un taxi hacia Jerusalem.

En el camino, abrimos nuestras cosas para comer y nos reímos de nuestra aventura de Havdalá. Pero yo estaba impresionada con algo más profundo, ya que mi prejuicio sobre los israelíes que encontramos se convirtió en una reapreciación acerca de que cada judío, religioso o secular, tiene una chispa especial dentro suyo.

* * *

Siempre intentamos disminuir las luces durante Havdalá para que la llama brille sobre nosotros. Es tan hermoso mirar, mientras nuestra hija sostiene tan cuidadosamente la vela, esta gotea sobre una hoja de diario. Mi marido recita las bendiciones y todos olemos los clavos de olor.

Es un momento tan agridulce, shabat se está retirando y eso es triste, pero la semana llena de eventos nos atrae con entusiasmo.

Sí, me encanta Havdalá, desde la primera chispa del fósforo, tan prohibida durante shabat; hasta el chisporroteo de la vela, mientras es extinguida en los restos del vino.

Siempre concluimos con Shavua Tov – «una buena semana» – y luego cantamos «Eliahu» lenta y calmadamente. Rápidamente todos están en sus pijamas y en la cama con las luces ya apagadas. Ya comienza la cuenta regresiva hacia sobre el próximo shabat…

* * *

Íbamos a una boda fuera de la ciudad y nos quedamos en un hotel durante shabat. Todo resultó bastante tranquilo hasta el final, cuando hicimos Havdalá.

Encendimos la gran y trenzada vela de Havdalá que habíamos llevado y la levantamos. En la mitad de las bendiciones escuchamos la alarma contra incendios del hotel sonando y una gran conmoción afuera. Miramos hacia arriba y notamos que la vela estaba produciendo mucho humo, y nos dimos cuenta, ¡que eso fue lo que hizo sonar la alarma!

Rápidamente apagamos la llama y al salir al corredor vimos gente corriendo para todos lados. Estábamos tan avergonzados que pretendimos no saber donde estaba el incendio, como todos los demás.

Eventualmente, la alarma dejo de sonar y todos regresaron a sus habitaciones. Terminamos Havdalá usando dos fósforos para tener una llama bien pequeñita.

Adaptado de «Friday Night and Beyond» por Lori Palatnik (Jason Aronson Pub.).